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Martín Miguel de Güemes

Biografía

Güemes, Martín Miguel de. Salta (Argentina), 7.II.1785 – Cañada de la Horqueta, Salta (Argentina), 17.VI.1821. Líder gaucho e independentista.

Hijo del rico funcionario español Gabriel de Güemes Montero y Bárcena (hidalgo de Santander), ministro tesorero de las Reales Cajas de la Intendencia de Salta, y de Magdalena de Goyechea Corte, descendiente del fundador de Jujuy, recibió educación esmerada en su ciudad con los maestros de la escuela pública de Salta, José León Cabezón y José Antonio Pinto, y después con el franciscano Pantaleón Benítez.

También estudió en Buenos Aires, en el Real Colegio de San Carlos y con maestros particulares, especializándose en Matemáticas y Dibujo. A los catorce años ingresó en la carrera militar, como cadete del primer batallón del Regimiento “Fijo”, que formaba parte de la escolta permanente del virrey, que accidentalmente estaba entonces destacado en la ciudad de Salta, donde permaneció desde febrero de 1799 hasta 1806, en que pasó con su batallón “Fijo” a Buenos Aires, con motivo de la primera invasión inglesa, en cuyas defensas participó (1807).

El virrey Santiago de Liniers lo nombró ayudante suyo y teniente de los granaderos de su escolta. En esas circunstancias fue protagonista de un hecho insólito: la captura de un barco por una fuerza de Caballería.

Una violenta bajante del Río de la Plata había dejado varado al buque inglés Justine y el jefe de la defensa, Liniers, ordenó atacar al barco a un grupo de jinetes al mando de Martín Güemes, lo que le supuso el ascenso a teniente de milicia de granaderos.

Al morir su padre en 1808 dejando una buena fortuna, volvió a la guarnición de Salta. Tras la Revolución de Mayo de 1810 se incorporó al ejército independentista y formó una partida de Caballería, situándose en Humahuaca para aislar a los realistas del Alto Perú de los del Río de la Plata. Organizó un servicio de espionaje llamado “Bomberos de Güemes”, cumpliendo una misión secreta que le encomendó la Junta de Buenos Aires para destruir los planes del mariscal realista Nieto. Combatió en las batallas de Cotagaita y Suipacha, pero reñido con Juan José Castelli volvió a Salta. Después de la derrota argentina en Guaqui (1811) protegió la retirada de Juan Martín de Pueyrredón. Era ya famoso y popular, pero mal visto por los jefes del Ejército nacional.

Belgrano, luego amigo suyo, lo envió a Buenos Aires; asistió al sitio de Montevideo hasta finales de 1813 y se le ascendió a teniente coronel enviándosele en la expedición de socorro del Ejército del Norte, ya derrotado por el virrey Joaquín de la Pezuela (1813).

San Martín es designado para suceder a Belgrano en el mando del Ejército del Norte y Güemes le ofrece su concurso, que es aceptado. Güemes volvió a su Salta natal definitivamente en 1814. En enero de 1814 el general realista Ramírez Orozco ocupó Jujuy; la resistencia de los gauchos de Güemes y su sistema de guerra obligó a Pezuela a evacuar Jujuy en agosto del mismo año y retirarse al Alto Perú. Gracias a su experiencia militar, pudo ponerse al frente de la resistencia contra los realistas, organizando al pueblo de Salta y militarizando la provincia. Secundado por Pachi Gorriti y sus gauchos de La Frontera, el 27 de marzo de 1814 da el combate de La Pedrera; el 29 del mismo mes el de Tuscal de Velarde en contra de las fuerzas del realista Saturnino Castro. El 9 de mayo del mismo año es promovido a teniente coronel y, por recomendación de San Martín, se le declara “Benemérito”. Designado por el mismo San Martín comandante general de Vanguardia, organizó las operaciones de la guerra gaucha en la planificación estratégica y táctica que se conoce con el nombre de “Plan conjunto de San Martín y Güemes”. El 20 de septiembre de 1814 es ascendido a coronel, después de dirigir varias operaciones guerreras que culminaron con la toma de las ciudades de Salta y Jujuy.

El ejército del Norte queda al mando de José Rondeau (1773-1844). A su lado el 14 de abril de 1815, Güemes, en su carácter de jefe de la vanguardia gaucha, triunfa en Puerto del Marqués. Al día siguiente, en divergencias con Rondeau, se retiró del ejército, reintegrándose a Salta. El 15 de mayo de ese año fue electo gobernador de su provincia, en elección popular y secreta, cargo que ejercerá hasta 1820, salvo interinatos de delegaciones a causa de las necesidades de la guerra. El 10 de julio de 1815 contrajo matrimonio en Salta con Margarita del Carmen Puch Velarde (su cuñado Dionisio Puch editará en Lima en 1847 la primera biografía del caudillo).

Situado de nuevo en Salta, Güemes reclutó campesinos y elementos populares frente a la burguesía local, inclinada, en parte, a la causa española y en relación de intereses con los dueños de minas del Alto Perú. Organizó Güemes a los “gauchos”, formando con ellos una masa combatiente y elevándolos desde el bajo concepto en que se les había tenido socialmente.

Con ellos practicó en adelante una lucha de guerrillas y sorpresas, que le resultó extraordinariamente eficaz, pues fue lo que contuvo las invasiones realistas desde el Alto Perú, tras las derrotas allí sufridas por los ejércitos argentinos. Su ventaja radicaba en la habilidad de los gauchos como jinetes frente a la superioridad como infantes de los indios y mestizos altoperuanos. San Martín, conocedor de las ventajas de la lucha de guerrillas por su experiencia en la Península, colocó a Güemes a las órdenes de Manuel Dorrego (1787-1828) para defender el paso del río Guachipas. La aversión de muchos elementos a Güemes aumentó con la división de la intendencia de Salta en ésta y la de Tucumán, obligando por la disminución de recursos a aumentar los tributos y empréstitos forzosos, pues Güemes había sido elegido gobernador de Salta (1815).

Después de la derrota de Viluma, también conocida como Sipe-Sipe (1815), hizo frente a las tropas del director Álvarez Thomas y a las indisciplinadas de Rondeau, en retirada de la tercera expedición argentina al Alto Perú, a las que obligó a pasar en orden y sin excesos por su territorio; Rondeau le quiso destituir y su ejército ocupó Salta, que sitió Güemes (marzo de 1816) hasta que llegaron a un acuerdo ambos jefes, el 22 de marzo de 1816, según el cual Salta seguiría con sus métodos de guerra gaucha bajo la conducción de Güemes y brindaría auxilio a las tropas enviadas desde Buenos Aires. Inmediatamente se dedicó a organizar y dirigir personalmente la acción en contra de los realistas y continuó la resistencia en la frontera, en especial desde que el director Juan Martín de Pueyrredón (1776-1850) ordenó la retirada del ejército a Tucumán, dejando a aquél tal misión con sus gauchos.

De nuevo hubo otra invasión realista, en noviembre de 1816, dirigida por José de la Serna (1770-1832) con una fuerza de cinco mil cuatrocientos hombres integrada por los batallones de veteranos vencedores de Napoleón; el realista Antonio Olañeta ocupó Jujuy (enero de 1817). El 1 de marzo de 1817 Güemes logró recuperar Humahuaca y se dispuso a esperar la invasión. La estrategia de Güemes consistió en una aparente retirada con tierra arrasada, pero con un permanente hostigamiento al enemigo con tácticas guerrilleras. En estas condiciones las fuerzas de La Serna llegaron a Salta el 16 de abril de 1817. El boicot de la población salteña era absoluto y las tropas realistas sufrieron permanentes ataques relámpago de los gauchos. El general español comenzó a preocuparse y sus tropas a desmoralizarse. Lo ayudaban las noticias que llegaban desde Chile y confirmaban la victoria de San Martín en Chacabuco. De la Serna, aislado y sitiado, decidió emprender la retirada hacia el Alto Perú. Güemes rehusó una batalla campal y con la lucha de partidas obligó a retirarse al ejército realista.

Se repitieron estas operaciones de los años siguientes; en 1818 de nuevo Olañeta ocupó Jujuy y otra vez Canterac en 1819, pero sin avanzar hacia el interior.

En 1820, la lucha entre las fuerzas directoriales de Buenos Aires (centralistas) y los caudillos del Litoral (federalistas) llegó a su punto culminante con la victoria de los federales en Cepeda. Caían las autoridades nacionales y comenzaba una prolongada guerra civil. En ese marco, se produjo una nueva invasión española.

En febrero el general realista César José Canterac (1786-1835) ocupó Jujuy (25 de febrero) y, el 31 de mayo, logró tomar la ciudad de Salta, continuando la lucha de desgaste sostenida por Güemes, a quien San Martín nombró jefe del Ejército de Observación del Perú (8 de junio), por lo que el guerrero norteño delegó el mando gubernativo de la provincia de Salta en el doctor José Ignacio de Gorriti.

El panorama de la provincia de Salta era desolador en 1821. La guerra permanente, los campos arrasados, la interrupción del comercio con el Alto Perú, habían dejado a la provincia en la miseria. Los auxilios no llegaron nunca y la situación se hacía insostenible porque las clases altas de Salta retaceaban su apoyo a Güemes por el temor de aumentar el poder de éste y por la desconfianza que le despertaban las partidas de gauchos armadas, a los que sólo toleraban ver en su rol de peones de sus haciendas.

El gobernador Güemes tomó la decisión de aplicar empréstitos forzosos sobre las fortunas. A comienzos de 1821 la situación política interna de la provincia de Salta se volvió muy tensa, debido al enfrentamiento entre dos grupos ideológicos y políticos locales. Al “güemismo o Patria Vieja” se opuso “La Patria Nueva”, que aspiraba a un régimen de mayor libertad, combatiendo el personalismo, el gobierno despótico, los exagerados impuestos de las clases acaudaladas y los privilegios que Güemes otorgaba al gauchaje. No era partidario Güemes de conflictos con otros caudillos, en plena descomposición política argentina, pero tuvo que pelear con el gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz, que se había declarado “Presidente de Tucumán” y vino en apoyo de la oligarquía salteña del grupo “Patria Nueva”. En la primera mitad de 1821 Güemes fue reiteradamente vencido en Acequiones, en Trancas y en El Chamical, aunque su fiel amigo Gorriti venció al coronel realista Guillermo Marquiegui, cuñado de Olañeta, en la jornada conocida como “Día grande de Jujuy” (27 de abril de 1821).

El año 1821 fue sumamente duro para Güemes porque a la amenaza de un nuevo ataque español se sumaron los problemas derivados de la Guerra Civil.

Güemes deberá atender dos frentes militares: al Norte los españoles, al Sur, el gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz que, aliado a los terratenientes salteños hostigaba permanentemente a Güemes, que será derrotado el 3 de abril de 1821. El Cabildo de Salta, dominado por los sectores conservadores, aprovecharon la ocasión para deponer a Güemes de su cargo de gobernador. Pero a fines de mayo Güemes irrumpió en la ciudad con sus gauchos y recuperó el poder. Todos esperaban graves represalias, pero éstas se limitaron a aumentar los empréstitos forzosos a sus adversarios.

La opresión de Güemes en el aspecto fiscal suscitó descontento, que aprovechó Olañeta enviando al coronel José María Valdés, que tomó Salta el 7 de junio de 1821. Güemes estaba refugiado en casa de su hermana Magdalena Güemes de Tejada, Macacha, y al escuchar unos disparos decidió escapar a caballo, pero en la huida recibió un balazo en la espalda. Llegó gravemente herido a su campamento de Chamical con la intención de preparar la novena defensa de Salta.

Reunió a sus oficiales y les transfirió el mando y dio las últimas indicaciones. Cuando murió, después de diez días de grandes padecimientos, el pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la capilla de Chamical.

Sus restos descansan en el Panteón de las Glorias del Norte en la catedral de Salta.

Con la muerte de Martín Miguel de Güemes en junio de 1821 y la firma de un armisticio entre las fuerzas realistas comandadas por Antonio de Olañeta y los miembros de la elite opositores a Güemes, se iniciaba en la provincia de Salta un proceso de extrema conflictividad cuyos principales protagonistas fueron los hombres movilizados en la lucha sostenida contra las fuerzas realistas a partir de 1814 en la provincia.

Martín Miguel de Güemes, el líder de la guerra gaucha y caudillo local de Salta (capitán de los coraceros de Salta desde 1819), y al parecer masón, por una parte, fue un demócrata, no obstante su origen en la alta clase funcionarial española, y se apoyó en los elementos más rudos, enfrentándose con las clases altas, simpatizantes en el fondo con la causa española. Los sectores poderosos de Salta no dudaron en ofrecer su colaboración el enemigo español para eliminar a Güemes.

Por otro lado, su sistema de lucha de partidas fue la que contuvo varios años los intentos de invasión en la Argentina por los ejércitos realistas, después de las derrotas sufridas por los insurgentes en el Alto Perú. San Martín reconoció los valores militares y el carisma de Güemes y le confió la custodia de la frontera Norte. Belgrano fue su gran amigo y lo animaba (“Trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas”). La acción del bravo caudillo tiene bastante importancia en la historia hispanoamericana, porque al frente de sus paisanos frenó el avance de los ejércitos realistas después que las tropas revolucionarias estaban bastante abatidas. Güemes, el prototipo de español-americano que se pronunció de inmediato por la independencia, es una figura de leyenda porque con su bravura sublevó la tierra contra los vencedores españoles y merced a su coraje extendió la frontera argentina hasta Jujuy.

Para los salteños, Güemes es una figura señera, que en no pocos discursos es el padre de la patria, de la salteñidad. Es centinela de fronteras, pero también ejemplo a seguir, paradigma de heroicidad y de todos los aspectos positivos que se asocian con el hombre, valor, nobleza y dignidad. La construcción histórica de Güemes como el símbolo de la salteñidad tiene una larga trayectoria que desde fines del siglo XIX llega hasta hoy. Es la referencia obligada de gobernantes, políticos e intelectuales que buscan plantear caminos posibles para la sociedad local. A pesar de los matices, diferencias y oposiciones entre las distintas posiciones políticas, Güemes es indiscutido e indiscutible, como héroe primero y como mito finalmente. Los historiadores locales dedicaron enormes esfuerzos para enseñar a los salteños y a los argentinos, que Güemes no es un caudillo más, de esos denostados por Faustino Sarmiento como salvajes. Han perfilado un Güemes gobernante, de hogar español, visionario y heroico, imagen que puede asimilarse a la del perfecto gobernador que se identifica con los luchadores, los humildes y los hombres de campo. Es el gaucho que encarna los valores morales del desposeído y laborioso, cuya única propiedad es el saber hacer.

 

Bibl.: B. Mitre, Historia de Belgrano, Buenos Aires, Librería de la Victoria, 1858-1859, 2 vols.; Estudios históricos sobre la revolución argentina: Belgrano y Güemes, Buenos Aires, Imprenta del Comercio del Plata, 1864; J. Carrillo, Jujuy, provincia federal argentina: apuntes de su historia civil, con muchos documentos, Buenos Aires, Est. Tipográfico del Mercurio Potosí, 1877 (San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 1989); Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, Buenos Aires, Félix Lajouane, 1890 (2.ª ed. corr., Buenos Aires, Editorial Universitaria, 1968, 3 vols.); Museo Mitre, Documentos del archivo de San Martín. Comisión Nacional del Centenario, Buenos Aires, Imprenta de Coni Hermanos, 1910- 1911, 12 vols.; Levene (dir.), Historia de la nación Argentina (desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862), Buenos Aires, Editorial “El Ateneo”, 1939-1942 (2.ª ed.); R. Piccirilli, Rivadavia y su tiempo, Buenos Aires, 1943; M. G. Figueroa Güemes, La gloria de Güemes, Santa Fe, República Argentina, 1955 (Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1971); A. Cajal, Guerra de la independencia en el norte del virreynato del Río de la Plata: Guemes y el norte de epopeya, Buenos Aires, 1969-1970; R. Ezquerra, “Güemes, Martín Miguel de”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, t. II, Madrid, Alianza editorial, 1986, págs. 273-274; L. Güemes, Güemes documentado, Buenos Aires, Plus Ultra, 1990; J. Canales Ruiz, “Martín Miguel de Güemes”, en Altamira, 57 (2001), págs. 275-286; S. E. Mata de López, “Salta y la guerra de Independencia en los Andes meridionales”, en Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas = Anuario de Historia de América Latina (JbLA), 41 (2004), págs. 223-246; “Conflicto y violencia en tiempos de crisis: Salta (Argentina) en las primeras décadas del siglo XIX”, en Secuencia: revista de historia y ciencias sociales, 90 (2014), págs. 33-54.

 

Antonio Astorgano Abajo

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