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Gaspar Vicente Novella

Biografía

Novella, Gaspar Vicente. Teruel, p. m. s. XVI – Cagliari (Italia), 24.VIII.1586. Virrey de Cerdeña, arzobispo.

Eclesiástico (“presbiter”) de Valencia, doctor en Teología, se estableció en Cerdeña después de su nombramiento como obispo de la diócesis de Ampurias y Civita, teniendo lugar el 16 de abril de 1575 su presentación por Felipe II. Aquí permanecería pocos años, pues en 1578, a la muerte del arzobispo de Cagliari, Francisco Pérez –que en su breve magisterio (era prelado desde 1574) había decretado la erección del Seminario tridentino, cuya construcción tuvo lugar bajo su gobierno–, fue enviado a sustituirlo y, apenas tomó posesión, celebró un sínodo diocesano, del cual, sin embargo, no se conservan las actas y se tiene memoria sólo porque aparece citado en los sínodos sucesivos, si es aceptable la fecha, puesto que por la documentación de la curia la presencia del nuevo prelado está documentada a partir de marzo de 1579, hasta entonces subrogado por el vicario general Juan Ferrer, que había sucedido a Nicolás Canyelles, el introductor del arte tipográfica en Cerdeña, enviado a regir la diócesis de Bosa. A menos que tal sínodo no haya sido tenido en su nombre por el vicario Ferrer.

Parece que sus primeros actos estuvieron dedicados a garantizar los ingresos extraordinarios, en particular, una tasa de ingreso que comprendía toda la Cerdeña meridional y la costa oriental hasta la Gallura inferior, y los corrientes, en especial la cuota del diezmo, los tercios quintos, también en proximidad de la visita pastoral, que se aprestaba a cumplir en la lejana diócesis de Galtellì.

Sobre todo, se encontró con la urgencia de gestionar un problema antiguo, reabierto durante el tiempo de la sede vacante, en el retraso de su traslado a Cagliari, el problema de los diezmos que la diócesis de Iglesias se negaba a pagar a la sede cagliaritana, después de la unión de 1513; un problema que al menos, formalmente, vino tratado “amicabiliter” en octubre de 1578, probablemente todavía sin estar presente él en la nueva sede, y aparentemente resuelto con la disponibilidad de Iglesias a corresponder la cuota de los diezmos correspondiente al prelado a cambio de su no hostilidad a que ésta pudiese presionar al embajador español en Roma, para tratar del retorno de la diócesis a la autonomía eclesiástica con su sucesor. El proyecto no tuvo éxito, pero la hipótesis no fue abandonada.

En los primeros años de la década de 1580, una grave carestía golpeó la isla, con tal “penuria di frumento” (en febrero de 1581 los pueblos de Oliena, Orgosolo y Locoe, lamentaban que por “la gran penuria de forment” los “pobres no menjan pa sino herbes”), que nuestro prelado debió autorizar a su propia gente a “mangiare carne, uova e formaggio anche se di quaresima”, para sustentarse.

Uno de los problemas, que se imponía todavía con una cierta frecuencia, era el de hacer respetar la obligación de residencia al clero, sobre todo de las diócesis adjuntas, y la persistente tendencia a usar las iglesias como almacén, más que para el ejercicio del culto, junto con la exigencia de extirpar la practica del concubinato, que lo obligó a alejar a algunos párrocos del ejercicio del culto durante períodos más o menos largos.

No obstante, la permanencia y difusión de una grave ola epidémica y el peligro de la amenaza turca sobre las costas de la Cerdeña nordoriental, en la primavera de 1583 desarrolló una larga visita pastoral, deteniéndose en las más pequeñas parroquias.

La visita pastoral se repitió al año siguiente, en el cual se hizo frente al espectro de la carestía, obligándolo a ordenar al propio clero que sus excedentes de cereales se enviasen a Cagliari por la necesidad de aquel aprovisionamiento, excedentes que verdaderamente servían para cubrir eventuales necesidades extraordinarias o bélicas de toda la isla.

En septiembre de 1584, debiendo ausentarse el virrey Gastón de Moncada, fue nombrado presidente y capitán general del Reino de Cerdeña hasta su reentrada en 1586.

Su primer acto en este cargo fue el nombramiento de dos abogados de los pobres, dedicados a patrocinar a los defendidos que eran insolventes. El último acto de su mandato en junio de 1586 fue la orden a los ciudadanos de Cagliari de armarse por “temor al ataque de los turcos”, emitido no por él personalmente, sino en su nombre, en cuanto, plenamente activo hasta diciembre de 1585 (las últimas ordenaciones de sacerdotes, seguramente presididas por él, son del 21 de diciembre), desde aquel momento venía subrogado por el vicario general Ferrer, ya que guardaba reposo en cama por la enfermedad que lo llevaría a la tumba. Acompañaba a aquellas disposiciones la invitación, bajo petición soberana, a rezar contra “las calamitats que la Relligio Cristiana te, axi les que causan los turchs perfidos moros y tambe los ereges nemichs de nostra sancta fe católica”, uniendo en esta misma condena “la seta maumettica y lluterana”.

Los gastos de las medicinas (“a m.e Francesch Sola apotecari per tantes medesines”) adquiridas para curarlo y después por los gastos de la celebración de la ceremonia fúnebre están documentados, junto con otros que se refieren a esto, en una ficha del Archivo Arzobispal, que contiene las cuentas del Spoglio di Don Gaspare Vincenzo Novela, 1586-1599.

Su último acto público, en calidad de prelado, fue un edicto con el cual invitaba a los fieles a rezar contra los peligros que parecían proceder de todas las partes; de parte “dei tuchi perfidi mori, degli eretici nemici della nostra fede católica, come ancora di altre persone che stanno nel gremio della Santa Chiesa Católica Romana”, que parecía hacerse eco de las fricciones entre Felipe II y el nuevo pontífice Sixto V, que no finalizaron hasta marzo de 1586.

Vencido por la enfermedad, terminaba sus días en Cagliari el 24 de agosto de 1586. Desde aquel momento (se comunicaba el hecho con una carta circular del 30 de agosto encabezada: “comissio de comissari eo vicary”), el canónigo Juan Ferrer reasumía el oficio de vicario general en sede vacante, hasta el nombramiento del nuevo prelado, el toledano Francisco del Vall, en abril de 1587. Aquel sólo en junio de 1587 nombraba un procurador propio en el canónigo Gregorio Cani, que tomaba posesión de la cátedra arzobispal incluso más tarde, el 30 de septiembre, más de un año después de la desaparición de Novella.

Entre los actos del Arzobispado de Novella merecen ser recordados la licencia para imprimir el De Rebus Sardois, concedida en 1580 al sassarés G. F. Fara, que una década más tarde dirigió brevemente la diócesis de Bosa; el asentamiento de los padres trinitarios en la iglesia de Santa María del Puerto, también conocida como “de portu grutis o de port sal”, hoy no conservada; la inauguración el 28 de agosto de 1583 del cementerio de la iglesia del Santo Sepulcro, ocasión en la cual, como reza la lápida conmemorativa, instalada en diciembre de 1593, “per lo illustrissimo y reverendissimo don G. V. N., Archebispe de Caller, fonch esparcida la terra santa dins lo quadro del present cimiteri, portada de Roma ab breus y concesions apostoliques”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Arcivescolvile Cagliari, Spoglio di Don Gaspare Vicenzo Novella, 1586-1599.

D. Scano, Codice diplomatico delle relazioni fra la Santa Sede e la Sardegna, Cagliari, Arti Grafiche B.C.T., 1941, 2 vols.; J. Mateu Ibars, Los virreyes de Cerdeña. Fuentes para su estudio, vol. II, Padova, CEDAM-Casa Editrice Dott. Antonio Milani, 1964-1968; L. Cherchi, I vescovi di Cagliari (314-1983), Cagliari, Tipografi editrice artigiana, 1983; O. P. Alberti, La diocesi di Galtellì dall’uonine a Cagliari (1495) alla fine del secolo XVI, Sassari, 2D Editrice Mediterranea, 1993, 2 vols.; R. Turtas, Storia della Chiesa in Sardegna, Roma, Cittá nuova, 1999.

 

Bruno Anatra

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