González de Mendoza, Pero. Señor de Hita y Buitrago (I). Guadalajara, 1340 – Aljubarrota (Portugal), 14.VIII.1385. Mayordomo mayor de Enrique de Trastámara y capitán general de los ejércitos de Juan I.
Miembro de un destacado linaje nobiliario que tenía sus orígenes en las tierras de Álava, era hijo de Gonzalo Yáñez y de Juana López de Orozco. Pero González de Mendoza vino a este mundo, no obstante, en la localidad de Guadalajara. A consecuencia de la espectacular fama que llegó a alcanzar el personaje, tanto en el terreno de la actividad política y militar como en el mundo de la cultura, se le ha considerado nada menos que “poeta y gran caballero”. Asimismo, consta que Pero González de Mendoza recibió una esmerada educación durante su juventud.
Casó en primera instancia con María Fernández Rodríguez, que era hermana de Pedro Fernández Pecha, el fundador del monasterio de San Bartolomé de Lupiana.
En su primera etapa de actividad política, Pero González de Mendoza estuvo al servicio del rey de Castilla Pedro I. En el año 1353 Pedro I, como compensación por la colaboración que le prestaba su fiel vasallo, dio a Pero González de Mendoza el oficio de la “escudilla real”. En ese mismo año el monarca castellano le donó los lugares de Domaquia y Arínez, ambos situados en tierras de Álava. En 1354 Pero González de Mendoza luchó contra los magnates nobiliarios que, unidos a los hermanastros del rey de Castilla —y ante todo a Enrique de Trastámara—, se habían rebelado contra el monarca Pedro I. González de Mendoza intervino militarmente en la villa de Medina del Campo, plaza de la que salió antes de que cayera en poder de sus enemigos, lo que permitió que Pedro I no le considerara un traidor. Posteriormente acompañó al rey Pedro I cuando éste acudió al encuentro que mantuvo en la localidad de Tejadillo con sus rivales.
En 1355 el rey de Castilla otorgó una nueva merced a Pero González de Mendoza, concediéndole los derechos del portazgo de la villa de Guadalajara y sus términos. Es posible que, por esas fechas, González de Mendoza hubiera contraído un segundo matrimonio, en esta ocasión con Aldonza Fernández de Ayala, la cual consta que aportó como dote la villa y fortaleza de Espinosa. Unos años más tarde, cuando se inició la guerra entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón, el monarca castellano confió a Pero González de Mendoza el castillo y fortaleza de Moros. Precisamente, entre los años 1362 y 1365, González de Mendoza tuvo un notable protagonismo en la denominada “guerra de los dos Pedros”, que tuvo etapas muy duras para los castellanos. No obstante, en 1366, el panorama iba a experimentar un cambio rotundo.
En un principio, Pedro I envió a Pero González de Mendoza camino de Guadalajara, pero, como dice el cronista Pedro López de Ayala, “de tal guisa iban ya los fechos que todos los que del se partían avían un acuerdo de non volver más con él”. Ciertamente, Pedro I hizo donación a Pero González de Mendoza de las localidades de Hita y de Buitrago. Pero el magnate nobiliario, noticioso de la entrada de Enrique de Trastámara en tierras de Castilla con las tropas francesas que le auxiliaban, abandonó la causa petrista, pasándose al bando de su hermanastro Enrique.
Se sabe que, poco antes de la llegada del Trastámara a la ciudad de Toledo, acudieron a él diversos magnates nobiliarios, entre ellos Pero González de Mendoza.
Como premio a su actuación, Pero González de Mendoza recibió del primer monarca de la dinastía Trastámara nada menos que el cargo de mayordomo mayor.
Poco después, en junio de 1366, Enrique II, en un documento expedido en la ciudad de Sevilla, le donó a Pero González de Mendoza la villa de Foncea, y, unos días después, en un privilegio expedido asimismo en Sevilla, le concedía el nuevo rey de Castilla el “buey de marzo” y el “semoyón” en las Hermandades de Heguillas, Gamboa, Ubarrundia y Arrayan. Se trataba de concesiones localizadas en el territorio de Álava. Para rematar los premios otorgados a Pero González de Mendoza, poco más tarde, Enrique II le dio los lugares de Badayahoz y Zohigoitia, “en imienda de algunos lugares que vos teniades, que nos dimos al conde don Tello, nuestro hermano, y a Alvar Garcia y a Fernand Gómez de Albornoz, que vos tomamos”. La respuesta del noble de Pero González de Mendoza sería una lealtad sin límites a la causa de la nueva dinastía.
Al año siguiente, 1367, Pedro González de Mendoza participó de forma muy activa en la batalla de Nájera, en la que se enfrentaron los ejércitos de los trastamaristas y de los petristas, con el triunfo de estos últimos. Pero González de Mendoza fue hecho prisionero, pero gracias a la generosa actuación del Príncipe Negro, dirigente de las tropas inglesas, pudo recobrar pronto la libertad. En septiembre de 1367 Enrique II retornó a las tierras de la Corona de Castilla, otorgando a Pero González de Mendoza, en el mes de octubre de aquel año, los derechos de las prestamerías de Vitoria y Mondragón, los de la escribanía y diezmo de Castrourdiales y los del treinazgo de esta misma villa, así como 4.500 maravedís de la aljama judía de la ciudad de Vitoria. De esa manera, Enrique II trataba de premiar a uno de los nobles que le apoyaban con mayor entusiasmo.
En 1368 Pero González de Mendoza colaboró en las actividades militares de Enrique de Trastámara, interviniendo particularmente en dos actos de gran relieve, el cerco de Buitrago y la ocupación de la villa de Requena.
Cabe recordar lo que relató sobre este último suceso el cronista Pedro López de Ayala: “Don Alvar García de Albornoz, é Pero González de Mendoza, desque supieron que gentes de Valencia fincáran en el dicho castillo de Requena, cavalgaron una noche, é llegaron a Requena, é fallaron en los arravales algunos de los de Valencia é desbaratároslos”. A la postre, las gentes de Valencia terminaron por escapar, en tanto que los dos magnates citados entraron en Requena.
Ni que decir tiene que Enrique II, como premio a su magnífica colaboración, le otorgó a Pero González de Mendoza nuevas e importantes concesiones, en concreto las villas, antes recibidas de Pedro I, de Hita y de Buitrago, lo que suponía el establecimiento de los Mendoza, cuyo origen se hallaba en las tierras alavesas, en las tierras situadas al sur del Sistema Central, por lo demás próximas a Guadalajara.
Una nueva donación a Pero González de Mendoza la llevó a cabo Enrique II en el mes de junio de 1369, después de los dramáticos sucesos de la localidad manchega de Montiel. El Trastámara donó a Pero González de Mendoza los lugares de Alcobendas, Barajas, Coveña y sus aldeas, aunque exceptuando lo perteneciente a la Orden Militar de Santiago. En 1373 Enrique II le otorgó a Pero González de Mendoza, como merced, la importante villa de Viana. A lo señalado cabe añadir las mercedes concedidas por la reina de Castilla, Juana Manuel. En el mes de febrero de 1373 la reina de Castilla donó a Pero González de Mendoza las villas de Colmenar Viejo, El Vado y El Cardoso. Tres años después, la citada Reina otorgaba a Aldonza Fernández de Ayala, esposa de Pero González de Mendoza, los derechos del encabezamiento de los impuestos de los judíos y de los mudéjares de Guadalajara. En definitiva, el linaje de los Mendoza había logrado un ascenso espectacular gracias a las generosas mercedes de Enrique II, el primer monarca de la dinastía Trastámara.
En tiempos de Juan I, sucesor de Enrique II desde 1379, Pero González de Mendoza siguió ocupando el cargo de mayordomo mayor, recibiendo asimismo la designación de capitán general de los ejércitos reales.
En 1381 Juan I donó a Mendoza ciertas rentas situadas en Madrid, Molina y otros lugares. En ese mismo año el noble desempeñó un papel decisivo en la caída, en poder castellano, de la localidad portuguesa de Almeida.
En octubre de 1383 Juan I concedió a Pero González de Mendoza la localidad del Real de Manzanares y sus aldeas. Algún tiempo después fue nombrado regente, junto al arzobispo de Toledo Pedro Tenorio. Fue la época en la que se abrió la áspera lucha por el trono portugués entre Juan I de Castilla, que se había casado en segundas nupcias con la infanta portuguesa Beatriz, y el lusitano João, maestre de la Orden Militar de Avis.
Pero González de Mendoza, por su parte, se instaló en la villa de Madrigal de las Altas Torres, en tanto que el monarca Juan I se dirigía hacia Portugal, con el propósito de dirigir el cerco de Lisboa.
En 1385 González de Mendoza acudió a las tierras lusitanas con las tropas que fueron enviadas desde Castilla.
No obstante, Pero González de Mendoza tuvo la mala suerte de perder la vida en la batalla de Aljubarrota, que tuvo lugar el 14 de agosto de 1385. Aquélla fue una desastrosa derrota de las tropas castellanas. Según la tradición, Pero González de Mendoza entregó su caballo al rey de Castilla para que pudiera escapar, lo que contribuyó a que él pereciera. Un romance posterior ponía en boca de Pero González de Mendoza el siguiente testimonio: “Si el caballo vos han muerto, subid Rey en mi caballo”. Su hijo Diego recogió el cadáver de su padre, llevándolo, según algunos estudiosos del tema, al panteón familiar de la iglesia de San Martín de Medea, en Álava, aunque otros investigadores piensan que aquel cadáver fue depositado en la iglesia de Santiago, sita en Guadalajara. La pujanza que había alcanzado el linaje de los Mendoza era a todas luces indiscutible.
Bibl.: A. Andrés, “Don Pedro González de Mendoza, el de Aljubarrota (1340-1385)”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, LXXVIII y LXIX (1921), págs. 255-273, 353-376, 415-436 y 496-504; J. Valdeón Baruque, “Notas sobre las mercedes de Enrique II de Castilla”, en Hispania, 28 (1968); S. de Moxó, “De la nobleza vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria castellana en la Baja Edad Media”, en Cuadernos de Historia, 3 (1969), págs. 1-210; J. Valdeón Baruque, Enrique II. 1369-1379, Palencia, Diputación Provincial, 1996.
Julio Valdeón Baruque