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Vicente Guerrero Saldaña

Biografía

Guerrero Saldaña, Vicente. Ciudad Guerrero (antes Tixtla) (México), 10.VIII.1782 – Cuilapan (México), 14.II.1831. Militar independentista y presidente de México.

Aunque de familia considerada a menudo humilde, su padre, Pedro Guerrero, era bien conocido y respetado. Los Guerrero mantenían relaciones comerciales con los agricultores y hacendados importantes del sur.

Vicente nació en el seno de una familia de arrieros, un oficio que a principios del siglo XIX permitía privilegios como el de poseer animales de carga (caballos y mulas), portar armas (para protegerse de los salteadores de caminos), ejercer el comercio y tratar directamente con los comerciantes más ricos. Su padre, Juan Pedro Guerrero Soriano, y dos de sus hermanos, Juan Pedro y Manuel, se dedicaban a la armería, por lo que Guerrero aprendió a manejar, dar mantenimiento, reparar y forjar armamento como espadas, fusiles y cañones. Era también responsabilidad de los armeros almacenar el armamento del ejército regional. Su tío y uno de sus hermanos (ambos llamados Diego) pertenecían a la milicia española, bajo las órdenes del capitán Antonio Galeana. Esto permitiría a los jóvenes Guerrero desenvolverse entre ejercicios de tiro y combate cuerpo a cuerpo, revistas de armamento y prácticas de maniobras militares. Por el negocio de arriería de su padre, se convirtió además en hábil jinete. Aprendió también a leer y a escribir y a manejar los números y las matemáticas básicas, además de adquirir algunos conocimientos rudimentarios de mecánica práctica necesarios para realizar su oficio. No adquirió una formación académica reglada y burguesa, razón por la cual posteriormente se etiquetaría frecuentemente a Guerrero como carente de educación, sin embargo, su preparación “de campo” era de las más formales de la época, pues adquirió habilidades que no estaban al alcance de la mayoría de la población del virreinato novohispano. Las habilidades adquiridas durante su juventud le servirían para combatir a los realistas durante la Guerra de Independencia.

Así pues, la prosperidad de su padre como campesino, arriero, comerciante, y armero, la posición de su tío Diego Guerrero dentro de la milicia española y el empeño de su familia le permitió una educación de lo más completa para la época a través de profesores particulares. Vicente pasó sus primeros años haciendo labores con su padre y tíos en los oficios y negocios de su familia. Existe un desacuerdo acerca del origen étnico de Guerrero, se le ha llamado en diversas biografías de mestizo, indígena y mulato. Tixtla a fines del siglo XVIII era una ciudad mayoritariamente indígena. De Guerrero no se conocen retratos que se le hayan hecho en vida por lo cual pueden dar imágenes muy variadas y quizás erróneas de cómo era físicamente. José María Morelos y Pavón quien lo conoció en 1811 lo describe físicamente como “un joven de rostro broncíneo, alto y fornido, de nariz aguileña, los ojos vivos y claros y grandes patillas”.

Vicente contrajo matrimonio en Ometepec con María Guadalupe Hernández a fines de marzo de 1813, con quien tuvo una hija, Dolores Guerrero. Fue abuelo del político, intelectual y militar mexicano Vicente Riva Palacio.

Durante el periodo de lucha por la independencia de México, de 1810 a 1821, una de las zonas geográficas más destacadas por su apoyo a la insurgencia fue la del Sur, cuyo territorio forma actualmente el estado de Guerrero. Primero con José María Morelos y Pavón y luego con Vicente Guerrero, la complicada geografía suriana y su no menos malsano clima puso en entredicho todos los intentos de las autoridades virreinales por reestablecer ahí la paz. Es cierto que los realistas lograron algunos éxitos, pero nunca pudieron vencer los afanes de libertad de los pobladores del lugar, especialmente de los de Tierra Caliente, mismos que si bien de 1811 a 1813 actuaron de manera en cierta forma aislada, pues Morelos no los tomaba muy en cuenta ya que prefería a los costeños, después fueron su sostén principal. Este papel lo refrendarían de igual manera de 1816 a 1821 con Guerrero, obligando a Agustín de Iturbide a negociar la paz.

Guerrero inició su carrera militar invitado por Hermenegildo Galeana a unirse al movimiento de la independencia, cosa que hizo en noviembre de 1810 cuando la hueste militar de Morelos pasó por su tierra natal, a quien se presentó en Tixtla en mayo de 1811, el cual lo comisionó, con el grado de capitán, para atacar Taxco. Se distinguió en la acción de Izúcar, el 23 de febrero de 1812, donde lo derrotó el brigadier Llano. Siguió a las órdenes de Morelos y combatió en el sur de Puebla.

Después del fracaso de Puruarán se le comisionó para combatir en el sur, a donde se dirigió con sólo su asistente y derrotó a José de la Peña, La Madrid y Combé, a quien fusiló (1814). Después de fortificar Tlamajalcingo venció a Armijo y a Samaniego. Estando sitiando Tapla, Morelos le ordenó se dirigiera a Izúcar, donde batió a los españoles. En Chinantla tuvo una victoria en un combate que duró cuatro días. La lucha fue a bayoneta en buena parte de la batalla.

Después de la prisión de Morelos, escoltó hasta Tehuacán al Congreso, que marchaba en derrota. Se negó a reconocer a Terán, después de que este jefe disolvió el Congreso. Combatió después en Acatlán contra el conde de la Cadena y Lamadrid, venciendo en la Cañada de los Naranjos.

A partir de 1816, muerte de Morelos, la lucha insurgente declina y la revolución estaba casi vencida con la muerte o prisión de los principales cabecillas.

Pocos jefes siguen combatiendo: Guerrero, uno de ellos. Varios jefes independientes comenzaron a indultarse.

Entonces se trató de someter a Guerrero, a quien el virrey Juan Ruiz de Apodaca, nombrado en 1816, trató de convencer para que se acogiera al indulto, usando para ello al propio padre de Guerrero; a cambio recibiría una fuerte retribución económica, además de que conservaría su grado de general. El padre suplicó al hijo que depusiera las armas, pero éste se negó espetándole la frase: “Yo he respetado siempre a mi padre, pero la patria es primero”. Ante esta reacción, el virrey organizó una fuerza militar al mando de Agustín de Iturbide para combatirlo. Con menos tropas, Guerrero siguió luchando en la región montañosa ahora comprendida en el Estado que lleva su nombre. También venció a Zavala y Reguera en Azoyú (1816). Perdió Xonacatlán (1817) y su hueste, que hubo de rehacer. Se puso a las órdenes de la Junta de Jaujilla; con Nicolás Bravo sufrió el desastre de Tlalchapa, en que Bravo cayó prisionero de Armijo, pero recobró la posición de Jaujilla y fue proclamado general en jefe del Sur. Perseguido por Armijo, lo venció el 15 de septiembre de 1818 en Tamo, y le arrebató gran cantidad de armamento. Después batió a diversas partidas españolas en Axuxchitlán, Santa Fe, Tetela del Río, Huetamo, Tlachapa y Cuautlotitlán, y siguió luchando en Tierra Caliente, en guerra de guerrillas, convertido en el principal jefe insurgente, ya que todos los demás estaban sometidos o desaparecidos, e incluso creó una Junta en Tecpan.

En 1819, Guerrero dividió sus tropas en tres bandos para hacerlas más efectivas. En 1820 era quien aún sostenía la insurgencia, y, al verificarse la conjura de La Profesa y colocarse Iturbide al frente del ejército destinado a combatir a Guerrero, pensó en atraerse a éste para consumar ahora la independencia.

Después de algunos combates con Iturbide desafortunados para éste, pactó con él en Acatempan, dada la insistencia de Iturbide y las seguridades en favor de la independencia que dio al antiguo jefe insurgente, poniéndose éste a sus órdenes y adhiriéndose al Plan de Iguala (1 de marzo de 1821), con el que se consumó la Independencia nacional mexicana.

El 10 de enero de 1821 Iturbide le envió una carta para invitarlo a conferenciar sobre la independencia.

Después se reunieron en Acatempan y el jefe insurgente convino en luchar al lado de sus antiguos enemigos, ocupando un lugar subalterno. Desde 1821 Guerrero había alcanzado el grado de general de división y, triunfante la independencia, Iturbide le ascendió a mariscal de campo. Aunque reconoció a Iturbide como Emperador, pronto lo combatió, en unión de Bravo y Santa Ana, debido al gobierno déspota que instauró. El 23 de enero de 1823 se batió en Almolongo contra las fuerzas imperiales mandadas por Epitacio Sánchez. Éste murió en la acción, pero logró derrotar a sus adversarios.

Expatriado Iturbide, Guerrero fue miembro suplente del Supremo Poder Ejecutivo (1 de abril a 10 de octubre de 1824) hasta la elección de presidente, que recayó en el general Guadalupe Victoria (1786- 1843); como miembro del Poder ejecutivo, Guerrero aprobó la ejecución de Iturbide. Entonces comenzó la lucha entre los partidos escocés y yorkino (demócrataliberal), cuyos jefes respectivos eran Bravo y Guerrero, venciendo este último en Tulancingo a Bravo, sublevado, aunque era el vicepresidente (1828). En ese año figuró como candidato a la Presidencia. Aunque contó con numerosos partidarios, el voto indirecto de las legislaturas estatales, por 11 votos contra 9 designó a Gómez Pedraza, quien desde el Ministerio de Guerra influía en las elecciones. Pero se sublevó Guerrero con otros jefes, incluso Santa Anna, y triunfaron por el motín de La Acordada y por el saqueo que el populacho hizo del Parián o gran mercado, con enormes pérdidas, especialmente de españoles (4 de diciembre de 1828).

Al reunirse el Congreso, anuló la elección de Gómez Pedraza, y eligió presidente a Guerrero (1 de abril de 1829), siendo vicepresidente Anastasio Bustamante.

Ocurrió la invasión de Barradas y el gobierno logró derrotar a los invasores. Bustamante, que había sido enviado a vigilarlo desde Jalapa, proclamó el “Plan de Jalapa” y desconoció al gobierno de Guerrero, quien dejó el poder el 16 de diciembre de 1829. Triunfante la revolución, el 22 de diciembre cayó el presidente interino José de Bocanegra y el Congreso, a petición del nuevo presidente, Bustamante, declaró que Guerrero “tenía imposibilidad para gobernar la República”, debido a lo cual tuvo que huir al Sur, donde continuó la guerra durante todo el año 1830, pero en enero del siguiente fue traicionado.

La presidencia de Guerrero duró ocho meses y medio. Sin embargo, Guerrero, como candidato del “Partido del Pueblo”, gestionó la creación de escuelas públicas y trató de impulsar el plan nacional de educación gratuita que había ideado anteriormente con Bravo y Negrete, gestionó una reforma agraria favorable a los campesinos, intentó impulsar el desarrollo de la industria remarcando que era necesario “poner en movimiento” los recursos naturales del país y generar empleos para que los brazos mexicanos “no se debiliten en el seno de la ociosidad”, creó un centro nacional de atención para los inválidos producto de las guerras, llamó a impulsar el comercio interno y con otros países, así como otros programas de naturaleza liberal. Además, durante su gobierno se gestionó a favor de la tolerancia religiosa, el fortalecimiento de la elección directa de representantes, el fortalecimiento del sistema federal y la democracia, agilizar la burocracia, el perdón a exiliados que habían beneficiado de alguna manera a la nación, la supresión de los fueros militares y eclesiásticos, y la venta de bienes que habían pertenecido a la Inquisición. El 15 de septiembre de 1829, siendo aún presidente, Guerrero expidió el decreto de Abolición de la esclavitud, el cual había sido promulgado por Miguel Hidalgo en Guadalajara el 6 de diciembre de 1810. Fue una de las más importantes contribuciones a los derechos humanos durante el siglo XIX, no solo en el continente americano sino porque en esto precedió también a muchos países europeos.

Sin embargo, su gobierno de ideas liberales tuvo la oposición frontal de los grupos conservadores, en particular del de los autonombrados “hombres de bien”, partido formado por Anastasio Bustamante y Lucas Alamán con miembros del clero, la milicia y la clase acomodada y cuyo propósito era terminar con el gobierno de Guerrero y los liberales (a quienes etiquetaban como partido de “la masa” o de “la chusma”) para restablecer las viejas formas.

El gobierno de Bustamante, por medio de su ministro José Antonio Facio, se concertó con el marino genovés Francisco Picaluga para dar muerte a Guerrero. En enero de 1831 Guerrero fue convidado a comer por el genovés a bordo del bergantín El Colombo. Una vez a bordo, Picaluga le prendió, y dándose a la vela se dirigió para Huatulco, en la costa oaxaqueña. Allí fue entregado al capitán Miguel González. Éste lo condujo a Oaxaca.

Un consejo de guerra lo condenó a muerte, fusilándosele en la villa de Cuilapan. Se dice que este crimen le costó al Gobierno cincuenta mil pesos que en oro recibió Picaluga al entregar a Guerrero. Se discutió en Consejo de ministros su ejecución, y habiendo empate lo decidió el presidente Bustamante en sentido desfavorable. Al parecer, Lucas Alamán (ministro de Relaciones Exteriores, quien opinaba por su destierro), José Ignacio Espinosa (de Justicia) y Rafael Mangino (de Hacienda) fueron extraños a esta conjura, obra exclusiva, según unos, de Facio.

Este es el triste final de un personaje cuya memoria histórica tiene variados y contrapuestos enfoques en las historiografías española y mexicana, pero cuya importancia es evidente con solo recordar que fue un político y militar mexicano y uno de los jefes de la insurgencia en la etapa de Resistencia (1816-1821) de la guerra de Independencia de México. Tras varios enfrentamientos con el general Agustín de Iturbide entre diciembre de 1820 y enero de 1821 en los cuales Iturbide no puede derrotar al caudillo, proponiendo a Guerrero una alianza por la independencia en el conocido Abrazo de Acatempan y el 24 de febrero se promulga el Plan de Iguala con el cual se unen los ejércitos (insurgente y realista) formando así al Ejército Trigarante, que el 27 de septiembre entra a la Ciudad de México, consumándose así la independencia mexicana. Fue miembro del Supremo Poder Ejecutivo (1823-1824), ministro de Guerra y Marina (1828) y ocupó la presidencia de México del 1 de abril al 17 de diciembre de 1829. Por Decreto del 16 de noviembre de 1833, fue declarado Benemérito de la Patria, y en 1849 se creó, en su honor, el Estado de Guerrero.

En resumen, Vicente Guerrero ha dejado huella en la nación mejicana por su ignominiosa muerte, por su importante papel en la independencia de su país, por el valor extraordinario que mostró en todos los combates, recibiendo a veces disparos a quemarropa y batiéndose con arma blanca (como guerrillero fue refuerzo de Morelos en importantes hechos de armas), y por su ideología política.

Guerrero encarnaba el yorkismo más intransigente y la hispanofobia total, pues la expulsión de los españoles era un “inmutable dogma” suyo, y así el 20 de marzo de 1829 el Congreso decretó la expulsión de todos los españoles residentes en México, al amparo del Plan de Iguala (1 de marzo de 1821), con rarísimas excepciones y con métodos brutales, aunque ello supusiese un duro golpe a la economía de México. Por el contrario, los mexicanos lo consideran “el caudillo inmortal, el consumador de la  independencia, el hombre que nos dio una nación”.

 

Obras de ~: Cartas de los Señores generales Don Agustín de Iturbide y Don Vicente Guerrero, Puebla, Imprenta liberal de Moreno hermanos, 1821.

 

Bibl.: J. M. Lafragua, “Guerrero, Vicente”, en VV. AA., Diccionario de Historia y Geografía de México, vol. III, México, 1853, págs. 738-763; M. Ortega Reyes, Historia del general D. Vicente Guerrero, México, 1905; J. F. Iturribarría, Funerales del General Vicente Guerrero, México, 1933; R. García, ¿Quién fue el verdadero responsable de la muerte de Vicente Guerrero?, México, 1934; M. F. Ortega, Bravo no traicionó a Guerrero, México, 1935; W. F. Sprague, Vicente Guerrero, Mexican liberator. Study in Patriotism, Chicago (Illinois), R. R. Donnelley, 1939; R. Avilés, Vicente Guerrero, el insurgente ciudadano, México, Sociedad de Amigos del Libro Mexicano, 1957; R. Ezquerra, “Guerrero, Vicente”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1986; M. Salcedo Guerrero, Vicente Guerrero’s struggle for mexican independence, 1810-1821, Ann Arbor, University Microfilms International, 1991; E. W. Harrell, Vicente Guerrero and the birth of modern Mexico, 1821-1831, Ann Arbor, University Microfilms International, 1991; S. Martínez del Campo, Vicente Guerrero, México, Planeta de Agostini, 2003; R. Huerta-Nava, El Guerrero del Alba. La vida de Vicente Guerrero, México, Random House Mondadori, 2007; A. Ávila, “La presidencia de Vicente Guerrero”, en W. Fowler (comp.), Gobernantes mexicanos, t. I, México, Fondo de Cultura Económica, 2008, págs. 27-49; J. Guzmán Urióstegui, “Apuntes para una historia de la insurgencia en la Tierra Caliente de Guerrero, 1810-1821”, en Estudios de historia moderna y contemporánea de México, 37 (2009), págs. 5-35; E. Miranda Arrieta, “La causa de la independencia y la república. Vicente Guerrero, un insurgente mexicano frente a la revivida Constitución Española en 1820”, en Historia y Memoria,  5 (2012), págs. 49-72; J. Guzmán Urióstegui, “Vicente Guerrero y sus inicios en la insurgencia. Una fuente documental”, en Tzintzun: Revista de Estudios Históricos, 59 (2014), págs. 225-237.

 

 

Antonio Astorgano Abajo

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