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Rodrigo Fernández de Castro

Biografía

Fernández de Castro, Rodrigo. El Calvo. ?, ú. t. s. XI – 1144. Noble castellano y gobernador de Toledo.

Rodrigo Fernández de Castro es un buen representante del difícil camino que se ofrecía a los segundones de las familias nobles del siglo XII, y también de las oportunidades ofrecidas por la lucha fronteriza a los que no habían resultado afortunados en el reparto del poder y el liderazgo en el seno de las parentelas aristocráticas. Era hijo del matrimonio formado por Fernando García de Hita y Tegridia Pérez. Éste es el primer representante conocido de la poderosa familia castellana de los Castro. Aunque se le ha supuesto descendiente del rey García de Galicia, parece más cierto que descendía del conde García Ordóñez de Nájera, fallecido en la batalla de Uclés (1108). En cualquier caso, su preponderante posición en la Corte auguraba un destino afortunado a sus descendientes. Fernando García de Hita casó con Tegridia Pérez, que era a su vez hija del poderoso conde Pedro Ansúrez, y de este primer matrimonio nacieron Gutierre y Rodrigo. Pero aún se casó Fernando García en segundas nupcias, de las que nacieron otros dos hijos, Martín y Pedro.

De los dos vástagos del primer matrimonio fue Gutierre el más afortunado, hasta el punto de convertirse en uno de los más poderosos magnates de mediados del siglo XII, al que le fue confiada la educación de dos infantes herederos del reino, primero Sancho (III) y más tarde el pequeño Alfonso (VIII). Pedro Fernández, por su parte, fue el primer maestre de la Orden de Santiago, y Martín Fernández desempeñó un importante papel como gobernador de algunas localidades en la frontera con los musulmanes.

Rodrigo, en fin, fue tal vez el menos afortunado de los hijos de Fernando García de Hita. Como es habitual entre los nobles de la época no hay noticias de su infancia, y su primera aparición pública se produce en 1126, a la muerte de la reina Urraca. Dice la Crónica de Alfonso VII que cuando este Monarca ciñó la corona fue recibiendo el tributo de los caballeros del reino, y cuando se refiere a los castellanos indica que asistieron Gutierre Fernández y el hermano de éste, Rodrigo. El hecho de ser reconocido sólo en cuanto hermano menor de alguien más poderoso muestra con claridad hasta qué punto estaban jerarquizadas las familias de la nobleza.

No se sabe con exactitud en qué momento contrajo matrimonio Rodrigo Fernández con Elo Álvarez, que era hija del famoso Alvar Fáñez, gobernador de Toledo muerto en 1114; en todo caso, la proximidad entre los padres de los contrayentes anima a pensar que de nuevo su enlace era el sello de la alianza entre dos familias con intereses comunes. En consecuencia, Rodrigo Fernández será en los años siguientes un discreto miembro de la Corte de Alfonso VII y, sobre todo, un representante en la misma de los intereses familiares. Igualmente, el hecho de que entre agosto de 1130 y mayo de 1131 figure en los documentos oficiales como alférez, o comandante de los ejércitos reales, debe entenderse como posición de privilegio otorgada a una familia de la que Rodrigo Fernández es un cualificado representante.

En fin, no obtuvo su promoción personal en los círculos cortesanos, sino mediante la prestación de servicios en la peligrosa frontera musulmana. En 1137, Rodrigo González de Lara abandonó las responsabilidades de gobierno que venía desempeñando en Toledo y otras plazas fronterizas. El Monarca, en consecuencia, confió la tenencia de estos importantes lugares a la familia rival de los Lara, y en concreto a Rodrigo Fernández de Castro, que fue nombrado gobernador y jefe del ejército de Toledo y otras plazas fuertes de la frontera. Hay que esperar al año 1139 para encontrarlo al frente de esta responsabilidad en otro tipo de documentos, pero Rodrigo Fernández dedicará sus últimos años de vida a la lucha contra los musulmanes. Una vez pacificado el reino, Alfonso VII orientó sus energías a la reanudación de la reconquista, y los caballeros del reino encontraron en ella grandes posibilidades de prosperar.

Dice la Crónica de Alfonso VII que fueron muchas las batallas libradas por Rodrigo Fernández, y añade que son demasiadas para ser enumeradas. De todos modos, la propia Crónica añade bastantes ricos detalles sobre ellas. Así, en 1138 acompaña a Alfonso VII en la campaña ofensiva que el Rey dirige hasta el Guadalquivir; según la Crónica, saquearon el territorio durante varios días, centrando sus ataques contra Jaén, Baeza, Úbeda, Andújar y otras muchas ciudades; en estas campañas destruían cuanto encontraban a su paso, y añade el texto cronístico que regresaron a sus bases con un rico botín de prisioneros, oro, plata, telas preciosas y toda clase de ganado. Por los mismos años, el propio Rodrigo Fernández encabezará personalmente, como jefe del ejército apostado en Toledo, algunas peligrosas incursiones en los territorios dominados por los musulmanes. La Crónica de Alfonso VII dice que por esos años dirigió victoriosamente sus tropas por dos veces hasta las localidades de Serpa (Bajo Alentejo) y Silves (Algarve), en cuyo transcurso causaron grandes estragos.

En 1139, Rodrigo Fernández destaca de nuevo en la campaña dirigida contra el castillo de Oreja, en la que también participan sus hermanos Gutierre y Martín. Aunque parcial, resulta muy interesante la narración de estos hechos en la citada Crónica pues indica que el Monarca ordenó sitiar el poderoso castillo a Gutierre Fernández y a su hermano Rodrigo: de nuevo la cercanía de aquél al Rey hacía quedar al comandante de la frontera, Rodrigo, en una posición inferior. En cualquier caso, cabe pensar que la dirección del asedio correspondió a éste, más experimentado en la lucha contra los musulmanes; de hecho, tras su conquista, las responsabilidades de gobierno sobre el territorio recién adquirido recayeron sobre el mismo Rodrigo, sumándose así al cargo que ya ejercía en Toledo.

Hacia 1140, Rodrigo Fernández de Castro se encontraba en el punto más alto de su trayectoria en cuanto gobernador de importantes plazas fronterizas y jefe de un poderoso ejército. Su preeminencia, sin embargo, nunca llegó a verse coronada con la dignidad condal que había adornado a los más poderosos magnates de la generación anterior. Esto no significaba menoscabo de su poder, sino una estrategia distinta por parte de los Monarcas, que pretendían alejar a los miembros de la nobleza de los títulos obligándolos, en lo posible, a renovar su fidelidad de manera permanente. Rodrigo Fernández acabó sus días al servicio de Alfonso VII: la última referencia a su persona data de 1144, el mismo año en que Manrique Pérez de Lara lo reemplazó al frente de la ciudad de Toledo.

De su matrimonio con Elo Álvarez nacieron varios hijos. Uno de ellos, Álvaro, siguió el camino de su padre y participó en campañas militares contra los musulmanes, como la de Almería en 1147. Otro, Fernando, terminó siendo un poderoso magnate que desarrolló la mayor parte de su vida en el reino de León y fue conocido como Fernando Rodríguez el Castellano. También fueron hijos suyos Pedro, Gutierre y Sancha Rodríguez.

 

Bibl.: J. Salazar Acha, “El linaje castellano de Castro en el siglo XII: consideraciones e hipótesis sobre su origen”, en Anales de la Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1 (1991), págs. 33-68; J. García Pelegrín, Studien zum Hochadel der Königreiche Leon und Kastilien im Hochmittelalter, Münster, Aschendorff, 1991; V. A. Álvarez Palenzuela, “La nobleza del reino de León en la Alta Edad Media”, en El reino de León en la Alta Edad Media, VII, León, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1995, págs. 149-329; S. Barton, The aristocracy in twelfth-century León and Castile, Cambridge, Cambridge University Press, 1997; M. Torres Sevilla, Linajes nobiliarios en el reino de León: parentesco, poder y mentalidad (siglos ix-xiii), Valladolid, Junta de Castilla y León, 1999.

 

Miguel Calleja Puerta