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Simón Rodríguez

Biografía

Rodríguez, Simón. Samuel Robinson. Caracas (Venezuela), 28.X.1769 – Amotape (Perú), 28.II.1854. Filósofo, pedagogo y maestro de Simón Bolívar.

Personaje famoso por haber sido maestro de Simón Bolívar. Niño expósito, con clara afición por la docencia, parece ser que su verdadero nombre era Simón Carreño Rodríguez. Se formó solo en Caracas, adquiriendo su vasta cultura en las bibliotecas de las familias Carreño, Palacios y Bolívar, recibiendo el influjo de Rousseau, la Revolución Norteamericana, de la Francesa, de Voltaire y de Montesquieu. En mayo de 1791, Guillermo Pelgrón, su preceptor de gramática y primeras letras, lo recomendó al Ayuntamiento de Caracas como maestro, alcanzando cierta notoriedad.

Allí llegó, al año siguiente, el niño Bolívar a recibir clases junto a un grupo de escolares que para fines de mayo de 1793 ascendía a 114. Entre 1790 y 1797 fue preceptor de Bolívar, siguiendo de cerca la doctrina que Rousseau preconiza en el Emilio. En junio de 1793 se casó con María de los Santos Ronco, su primera mujer, acto en el cual se declaró “expósito de esta feligresía”. Mientras vivió en Caracas, hasta 1797, también estuvo empleado como secretario de Feliciano Palacios, abuelo de Bolívar.

En 1794 presentó al Ayuntamiento sus Reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento.

Se trata de un planteamiento crítico sobre la enseñanza colonial, resaltando los defectos de la escuela pública y defendiendo un nuevo plan de estudios.

Consideraba que el Estado debía atender a la educación de los gobernados con una enseñanza utilitaria y práctica.

Propugnó la educación popular y aplicó los principios de libertad, igualdad y autoeducación. El rechazo del Ayuntamiento a sus ideas críticas le hizo renunciar a la escuela en 1795, iniciándose su larga cadena de frustraciones a nivel pedagógico. A lo largo de su vida ejerció el magisterio en muchos países, por lo que se le ha llamado “Apóstol de la enseñanza Primaria”. Al año siguiente (1796) el niño Bolívar se fugó de casa de su tutor y fue enviado a vivir en casa de su maestro, Simón Rodríguez, bajo la dirección de éste. Ganado para la causa revolucionaria por la lectura de los pensadores y filósofos de la Ilustración, aparece en 1797 vinculado al proyecto de Independencia inspirado por el pedagogo mallorquín Juan Bautista Picornell. El descubrimiento y fracaso de la tentativa revolucionaria determinó su salida de Venezuela. Ese mismo año pasó a Kingston (Jamaica), donde residió por algún tiempo, aprendió inglés y cambió su nombre por el de Samuel Robinson.

Posteriormente vivió en Baltimore (1798), donde aprendió el arte de la impresión. Permaneció allí por espacio de tres años, hasta fines de 1800.

Se marchó a Europa, entrando por Cádiz, y en abril de 1801 se hallaba en Bayona (Francia), de donde pasó a París y allí tradujo, ese mismo año, la Atala de Chateaubriand. En Francia coincidió con el vagabundo fraile mexicano Servando Teresa de Mier.

Rodríguez participó de manera decisiva en el nuevo rumbo de Bolívar. En Viena (1804) recibió la visita de su discípulo, quien, a partir de allí, se comprometió para siempre con la política independentista.

Juntos emprendieron, en abril de 1805, un viaje que los llevó a Lyon y Chambery, para luego atravesar los Alpes y entrar en Italia: Milán, Venecia, Ferrara, Bolonia, Florencia, etc. En Milán presenciaron la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia.

La gira tuvo su remate en Roma; allí, estando en el Monte Sacro el 15 de agosto de 1805, Bolívar, junto a Rodríguez y a Fernando Toro, juró dedicarse a la causa de la Independencia de Hispanoamérica. Tras una breve visita a Nápoles, donde se reunieron con Humboldt y Gay Lussac, retornaron a París hacia fines de año. Poco tiempo después se separaron.

Viajero incansable, en 1806 Simón inició un largo peregrinar por Europa, viviendo en Italia, Alemania (1807), Suiza, Prusia, Polonia, Turquía y Rusia. Es probable que su tarea favorita, la docencia, lo hubiera ocupado durante varios lustros en que su huella se ha perdido, hasta 1823, cuando aparece en Londres, donde estudió el sistema pedagógico lancasteriano y encontró a Andrés Bello. Ese mismo año el maestro Rodríguez emprendió el retorno a América, con el propósito de servir a la causa patriótica, formando ciudadanos libres. De su estadía en Europa dijo más tarde: “Permanecí en Europa por más de veinte años; trabajé en un laboratorio de química industrial, en donde aprendí algunas cosas; concurrí a juntas secretas de carácter socialista [...] estudié un poco de literatura; aprendí lenguas y regenté una escuela de primeras letras en un pueblecito de Rusia”.

Entró en América por Cartagena de Indias, y retomó su nombre de Simón Rodríguez. En Bogotá, en 1824, realizó la primera fundación de una escuelataller de carácter laico, pero encontró gran oposición por parte del clero. En vista de ello, decidió marcharse a Lima en busca del apoyo de Bolívar. El Libertador, que supo de su regreso, le escribió el 19 de enero de ese año desde Pativilca (Perú), una de las más expresivas epístolas de toda su vida: “Vd. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Vd. me señaló”.

Con la ayuda de Francisco de Paula Santander, ordenada por Bolívar, Rodríguez marchó a reunirse con él en Lima. Desde Cartagena emprendió el viaje a Perú a través de Panamá y Guayaquil. A este puerto llegó a fines de 1824 o principios de 1825. A su paso por Ecuador fue dejando obras: en Latacunga dictó clases de Agricultura y Botánica en el Colegio Nacional; en Quito presentó al gobierno un Plan de colonización para el oriente de Ecuador y, en Ibarra, fundó una “Sociedad de socorros mutuos”.

En 1825 Bolívar lo recibió en Lima y lo incorporó a su grupo de colaboradores directos. A mediados de abril partió con Bolívar y el Estado Mayor para realizar un recorrido por Perú: Arequipa, Cuzco, Tinta, Lampa, Puno y Zepita. Después pasaron a Bolivia: La Paz, Oruro, Potosí y Chuquisaca. En noviembre de 1825, Bolívar lo nombró “Director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y de Artes y Director General de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana”.

El 7 de enero de 1826 Bolívar regresó a Lima y Rodríguez permaneció en Bolivia; no volvieron a verse más. En 1826 fue la segunda fundación de una escuela- taller, esta vez con proyecciones para toda Bolivia, desde Chuquisaca. La escuela estaba formada por varios talleres donde se enseñaban varios oficios (carpintería, albañilería, agricultura), cuyo plan de estudios fue calificado de inmoral por el prefecto de la ciudad, siendo clausurada por el mariscal Antonio José de Sucre, presidente de Bolivia, quien temperamentalmente no congeniaba con Rodríguez. El enfrentamiento surgía porque Rodríguez transgredía las formas tradicionales de relacionarse con el otro en la escuela de primeras letras en América del Sur y tenían un concepto distinto del extranjero, a quien Simón Rodríguez brinda hospitalidad en su la escuela de Chuquisaca, donde, en 1825, planteó el concepto de educación popular implícito en el proyecto político pedagógico, con bastante novedad y originalidad en el contexto de las luchas por la Independencia latinoamericana.

El innovador maestro se marchó profundamente desilusionado a Arequipa donde publicó, en 1828, el Prodromo de la obra Sociedades Americanas en 1828; en esta obra, igual que en otros escritos suyos, insistía en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica.

En 1830 apareció su libro El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social, que era un alegato a favor de Bolívar. En septiembre de ese año, circuló su ensayo científico Observaciones sobre el terreno de Vincocaya, donde destaca aspectos sobre la conservación de la naturaleza, la economía y la sociedad. Vivió en Arequipa hasta 1830, de donde pasó a Huacho y luego a Lima (1831). Es probable que el segundo matrimonio de Simón Rodríguez, ahora con Manuela Sáenz, haya sucedido en 1831, en Perú. Desde Lima fue, en 1834, a Concepción (Chile), invitado por José Antonio Alemparte, intendente de Concepción, y allí fue nombrado director de estudios de dicho departamento.

En noviembre de 1833 cesó en el cargo de director general, pero continuó al frente de la escuela primaria. Publicó la primera versión de Luces y virtudes sociales (1834), en la que replicaba a las impugnaciones hechas a la edición de Arequipa de las Sociedades Americana en 1828.

Los escritos de Simón Rodríguez contienen abundantes referencias a la necesidad de impartir una adecuada educación social a los ciudadanos americanos, para alcanzar el pleno desarrollo de las personas y de la sociedad. Los planteamientos realizados por Rodríguez constituyen, a pesar de los años transcurridos, una aportación muy valiosa para la tarea de formación del ciudadano. La sistematización de las ideas sociales de Rodríguez tiene su fundamentación en la consideración del ser humano como un ser social por naturaleza; ello requiere desarrollar un proceso de socialización que facilite la inserción de cada ciudadano en la comunidad, en este caso, la formación de los ciudadanos de las repúblicas nacientes producto del proceso emancipador americano. Para lograrlo, Rodríguez propone alternativas y estrategias pedagógicas que tienen como requisito inicial la necesidad de superar la ignorancia social que, según él, es la causa principal de las desigualdades existentes en las naciones independizadas del imperio español.

Pasó a Santiago de Chile, donde visitó a su viejo amigo Andrés Bello, colaboró en El Mercurio y contempló un terremoto, editando, ese mimo año el Informe sobre Concepción después del terremoto de febrero de 1835. De Santiago se trasladó a Valparaíso. En 1836 viajó por Trilalcubu y Monteblanco; en 1837, por Tucapel y Santiago, donde se encontró nuevamente con Andrés Bello. En Valparaíso (1838) reeditó Luces y virtudes sociales y once artículos en El Mercurio (1840) y también su Extracto de la defensa de Bolívar. En 1842 se encontraba en Lima reeditando su libro Sociedades Americanas en 1828.

Seguidamente visitó a Manuela Sáenz en Paita (Guayaquil) y recorrió los Andes de un extremo a otro. En 1846 viajó al Ecuador, donde también ejerció el profesorado.

En Latacunga (1850) impartió una clase de Botánica y Agricultura en el Colegio de San Vicente y entregó a dicho Colegio su trabajo Consejos de amigo dados al Colegio de Latacunga. Permaneció poco tiempo y se trasladó a Quito, donde presentó al gobierno un plan de colonización para el oriente de Ecuador. Continuó viaje a Ibarra, donde vivió una temporada en la mayor miseria, si bien organizó una Sociedad de Socorro Mutuo. Continuó viaje a Nueva Granada, donde se encargó de la dirección de un colegio, pero al poco tiempo regresó a Perú y se estableció en Piura. En Paita hizo una última visita a Manuela Sáenz. Seguidamente se estableció por un tiempo en Azángaro, aldea de indios inmediata al lago de Titicaca, falleciendo poco después. Sus restos fueron trasladados en 1954 al Panteón Nacional de Caracas y fueron colocados junto al sarcófago de su discípulo Bolívar.

El maestro Simón Rodríguez sale con frecuencia en la historiografía pedagógica con distintos enfoques. Unos subrayan la influencia de Pedro Rodríguez Campomanes (para comprender en qué entorno surgieron las ideas educativas de Rodríguez), y la de Rousseau en su pensamiento, a pesar de existir diferencias notables entre ambos autores, en cuanto a una diversidad de ideas del fenómeno educativo. Muchos lo consideran uno de los iniciadores del movimiento de educación popular, la primera gran propuesta educativa americana dirigida al sector popular, que el educador venezolano puso en práctica en las escuelas que abrió en diferentes países, y cuyos alcances ilustró mediante varios textos, especialmente consejos de amigo dados al Colegio de Latacunga y reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento (1794), donde tempranamente propone mejoras a la educación para las escuelas caraqueñas con su fuerza innovadora, que aplicará posteriormente en varios de sus proyectos iniciados en Colombia, Bolivia, Chile y Ecuador. La gran mayoría de los estudios dedicados a la vida y obra de Rodríguez destacan el rasgo igualitario de su pensamiento, una igualdad civil y política.

Simón Rodríguez representa el pensamiento ilustrado latinoamericano. La coherencia interna de sus planteamientos como maestro colonial y como maestro republicano lo ubica dentro de los grandes pedagogos del siglo XIX. Consideró la educación social como el mecanismo a través del cual las Repúblicas podrían llegar a consolidarse y a la sociabilidad como el fin social de la escuela, en la medida en que el primer deber de un republicano era saber sus obligaciones sociales. Planteó la primera escuela como el fundamento del saber y el medio a través del cual los pueblos lograrían la civilización. Propuso la inclusión social a través de la escuela para todos, la formación para el trabajo y la adquisición de nuevos hábitos que posibilitaran las relaciones sociales propias de un sistema republicano.

Rodríguez, como buena parte de la nueva élite criolla, había comprendido rápidamente que uno de los principales retos de los nuevos Estados era la ausencia de una ciudadanía que pudiera animar la vida cívica y política. Aunque la educación pública ya había sido tratada por extenso por el reformismo ibérico desde la segunda mitad del siglo XVIII, el problema se presentaba ahora de manera mucho más aguda, una vez que los nuevos Estados abrazaban el principio de soberanía popular, el marco institucional republicano y una definición formal de la libertad. Ante semejante reto, los nuevos gobiernos adoptaron el sistema lancasteriano e implementaron programas de educación masiva. Rodríguez critica este modelo y propone tres ejes a partir de los cuales se hace posible una aproximación a la propuesta educativa de Rodríguez: su noción de la originalidad de las sociedades americanas, su principio de interdependencia social y el papel de la educación en el proceso de formación de ciudadanos activos, críticos y creativos, única base segura para la sustentación de las nuevas repúblicas.

En resumen, fue filósofo, pedagogo con obra intelectual de cierto rigor y penetrante conocedor de la sociedad hispanoamericana. Es una de las más curiosas personalidades de la época emancipadora. Maestro y mentor de Simón Bolívar, no está clara la extensión ni la época en que fue uno de sus maestros, pero sí que ejerció sobre éste una profunda influencia y que el futuro Libertador le guardó siempre un amplio respeto y deferencia. Rodríguez era ilustrado, turbulento, violento a veces, caótico y genial, rusoniano, incrédulo, extravagante en muchos aspectos, cínico y de vida irregular y bohemia. Su pensamiento pedagógico recibe de Owen, Saint-Simon y Fourrier la idea de que la educación es la más poderosa palanca para transformar las sociedades. Más discutible es su defensa del sistema político basado en la oligarquía militar con funcionarios vitalicios y “senado hereditario”.

Hombre contradictorio y frustrado, defendió la educación popular, pero consideraba incorregible a su generación y fue incapaz de sostener en el tiempo ninguno de sus proyectos, que chocaban con los usos y sentimientos admitidos por la sociedad en que ejercía su magisterio. Eso esterilizaba sus esfuerzos de reformador y la extravagancia de sus formas y de sus hábitos le daba una originalidad que le alejaba la adhesiones, a pesar de que, por su carácter y conocimientos, se atraía el respeto de los que le trataban.

 

Obras de ~: Las Sociedades americanas, 1823 (Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990, pról. J. D. García Bacca); Tratado sobre las luces y las virtudes sociales; El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social, Arequipa, 1830; Observaciones sobre el terreno de Vincocaya con respecto á la empresa de desviar el curso natural de sus aguas y conducirlas por el río Zumbai al de Arequipa, Arequipa, Imprenta del Gobierno, 1830; Escritos de Simón Rodríguez, Caracas, Sociedad Boliviana de Venezuela, 1954-1958, 3 vols. (ed. facs. de P. Grases y A. Uslar-Pietri); El Libertador del mediodía de América y sus compañeros de armas defendidos por un amigo de la causa social, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1971; Semblanza de Bolívar, Caracas, Casuz Editores, 1972; Obras completas, Caracas, Universidad Simón Rodríguez, 1975, 2 vols.; Sociedades americanas en 1828, Caracas, Catalá-Centauro Editores, 1975; Ideario de Simón Rodríguez, Caracas, Ediciones Centauro, 1980 (comp. por A. Rumazo González); Inventamos o erramos, Caracas, Monte Ávila Editores, 1980; Sociedades americanas, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990 (pról. de J. D. García Bacca, ed. de O. Rodríguez Ortiz, cronología de F. Morales, bibl. de R. J. Lovero-De Sola); “Extracto sucinto de mi obra sobre la educación republicana”, en Revista Historia de la Educación Latinoamericana, 9 (2007), págs. 105-134.

 

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Antonio Astorgano Abajo