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Martín de Redín

Biografía

Redín, Martín de. Pamplona (Navarra), 23.X.1590 – Malta, 2.II.1660. Capitán General de Galicia (1642-1643), virrey de Sicilia (1656-1657) y gran maestre de la Orden de Malta (1657-1660).

Martín de Redín nació en Pamplona. Era el quinto hijo de Carlos Redín y de Isabel Cruzat, cuya casa principal radicaba en la capital del Reino de Navarra.

El padre procedía de una familia de nobleza media, dueña de un “palacio” en la aldea de Redín (valle de Lizoáin, merindad de Sangüesa) y de filiación agramontesa durante las guerras de bandos del siglo XV.

En 1453, el rey Juan II concedió el título de “barón de Bigüezal” a los señores de Redín; los reyes de la casa de Austria negaron su reconocimiento, que Miguel de Redín y Cruzat obtuvo definitivamente para la familia en 1631. Desde 1549, los “señores” de Redín fueron convocados regularmente a las Cortes del Reino por el Brazo Militar. Los Cruzat, sin embargo, pertenecían a una antigua estirpe burguesa, de origen francés, arraigada desde el siglo XIII en el Burgo de San Cernin (Pamplona), y de nobleza más reciente.

El padre, Carlos de Redín, había hecho carrera militar al servicio de Felipe II. Antes de su temprana muerte, sirvió en Flandes e Italia, y participó en la batalla de Lepanto con Álvaro de Bazán. Todos los hijos varones, salvo el primogénito, desplegaron importantes carreras militares. Juan, el heredero de la casa y de la baronía, fue llamado a Cortes al morir su padre (1597), pero en 1604 profesó como benedictino en el convento de Oña; enseñó en las universidades de Irache y de Oña, pasó al convento de San Martín (Madrid) y, poco antes de morir, se barajaba su nombre para la sede vacante de Puerto Rico.

Martín de Redín estudió humanidades y filosofía en el Colegio de los jesuitas de Pamplona, que se había fundado en 1580, lo mismo que su hermano Miguel, que le precedía en edad. Muy joven, en 1609, profesó como caballero de la Orden de Malta, probablemente ayudado por sus parientes maternos Luis Cruzat y Miguel Cruzat, que se sucedieron en el cargo de gran prior del Reino: de 1570 a 1591 el primero, y de 1591 a 1602, el segundo. Los caballeros hospitalarios tenían una antigua y amplia implantación en Navarra, que proporcionó un elevado número de miembros, superior al de otras órdenes militares castellanas.

El “Gran Priorato de Navarra”, que pertenecía a la “lengua” o provincia de Aragón, constaba de doce encomiendas. Martín renunció a sus derechos sucesorios sobre la casa, que correspondieron a su hermano Miguel, quien tuvo que abandonar el noviciado jesuita en Villagarcía de Arosa para ponerse al frente de la casa.

Como otros muchos caballeros de la Orden Hospitalaria, Martín de Redín hizo su formación militar en Italia y en el Mediterráneo. Parece que su primera campaña le llevó a la Valtelina, con ocasión de las tensiones entre España y Venecia; luego, desde el Milanesado, participó en las disputas por la sucesión de Monferrato (1613-1617). Debió de estar en el ejército del marqués de Espínola que ocupó el Palatinado y quizás en la batalla de Montaña Blanca (1620). Más tarde también combatió en Flandes y en la batalla de Fleurus. Eran campañas que le alejaban de la dedicación fundacional de su Orden a la lucha contra los turcos de Levante y contra los berberiscos norteafricanos.

La Orden de Malta seguía dedicada a patrullar el Mediterráneo, defendiendo las rutas comerciales de los corsarios y protegiendo las costas, principalmente de las Baleares, Sicilia y Nápoles, de las incursiones y de los secuestros. Para ello, solían organizar “jornadas” de castigo contra los turcos en el Mediterráneo oriental, o Levante, y contra Argel, Bugía y otras plazas norteafricanas. La liberación de cautivos y el secuestro de mercancía y de naves enemigas constituían su principal actuación militar. Sólo ocasionalmente se preparaban acciones de más envergadura, estimuladas por la invitación de la población griega que conspiraba contra la dominación turca.

Hacia 1617 Martín de Redín era capitán de navío y, ocasionalmente, almirante de la flota en aguas de Sicilia.

En 1632 obtuvo el cargo de gran prior de la Orden de San Juan de Jerusalén en el Reino de Navarra, que habían ocupado también sus parientes Cruzat a finales del siglo XVI. Su nueva condición, además de incorporarle al Brazo Eclesiástico de las Cortes de Navarra, le proporcionó importantes rentas y supuso el respaldo definitivo para su ascenso dentro de la Orden. Durante estos años se movió entre Pamplona y Madrid, desempeñando tareas de mediación entre la Corte y el Reino. También desempeñó un importante papel como “maestre de campo general” a las órdenes de los virreyes, primero en Navarra y luego en Cataluña, con ocasión de la guerra hispano-francesa desde 1635.

En 1638 desempeñó un papel decisivo en la defensa de Navarra, bajo las órdenes del virrey Francisco M.ª de Carraffa, duque de Nocera. La campaña de Ciboure de 1636-1637 resultó un fracaso, y la contraofensiva francesa en el Pirineo occidental pareció dirigirse contra Pamplona. Martín de Redín organizó las defensas en Burguete-Roncesvalles y en Maya (valle de Baztán), y se encargó de la guarnición y abastecimiento de la ciudadela de la capital del Reino. Finalmente, los franceses asediaron Fuenterrabía, que dependía de la capitanía general de Navarra. El “socorro de Fuenterrabía” (1628), coronado con un éxito inmediato, se convirtió en motivo de orgullo colectivo de la nobleza navarra, que acudió masivamente a su defensa, a diferencia de lo que ocurría simultáneamente con la recuperación del castillo de Salses, en el Rosellón, donde encontraron la muerte muchos caballeros catalanes. José de Moret, jesuita pamplonés cuyo padre había trabajado precisamente para la familia Redín, escribió entonces su crónica De obsidione Fontirabiae libri tres (Lyon 1655), que dedicó a Martín de Redín.

A la defensa de Navarra siguió la guerra de Cataluña, en la que combatió también como maestre de campo general. Durante las campañas 1640 y 1641 tomó parte activa en la movilización del Reino para la reconquista de Lérida, a la que acudió personalmente Felipe IV. En 1640, el virrey forzó el levantamiento de los “cuatro tercios” de reservistas, que fueron diezmados por las deserciones. Para obtener una colaboración de mayor consistencia, el Rey negoció en las Cortes de Navarra de 1642, 1644, 1645 y 1646 el reclutamiento de tercios, su cuantía y condiciones.

En todo ello debió de desempeñar un papel activo Martín de Redín, después de un breve paréntesis como gobernador y capitán general de Galicia.

El 13 de mayo de 1646, Redín fue elegido diputado del Reino por el Brazo Eclesiástico, cargo que desempeñó hasta la inmediata convocatoria de los Tres Estados en 1652.

La experiencia militar y los méritos adquiridos en estos años de guerra defensiva en el Pirineo le promocionaron al cargo de gobernador y capitán general de Galicia. Sustituyó interinamente al marqués de Valparaíso (24 de abril de 1642), que había despertado las protestas de las Juntas de aquel Reino por su rigor en las reclutas de soldados, de marineros y de pertrechos, en una coyuntura de penuria económica y demográfica. Lo fue en propiedad apenas un año (de 27 de mayo de 1642 a 26 de agosto de 1643), hasta su sustitución, después de la interinidad del arzobispo de Santiago, por Enrique Pimentel, marqués de Távara. La guerra hispano-portuguesa se convirtió en una amenaza real después de la revuelta de 1640, y a Martín de Redín le correspondió la misma tarea de reparar las fortificaciones fronterizas y adiestrar a unas guarniciones bisoñas. Allí presidió las Juntas de Tuy (julio-agosto de 1642) y las de La Coruña (enero-febrero de 1643). Tuvo un importante éxito al frenar las incursiones de Rui de Figueiredo por el valle de Verín y en la frontera de Sanabria, pero fracasó cuando el conde de Castel Melhor conquistó la plaza de Salvatierra, que los portugueses retuvieron por diez años.

También fracasó el reparto de dieciséis mil soldados que relevaran a los que había levantado su predecesor.

Aunque las Juntas pidieron en Madrid la continuidad de Martín de Redín al frente del Gobierno, se le retiró sin llegar a cumplir los tres años que teóricamente debiera haber completado.

En 1654, Martín de Redín se encontraba de nuevo en Malta, probablemente preparando la sucesión del anciano gran maestre Juan de Lascaris. La rebelión de Nápoles (1648) y la actividad de la flota francesa en socorro de los rebeldes y contra los barcos españoles había recrudecido la tensión en el Mediterráneo, concretamente en las costas de Sicilia y en el canal de Malta. Durante estos años, vuelve a destacar como hábil administrador en la construcción de fortalezas defensivas y también como político dentro de la Orden.

En octubre de 1656 murió repentinamente el virrey de Sicilia, Juan Téllez Girón, duque de Osuna, a los pocos meses de ocupar el cargo. Estaba previsto que, en tal caso, se hiciesen cargo del Gobierno, por este orden: su hijo el duque de Uceda, o el arzobispo de Palermo, o Martín de Redín. Pero Uceda estaba en España y el obispo de Palermo había fallecido en el ínterin, por lo que la lugartenencia de Sicilia correspondió al prior de Navarra. El 4 de noviembre de 1656, Martín de Redín tomó posesión del gobierno de Sicilia en Palermo, pero muy pronto, en enero, se trasladó a la ciudad rival de Mesina, para estar mejor informado de lo que ocurría en Malta. Su lugartenencia de Sicilia duró unos pocos meses, porque en agosto de 1657 fue elegido gran maestre, y en septiembre abandonó aquel Reino dejando la “presidencia” interina en manos de Juan Bautista Ortiz de Espinosa, juez del “Sacro Consiglio”.

Durante el largo gobierno de Juan de Lascaris en Malta (1636-1657), que coincidió con la guerra hispano- francesa, se había acentuado la rivalidad entre los caballeros de una y otra nación. Cuando finalmente murió con noventa y siete años, los representantes de las distintas “lenguas” de la Orden llevaban años negociando su sucesor entre candidatos del partido francés y del español. Finalmente, resultó elegido Martín de Redín como el cincuenta y siete gran maestre de la Orden de Malta (18 de agosto de 1657), con una edad relativamente avanzada y amplia experiencia militar y diplomática. Aunque su rival, el señor de Oddi, inquisidor de Malta, trató de invalidarla por simoníaca, la ratificó el papa Alejandro VII. Ningún español había ocupado el cargo desde finales del siglo XVI, con el aragonés Martín Garcés, Gran Castellán de Amposta (1595-1601). Sin embargo, tras el breve paréntesis de Clermont de Chates, bailío de Lyon, después de Martín de Redín se sucedieron como grandes maestres dos hermanos de origen mallorquín, Rafael y Nicolás Cotoner (1660-1663 y 1663-1680).

Martín de Redín apenas pudo desempeñar el cargo durante dieciséis meses. La firma de la paz de los Pirineos permitió restablecer la colaboración entre los caballeros de ambas nacionalidades, que se hacía más urgente por los avances turcos en el Mediterráneo oriental. La armada de Malta, durante estos años, colaboró con los venecianos en la larga guerra de Creta (1645), que terminaría con la capitulación de Candía, su capital (1669). Empleó buena parte de las rentas en la construcción de torres de vigilancia costera en Malta y en las nuevas murallas de Medina, uno de cuyos baluartes lleva todavía hoy su nombre, y donde el “hakem” o gobernador de la ciudad ordenó colocar una lápida y elaborar una medalla conmemorativa. Las autoridades del Reino de Navarra también festejaron el éxito de Martín de Redín, colocando en su casa natal de la Calle Mayor de Pamplona una solemne inscripción latina. Sus méritos sirvieron para la promoción de su Casa, que poco después emparentó con los Lodosa y finalmente con los Ayanz, condes de Guenduláin.

 

Bibl.: G. E. Di-Blasi, Storia cronologica dei vicerè, luogotenenti e presidenti del regno di Sicilia, Palermo, 1871; A. Pardo y Manuel de Villena, Grandes Maestres de la Orden de Malta pertenecientes a las lenguas de Castilla y de Aragón en los siglos XVII y XVIII y su intervención en la política internacional de su época, Madrid, 1932; J. Salvá, La Orden de Malta y las acciones navales españolas contra turcos y berberiscos en los siglos XVI y XVII, Madrid, 1944; L. de Aspurz, Redín, soldado y misionero (1597- 1651), Madrid, Espasa Calpe, 1951; L. Fernández Vega, La Real Audiencia de Galicia, órgano de gobierno durante el Antiguo Régimen (1480-1808), ts. I y III, La Coruña, Diputación, 1982 y 1984, pág. 171 y pág. 409, respect.; L. Rama Patiño, “Perfil socio-profesional de los Gobernadores Capitanes Generales del Reino de Galicia en el reinado de Felipe IV”, en VV. AA., Universitas. Homanaje a Antonio Eiras Roel, Santiago de Compostela, Universidad, 2002, págs. 297-312.

 

Alfredo Floristán Imízcoz