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José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna de Villapadierna

Biografía

Cavalcanti de Alburquerque y Padierna de Villapadierna, José. Conde de Taxdirt (I), marqués de Cavalcanti (I). San José de las Lajas (Cuba), 1.XII.1871 – San Sebastián (Guipúzcoa), 3.IV.1937. Teniente general del Ejército.

Hijo de un emigrante florentino y su mujer española, Cavalcanti nació en Cuba en diciembre de 1871. Ingresó como alumno de la Academia General Militar en 1888 y después estudió en la Academia de Caballería junto a Dámaso Berenguer y Manuel Fernández Silvestre. Fue ascendido por méritos de guerra a capitán (septiembre de 1896), comandante (agosto de 1898) y coronel (septiembre de 1909). Precisamente, en la campaña de 1909 en el norte de Marruecos condujo una “gloriosa” carga de Caballería, lo que le valió la Laureada de San Fernando, su primer título de nobleza, y la admiración y amistad de Alfonso XIII, quien en 1919 le concedió un segundo título. Fue diputado conservador por La Coruña en 1915 y subsecretario del Ministerio de la Guerra entre el 13 de agosto y el 18 de diciembre de 1919, fecha en la que dimitió de su cargo. Once días antes había sido promovido al empleo de general de división.

El 27 de julio de 1921, es decir, una vez sucedido el desastre de Annual, fue nombrado comandante general de Melilla, cargo en el que permaneció hasta mediados de diciembre de 1921, momento en el que fue cesado por unas críticas públicas a la inactividad del gobierno. El 15 de marzo de 1922 fue designado general de la 1.ª División de Caballería, siendo cesado de su mando el 21 de septiembre de 1923, ya iniciada la dictadura de Primo de Rivera.

En el proceso que condujo al golpe de Estado de 13 de septiembre de 1923, Cavalcanti jugó un papel destacado, pues fue el dirigente de “El cuadrilátero”, un grupo de cuatro generales —el propio Cavalcanti, Federico Berenguer, Saro y Dabán— que conspiraban contra el Gobierno liberal de García Prieto. Todos ellos eran monárquicos —sobre todo Cavalcanti—, africanistas “ardientes” y “antirresponsabilistas”. Un día después de que se produjera el golpe de Primo de Rivera, los cuatro, más el capitán general de la I Región Militar (Muñoz Cobo), formaron el Directorio Militar interino que el día 15 fue sustituido ya por el definitivo, presidido por el propio Primo de Rivera.

Cavalcanti fue absuelto en febrero de 1924 en la causa instruida en única instancia para depurar las responsabilidades exigibles por la conducción de un convoy a la posición de Tizza el 29 de septiembre de 1921 cuando era comandante general de Melilla.

Dicha absolución provocó la posterior dimisión del general Aguilera como presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina. El 4 de marzo de 1924 Cavalcanti fue nombrado nuevamente general de la 1.ª División de Caballería y seis días después ascendido al empleo de teniente general “sin ocasión de vacante”. El 14 de junio del mismo año fue nombrado jefe de la Casa Militar del Rey en sustitución del general Miláns del Bosch y comandante general del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos. En septiembre de 1924, Cavalcanti lideró al parecer una conspiración antiprimorriverista que tenía como objetivo la constitución de un gobierno civil presidido por un militar y el restablecimiento de la “normalidad constitucional”. Por ello, no es de extrañar que el 5 de noviembre de 1924 fuera sustituido al frente de la Casa Militar de Alfonso XIII y designado capitán general de Baleares, islas a las que ya había sido destinado algún que otro opositor militar a Primo de Rivera —el general Miguel Cabanellas, por ejemplo, quien en julio del mismo año había sido nombrado gobernador militar de Menorca—. Ya durante la dictadura civil, el 20 de marzo de 1926 Cavalcanti fue nombrado capitán general de la VI Región Militar.

Entre el otoño de dicho año y enero de 1929, esto es, durante la “segunda etapa” de las conspiraciones antidictatoriales, Cavalcanti fue sondeado por Burgos y Mazo para que se sumara a los constitucionalistas. Sin embargo, su “monarquismo” le impedía dar su apoyo a un movimiento que podía acabar con la institución monárquica.

Durante la “dictablanda” de Berenguer fue designado capitán general de la II Región (27 de marzo de 1930). A finales de marzo de 1931, durante el breve gobierno del almirante Aznar, fue nombrado presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina en sustitución del general Ricardo Burguete, aunque fue cesado tan pronto como se proclamó la República, concretamente el 17 de abril de 1931, sin duda porque fue uno de los pocos generales que estuvo dispuesto a defender el trono de Alfonso XIII con las armas. Ello no fue óbice para que diez días después prestara su adhesión y fidelidad a la República, lo cual casa con unas palabras de Azaña escritas sobre él en su diario de 2 de septiembre del mismo año: “¡El hombre quería ser jefe del Estado Mayor Central, y estaba algo atufado en nuestra última entrevista, porque no se lo prometía!” Por circular de 27 de abril de 1931 se dispuso la supresión en todos los documentos oficiales de su título de marqués de Cavalcanti. Al igual que otros generales implicados en el golpe de Estado de Primo de Rivera, también se vio inmerso en la cuestión de las responsabilidades. Así, por sentencia de 7 de diciembre de 1932 fue condenado a la pena de doce años de confinamiento e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. En agosto de 1932 había participado en la “Sanjurjada”, por lo que también fue condenado por el delito de rebelión militar a la pena de diez años de prisión militar mayor, siendo separado del servicio (19 de enero de 1933). Cavalcanti también se vio beneficiado por la amnistía de 26 de abril de 1934.

El 30 de julio de 1936 se presentó en Burgos ante el presidente de la Junta de Defensa Nacional tras desplazarse desde La Coruña, donde se encontraba previamente.

Con anterioridad había enviado un telegrama a Franco adhiriéndose al levantamiento, por lo que recibió la orden de éste para que se presentara ante el citado presidente. En una carta escrita por el propio Cavalcanti el 26 de agosto de 1936 hablaba de tópicos tales como la salvación de España por el “verdadero” Ejército —por oposición lógicamente a los militares leales republicanos—; de “las hordas marxistas”; etc. Falleció en San Sebastián en abril de 1937.

Estaba casado con María de las Nieves o Blanca Quiroga Pardo Bazán, hija de la escritora Emilia Pardo Bazán.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), leg. C-5, Exp. personal de José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna.

J. F. Huerta, Sobre la dictadura. La “pequeña” historia: Idea de un partido político. Restauración del Parlamento. La ley y sus intérpretes. Por la justicia, Madrid, Editorial Mundo Latino, 1930; G. Maura Gamazo, Al servicio de la historia. Bosquejo histórico de la Dictadura, Madrid, Ediciones Morata, 1930, 2 vols.; M. Primo de Rivera, La obra de la dictadura. Sus cuatro últimos artículos, Madrid, Imprenta Sáez Hermanos, 1930; G. Queipo de Llano, El general Queipo de Llano perseguido por la Dictadura, Madrid, Ediciones Morata, 1930; M. García Venero, Santiago Alba, monárquico de razón, Madrid, Aguilar, 1963; R. Carr, España. 1808-1939, Barcelona, Ediciones Ariel, 1970; F. Franco Salgado-Araujo, Mi vida junto a Franco, Barcelona, Editorial Planeta, 1977; C. P. Boyd, Praetorian Politics in Liberal Spain, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1979; M. Azaña, Memorias políticas y de guerra, Barcelona, Crítica, 1981, 2 vols.; Sh. Ben-Ami, La dictadura de Primo de Rivera. 1923- 1930, Barcelona, Planeta, 1983; G. Cardona, El poder militar en la España contemporánea hasta la guerra civil, Madrid, Siglo XXI, 1983; J. Aróstegui, “El insurreccionalismo en la crisis de la Restauración”, en J. L. García Delgado (ed.), La crisis de la Restauración: España, entre la primera guerra mundial y la II República, Madrid, Siglo XXI, 1986, págs. 75-99; M. T. González Calbet, La Dictadura de Primo de Rivera. El Directorio Militar, Madrid, Ediciones el Arquero, 1987; J. Tusell, Radiografía de un golpe de Estado. El ascenso al poder del general Primo de Rivera, Madrid, Alianza Editorial, 1987; C. P. Boyd, La política pretoriana en el reinado de Alfonso XIII, Madrid, Alianza Editorial, 1990; C. Navajas Zubeldia, Ejército, Estado y Sociedad en España (1923-1930), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1991; E. González Calleja, La España de Primo de Rivera. La modernización autoritaria. 1923-1930, Madrid, Alianza Editorial, 2005; J. M. Brocos Fernández, “In memoriam Teniente General Ricardo de Rada y Peral, Primer General Jefe de la Acorazada Brunete”, en Arbil, 116 (abril de 2008).

 

Carlos Navajas Zubeldia

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