Portugal y Pimentel, Diego de. Conde (IV) y marqués (I) de Gelves. Valladolid, 1559 – Madrid, 25.VIII.1636. Militar, virrey de la Nueva España y de Aragón, embajador.
Fue un soldado valiente e inteligente que desempeñó tan amplia gama de cargos como cualquier servidor de la Corona en la época de los Habsburgo, pero que no supo trasladar sus cualidades militares al papel de administrador al servicio del Gobierno.
Diego de Pimentel era el hijo menor de Bernardo de Pimentel, I marqués de Tavara, y nieto de Alonso de Pimentel, III conde de Benavente. Sirvió a la Corona en un sin par número de cargos durante más de medio siglo. Sirvió en Caballería durante la jornada de Portugal en 1580 y posteriormente fue trasladado a Sicilia, donde alcanzó el rango de maestre de campo a mediados de la década de 1580. En 1587 le encomendaron uno de los Tercios del Ejército en la empresa de Inglaterra. Estuvo primero a bordo del Gran Grin, y luego del San Mateo, y cuando éste se hundió (“roto por mil partes”) en los bancos de arena que se extendían entre Ostend y Sluys, Pimentel luchó encarnizadamente y fue uno de los pocos hombres que quedaban vivos cuando le hicieron prisionero. Su valor se celebró como una de las glorias compensatorias de la campaña. Estuvo prisionero durante seis meses hasta que le liberaron tras el pago de un rescate que organizó el duque de Parma, a pesar de que en su declaración a los captores holandeses había criticado duramente el fracaso de Parma al arriesgarse a partir para unirse a la Armada. Tras su liberación sirvió durante breve tiempo en los Países Bajos y actuó como embajador especial del Emperador. En 1601 fue nombrado capitán general de la Caballería en Lombardía a las órdenes del conde de Fuentes (que era su tío) y se le honró posteriormente con el nombramiento de consejero de Guerra de España. Sirvió en Milán hasta 1603, año en el que regresó a España, y donde desempeñó el cargo de consejero de Guerra hasta 1606, cuando fue nombrado castellano de Milán. Al morir Fuentes en 1610, se hizo cargo de la Armada de Lombardía hasta la llegada del nuevo capitán general, el condestable de Castilla.
Regresó de nuevo a España y continuó ejerciendo como consejero de Guerra (1612-1614).
En su juventud se casó con Juana de Toledo, hermana del marqués de Villafranca y al enviudar en 1610 (parece ser que sin hijos) se casó en segundas nupcias con Leonor de Portugal, IV condesa de Gelves, que a su vez había enviudado en 1608 de Fernando Ruiz de Castro y Portugal, cuarto hijo del VI conde de Lemos. Leonor murió en 1618, pero le dio a Diego una hija, a la que llamaron como su madre.
A finales de 1613 Gelves fue nombrado virrey de Aragón, y su condado fue elevado a marquesado, aparentemente en reconocimiento a su largo servicio, pero probablemente, en la práctica, para empujarle a dejar la Corte y trasladarse a vivir a Zaragoza. Regresó a la Corte en octubre de 1617 y de nuevo asumió su cargo como consejero de Guerra, asistiendo al Consejo de forma regular entre los años 1618 y 1620.
Felipe IV le envió aún más lejos de la Corte de lo que lo hizo su padre. El 10 de abril de 1621, apenas dos semanas después de iniciar su reinado, Gelves fue nombrado virrey y capitán general de Nueva España.
Abandonó Madrid sin la menor duda de que lo que se esperaba de él era que adoptase severas medidas para acabar con las desavenencias en Nueva España, ya que el Reino se encontraba atrapado en una crisis que enfrentaba entre sí a los poderes ejecutivo, judicial y eclesiástico. Gelves llegó a Veracruz en septiembre de 1621, pero en lugar de utilizar su posición para dividir a sus oponentes, se dedicó con vigor militar a la tarea de imponer su autoridad en el Gobierno. Trató de controlar el precio de los alimentos y de poner fin al contrabando, pero su ataque continuo contra los intereses creados de los grupos de poder en la capital sólo consiguió que se uniesen contra él: la Iglesia, la Inquisición, la Audiencia e incluso la Universidad hicieron frente común contra Gelves. La crisis llegó al límite el lunes 15 de enero de 1624, cuando la Ciudad de México se sublevó. Mientras una multitud atacaba su palacio residencial, Gelves tuvo que sacar de nuevo el coraje que ya había demostrado antes en las orillas de Flandes, y luchar para ponerse a salvo en un priorato franciscano. Unas setenta personas aproximadamente murieron en los disturbios y la tarea de poner paz en la ciudad no recayó sobre el virrey, ya sin crédito alguno en el reino, sino sobre el arzobispo de México, Pedro de la Serna. Gelves fue depuesto, y durante ocho meses el Gobierno estuvo en manos del arzobispo y de la Audiencia.
El 14 de septiembre de 1625, De la Serna recibió al sucesor de Gelves como virrey, Rodrigo Pacheco Osorio, marqués de Cerralvo. Gelves fue restablecido como virrey el 31 de octubre de 1625 a condición de que renunciase formalmente al cargo al día siguiente y Cerralvo tomó posesión el 3 de noviembre. Pero la mala suerte de Gelves no terminó ahí, ya que viajaba en la flota que fue interceptada por Piet Heyn y tuvo que refugiarse en Cuba antes de regresar a España. Al llegar, Gelves se encontró con la noticia de su nombramiento como consejero de Estado en abril de 1624, un mes antes de que las noticias sobre la revuelta del 15 de enero llegaran a la Corte. Sin embargo, no le permitieron asistir al Consejo hasta pasados tres años.
Tomó posesión el 13 de enero de 1628 y, a pesar de su avanzada edad, asistió al Consejo de forma regular (283 sesiones de 593) hasta noviembre de 1635.
Fue un enérgico consejero a favor de Olivares (quizá para tratar de recobrar su reputación) en el intento del conde duque de conseguir la paz o al menos una tregua duradera en los Países Bajos. También pidió que la armada de Dunkirk fuese lo suficientemente financiada y respaldada para poder llevar a cabo el bloqueo económico contra las Provincias Unidas. Logró recuperar el favor de Felipe IV. En 1629 se le autorizó a contraer de nuevo matrimonio con María Matías, de sólo catorce años (por entonces Gelves tenía setenta) y en 1631 el Rey le nombró capitán de la Guardia Española, encomendándole algunos asuntos especialmente delicados (como el arresto del duque de Aerschot en 1634). Tras morir a los setenta y seis años, el Rey concedió a su joven viuda 3000 ducados de renta en reconocimiento por sus servicios.
Obras de ~: The deposition of Don Diego Piementellj, cheefe maister of one regiment of the campe of the King of Spayne [microform]: as hee deposed before, and in the presence of the chiefest lords of the counsaile of the Haghe in Holland. Translated out of Dutch into English, by F. M, London, J. Woolfe, 1588.
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Patrick Williams
