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Francisco de Lapierre

Biografía

Lapierre (o La Pierre), Francisco de. Lyon (Francia), 1685-1690 – ¿Cádiz?, s. m. s. XVIII. Teniente coronel e ingeniero en jefe. 

En 1705 ingresó en el Ejército como cadete de Infantería. En 1711 ascendía a teniente y en 1722 a capitán de Granaderos del Regimiento de Utrecht.

En 1724 estaba cursando estudios en la Academia de Matemáticas de Barcelona. Debía ser académicamente aventajado, ya que un dibujo suyo sobre el perfil de la iglesia de la ciudadela de Barcelona fue presentado por el conde de Montemar al marqués de Castelar el 11 de noviembre de 1724, “para que reconozca por ellos [los planos] lo que adelantan estas academias en el diseño”.

En 1726 terminaba sus estudios, ingresando en el Cuerpo de Ingenieros como ingeniero extraordinario. En este tiempo “había asistido a cuantos sitios y otras funciones de guerra, había dado S.M., cumpliendo bien, como lo acreditaban las certificaciones que tenía de sus jefes y ofrecía presentar si se le mandaba”.

Por Real Orden de 22 de diciembre de 1726 pasaba destinado a Andalucía, debiendo dirigirse a Algeciras. En 16 de agosto de 1727 prestaba sus servicios en Málaga y demás costas del Reino de Granada. En este último año (1727) estuvo en el sitio de Gibraltar, formando parte de los ingenieros destinados al asedio. Durante el mismo, hubo un incidente protagonizado por el comandante militar de Andalucía, don Juan de Villalba. Este jefe, con ocasión de la fiesta de Santa Bárbara, efectuó un comentario acerca del mal estado en que se hallaba el camino recientemente acabado entre Jerez y el Puerto de Santa María, atribuido por él a la escasa capacidad de los ingenieros españoles. En el informe, que de inmediato remitió el ingeniero en jefe, Francisco de la Pierre, al conde de Aranda, que ostentaba la jefatura máxima del Cuerpo, indicaba cómo ante una numerosa concurrencia, don Juan de Villalba se permitió afirmar que para la construcción del citado camino “lo mexor era haver traido un sugeto extragero que lo dirigiesse, y no estos ingenieros de España que todo lo quieren saber y no entienden nada, y no son más que, unos chisgarabís”. Como quiera que el comentario, en extremo ofensivo, no se ajustaba a la realidad, pues las obras habían sido dirigidas precisamente por un ingeniero flamenco, el conde de Aranda elevó una queja formal ante don Sebastián de Eslava, titular de la secretaría de Guerra, para que la trasladara al rey y éste resolviera. El conde Aranda recibía cumplida respuesta de todo indicándole, además, que las disculpas del comandante general serían públicas.

Según orden de 10 de octubre de 1732, estaba desinado en Aragón, donde debía continuar, y en octubre de 1733 trabajaba en Cartagena, donde intervino con el ingeniero director don Antonio de Montaigu en la obra de su puerto.

Con fecha de 1 de julio de 1735 era destinado a Sicilia y por una Real Orden de 30 de noviembre de 1736 pasaba a servir como ingeniero ordinario y grado de capitán en Cataluña, procedente del Ejército de Italia.

En 1737 junto con don Antonio de La Riviere, realizaba un proyecto para fortificar el recinto de la muralla antigua de los baluartes de Tallers y del Ángel en Barcelona. El 13 de septiembre de 1737 se le propuso para ingeniero en segunda y teniente coronel, a lo que era promovido en 1740.

En un informe del ingeniero director Miguel Marín, siempre de 1737, sobre este ingeniero, entre otras cosas se dice de él: “Don Francisco Lapierre. Ingeniero Ordinario y Capitán. Sirve en el Cuerpo desde el año de 1726, haviendo tenido el destino a parajes que se han ejecutado muchas obras: a su buelta de la expedición de Italia sirve a mis órdenes en esta Capital, haviéndole encargado en particular la obra del Almacén de los vestuarios que se halla en esta Diputación, de bastante consequencia, que ha desempeñado con acreditada inteligencia como lo ejecuta en cuanto se ordena […] A este oficial le acompaña además de la práctica, que ha manifestado un perfecto conocimiento en la theórica en quanto conduce a su profesión, aplicándose incansablemente al mayor adelantamiento de ella. Me consta su rectitud de conducta desde que lo conozco, en lo que continúa. Barcelona, 25 de mayo de 1737. Dn Miguel Marín”.

Por Real Orden de 3 de mayo de 1738, se le ordenaba que pasara a Badajoz junto con don Antonio de La Riviere y el ingeniero extraordinario don Claudio de Lisle. Sin embargo, el 2 de agosto el ministro de Guerra suspendía la marcha a Extremadura y le comunicaba “que se halle pronto para el embarque”. Finalmente, por una Real Orden de 23 de noviembre de 1738 se le ordenaba pasar destinado a Canarias, “formando parte de una comisión de reconocimiento y examen para proponer reformas o mejoras, si había lugar, en las dependencias de Guerra”.

En ese año de 1738, el problema de la defensa de Canarias volvía a ser urgente, ya que las diferencias con Inglaterra se hacían evidentes. Se planteó de nuevo la necesidad de acometer la tarea de fortificar las islas y diseñar un plan de conjunto. A ello respondía la comisión que se dio al grupo de oficiales que el 23 de noviembre de 1738 fueron enviados a las islas Canarias “para reconocer y informar del estado de las Dependencias” del Ministerio de Guerra en el archipiélago. La comisión estaba constituida por un coronel de Infantería, dos oficiales de Artillería y cinco ingenieros militares: Antonio Riviere, Francisco Lapierre, Tomás Varlucel Dhotell, Claudio de Lisle y Manuel Hernández. Mientras que Riviere, Varlucel Dhotell y Hernández permanecían en Santa Cruz, Lapierre y Delisle fueron enviados por el comandante general a Gran Canaria, sin duda por la necesidad de atender también a las fortificaciones de esa isla ante las noticias del conflicto con Inglaterra.

El 13 de septiembre de 1739, el duque de Montemar elevaba propuesta de ascensos; entre ellos figuraba para ser promovido a ingeniero en segunda Lapierre, lo cual se efectuaría en enero de 1740 y con el grado de teniente coronel.

En 1741 realizaba en la isla de Gran Canaria, el refuerzo de la muralla del reducto de Santa Isabel, abriendo, además dos portadas en la misma. También intervino en la inspección de las obras y en el cotejo de la calidad de los trabajos de la iglesia de San Francisco de Borja en Las Palmas de Gran Canaria, desde 1744 hasta su terminación en 1754. Esto lo realizaba, a pesar de que su residencia estaba en Santa Cruz desde 1749, pues en carta de 21 de marzo de dicho año, dirigida al ingeniero general don Pedro Superviela, le decía: “habiéndome restituido el 18 de este mes a esta Ysla de Thenerife después de un año de ausencia empleado en la construcción de la presisa batería llamada San Fernando, en el Puerto de Canaria, que participé a V.S. su principio en mi última del 9 de Obre. pp. pasado...”.

Hasta 1747, siendo comandante general de Canarias don Juan de Urbina, no se empezó en serio la recaudación de fondos para el muelle de Santa Cruz de Tenerife, mediante pequeños impuestos a los barcos que llegaban procedentes de América principalmente. Urbina contaba con los ingenieros militares don Francisco de La Pierre y don Manuel Hernández. La Pierre fue encargado de la realización del proyecto y Hernández fue el artífice del plan para su realización. Después de discutir sobre el lugar más conveniente para cimentar el muelle y una vez decidido que se haría sobre la laja o saliente delante del castillo de San Cristóbal, se realizó el proyecto acabándose en 1749. El citado proyecto era enviado a Madrid para su aprobación, siendo comenzadas las obras en 1750. El proyecto consistía en un amplio y sólido malecón perpendicular a la costa y rematado en un martillo en forma de media luna que servía para proteger las escaleras de acceso. La construcción del muelle, bajo la dirección del ingeniero La Pierre, progresó rápidamente como se aprecia en un plano de 1753 en el que el dique aparece prácticamente terminado a falta del martillo de media luna, habiéndose construido ya las escaleras, el lugar escusado y el cimiento hecho para aguadero de los navíos. A partir de este momento se decidió construir una batería en el martillo o cabeza del muelle, encargándose de nuevo el proyecto a Francisco La Pierre. El muelle dio muestras de una gran solidez, resistiendo durante años sin mayores desperfectos, que los ocasionados por el huracán de 1755.

Por Real Orden de 13 de junio de 1752 se le concedía licencia para casarse con doña María Francisca Gautier, natural de Huesca, hija del capitán de Infantería don Rodolfo Gautier, castellano del castillo del Puerto de la Orotava en la isla de Tenerife. El matrimonio se celebró el 17 de septiembre del mismo año en la parroquia de la Concepción de Santa Cruz.

Igualmente, en Santa Cruz de Tenerife y en el ámbito civil, Francisco Lapierre construía el Palacio de Carta, terminado en 1752. En el edificio, de estilo barroco canario, con su fachada enteramente recubierta de cantería, se pueden apreciar también elementos de estilo neoclásico. De tres plantas, tiene el frontis dividido en igual número de cuerpos. En el primero se distinguen la puerta y una ventana a cada lado de la misma; en el segundo aparecen tres balcones, y, en el último, dos balaustradas de madera, con sendas ventanas situadas a cada lado de un reloj.

A propuesta del ingeniero general, don Juan Martín Zermeño, era ascendido en 1753 a ingeniero en jefe, continuando destinado en Canarias.

El 17 de septiembre de 1756 se le mandó volver a la Península para servir en Andalucía a las órdenes del capitán general, don Enrique de Gallois de Grimarest, pasando al Puerto de Santa María, donde se encontraba en 1758. Antes de su vuelta, realizaba el proyecto de La Casa de la Pólvora en Santa Cruz de Tenerife, situada en el antiguo camino de la Regla, muy cerca del mar. Se trataba de una nave de planta rectangular, siendo circular en los lados menores, que quedaba cerrada en su perímetro por un muro de gran espesor. La planta está cubierta con bóveda de medio cañón.

En febrero y noviembre de 1758 representó sus atrasos y pidió que se le ascendiese y que, si esto no era posible por no haber vacante, se le señalase pensión de alguna encomienda. Se pidió informe a don Maximiliano de La Croix, que lo dio favorable, asegurando que la relación que por mayor hacía de sus servicios don Francisco Lapierre, era verídica. El decreto fue: “Guárdese para preferirle en la primera vacante de ascenso según su antigüedad”.

En 1760 estaba a cargo de las fortificaciones de Cádiz. En ese mismo año levantaba un mapa de una porción de costa desde el Puerto de Santa María hasta Sanlúcar de Barrameda en Cádiz.

 

Fuentes y bibl.: H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983; M. G. Cano Révora, Cádiz y el Real Cuerpo de Ingenieros Militares (1697-1847). Utilidad y Firmeza, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1994; J. Tous Meliá, Santa Cruz de Tenerife a través de la Cartografía [1588-1899], Santa Cruz de Tenerife, Museo Militar Regional de Canarias - Fundación Santa Cruz 94, 1994; J. M. Pinto de la Rosa, Apuntes para la Historia de las Antiguas Fortificaciones de Canarias, Madrid, Tabapress - Museo Militar Regional de Canarias, 1996; H. Capel, “Los ingenieros militares y su actuación en Canarias”, en Actuación de los Ingenieros Militares en Canarias, siglos XVI al XX, Santa Cruz de Tenerife, Centro de Historia y Cultura de la Zona Militar de Canarias - Universidad de La Laguna, 2001, págs. 13-54; A. Alberola Romá, “Los ingenieros militares en el sitio de Gibraltar de 1727: Notas acerca de las dificultades de un ‘arma sabia”, en Revista de Historia Moderna, 22 (2004), págs. 271-290; “El Palacio de Carta, patrimonio de los chicharreros”, en Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, [en línea]; El castillo del Santo Cristo de Paso Alto, s. l., s. f.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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