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Jaime Serra Borja

Biografía

Serra Borja, Jaime. Alzira o Jàtiva (Valencia), m. s. XV – Roma (Italia), 15.III.1517. Teólogo, canónigo, obispo de Albano, arzobispo de Oristán (Cerdeña), cardenal, prelado doméstico de Alejandro VI.

Originario de una noble familia catalana afincada en el Reino de Valencia, Jaime Serra nació en Alzira con más probabilidad que en Jàtiva, en fecha ignota, a mediados del siglo xv. No podemos precisar con exactitud su filiación, aunque bien pudo ser sobrino del caballero Bertomeu Serra, tío de Alejandro VI por su matrimonio con Leonor de Borja, hermana del padre del segundo papa Borja y cuñada del primero. Algunos le identifican sin fundamento con un clérigo gerundense homónimo, al que Calixto III concedió diversos beneficios. Asimismo, en base a dos escuetas referencias a un “Jacobus Serra” en las notas del nuncio y colector pontificio en los reinos hispánicos, Lianoro de Lianoris, se ha querido argumentar que ocupaba un cargo en la curia romana en 1472. Pero esta hipótesis se conjuga mal con el hecho de que su nombre no aparezca en las súplicas que su pariente, el cardenal Rodrigo de Borja, elevó a Pablo II y Sixto IV en 1470, 1472 y 1473, solicitando beneficios para los miembros de su familia cardenalicia.

Es probable que llegara a Roma en el séquito del cardenal Borja, cuando éste regresó de su legación en España, en septiembre de 1473. Desconocemos si el grado de maestro en Teología lo obtuvo en Valencia o en alguna universidad italiana. En cambio, nos consta que en 1474 intentó ser promovido al arzobispado de Mesina (Sicilia) con el favor del cardenal, pero lo impidió la oposición de Juan II de Aragón. En 1480 estaba en Valencia, donde el 24 de abril tomaba posesión de una canonjía. De nuevo en Roma, en 1483 el vicecanciller le encargó la misión de acompañar a su primogénito Pedro Luis de Borja a España, donde debía procurar su enaltecimiento nobiliario mediante el servicio a los Reyes en la guerra de Granada y la adquisición de algún importante señorío. Con este fin, el 13 de octubre de 1485 le constituyó procurador de aquél para gestionar la compra del ducado de Gandía, siendo capital su intervención en este negocio, que remató en Alcalá de Henares en diciembre del mismo año. En 1486 Pedro Luis le concedió poderes para representarle en la estipulación de su matrimonio con María Enríquez, sobrina de Fernando II de Aragón, y en 1491 actuó como procurador de Lucrecia Borja en la redacción de los capítulos matrimoniales con el caballero Gaspar de Próixida (Prócida), que no llegaron a concluirse.

Fue, sin duda, gracias a su intervención en estos asuntos como conoció y se ganó el favor de Fernando II, del que se convirtió en valedor ante el cardenal vicecanciller, hasta el punto de que en febrero de 1492 el soberano escribía al papa Inocencio VIII pidiendo para Serra la sede arzobispal de Oristán (Cerdeña), por ser persona docta e idónea a la que deseaba gratificar por los buenos servicios que le prestaba.

En atención a sus ruegos, y a los del cardenal Borja, el 11 de abril de 1492 el papa le concedió dicha mitra, con dispensa para retener los beneficios que poseía, pues las rentas de la misma eran modestas (300 ducados). Para aumentar sus ingresos, el cardenal resignó en su persona el monasterio cisterciense de San Bernardo de Valencia, que poseía a título de encomienda.

A la muerte de Pedro Luis de Borja (Roma, diciembre de 1488), se ocupó de negociar el matrimonio de María Enríquez con el hermanastro del difunto, Juan de Borja, que había heredado el ducado de Gandía.

Y cuando en agosto de 1493 Juan vino a España para tomar posesión del mismo y celebrar el matrimonio, Serra fue nombrado vicario del papa para controlar la gestión del ducado en nombre del pontífice. Así, se ocupó de tramitar la compra de otros señoríos vecinos, intervino en la solución de pleitos y exigió pagos pendientes; pero también escribió al papa censurando la alocada prodigalidad de su hijo, que no sabía administrar sus bienes y descuidaba a su esposa, o anunciándole el nacimiento de Juan II de Borja (10 de noviembre de 1494). Actuó, además, como procurador de César Borja, arzobispo de Valencia, en el cobro de diversas cantidades. Sabemos que su posición en Gandía no era cómoda, pues no gozaba de la privanza de los duques, tenía frecuentes diferencias con los encargados del gobierno de la Casa Ducal por el control de la misma, y pasaba estrecheces económicas, de las que se quejaba al papa; sin embargo, se mantuvo en su puesto, protestando su “amor e fidelitat” al Pontífice.

Probablemente volvió a Roma, en compañía de Juan de Borja a finales de 1496, pues en 1497 lo encontramos en la curia papal, desempeñando el lucrativo oficio de procurador de contradicciones (que desempeñó hasta 1499). Alejandro le honró con el título de prelado doméstico de Su Santidad, y le mantuvo el de vicario papal hasta 1500. Y aunque pensó enviarlo a Francia, para negociar la paz con las potencias de la Liga Santa, no llegó a desempeñar esta misión, pues las negociaciones fueron aplazadas. Su actividad al servicio de la política papal comenzó en 1498, cuando fue nombrado gobernador de Cesena; en 1499 llegó a esta plaza, que César Borja había determinado erigir en cabeza del señorío que iba a formar en Romaña. Su misión era preparar el terreno para que el gobierno de la ciudad pasase a manos de César y disponer desde allí todo lo necesario para las futuras acciones militares de éste en la zona. Su acción fue eficaz: en abril de 1500 la fortaleza de Cesena se rendía a César, el 2 de agosto el consejo de la ciudad aceptaba a éste como señor de la misma, y poco después reunía un contingente de tropas que en octubre fue de gran ayuda al capitán general de la Iglesia en la conquista de Pésaro.

La recompensa a sus servicios no se hizo esperar: el 28 de septiembre de 1500 fue creado cardenal presbítero de San Vidal, con dispensa para retener la iglesia de Oristán, si bien tuvo que desembolsar previamente 5000 ducados para sostener las campañas de César.

La confianza, cada vez mayor, que éste depositaba en su persona se puso de manifiesto cuando el 27 de noviembre se le encomendó la importante legación de Perusa (en sustitución del cardenal Juan de Borja Llançol), la cual conservó hasta la muerte de Alejandro VI. A fin de aumentar sus ingresos (su contribución a la cruzada se fijó en 200 ducados, lo que indica que sus rentas anuales se calculaban en sólo 2000), Alejandro le concedió diversas prebendas: en septiembre de 1501 le nombró administrador de la diócesis sueca de Linköping, a la que renunció en 1513. El 28 de junio de 1502 lo promovió al título cardenalicio de San Clemente y dos meses después le dio en encomienda el monasterio benedictino de San Benito de Gualdo (Nocera). En 1503 obtuvo una canonjía en Palencia y en 1505 el monasterio celestino de San Michele alle Formiche (Volterra). A pesar de servir a César Borja, fue un firme partidario de los Reyes Católicos, por lo que en septiembre de 1502 se atrevió a criticar entre bromas la política del papa, porque se mostraba francés, siendo como era español.

A la muerte de Alejandro fue apartado de sus tareas políticas, pero pronto se ganó la confianza de Julio II, quien en septiembre de 1506 le concedió en administración la diócesis de Elna (que mantuvo hasta 1513), lo nombró abad comendatario de Santa María de Ripoll y en 1507 de San Miguel de Cuixá. En diciembre de 1510 renunció al arzobispado de Oristán, permitiéndole el papa que lo entregara a su sobrino Pedro Serra Muñoz, y en 1511 fue elevado al rango de cardenal obispo de Albano. Tales favores se explican por su respaldo a la política favorable al papa Della Rovere del rey Católico (al que en 1509 advertía de la necesidad de reforzar su partido en la curia frente al francés con la creación de cardenales fieles), pues no quiso intervenir en el concilio cismático de Pisa, como lo hizo, en cambio, en el Lateranense V, a cuyas diez primeras sesiones asistió (exceptuada la octava), por lo que en julio de 1512 el papa quiso recompensarlo con el arzobispado de Burgos, pero el Rey se opuso. Parece ser que de 1507 a 1513 fue canónigo de la Colegiata de Jàtiva.

En el primer escrutinio del conclave reunido para elegir al sucesor de Julio II (1513) recibió catorce votos, pero finalmente se impuso el cardenal Juan de Médicis con el nombre de León X, quien, a ruegos del colegio cardenalicio que le expuso la pobreza de Serra, intentó que el rey Católico lo aceptara como arzobispo de Burgos, pero fue imposible, por lo que renunció a esta sede a cambio de una pensión papal de 2000 ducados y la venia del Monarca para que fuese compensado con diversos beneficios en sus reinos.

Así, el 5 de julio de 1514 fue nombrado obispo de Calahorra-La Calzada, si bien resignó esta sede antes de un año reservándose los frutos de la misma. Por otra parte, no debía de ser tanta su pobreza cuando el 13 de septiembre de 1510 donó la considerable cantidad de 10.000 ducados a su pariente Jaime Serra de Pallars, nieto de los condes de Chelva.

Estuvo muy ligado a sus paisanos de la Corona de Aragón en Roma, como lo muestra el hecho de que en 1505 impulsase la construcción de una nueva iglesia en la casa hospital de los “catalanes”, templo del que fue nombrado cardenal protector y para el que obtuvo la ayuda económica de Fernando el Católico.

El 23 de junio del año siguiente fundó con otras cuarenta y cinco “notables persones de nació aragonesa, catalana e valenciana”, en dicha iglesia, una cofradía bajo la advocación de Santa María de Montserrat.

Al igual que otros cardenales de la familia Borja ejerció un discreto mecenazgo literario, pues tuvo en su séquito al humanista Marcellino Verardi, quien le dedicó su égloga Tytirus famulus (1500), así como al poeta y dramaturgo Juan del Encina, quien parece ser que representó su égloga pastoril Plácida y Vitoriano en el palacio romano del cardenal, en presencia del papa y otros prelados de la curia. Murió en Roma el 15 de marzo de 1517 y fue sepultado provisionalmente en el presbiterio de la iglesia de Santiago de los Españoles (pues aun no se había iniciado la construcción de la de Montserrat), siendo trasladado después a un suntuoso sepulcro marmóreo, en la capilla de Santiago de la misma iglesia, que había sido construida a sus expensas.

 

Bibl.: L. Cardella, Memorie storiche de’ cardinali della Santa Romana Chiesa, III, Roma, Stamperia Pagliarini, 1793, 281; J. Burckardt, Liber notarum ab anno 1483 usque ad annum 1506, ed. E. Celani, vol. I y II, Città di Castello, Editrice S. Lapi, 1907-1942; C. Eubel (ed.), Hierarchia Catholica Medii Aevi sive Summorum Pontificum, S. R. E. Cardinalium, Ecclesiarum Antistitum series, vol. II, Monasterii, Libraria Regensbergiana, 1914, págs. 24, 55-56, 92, 178; vol. III, 1923, págs. 6-7, 145, 192; G. Sacerdote, Cesare Borgia, la sua vita, la sua famiglia, i suoi tempi, Milán, Rizzoli, 1950; J. Fernández Alonso, “Las iglesias nacionales de España en Roma”, en Anthologica Annua, 4 (1956), págs. 95-96; A. de la Torre y del Cerro, Documentos sobre las relaciones internacionales de los Reyes Católicos, IV, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1962, págs. 11-12; J. L. Ortega, “Un reformador pretridentino: Don Pascual de Ampudia, obispo de Burgos (1496-1512)”, en Anthologica Annua, 13 (1972), págs. 440-443, 529-530; J. Goñi, “Serra, Jaime”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 2438-2439; M. Batllori, La família Borja. Obra completa vol. IV, Valencia, Tres i Quatre, 1994 ((col. Biblioteca d’Estudis i Investigacions, 21), La familia de los Borjas, Madrid, Real Academia de la Historia 1999 [Clave Historial 18]); (ed.), De València a Roma. Cartes triades dels Borja, Barcelona, Quaderns Crema, 1998; J. M. Cruselles Gómez y D. Igual Luis, El duc Joan de Borja a Gandia. Els comptes de la banca Spannochi (1488-1496), Gandia, Centre d’Estudis i Investigacións Comarcals “Alfons el Vell”, 2003; W. H. Woodward, Cèsar Borja, Valencia, edicions 3 i 4, 2005; V. Pons Alós, Cardenales y Prelados de Xàtiva en la época de los Borja, Xàtiva, Iglesia Colegial Basílica de Santa María, 2005, págs. 88-93; Á. Fernández de Córdova Miralles, Alejandro VI y los Reyes Católicos. Relaciones político-eclesiásticas (1492-1503), Roma, Edizioni Università della Santa Croce, 2005.

 

Miguel Navarro Sorní

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