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José Rivera y Álvarez de Canero

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Biografía

Rivera y Álvarez de Canero, José. San Fernando (Cádiz), 27.X.1862 – Valencia, 3.VIII.1938. Almirante de la Armada y ministro de Marina.

Hijo de José Rivera Tuels, mariscal de campo de Artillería de la Armada, y de Alejandra Álvarez de Canero, ingresó de guardia marina (1 de julio de 1875) iniciada ya la restauración alfonsina en España y con los carlistas en franca retirada. Obtuvo carta-orden de guardia marina de 2.ª clase en 1878 y embarcó en las fragatas Blanca, Numancia y Lealtad, con la que navegó a la isla de Cuba y recorrió con ella las costas de aquella isla. Al ascender a guardia marina de 1.ª clase en 1881, embarcó en numerosos buques formando parte de su dotación: las fragatas Villa de Madrid y Sagunto; la corbeta Villa de Bilbao; los vapores San Francisco de Borja y Lepanto. En todos ellos, navegó principalmente por aguas del Mediterráneo.

En agosto de ese año, se le concedió la Cruz blanca de 1.ª Clase del Mérito Militar por servicios especiales.

Con el grado de alférez de navío (1882), y en los años siguientes, formó parte de las dotaciones de la fragata Vitoria y de las corbetas África y Tornado, y se traslada a Montevideo. Allí, en la corbeta África navegó por las costas orientales de América del Sur, de 1882 a 1886. Al año siguiente, regresó a la Península e hizo la especialidad de torpedos. Cuando ascendió a teniente de navío (1887), embarcó como dotación en las fragatas Blanca y Numancia, y en el crucero Isla de Luzón de ayudante de derrota, y en su nuevo empleo de teniente de navío de 1.ª clase (1890), navegó en numerosos y diversos buques principalmente por el Mediterráneo; siguió en el crucero Isla de Luzón, pero esta vez interinando también al comandante.

España se encuentra en pleno período conocido como la Restauración, o lo que es lo mismo, en la Regencia de María Cristina de Habsburgo, con un gobierno conservador presidido por Antonio Cánovas del Castillo y de ministro de Marina José María Beránger Ruiz de Apodaca en su cuarta etapa ministerial.

Rivera embarcó también en los cruceros Conde del Venadito, Reina Regente —en el que navegó por el Atlántico, mar de las Antillas y costas orientales de América del Sur—. En el crucero Alfonso XII, con mando de batería, tomó parte muy activa en la campaña de Melilla en las maniobras navales llevadas a cabo por la Escuadra de Instrucción, integrándose después en la Escuadra de Operaciones del norte de África, y asistió con ella a los bombardeos de varios poblados en la costa de Melilla (1893), por haberse producido graves incidentes armados entre los marroquíes y las tropas españolas, en los que murió el general Margallo. Tomó sucesivamente los mandos de comandante del torpedero Orión y de los cañoneros Albay y Nueva España.

En 1894 se le concedió la Cruz roja de 1.ª Clase del Mérito Naval, pensionada y en junio de 1895 contrajo matrimonio canónico en la ciudad de San Fernando (Cádiz) con María de las Mercedes Chacón y Santonja, hija del Almirante Francisco Chacon y Pery.

El nacionalismo, que venía promoviendo conflictos violentos desde 1892, encendía nuevamente la guerra en Filipinas. Allí, se le destina al Apostadero en 1896, y embarcado en el crucero Castilla como ayudante de derrota y con mando de la batería, asistió al bombardeo de los pueblos y trincheras insurrectos de la costa de Cavite, y permaneció en tierra al mando de una compañía de desembarco. Mandando el cañonero Albay, toma parte en todas las operaciones sobre Naic y Moragondón. Cuando todavía no se había cumplido un año desde su llegada a Manila, regresó a la Península y se le concedió una Mención honorífica por las operaciones sobre Cavite; y en mayo de 1900, la Cruz de la Orden Militar de San Hermenegildo, y se le autorizó a llevar la medalla conmemorativa de Filipinas.

En este empleo, desempeñó también destinos en tierra; cabe destacar el de ayudante personal del ministro del ramo y el de auxiliar de la Dirección de Personal.

En 1901 se le nombró segundo comandante del crucero Río de la Plata y al año siguiente fue destinado al Instituto Hidrográfico de la Marina donde hizo las funciones de redactor-traductor de la Dirección.

Cesó en el Instituto para mandar el cañonero Nueva España y después el pontón Algeciras y el cañonero Laya. En 1904 se le concedió la Cruz del Mérito Naval de 2.ª Clase con distintivo blanco y la Medalla de la Coronación de S. M. el rey Alfonso XIII.

En 1911, ascendió a capitán de fragata y en los años siguientes, mandando el transporte de guerra Almirante Lobo cruzó constantemente por las costas de Marruecos y desempeñó comisiones importantes con motivo de las operaciones de guerra contra los moros del Rif. En 1914, cuando ascendió a capitán de navío y con más de cuarenta y tres años de servicios efectivos —de ellos, mil quinientos días de mar— se le nombró jefe de la Inspección Central de Nuevas Construcciones en el Ministerio de Marina. Luego mandó el acorazado Pelayo, del que con anterioridad había sido segundo comandante. Mandó también el acorazado España. En 1915 se le concedió la Cruz de 3.ª Clase de la Orden del Mérito Naval con distintivo rojo, pensionada, y pasa a desempeñar los destinos de ayudante de la Mayoría General del Departamento de Cartagena y de ayudante mayor de su arsenal.

En 1919, cuando ascendió Rivera a contralmirante, España estaba presa de una agitación nacionalista y sindical que produjo graves violencias, originadas principalmente por el encarecimiento de las subsistencias.

Se tanteó la posible salida a la difícil coyuntura política con un Gobierno de coalición liberal, que duraría muy poco. El conde de Romanones relevó a su rival García Prieto como jefe del Gobierno, y a ambos les sucedieron Maura, Sánchez de Toca y Allendesalazar para encabezar un Gabinete de concentración.

Pero el ambiente parlamentario se había contagiado de la crispación de la calle y los debates se prolongaban extraordinariamente hasta la vuelta de Dato a la cabeza del Consejo de Ministros y su posterior asesinato en Madrid (8 de marzo de 1921). En este ambiente, se le concedió a Rivera la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco y se le dio el destino de jefe del Arsenal de Ferrol. Al año siguiente (1920) se le concedió, asimismo, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, cesó en el Arsenal de Ferrol y fue nombrado general jefe de la División de Instrucción, en la que permaneció hasta su ascenso a vicealmirante (8 de enero de 1921). Meses más tarde se produjo la catástrofe del Ejército en Annual (Marruecos), por la mala conducción de las operaciones, con grave peligro para Melilla. El clamor público iba creciendo mientras demandaba el esclarecimiento de lo sucedido y las responsabilidades correspondientes.

Rivera pasó destinado al Arsenal de La Carraca (Cádiz) de comandante general (1922), y a los tres meses se trasladó a Madrid para ocupar el cargo de ministro de Marina (2 de abril de 1922) en un gobierno presidido por Sánchez Guerra. No bien estrenado el cargo, decidió enviar a los submarinos Peral y B-1 a rescatar al personal civil del Peñón de Vélez de la Gomera que estaba asediado y bajo el fuego enemigo. Era el bautismo de fuego de ambos submarinos. Dimitió del cargo unos meses después (8 de diciembre de 1922), quedando en la situación de eventualidades.

El almirante Rivera, durante su mandato, fijó toda su atención en las operaciones de Marruecos, causa por la que no parecía posible que pudiera dedicar tiempo a solventar los múltiples problemas que se le presentaban a diario en otras esferas. En septiembre de este año, tomó parte en el IV centenario de la circunvalación de la tierra por Juan Sebastián Elcano, en Guetaria, adonde llegó con una flota de 21 barcos encabezada por el acorazado España, buque insignia que arbolaba el estandarte real, en el que iban embarcados Sus Majestades los reyes de España. Allí se colocó la primera piedra de un monumento al gran navegante.

Todavía resonando en sus oídos el eco del desastre de Annual, en enero de 1922 obtuvo de las Cortes que se prorrogasen los plazos y anualidades y se autorizase al ministro de Marina, mediante ley, a variar y ampliar las construcciones y obras previstas en la Ley Miranda. Rivera, basándose en esta prórroga, emprendió la construcción de unidades de tipos más modernos que los de 1915. En el mes de julio de 1922 se autorizó el gasto para la construcción del crucero Príncipe Alfonso, de ocho mil toneladas de desplazamiento, el Almirante Cervera —cuyas quillas se pusieron en Ferrol el 24 de noviembre de 1922—, un destructor cabeza de flotilla y otros dos iguales a los anteriores, Churruca, Alcalá Galiano y Sánchez Barcáiztegui, reproducción del tipo británico “Bruce”, de los cuales los dos primeros se vendieron a la República Argentina en 1927 y allí se rebautizaron con los nombres de Cervantes y Blasco de Garay. Adquirió, asimismo cinco, barcazas de cien y veinticinco toneladas para reforzar el tren naval de Ferrol. También otorgó medio millón de pesetas para liquidar la deuda contraída con los astilleros Horacio Echavarieta por la construcción de un dique de mil toneladas con destino a la Escuela de Submarinos de Cartagena.

Creó la División Naval de Aeronáutica, incorporó al Dédalo como estación transportable de aeronáutica naval (portaaviones), dejó modificada la Cartilla de Torpedos e implantó la Meteorología como asignatura principal en los planes de Estudio de los alumnos de la Escuela Naval Militar embarcados en el Carlos V.

En diciembre cesó en el cargo de ministro de Marina a petición propia. Al ser nombrado comandante general de la Escuadra de Instrucción (21 de febrero de 1923), se desplazó a Cartagena para tomar el mando y arbola su insignia en el acorazado España.

El 19 de agosto se recibieron órdenes del Gobierno de salir inmediatamente para Melilla, donde tomó el mando militar de todas las fuerzas navales que operaban en aguas de Marruecos; se bombardeó la costa en la bahía de Alhucemas y en la zona comprendida entre cabo Quilates y Sidi Dris, cooperando con el Ejército en las operaciones sobre Afrau, Tifaruin y posiciones próximas, retirándose a Melilla, donde fondearon.

En la noche del 22 salió el España urgentemente para Málaga con motivo de los sucesos ocurridos allí durante el embarque de tropas para África. El día 26, a su regreso de la comisión de Málaga, metido en niebla, sufrió un desgraciado accidente varando en cabo Tres Forcas. El 31 de octubre, con motivo de haberse desplazado SS. MM. a Cartagena para inaugurar el monumento a las víctimas de los combates de Cavite y Santiago de Cuba, el almirante Rivera salió en el acorazado Alfonso XIII para aquella ciudad. Los reyes se alojaron en el acorazado Jaime I, que había regresado de Constantinopla y Pola y se había incorporado a la escuadra. El 16 de noviembre salió para la Spezia y Nápoles (Italia) con los reyes, quienes desembarcarían a su regreso a Barcelona, y el 25 se le concedió la Gran Cruz de la Corona de Italia. Nuevamente fue requerido en Marruecos (13 de marzo de 1924), adonde fue en el Jaime I, bombardeando los emplazamientos de los cañones moros en las proximidades de M’Ter, costa y poblados, hasta punta Pescadores, auxiliando al desembarco de convoyes durante la noche. De vuelta a la Península, y con el infante don Fernando, un vocal del Directorio y el embajador de Italia a bordo, salió con la escuadra para recibir a la flota italiana que traía a SS. MM. los reyes de Italia. Asistió a todos los actos celebrados en honor de estos reyes y los acompañó en la visita que hicieron al buque insignia español. En junio de este año, se le concedió la Gran Cruz italiana de San Mauricio y San Lázaro. Y en enero de 1925, entregó el mando de la Escuadra de Instrucción y, días más tarde, tomó los cargos de consejero del Supremo de Guerra y Marina, en sustitución del de su igual empleo Juan Bautista Aznar y Cabanas, y de consejero de Estado para el bienio 1924-1926.

En enero de 1927, se le concede la Gran Cruz de la Orden Militar del Mérito Naval con distintivo rojo por “los meritorios servicios que contrajo durante el tiempo de mando de la Escuadra de Instrucción, muy especialmente en las operaciones llevadas a cabo en aguas de Marruecos sobre Alhucemas y Pescadores en los años 1923 y 1924”. Ascendió a almirante (6 de abril de 1927) y el 27 cesó en el cargo de consejero del Supremo de Guerra y Marina; dos días después, fue nombrado de nuevo consejero de Estado, y jefe del Estado Mayor Central y de la Jurisdicción de Marina en la Corte. Interinó varias veces, por ausencia, al ministro de Marina Carvia, en este año 1927.

Fue nombrado “asambleísta”, por derecho propio, de la Asamblea Nacional creada por Real Decreto el 12 de septiembre. Cesó como jefe del Estado Mayor Central en noviembre por supresión de ese cargo, quedando como jefe de la Jurisdicción Central de Marina. En septiembre de 1928, se le nombró almirante de la Flota de Maniobras, arbolando su insignia en el crucero Almirante Cervera. En noviembre de este mismo año, fue nombrado capitán general del Departamento de Cartagena (3 de noviembre de 1928), asistiendo a la inauguración de la Exposición Internacional de Barcelona y al recibimiento del Rey.

Estuvo presente en la Revista Naval de la Flota celebrada en Valencia el 13 de octubre, con asistencia de S. M. el Rey y del Gobierno. En octubre de 1930, entregó el mando y pasó a la situación de primera reserva por haber cumplido la edad reglamentaria.

Estando en esta situación de primera reserva (26 de octubre de 1930), relevó en el Ministerio de Marina al almirante Carvia cuando dimitió el Gobierno presidido por Berenguer y se formó otro presidido por el almirante Juan Bautista Aznar el 18 de febrero de 1931, en el que se nombró a Rivera ministro de Marina (20 de febrero de 1931), destino que desempeñó durante dos meses para pasar a la situación de reserva (23 de octubre de 1931).

El día 12 de abril de 1931, se celebraron elecciones municipales y al día siguiente ya se sabía el resultado.

El mismo día 13 por la tarde hubo Consejo de Ministros, en el que Romanones, ministro de Estado, opinó que la única solución era que el Rey se marchase y que el Gobierno debía presentar la dimisión. El almirante Rivera, ministro de Marina, pensaba que lo que acababa de escuchar estaba pactado previamente con el Rey, dadas las relaciones que tenía con Romanones y se encontró con la proclamación, para él incomprensible, de la Segunda República, y a su frente un gobierno provisional compuesto según lo previsto en el Pacto de San Sebastián, presidido por Niceto Alcalá Zamora. Dio orden al jefe del Estado Mayor de la Armada Juan Cervera Valderrama de que transmitiese un mensaje a los capitanes generales de los departamentos y al comandante general de la Escuadra recomendándoles “la necesidad de sostener la disciplina en la Marina y la obediencia al mando para garantizar el orden y la seguridad de la Patria”. Luego —cuando el desenlace era ya evidente para todos—, le dijo que ordenase al comandante general de la Escuadra, vicealmirante Joaquín Montagut Miró, el alistamiento urgente de un crucero “cuyo comandante y dotación le merezcan más confianza”. El buque designado para llevar al rey Alfonso XIII al exilio fue el Príncipe Alfonso, destacado en Cartagena, a cuyo mando estaba el capitán de navío Manuel Fernández Piña. Posteriormente se amplió el radiograma aclarando que el crucero elegido debería llevar víveres para cinco días.

El Rey salió de Madrid para Cartagena al anochecer del día 14 de abril. El crucero salió inmediatamente en cuanto embarcó el Rey y en la madrugada del 16 fondeaba en Marsella. A bordo del crucero, el Rey redactó dos mensajes de despedida que entregó al almirante Rivera: uno para el Ejército y otro para la Armada. A las seis de la mañana del día 16, el Rey desembarcó en aquel puerto y el crucero inició el viaje de retorno. Al salir de aguas jurisdiccionales francesas, Rivera, por orden del Gobierno, mandó izar la bandera tricolor. En Madrid se formó el nuevo Gobierno el mismo día 14 “sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna”, con Santiago Casares Quiroga de ministro de Marina, quien, a medianoche del mismo día 14 anunció al jefe del Estado Mayor de la Armada, que se hallaba en el Ministerio, que en la mañana del día siguiente tomaría posesión de su cargo. El día 15, por radiograma, el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada comunicó a los capitanes generales de los departamentos, al comandante general de la Escuadra y al jefe de las fuerzas navales del Norte de África que la “Familia Real acompañada almirante Rivera salió para el extranjero rumbo desconocido a bordo, Príncipe Alfonso, Gobierno de la República ha nombrado ministro de Marina a D. Santiago Casares Quiroga, quien tomará hoy posesión a las doce; almirante Rivera me encargó saludo despedida para V. E. y personal a sus órdenes agradeciendo cooperación durante su mando”. El 20 de abril, una vez presentado al nuevo ministro para dar cuenta de la comisión, puso término a su vida oficial.

 

Obras de ~: Documento ms. del testimonio del relato de la salida del Rey, por el almirante Rivera, último ministro de Marina del Gobierno de Alfonso XIII, ms. en Museo Naval (Madrid).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real). Exp. personal, 18524-1029. “Real Decreto de 4 de enero de 1919”, en Gaceta de Madrid, n.º 5, 5 de enero de 1919, pág. 52; “Real Decreto 188”, en Gaceta de Madrid, n.º 27, 27 de enero de 1927, pág. 555; Gaceta de Madrid, 15 de abril de 1931.

F. F. de Bordejé y Morencos, Vicisitudes de una política naval, Madrid, Editorial San Martín, 1978; R. Cerezo Martínez, Armada Española, siglo XX, t. I, Madrid, Ediciones Poniente, 1983; J. M. de Blas Osorio, “Notas para la historia de la salida de S. M. Alfonso XIII de España”, en Revista de Historia Naval, n.º 53 (1996), págs. 53-69; VV. AA., Atlas Histórico de España II, Madrid, Ediciones Itsmo, 1999; F. González de Canales, Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa-Museo Naval, 2000; H. Franco Castañón, Por el camino de la Revolución, Valladolid, Neptuno Libros, 2004.

 

José Antonio Ocampo Aneiros

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