Ayuda

Francisco de Paula Parreño y Lobato de la Calle

Biografía

Parreño y Lobato de la Calle, Francisco de Paula. Ceuta, 1.XII.1812 – Madrid, 1882. Subsecretario de Guerra, ministro interino de este departamento, diputado a Cortes y consejero de Estado.

Ingresó en el Colegio Militar de Segovia en 1825, siguiendo los estudios hasta su ascenso a subteniente en 1832; tras haber concluido el curso de estudios con aplicación, aprovechamiento y buena conducta que preveía el artículo 254 del Reglamento del citado colegio. Su primer destino fue el de ilimitado a la plaza de Pamplona y, posteriormente, se le destinó al Regimiento de Infantería de Córdoba. El joven oficial Parreño tuvo muy pronto su bautismo de fuego, con motivo de la Primera Guerra Carlista, dado que en octubre de 1833 declararon su rebeldía las provincias del norte.

La muerte de Fernando VII hizo que el poder regio recayera en su viuda, María Cristina de Nápoles. Su procedencia no era en absoluto liberal, pero el estallido de la guerra civil hizo derivar la situación hacia un liberalismo moderado, en primer término, y luego hacia un liberalismo pleno. Con la muerte del Monarca y las pretensiones al Trono del pretendiente don Carlos en oposición a la que será Isabel II, se inició la sublevación carlista; generalmente eran sublevaciones de pequeñas partidas en el País Vasco, Navarra y Cataluña, incorporándose en un segundo momento algunos elementos militares, de manera que a la altura de 1834 la mayor parte del País Vasco estaba sublevado, cayendo en manos de los carlistas ciudades como Bilbao y Vitoria. Así, Tomás Zumalacárregui se hizo con el mando de las tropas carlistas, a comienzos de 1834, derrotando a los liberales en la batalla de las Amézcoas. Sin olvidar que desde 1834 María Cristina había logrado un apoyo exterior muy útil para derrotar al adversario: los gobiernos liberales de España y Portugal suscribieron la Cuádruple Alianza con Gran Bretaña y Francia.

A lo largo del conflicto civil, Francisco Parreño se fue ganando por parte de sus mandos una serie de consideraciones sobre su valía personal; así, ascendió al grado de teniente tras la toma de Logroño en 1833, seguido de la concesión de la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase. En 1835, en la acción de Urbizu, fue gravemente herido, siendo agraciado con la efectividad de teniente y grado de capitán, quedando en Logroño durante varios meses como consecuencia de las heridas recibidas. A comienzos de 1838 entró por segunda vez en las operaciones que se estaban efectuando en Cataluña. Su decidido valor y la precisión que manifestó en dichas operaciones, motivaron su ascenso al empleo de capitán, además de ser recomendado a Su Majestad, mereciendo un voto de gracias. También recibió el grado de comandante, con antigüedad por mérito de guerra, y mayor de batallón.

La finalización de la Primera Guerra Carlista llegó en agosto de 1839; el Convenio de Vergara selló con un abrazo de los dos generales (Espartero y Maroto) la liquidación del conflicto. Los carlistas consiguieron el mantenimiento de los fueros. Tan sólo hasta 1840 perduró la resistencia en el Maestrazgo, bajo la dirección de Ramón Cabrera.

Parreño pasó a desempeñar el servicio de jefe de Estado Mayor de la primera división del Ejército del Norte, en la Capitanía General de Navarra, siendo comisionado del mando del Regimiento de Infantería de Borbón. En agosto de 1843 fue nombrado jefe de Estado Mayor de la vanguardia a las órdenes del brigadier Fernando Fernández de Córdoba, siendo poco después ascendido con el empleo de comandante de Caballería. Al año siguiente fue nombrado jefe de Estado Mayor de las fuerzas que operaban con él, como consecuencia del alzamiento de las plazas de Cartagena y Alicante.

El final de la década de 1840 transcurrió para Francisco Parreño en las distintas capitanías de Cataluña y Baleares, donde ascendió a teniente coronel del Cuerpo de Estado Mayor del Ejército por antigüedad.

El empleo de coronel de Caballería por gracia particular lo recibió en 1850. Fue nombrado secretario de la Revista de Inspección en 1855. Posteriormente fue elegido jefe del Depósito de la Guerra, alcanzando el empleo de brigadier en 1858. La labor emprendida como jefe del citado depósito fue valorada y reconocida, prueba de ello es el agrado manifestado por la Reina, como consecuencia de los trabajos que bajo su dirección ejecutó en la Memoria General correspondiente a 1860, relativa a la organización militar y las distintas ramas administrativas del Ejército.

Tras los acontecimientos que tuvieron lugar en Madrid en junio de 1866, y por el mérito que contrajo en ellos, Parreño fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar de 3.ª Clase. En este mismo año fue nombrado subsecretario del Ministerio de la Guerra y promovido al empleo de mariscal de campo. Además, se le encargó interinamente del despacho ordinario del referido Ministerio, durante la ausencia del ministro de la Guerra. La enfermedad del general Narváez, duque de Valencia, definía el final de una etapa, hasta que con su fallecimiento (1868), Parreño dejó el cargo. Como últimos elementos de su dilatada carrera profesional, fue diputado a Cortes, capitán general del distrito de Castilla la Vieja y consejero de Estado.

Falleció en Madrid en 1882.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exps. personales, C-127, exp. 20.

G. Bleiberg, Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1979.

 

Javier Ramiro de la Mata

Personajes similares