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José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo

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Biografía

Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, José. Algeciras (Cádiz), 28.IV.1777 – Sevilla, 25.VII.1853. Teniente general de la Armada, ministro de Marina.

Tercer hijo del matrimonio entre Joaquín Primo de Rivera y Pérez del Arco, gobernador de Maracaibo (Venezuela), y Eulalia Ortiz de Pinedo y Muñoz.

Siguiendo la tradición familiar, ingresó con doce años como cadete de Artillería en Maracaibo (abril de 1789), pero al manifestar deseos de servir en la Armada sentó plaza de guardia marina en la Real Compañía de Cádiz en 1792. Hizo sus primeras campañas navales en América quedando asignado al apostadero de Cartagena de Indias en tareas hidrográficas. En 1804 regresó a España con el empleo de teniente de fragata y se le dio el mando de la goleta Sevillana con la que condujo importantes pliegos de Gobierno a la América septentrional. La travesía fijada dura, tocando en los puertos de Guayas, Veracruz y La Habana, librando frente a este último combate con buques ingleses. Por estas acciones, obtuvo el ascenso a teniente de navío con veintiocho años.

Destinado más tarde a la fragata Prueba, en 1807 fue nombrado ayudante del teniente general Álava en el Consejo del Almirantazgo, por lo que el 2 de mayo de 1808 le sorprendió en Madrid y ante la ocupación francesa consiguió salir de la ciudad burlando la fuerte vigilancia establecida y llegó a Zaragoza donde se puso a las órdenes del general Palafox que, en repetidas ocasiones, mostró su satisfacción por el valor, pericia, celo y patriotismo del joven marino. Participó en el combate de Las Heras y en numerosas operaciones, obteniendo como consecuencias de ellas, la graduación de teniente coronel del Ejército que luego le fue permutada por la de capitán de fragata. Por estos servicios obtuvo también la Cruz del Primer Sitio de Zaragoza y la de San Fernando de 1.ª Clase. En dicho sitio se encontraban también dos hermanos suyos, Joaquín y Antonio, oficiales de Artillería destacados también en los combates.

Presentado en el Departamento Marítimo de Cádiz, se le confió el mando de la corbeta Mercurio con la que realizó diversas comisiones reservadas en Montevideo y Buenos Aires, lo que le permitió conocer a la que seria su esposa Juana Sobremonte, hija del virrey del Río de la Plata Rafael de Sobremonte, con la que contrajo matrimonio, que habría de resultar muy prolífico, ya que tuvieron numerosos hijos, de los que cuatro ostentaron el rango de general.

En 1811 mandó la escuadra que bloqueó Buenos Aires sosteniendo frecuentes combates con los insurgentes, obteniendo la Cruz Laureada de Marina por su destacada actuación en la inutilización de veinticuatro cañones de la batería de costa. En 1815 se le nombró mayor general de la escuadra de Francisco Mourelle y comandante de las fuerzas de tierra con el campo de operaciones en el virreinato del Río de la Plata. Ascendido a capitán de navío en 1819 fue destinado a Cádiz con el fin de colaborar en los preparativos de la gran expedición destinada a hacer frente a la rebelión de las colonias americanas. En dicha ciudad le sorprendió el pronunciamiento del coronel Riego, al que se sumó en principio estimando que la rebelión contra el absolutismo fernandino “era el deseo de la mayoría de los oficiales”, pero luego se retractó y combatió al coronel Quiroga en el histórico puente Suazo, Más tarde, mandó los navíos San Julián y Asia con sendas comisiones a América. En 1823 recibió con disgusto la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y se negó a mandar los cañoneros armados en Sanlúcar a las órdenes del duque de Angulema, lo que le valió la postergación de los primeros años de la restauración fernandina, situación que se vio suavizada con el mando del navío Guerrero con el que volvió nuevamente al apostadero de La Habana.

En 1831 fue nombrado comandante general interino del Arsenal de La Carraca al que proporcionó un destacado impulso en la construcción naval, y en el año siguiente pasó a dirigir el Colegio de San Telmo de Servilla para la formación de mareantes.

En 1835 ascendió a brigadier y sus ideas liberales le llevaron a combatir en el bando isabelino al estallar la Primera Guerra Carlista, recibiendo el nombramiento de comandante general de las fuerzas navales de la costa de Cantabria. Promovido a jefe de escuadra en mayo de 1836 dirigió el ataque de las fuerzas de marina que permitió la toma de fortificaciones del puerto de Pasajes y subsiguiente ofensiva naval sobre Fuenterrabía.

En 1837 se le confió la presidencia del almirantazgo y fue elegido senador por la provincia de Cádiz iniciando así una carrera política no menos relevante que la militar y que le llevaría más tarde (12 de junio de 1839) al cargo de ministro de Marina en un gabinete de Evaristo Pérez de Castro. Solamente cuatro meses y un día duró su mandato, habiéndolo simultaneado con la cartera de Hacienda de forma interina. La firma del Convenio de Vergara secundó en 1843 el levantamiento contra el regente, general Espartero y fue nombrado de nuevo comandante general del departamento de Cádiz, ciudad de la que siguió manteniendo el título de senador. Pero los vientos de la política ya eran otros y, ascendido a teniente general en 1845, fue nombrado comandante general del apostadero de La Habana, cargo que desempeñó durante tres años, volviendo a mostrar sus preocupaciones y empeños en el desarrollo de la construcción naval.

En 1848, regresó a España y pasó los últimos días de su vida como senador en Sevilla, falleciendo en dicha ciudad en 1853 rodeado de sus hijos, cuatro de ellos generales y otros tantos tenientes coroneles.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), Exp. personal.

F. de Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, Jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, Madrid, Imprenta a cargo de J. López F. García y C.ª, 1873-1874, 3 ts. y 1 apéndice; J. L. Sariego del Castillo, Historia de la Marina española en la América septentrional y Pacífico, Veracruz, Editor J. M. Lara, 1968; J. Gil Pecharromán, José Antonio Primo de Rivera. Retrato de un visionario, Madrid, Temas de Hoy, 1993; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998.

 

José Ramón Cervera Pery