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José Pardo Sastrón

Biografía

Pardo Sastrón, José. Torrecilla de Alcañiz (Teruel), 15.IV.1822 – Valdealgorfa (Teruel), 29.I.1909. Botánico, farmacéutico, folclorista.

Nacido en el seno de una familia dedicada, por tradición, al ejercicio de la farmacia rural, fue el primero de los seis hijos del matrimonio formado por José Pardo, farmacéutico establecido en Torrecilla de Alcañiz, y Josefa Sastrón. Realizó sus primeros estudios en Valdealgorfa; luego, en Torrecilla, bajo la férula de Miguel Sancho, un escolapio secularizado, recibió los rudimentos del Latín; en 1837 pasó a Zaragoza, donde realizó sus estudios de bachillerato; en 1841 se trasladó a Barcelona, para cursar los de Farmacia en el Colegio de San Victoriano; el título que le permitiría ejercer la profesión le fue expedido en julio de 1845.

Durante el último año de su estancia en Barcelona asistió a las clases de Botánica y Agricultura impartidas por Miguel Colmeiro Penido en la Junta de Comercio; con él se formó en las teorías clasificatorias y en los sistemas de determinación, y con él estableció una relación profesional que habría de perdurar, pese a la actitud mantenida por M. Colmeiro ante sus trabajos botánicos.

Ejerció como farmacéutico en el Bajo Aragón: Valdealgorfa (1846-1852), Torrecilla de Alcañiz (1852-1858), La Codoñera (1858-1861), Castellote (1861-1873), nuevamente Torrecilla de Alcañiz (1873-1893) y, finalmente, en Valdealgorfa (1893-1909). El 14 de octubre de 1858 casó con Bruna Foz Senlí, matrimonio que no tuvo descendencia; José Pardo enviudó en julio de 1868.

Su trabajo como farmacéutico rural se vio complementado con las continuas herborizaciones por los territorios próximos a su establecimiento; sus primeros estudios sobre la flora aragonesa se fechan, de acuerdo con sus manuscritos conservados en el Jardín Botánico de Valencia, en el año 1844. De la primavera de 1850 data su colaboración con Francisco Loscos Bernal; juntos remitieron sus aportaciones iniciales al Colegio de Farmacéuticos de Madrid, con destino a la Flora farmacéutica española, un proyecto emprendido en 1858 por esta institución; a la firma de J. Pardo se debe un catálogo de las plantas de La Codoñera (1858), y a la conjunta de los dos botánicos, unas adiciones al catálogo de Aragón (1858) y algunas observaciones sobre el té de Aragón (1860), Saxífragas y Camomilas (1860).

En estos años centrales del siglo XIX se fechan también sus intentos de dar a las prensas, siempre en colaboración con F. Loscos, una Flora de Aragón; en los comienzos de 1857 presentaron a la revista profesional La Unión Médica de Aragón un proyecto de publicación, planteado por un sistema de entregas, que no llegó a ver la luz debido a la pronta desaparición de la revista a la que iba destinado. El mismo proyecto fue remitido al Instituto Farmacéutico Aragonés, diseñado ahora para ser editado en un volumen; tampoco esta vez tuvo éxito su propuesta; las razones habría que buscarlas en los informes negativos emitidos por Miguel Colmeiro Penido, en especial el redactado en 1861, y en la extensión de la obra, fijada por sus autores en 1100 páginas, lo que la convertía en una empresa difícilmente asumible por la institución aragonesa.

Ante la imposibilidad de ver editados sus trabajos en Aragón, J. Pardo y F. Loscos recurrirán, en los comienzos de la década de los años sesenta, al auxilio del botánico sajón Heinrich Moritz Willkomm, un experto conocedor de la flora ibérica; será él quien se ocupe de resumir, corregir, traducir al latín y editar la Series inconfecta plantarum indigenarum Aragoniae praecipue meridionalis [...] (Dresde, 1863); además de este importante apoyo, H. M. Willkomm les presentó ante un par de sociedades de naturalistas: Isis (Dresde) y Pollichia (Dürkheim), ambas les incluyeron entre sus socios en los meses centrales de 1863.

La Series inconfecta responde, en realidad, al catálogo comentado de la flora que F. Loscos y J. Pardo quisieron editar; los autores mantuvieron la pretensión de publicar un texto más extenso, más próximo al diseñado por ellos y presentado ante el Instituto Farmacéutico Aragonés; optaron por recurrir al sistema de suscripción previa y, avanzada la primavera de 1866, elaboraron un prospecto anunciador de la Serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas, una obra que habría de recoger —junto a la traducción castellana del texto de la Series inconfecta— las novedades florísticas aragonesas herborizadas desde la publicación de la edición latina del texto. En el anuncio de esta obra se pergeña la creación de una Agencia Botánica de Castelserás, destinada a facilitar las tareas de intercambio y determinación de material botánico aragonés entre los naturalistas locales.

La Serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas, obra conjunta de F. Loscos y J. Pardo, fue impresa en Alcañiz, por Ulpiano Huerta, el año de 1867; además de esta edición se realizó otra, seguramente destinada a ser distribuida en el extranjero, a cargo de la librería madrileña de Carlos Bailly-Baillière; esta reimpresión solo difiere en las tres últimas líneas de la portada, donde se hace constar el nuevo pie de imprenta. La publicación de la Serie imperfecta marca la culminación de un camino iniciado diez años antes, el texto carece de las diagnosis que acompañan al nombre de cada taxón en la propuesta formulada ante la institución aragonesa y que la convertía en un texto de publicación inviable, pero presenta un conjunto de datos ecológicos y de comportamiento florístico ausentes en la edición latina. La obra fue premiada por el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, en abril de 1868, con una Medalla de plata; poco tiempo después, en mayo de 1871, fue el Colegio de Farmacéuticos de Madrid el que le otorgó una mención honorífica.

Durante el proceso de elaboración de esta obra, ya en el momento de la redacción del prospecto anunciador (1866), la relación entre F. Loscos y J. Pardo había entrado en crisis; el catálogo de las plantas de Aragón sería continuado por F. Loscos y un grupo de colaboradores gestado en torno a la Agencia Botánica de Castelserás y en el que J. Pardo no adquirirá especial protagonismo, participando como uno más de sus corresponsales. Sólo tras la muerte de F. Loscos, acaecida en 1886, J. Pardo retornará a los trabajos florísticos, publicando tardíamente, en 1895, un Catálogo o enumeración de la plantas de Torrecilla de Alcañiz, así espontáneas como cultivadas, el cual conoció una segunda edición, ampliada y corregida, publicada en las páginas del Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales (1902-1903), distribuida luego como una reimpresión independiente (Zaragoza, 1902-1903); apenas unos meses antes había hecho público, en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural aparecidos en 1902, un “Apéndice al Catálogo de plantas de Torrecilla de Alcañiz”, con datos adicionales sobre la flora de Valdealgorfa.

Y es que tras la escisión del equipo formado con F. Loscos, J. Pardo pasó a ocuparse, casi de manera primordial, de temas relacionados con la utilidad terapéutica de los vegetales y del cultivo de plantas medicinales; en particular se interesó por la adormidera, la digital, el té de Aragón, la belladona, el tabaco y el árnica montana; sobre ellas, especialmente sobre la producción del opio, desarrolló experiencias de comercialización, aunque con poco éxito. A la Exposición Farmacéutica Nacional, celebrada en Madrid en 1882, presentó una Memoria sobre el cultivo de la adormidera y obtención del opio, premiada con una Medalla de Bronce, pese a la baja cantidad de principio activo contenido en la muestra enviada al certamen.

Su interés por el cultivo local de las plantas medicinales le llevó a proponer que la Granja Modelo de Zaragoza se dedicara a estos menesteres.

Los trabajos emprendidos por J. Pardo vieron la luz, además de en las citadas, en un buen número de revistas profesionales; no siempre aparecen firmados o lo están sólo con la inicial de su apellido, lo que hace difícil disponer de una relación completa de su obra; escritos suyos aparecieron en El Restaurador Farmacéutico —un breve, firmado en colaboración con F. Loscos, en 1861, y que constituye su primera aportación botánica impresa— El Heraldo de Teruel, Crónica Científica, Alcañiz, Miscelánea Turolense, Farmacia Española, El Monitor de la Farmacia y de la Terapéutica, Farmacia Moderna y La Clínica Moderna, entre otras.

En sus estudios botánicos, tanto en los florísticos como en los de índole farmacológica, muestra su interés por la cultura popular, relatando los usos tradicionales de las plantas, su acción terapéutica —en la que no están ausentes los comentarios de cariz mágico—, la preparación de tintes e hilaturas, su empleo culinario, su utilidad para confeccionar aperos de labranza o el papel simbólico desempeñado por los vegetales en fiestas y juegos infantiles, por citar algunos casos.

Guiado por este mismo interés hacia lo popular, y haciendo gala de su acendrado sentir religioso, redactó un inventario de las reliquias de la parroquia de Torrecilla de Alcañiz (1889; 1891). También salieron de su pluma otros artículos sobre la cultura y tradiciones de la Tierra Baja o sobre su situación social y económica, tal sus comentarios sobre la llegada del ferrocarril a Alcañiz o sobre la importancia del agua para el desarrollo económico de la región. En general, sus artículos muestran un cierto escepticismo sobre las novedades técnicas y una actitud poco optimista acerca del futuro económico del Bajo Aragón, que él condiciona a la disponibilidad de agua.

Quizás sea el interés por reflejar el saber popular una de las características definitoria de su obra frente a la de otros botánicos coetáneos; tales testimonios quedan anotados no sólo en sus trabajos publicados, también en las etiquetas de herbario que sirven de testigo. El interés por lo popular en J. Pardo forma parte intrínseca de su obra, no es sólo ocasional o anecdótico, sino fruto de una recopilación sistemática. La recogida de información etnobotánica se realiza de forma sistemática, de un modo metódico y ordenado, como parte integrante de la propia investigación; sus textos tienen, por ello, un valor excepcional para conocer el papel de los vegetales en la cultura tradicional del mundo rural bajo-aragonés durante buena parte del XIX.

Su larga vida le permitió recibir un buen número de reconocimientos: fue correspondiente de los colegios de farmacéuticos de Madrid, Granada y Barcelona y socio de mérito del Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza; en 1901 se le otorgó la Medalla de la Academia Internacional de Geografía Botánica; en enero de 1902, al crearse la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, se le encomendó la presidencia —ciertamente honorífica— de la agrupación y, desde 1907, ostentó el título de socio honorario; fue socio de mérito del Instituto Médico Valenciano (1905); estuvo en poder de la Medalla de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales (1905); las localidades de Valdealgorfa —que le nombró hijo adoptivo en 1902— y Zaragoza le honraron, en vida, dedicándole sendas calles; en 1904 se le nombró, por Real Orden de 18 de noviembre de ese año, comendador de la Orden Civil de Alfonso XII y, el mismo día de su muerte, recibió el título de socio honorario de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao.

Quienes llegaron a conocerle coinciden en describirle como un hombre metódico, de vida sencilla, apegado al terruño, modesto en extremo, de moralidad intachable y ferviente católico —asiduo cantor en la iglesia y amicísimo del esplendor del culto—. Entre finales de 1923 y los inicios de 1924, a iniciativa de sus convecinos de Valdealgorfa, se inició su expediente de beatificación, basado “en todos sus méritos extraordinarios, lo mismo en piedad que en saber”.

Sus materiales botánicos: el herbario, la biblioteca, los manuscritos y la correspondencia científica fueron cedidos, en 1925, por su hermano Mariano y gracias a la intervención de Vicente Foz, al Jardín Botánico de la Universidad de Valencia; la riada de 1957 destruyó gran parte de esta colección, de modo que sólo se conservan —y éstos dañados— algunos libros y cartas de lo que fue la colección. Una pequeña parte de sus pliegos, los donados por J. Pardo a la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, se guardan en el herbario de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, a la que fueron cedidos por Pedro Ferando al extinguirse la citada Sociedad; tampoco éstos gozan de buen estado de conservación.

En septiembre de1929, en la ciudad de Teruel, se erigió, mediante suscripción popular, un monumento en su memoria, obra del escultor Carlos Palao; en 1930 fue la ciudad de Zaragoza la que le erigió un busto en bronce, original de Sánchez Fustero, restaurado en 1991 por Francisco Rallo con ocasión de la IV Muestra de Documentación Histórico-Aragonesa, dedicada a la Botánica, comisariada por Vicente Martínez Tejero.

 

Obras de ~: con F. Loscos Bernal [M. Willkomm (ed.)], Series inconfecta plantarum indigenarum Aragoniae praecipue meridionalis [...] E lingua castellana in latinam vertit, recensuit, emendavit, observationibus suis auxit atque edendam curavit Mauritius Willkomm, Dresde, typographia E. Blochmann et fil., 1863; con F. Loscos Bernal, Serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas, particularmente de las que habitan en la parte meridional. Segunda edicion aumentada con numerosas noticias que pueden servir al formar el Catálogo de las plantas de Aragon, Alcañiz, imprenta de Ulpiano Huerta, 1867; Reliquias que se hayan en el Altar de los Saltos en la iglesia parroquial de Torrecilla de Alcañiz, diócesis de Zaragoza, Zaragoza, Mariano Salas, 1889 (2.ª ed., Zaragoza, Julián Sanz Navarro, 1891); Catálogo o enumeración de la plantas de Torrecilla de Alcañiz, así espontáneas como cultivadas, Zaragoza, C. Casañal & Cía., 1895; (2.ª ed., ampliada, Zaragoza, Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, 1902-1903); “Apéndice al Catálogo de plantas de Torrecilla de Alcañiz. Datos que podrán servir para escribir el Catálogo de Valdealgorfa”, en Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, 30 (1901), págs. 211-236.

 

Bibl.: L. Navas, “Ilmo. Sr. D. José Pardo Sastrón”, en Boletín de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, 8 (1909), págs. 91-96; P. A. Andrés, Homenaje a Don José Pardo Sastrón. Apunte biográfico, Teruel, Colegio de Farmacéuticos de la provincia de Teruel, 1926; A. G. [onzález] Bueno, “La flora de Aragón: notas a un proyecto de Francisco Loscos y José Pardo”, en Boletín de la Sociedad Española de Historia de la Farmacia, 137 (1984), págs. 23-33; V. Martínez Tejero, Botánica aragonesa. Cuarta muestra de documentación histórica aragonesa, Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1991; F. J. Sáenz Guallar, “José Pardo Sastrón, un precursor de la etnobotánica”, en J. Pardo Sastrón, Catálogo o enumeración de la plantas de Torrecilla de Alcañiz [...], Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1995, págs. 7-48; J. M.ª Jaime Loren, “Correspondencia de José Pardo Sastrón en el Jardín Botánico de Valencia”, en Flora Montibérica, 2 (1996), págs. 16-27; 3 (1996), págs. 5-17; “Documentos del archivo de J. Pardo Sastrón en el Jardín Botánico de Valencia. Textos científicos”, en Flora Montibérica, 4 (1996), págs. 61-75; 5 (1997), págs. 11-23; 6 (1997), págs. 48-59; 7 (1997), págs. 7-31; 8 (1998), págs. 1-25; 9 (1998), págs. 1-12; J. J. Ferrer Plou, “El herbario de José Pardo Sastrón conservado en la Facultad de Ciencias de Zaragoza” y M. Barrachina Ibáñez y A. Aguilella Palasí, “Datos biográficos sobre J. Pardo Sastrón”, en Congreso de Botánica en homenaje a Francisco Loscos (1823-1886), Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 2000, págs. 193-195 y 257-264, respect.

 

Antonio González Bueno