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Felipe González Vallejo

Biografía

González Vallejo, Felipe. Madrid, m. s. xviii – 10.I.1824. Ministro.

Nació en Madrid según se indica tanto en su testamento como en su declaración genealógica de la Orden de Santiago, siendo sus padres Manuel González Durán y Vicenta Fernández Vallejo. Su padre fue tesorero y director general de Maestrazgos, y contador general de Rentas Provinciales. De acuerdo con estos datos, sus apellidos deberían ser González Fernández Durán Vallejo. En algunos de los documentos de su hoja de servicios aparece como Fernández Durán, y en el acta de toma de hábito de Santiago como González Fernández Vallejo. En su testamento señala que su hija se llama María del Carmen Fernández Vallejo.

Estuvo casado con María Josefa Valle.

No parece que tenga ninguna relación con el obispo Pedro González Vallejo, quien había nacido en Soto en Cameros (La Rioja).

Las primeras noticias sobre su vida corresponden a su nombramiento (24 de noviembre de 1785) como escribiente 11.º de la Secretaría de Estado y del Despacho de Indias, y unos meses más tarde (18 de octubre de 1786) ascendió a escribiente 10.º (18 de junio de 1786). En el primer nombramiento se hace mención a que en ese momento ocupaba el puesto de escribiente 12.º, lo que permite pensar en que su ingreso en la Administración es anterior.

El 8 de noviembre de 1790 fue nombrado oficial supernumerario de la Secretaría del Despacho de la Guerra. Dos años más tarde (15 de febrero de 1792) pasó a ocupar el puesto de contador general de los maestrazgos de las Órdenes Militares, puesto que exigía el nombramiento de caballero de una de las Órdenes.

Pocos años más tarde (26 de junio de 1797) fue ascendido a tesorero general y “ministro de capa y espada” del Consejo de Hacienda. Las reformas realizadas para disminuir el gasto implicaron la supresión de una de las dos plazas de tesorero general (19 de abril de 1799), y en consecuencia fue nombrado ministro supernumerario de continua asistencia del Consejo de Guerra en calidad de ministro político. Al mismo tiempo y como consecuencia del cese del aprovisionamiento de los Reales Sitios por parte de los Gremios Mayores de Madrid, se creó una superintendencia a cuyo frente fue colocado Vallejo (29 de agosto de 1799).

Una nueva remodelación, esta vez en el Consejo de Guerra, supuso su cese (16 de mayo de 1803). Quizá se trataba de una purga política, pues tras el Motín de Aranjuez (17-18 de marzo de 1808) fue repuesto en su destino de dicho Consejo (31 de marzo de 1808).

Al iniciarse la Guerra de la Independencia permaneció en Madrid, de donde finalmente escapó para trasladarse a Andalucía. A principios de marzo de 1809 se presentó en Sevilla ante la Junta Central, que inmediatamente (12 de marzo de 1809) le ordenó incorporarse a la plaza de consejero del Tribunal interino de Guerra y Marina. Su conducta en territorio enemigo no le planteó problemas, pues en el mes de agosto (1 de agosto de 1809) se le encomendó una misión muy confidencial. Debía trasladarse a Madrid a fin de recoger las llaves de la Secretaría de Guerra y “cuantos efectos encuentre pertenecientes a ella”; y también las armas y enseres que encontrase en el Retiro y sus inmediaciones.

Sin embargo la situación bélica le obligó a interrumpir su viaje, pues desde La Carolina (4 de agosto de 1809) solicitó nuevas instrucciones.

Tras la instalación de las Cortes, los diputados solicitaron los expedientes “relativos a la purificación y calificación de la conducta política de aquellos empleados o funcionarios públicos que salieron de los pueblos ya ocupados por el enemigo” (30 de junio de 1811). El proceso de aplicación del nuevo texto constitucional implicó la supresión de algunas de las instituciones existentes, y por ello Vallejo pasó a la condición de cesante (10 de octubre de 1812) a causa de la supresión del Tribunal interino de Guerra y Marina.

Dicha situación finalizó al serle encomendada, a pesar de su resistencia, nuevamente una misión reservada (16 de septiembre de 1813). Debía trasladarse a Madrid a fin de realizar un informe sobre las graves acusaciones de irregularidades en la administración de la Hacienda. Se trataba de las quejas de el Empecinado contra Josef López Juana Pinilla, y de abusos en las fábricas de paños de Guadalajara, San Fernando y Brihuega. Tras el informe se le encomendó (2 de febrero de 1814) la dirección de las fábricas de tejidos de Guadalajara y Brihuega, sin permitir la intervención del intendente.

El 2 de febrero de 1815 fue nombrado ministro de Hacienda interino, en sustitución de Juan Pérez Villamil, y un mes más tarde (3 de marzo) se le concedió el puesto en propiedad. Su trabajo consistió en la puesta en marcha del sistema de Hacienda destruido por la Guerra, misión que se veía dificultada por el continuo cambio de titulares de la cartera. Por su condición de secretario de Estado formó parte del Consejo de Estado, en el que se integró el 3 de abril.

El 21 de abril el Rey le encomendó una misión especial que le obligaba a abandonar la capital, y para sucederle, durante su ausencia se nombró a Francisco García Luna. Según algún autor, debía dirigirse a Sevilla a apoderarse de ciertos documentos comprometedores para el Monarca y que se encontraban en poder del general Negrete. A finales de agosto ya se encontraba de vuelta en la Corte, sin embargo no se incorporó a las sesiones del Consejo de Estado hasta el 29 de noviembre, fecha en la que se señalaba la conveniencia de que asistiera al mayor número de ellas.

Su presencia en dicha institución fue muy escasa, al igual que sus intervenciones.

El 10 de diciembre Fernando VII aceptó su renuncia por motivos de salud, y se reintegró a su puesto en las fábricas de paños de Guadalajara y Brihuega. El 28 de enero de 1816 se produjo su cese en términos muy drásticos. En el texto se le acusaba de “levantar calumnias, darme falsos informes y proponerme bajo la apariencia del bien de la nación providencias opuestas a él, llevados solamente de odios personales u otros motivos”. Se le ordenó quedar confinado en Ceuta durante diez años, sin poder salir de dicha plaza, y una vez finalizado el período no podría salir sin obtener el permiso real.

Sin duda, la sublevación de Riego le permitió regresar a Madrid, en donde se encontraba ya en el mes de octubre de 1820. El 29 de agosto de 1821 se le concedió permiso “para acompañar a su señora hija a restablecer su salud situándose dentro del Reino en el pueblo que elija, y dando cuenta de él a este Ministerio [Hacienda]”.

Tras el restablecimiento del absolutismo con el apoyo militar francés, no se renovó su orden de exilio, no se sabe si porque Fernando VII le había perdonado o porque su salud no le permitía viajar. El 10 de enero de 1824 falleció en Madrid.

A fin de cumplir los requisitos necesarios para ocupar la plaza de contador general de las Órdenes, el Rey le concedió el hábito de la Orden de Santiago (20 de febrero de 1792), que recibió pocas semanas más tarde (9 de mayo de 1792).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Diocesano de Madrid, Parroquia de San Martín, Defunciones, lib. 196; Archivo General Militar (Segovia), Célebres, caja 71, exp. 4; Archivo Histórico Nacional, Estado, legs. 241, exps. 23 y 26; 6.400 exps. 153 y 166, libs. 14, 15 y 16; Órdenes Militares, Expedientillos, leg. 93, exp. 8559; Archivo Histórico de Protocolos (Madrid), leg. 24065; Archivo General de Palacio, Personal, caja 473, exp. 16; Servicio Histórico Militar, Expedientes personales, rollo 26.

V. Herrero Mediavilla (dir. y coord.), Archivo biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, Múnich, Saur, [1986- 2005], I microficha 410 n.º 229-330; II microficha 417 n.º 156; A. Gil Novales (dir. y coord.), Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid, El Museo Universal, 1991; A. Rull Sabater, Diccionario sucinto de Ministros de Hacienda (siglos xix y xx), Madrid, Ministerio de Economía y Hacienda, 1991; F. Alós Merry del Val y J. L. Sampedro Escolar, Ministros de Hacienda, de 1700 a 2004: tres siglos de historia, Madrid, Ministerio de Hacienda, Subdirección General de Información, Documentación y Publicaciones, Centro de Publicaciones, 2003.

 

José Ramón Urquijo Goitia

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