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Carlos de Padilla y Bouay

Biografía

Padilla y Bouay, Carlos de. Drogenbos (Bélgica), c. 1606-1607– Madrid, 5.XII.1648. Militar, capitán general de la Artillería del Milanesado, teniente general de la Caballería, caballero de la Orden de Santiago.

Segundogénito de Francisco de Padilla y Gaitán (muerto en Milán en 1633), castellano de Milán (1620-1633), gobernador general interino del Milanesado (1630), y de su esposa Carlota-Ana de Bouay- Barbençon, hija de los señores de Drogenbos, cuyo apellido transcriben los textos españoles como Bués. Su padre, natural de Toledo, era sobrino del adelantado mayor de Castilla, Martín de Padilla y Manrique (fallecido en 1601), I conde de Santa Gadea (1586- 1601), hallándose también entre su ascendencia el jefe comunero de Toledo, Juan de Padilla (1480-1521) y Luis Gaitán, I conde de Villafranca de Gaitán, caballero de Santiago y embajador en Saboya. Fue un militar distinguido en las guerras de Flandes y Francia.

Sus coetáneos Carlos Coloma —que le sucedería en la castellanía de Milán— y Alonso Vázquez le citan a menudo en sus escritos. El último nos recuerda que “era temido de los enemigos y siempre que se vio con ellos a las manos salió vencedor, que es lo que un capitán de buena fortuna puede desear”. Luego sería maestre de campo de un tercio de la Armada (1597-1604), con el cual regresó a Flandes en 1604, donde casó y permaneció sirviendo hasta 1609, en que fue nombrado capitán general de la Artillería del Milanesado, donde residiría hasta su muerte. De su matrimonio dejó dos hijos y una hija: Carlos, Juan y María, los tres relacionados con la conspiración del duque de Híjar para coronarse rey de Aragón (1648). El primero y el tercero llevaron los apellidos Gaitán de Padilla, con los que Carlos es citado cuando se le concedió el hábito de la Orden jacobea (1622), primer documento donde se le menciona; pero, en adelante, consta siempre como Carlos de Padilla. Permaneció junto a su madre y sus hermanos en Bruselas cuando su padre marchó a Milán (1609), pero toda la familia se reuniría con él en Lodi, cuya castellanía compartió —desde 1612— con el generalato de la Artillería.

Se ignora cuándo comenzó a servir, constando ya como capitán del tercio de Infantería de Saboya en una revista de 1631. En 1633, su compañía fue una de las que sacaron de dicho tercio para formar —junto a otras del tercio de Lombardía— el que Juan Diaz Zamorano llevó a Alemania a las órdenes del duque de Feria, hallándose en aquella fulgurante campaña otoñal en que, tras levantar el asedio de Constanza (5 de octubre) y tomar Waldshut (13 de octubre), Säckingen (13 de octubre), Laufenburg (14 de octubre) y Rheinfelden (17 de octubre, al asalto), las armas españolas socorrieron Breisach (21 de octubre). Reforzados el año siguiente por el cardenal infante, sirvió con el mismo tercio en la batalla de Nördlingen (6 de septiembre de 1634), donde su unidad —ahora al mando de Martín de Idiáquez— protagonizó una de las gestas memorables de aquel siglo al deshacer las sucesivas cargas de las hasta entonces invictas Infantería y Caballería suecas, que infructuosamente intentaron desalojar a su tercio de la colina de Alberg. Cuando dicho tercio fue reformado en Bruselas, en marzo del año siguiente (1635), Padilla recibió una compañía de caballos corazas que mandó aquel mismo año en la defensa del Brabante, sorpresivamente invadido por franceses y holandeses, hallándose con ella en la contra-invasión de Francia del año siguiente (1636), cuando el cardenal infante conquistó Corbie (14 de agosto). Su compañía fue precisamente una de las que, formando a las órdenes de Juan de Werth, causaron harto temor y daño al país, al llegar en sus correrías casi a las mismas puertas de París. En 1640, a la muerte del marqués de Fuentes, recibió la compañía de lanzas que éste tenía “por finanzas” (es decir, costeada por aquellas provincias), pasando la suya a Antonio Pimentel de Prado, futuro maestre de campo. Poco después, en abril de 1641, fue promovido al empleo de coronel de un regimiento de caballería alemana de nueva leva para el llamado Ejército de Alsacia, financiado entre el rey de España y el Emperador y alojado en territorio imperial aunque su contaduría residía en Milán. Con dicho regimiento se ilustró en la batalla de Honnecourt (26 de mayo de 1642), siendo citado en el informe que el capitán general, Francisco de Melo, redactó el día 27 (Novoa, 1878, IV: 36-43); también asistió el año siguiente a la batalla de Rocroi (19 de mayo de 1643), combatiendo en la derecha de la línea española, al mando del conde de Isenburg. En aquella jornada, con una simple carga sacaron del campo a la caballería francesa, aunque después, más empeñados en el saqueo del bagaje enemigo, fueran dispersados por la reserva de Sirot, abandonando a su suerte a la infantería del conde de Fontaine. El regimiento de Juan fue reformado a finales de dicho año (10 de diciembre de 1643) para nutrir el contingente de caballería que fue enviado a Cataluña, a bordo de la Armada del Oceáno, a finales de aquel mismo año.

Desembarcados en Tarragona, Juan fue promocionado al empleo de teniente general de la Caballería valona del Ejército de Cataluña, que sirvió poco después en la batalla de Lérida (15 de mayo de 1644), donde fue derrotado el ejército franco-catalán de La Mothe, abriendo así paso a la reconquista de la ciudad. Dos años más tarde (21 de noviembre de 1646), se hallaría también en la derrota del conde de Harcourt ante los muros de la misma plaza, que los franceses sitiaban y de cuyas posiciones fueron desalojados. Juan seguía desempeñando el puesto de teniente general de la Caballería, uno de los tres del mismo rango que existían en el Ejército de Cataluña, pero era el más antiguo de todos. Sin duda, albergaría en su ánimo la esperanza de alcanzar el mando superior del Arma; es decir, su capitanía general, que era la promoción natural de los tenientes generales. Probablemente no superó la frustración por el nombramiento, para la campaña de 1648, del duque de Alburquerque, que ya había mandado la Caballería de Flandes en Rocroi, aunque Felipe IV hubo de retirarle de allí al año siguiente por las críticas que su actuación recibió (las relaciones de las campañas militares en Flandes de 1636, 1641, 1642 y 1643, de Juan Antonio Vincart, citan algunas de sus acciones, aunque no aportan detalles biográficos).

Por el matrimonio de su hermana con el conde de Cifuentes, estaba lejanamente emparentado con el duque de Híjar, Rodrigo Sarmiento de Silva, descontento también por no llegarle las promociones cortesanas a las que aspiraba y que habían gozado tanto su abuelo Rui Gómez de Silva, privado de Felipe II, como su padre, celebrado poeta y cortesano de Felipe III. Triunfantes entonces las sublevaciones de Portugal y Cataluña, no sofocada aún la de Nápoles y creciente el descontento aragonés por la presión fiscal, la ruina del comercio, las incursiones fronterizas del enemigo, la carestía y los brotes de peste, concibieron el proyecto de sublevarse. Hubo contactos con los rebeldes portugueses a través de Sevilla y también con algunos que, habiendo desertado del ejército realista, se hallaban en Cataluña. Carlos de Padilla no desconfió en aquellos contactos de un viejo soldado borgoñón que había servido en su regimiento alemán, pero debió sobrevalorar su lealtad porque este hombre —cuyo nombre se trató de preservar— le denunció. Fue detenido en compañía de Pedro de Silva y Mendoza, II marqués de Vega de la Sagra, pariente del duque. Conducidos ambos a Madrid, confinados en la Cárcel de Corte, sin respetar las prerrogativas como caballero cruzado de Padilla. Sometidos ambos a tortura, acabaron confesando y, tras rápido proceso, fueron condenados a muerte y ejecutados en la plaza Mayor de Madrid. Carlos de Padilla no denunció a su hermano, entonces maestre de campo en Milán, pero le fue interceptada una comprometida carta, remitida antes de su detención, que bastó para arruinarle. En cuanto al delator, colmado de más promesas que mercedes, refiere Barrionuevo que murió indigente en la Corte, en 1655 (Avisos, II: 63).

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, leg. 1926 (concesión del hábito); Estado, 3336 a 3348 (para su etapa de capitán en el tercio de Saboya); Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Santiago, exp. n.º 3375 (pruebas); Estado, 1623, Apd. 1 (exp. de Claude Henry, barón de Rocca, para su regimiento de caballería).

M. de Novoa, Memorias de Matias de Novoa, Ayuda de Cámara de Felipe IV, antes atribuidas a Bernabé de Vivanco, o Historia de Felipe IV, pról. de A. Cánovas del Castillo, Madrid, Real Academia de la Historia, 1878 (Memorial Histórico, t. LXIX, vol. IV, págs. 484-515); F. Weinitz, Der Zug des Herzogs von Feria nach Deutschland im Jahre 1633, Heildeberg, 1882; M. Parets, De los muchos sucesos dignos de memoria que han ocurrido en Barcelona y otros lugares de Cataluña entre los años de 1626 a 1660, Madrid, Real Academia de la Historia, 1891-1893 (Memorial Histórico, XX-XXV); I. de Barrionuevo, Avisos de Jerónimo de Barrionuevo (1654-1658) y apéndice anónimo de 1660 a 1664, ed. de A. Paz y Meliá, Madrid, Manuel Tello, 1891-1893, 4 vols.; R. Ezquerra Abadía, La conspiración del Duque de Híjar (1648) (Premio Nacional de Literatura, 1933), Madrid, M. Borondo, 1934; Q. Aldea Vaquero (ed.), España y Europa en el siglo xviii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, págs. LXVLXXVIII y apéndice n.º 18; P. Sanz Camañes y E. Solano Camón, “Nuevas perspectivas en torno a la conspiración del duque de Híjar”, en P. Fernández Albadalejo (coord.), Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna (Alicante, 27-30 de mayo de 1996), vol. I, Alicante, Caja de Ahorros del Mediterráneo-Universidad de Alicante, 1998, págs. 521-537.

 

Juan Luis Sánchez Martín