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Ramón María Calatrava Peinado

Biografía

Calatrava Peinado, Ramón María. Mérida (Badajoz), 26.IV.1786 – Madrid, 26.II.1876. Político y hacendista.

Procedente de una familia relacionada con la Administración local de su lugar de nacimiento, su padre fue escribano del Ayuntamiento de Mérida. Asimismo, fue hermano menor del que fuera presidente del Consejo de Ministros y ministro, José María Calatrava.

Tras iniciar estudios eclesiásticos más por el deseo de sus padres que por vocación propia, no tardó en abandonar la carrera eclesiástica para emprender la licenciatura de Derecho, ejerciendo algún tiempo como abogado.

En 1805 se incorporó a la administración del Estado como funcionario en la Contaduría de la Mesa Maestral, desempeñando a continuación la jefatura de la Contaduría General de Maestrazgos.

Al estallar la Guerra de la Independencia (1808- 1814), tomó parte activa en la misma, siendo capitán de Artillería de la Sección de Voluntarios de Mérida y distinguiéndose en el sitio de esta localidad.

Concluida prácticamente la guerra, fue declarado cesante en su puesto de funcionario por la reforma de 1813, aunque inmediatamente obtuvo el destino de oficial auxiliar del Ministerio de la Gobernación.

Dada su actividad política como firme partidario del liberalismo, fue declarado de nuevo cesante tras la reimplantación del absolutismo de Fernando VII, participando en diversas intrigas contra el Rey, como la Conspiración del Triángulo (1816), que fracasó, viéndose obligado a huir, emitiéndose una Orden Real para que se le detuviera por traición y siendo condenado en rebeldía a la pena de la horca.

Al retomar los liberales fugazmente el poder, en el marco del Trienio Liberal (1820-1823), en 1821 obtuvo un puesto de oficial en la Secretaría de Hacienda, donde pronto ascendió a oficial mayor segundo, recibiendo a continuación el nombramiento de secretario de Fernando VII con ejercicio de decretos.

Sin embargo con la vuelta del absolutismo tras la invasión en 1823 de las tropas enviadas por la Santa Alianza, los Cien Mil Hijos de San Luis, tuvo nuevamente que huir, exiliándose en Gran Bretaña. No pudo regresar a España hasta 1834, una vez fallecido Fernando VII y cuando los liberales habían logrado alcanzar definitivamente el poder, siendo repuesto en su antiguo destino.

En 1836, integrado en el Partido Progresista, del cual su hermano José María era uno de sus líderes, fue nombrado contador general de Distribución y, a finales de 1838, miembro de la Comisión Regia de Ultramar, que debía trasladarse a Cuba y Puerto Rico para examinar los distintos ramos de su Hacienda y proponer las mejoras necesarias para aumentar los recursos que la Corona podía obtener de sus posesiones ultramarinas, pero sólo unos días después Calatrava renunció a esta última designación por motivos de salud.

En enero de 1839, fue destituido de la jefatura de la Contaduría General de Distribución por el resentimiento que, al parecer, el entonces ministro de Hacienda, Pío Pita, sentía hacia su hermano José María, bajo cuya presidencia del Consejo de Ministros (1836-1837) éste también había desempeñado igualmente dicho ministerio, siendo cesado por Calatrava.

No obstante, en aquella decisión también debió pesar el descontento de Pita en relación a la forma de desempeñar dicho cometido por parte de Ramón Calatrava.

De una u otra forma, esta destitución resultó altamente controvertida, acrecentando la división entre las facciones progresistas.

El ejercicio de estos cargos en la administración estatal los compaginó con la representación parlamentaria, como diputado en Cortes por la circunscripción de Badajoz entre 1836 y 1837, y en 1839, legislatura esta última para la que también resultó elegido por Córdoba, pero optó por la provincia de su nacimiento.

En 1841 resultó elegido nuevamente diputado en Cortes por Badajoz, pero no juró al lograr, también, un escaño en el Senado en representación de la provincia de Segovia, optando por la Cámara Alta, donde permaneció hasta el año siguiente. Períodos en los que desarrolló una ingente labor parlamentaria como miembro de varias comisiones relacionadas con temas fiscales, autor de diversas proposiciones de ley y elocuente e incansable orador.

En 1842 alcanzó la culminación de su carrera política al ser designado el 17 de junio ministro de Hacienda del gabinete presidido por el marqués de Rodil, en el marco de la Regencia del general Espartero (1840-1843). El nombramiento del Gobierno Rodil supuso la ruptura total en el seno del Partido Progresista entre las corrientes a favor y en contra del Regente, enfrentamiento que se materializó en la debilidad parlamentaria del nuevo Ejecutivo, el cual se vio obligado a suspender las Cortes pocos días después de su designación, lo que fue interpretado por la oposición y la mayoría de los periódicos madrileños como el inicio de la dictadura personal de Espartero, aunque nada más iniciarse el año 1843 se convocaron nuevas elecciones a Cortes, que se celebraron en febrero; pero el proceso electoral en lugar de afianzar el poder de Espartero sirvió para ampliar aún más las fuerzas de oposición, dada la imposibilidad de entendimiento entre las facciones progresistas en el Congreso y el excesivo protagonismo de la minoría moderada, por lo que, ante su debilidad parlamentaria, el 9 de mayo el Gobierno del que formaba parte Ramón Calatrava dimitió en pleno. En cuanto a su labor ministerial, nada más ocupar la cartera se planteó la necesidad de introducir cambios en el sistema impositivo, por lo que dispuso la elaboración de una nueva matrícula catastral (1842), pero cuyos datos, que Madoz publicó en su famoso Diccionario, ofrecía múltiples irregularidades, por lo que no pudieron utilizarse para la introducción de la esperada reforma fiscal, que aún habría de dilatarse varios años.

Coincidiendo con el desempeño de su cargo ministerial, fue reelegido senador por la provincia de Segovia en las elecciones de octubre de 1842, aunque no juró el cargo hasta abril del año siguiente. En la Cámara Alta permaneció por poco tiempo, puesto que, al caer la Regencia de Espartero por el pronunciamiento del verano de 1843, el nuevo Gobierno dispuso la convocatoria de elecciones generales, incluida la renovación total del Senado, con el fin de eliminar la mayoría esparterista de esta institución parlamentaria.

Tras permanecer unos años alejado de las lides parlamentarias, volvió al Congreso de los Diputados representando al distrito cordobés de Villa del Río en mayo de 1847, permaneciendo en la Cámara Baja hasta agosto de 1850, representación electoral que fue posible gracias a la política de apertura hacia el progresismo del Gabinete de Joaquín Francisco Pacheco con el fin de posibilitar la presencia en el Congreso de personalidades de la oposición progresista, ampliamente derrotada en las elecciones de diciembre de 1846, siendo Calatrava el único candidato de este distrito, cuyos electores le mostraron su rechazo votando tan sólo el 23 por ciento del censo electoral.

Precisamente, durante este período, al convertirse en uno de los escasos miembros del Partido Progresista en el Parlamento, multiplicó sus intervenciones en contra de los gobiernos moderados, aprovechando la división interna y los enfrentamientos entre los cuadros dirigentes del partido entonces en el poder.

En 1848 fue nombrado consejero y presidente de la Sección de Hacienda y Ultramar del Consejo de Estado, solicitando su jubilación en 1873.

En los años siguientes de la Década Moderada (1843-1854), sufrió un nuevo intervalo de ausencia del Parlamento que duró hasta la victoria de sus correligionarios tras el pronunciamiento revolucionario de la Vicalvarada en 1854, siendo diputado en Cortes por la circunscripción de Badajoz desde diciembre de aquel año hasta septiembre de 1856, etapa en la que desarrolló una labor parlamentaria muy activa, como miembro de varias comisiones relacionadas con asuntos fiscales y de política interna, así como pronunciando interesantes y elocuentes discursos sobre la realidad política de este inestable período.

Tras el fin del Bienio Progresista (1854-1856), estuvo alejado de la vida parlamentaria activa, reiniciándola durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874), cuando representó como senador a las provincias de Madrid (1871-1872) y Logroño (1872-1873). Durante estos períodos ostentó también la presidencia de edad de la Cámara Alta y de varias secciones, siendo postulado como candidato a la presidencia definitiva en la última legislatura del reinado de Amadeo de Saboya. Finalmente, en 1873, resultó elegido por el distrito riojano de Santo Domingo de la Calzada para integrar la Asamblea Nacional de la Primera República.

A esta dilatada carrera política-administrativa se ha de añadir que, guiado por su caridad hacia los más desfavorecidos, desempeñó el puesto de consejero del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Madrid.

 

Obras de ~: Habiéndose servido el gobierno de S. M. separarme del destino que desempeñaba de contador general de distribución del reino creo que en defensa de mi reputación debo informar al público y satisfacer a mis amigos acerca de las causas de esta novedad, poniendo en su conocimiento las comunicaciones que han mediado sobre el asunto, Madrid, Imprenta del Eco del Comercio, 1839.

 

Bibl.: VV. AA., Semblanzas de los 340 diputados a Cortes que han figurado en la legislatura de 1849 a 1850, Madrid, Imprenta de Gabriel Gil, 1850, pág. 37; J. Valera, Historia General de España desde los tiempos primitivos hasta la muerte de Fernando VII continuada desde dicha fecha hasta nuestros días por don Juan Valera con la colaboración de don Andrés Borrego y don Antonio Pirala, t. VI, Barcelona, Montaner y Simón Editores, 1882, págs. 367-368; Marqués de Miraflores, Memorias del reinado de Isabel II, t. II, Madrid, Ediciones Atlas, 1964 (col. Biblioteca de Autores Españoles, vol. CLXXIII), págs. 299-300; A. Moliner Prada, Joaquín María López y el partido progresista 1834-1843, Alicante, Instituto de Estudios “Juan Gil-Albert”, 1988, pág. 27; A. Gil Novales (dir.), Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid, El Museo Universal, 1991, pág. 112; A. Rull Sabater, Diccionario sucinto de ministros de Hacienda (siglos xix y xx), Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1991, págs. 75-76; R. Santillán, Memorias (1808-1856), Madrid, Banco de España, 1996, págs. 210-211 y 256-257; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998, págs. 410-413; J. R. Urquijo Goitia, Gobiernos y ministros españoles (1808- 2000), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001, pág. 177.

 

Francisco Miguel Espino Jiménez

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