Fernández del Pino, Francisco. Conde de Pinofiel (I). Antequera (Málaga), 13.IV.1768 – Madrid, 26.I.1843. Político y jurista.
Nacido en Antequera, fueron sus padres Francisco Fernández de Burgos, regidor perpetuo de Antequera, y Josefa del Pino y León. En 1794 se casó con María de los Dolores Osorio y Calbache Vera, de cuyo matrimonio nació Juan, que fue diputado por Ciudad Real, La Coruña y Málaga en diversas ocasiones entre 1836 y 1850. Tras el fallecimiento de su primera esposa contrajo matrimonio (1820) con Josefa Ovando y Pereiro. Era sobrino del cardenal Francisco Javier Delgado Venegas; y primo de Juan Acisclo de Vera y Delgado, arzobispo de Laodicea, que llegó a ocupar la presidencia de la Junta Central Suprema y Gubernativa del reino desde el 1 de noviembre de 1809 hasta su disolución.
Toda su formación la realizó en centros educativos de Granada, en cuya Universidad obtuvo el grado de bachiller en Leyes (6 de junio de 1787). A continuación completó sus estudios de Derecho en la Academia de Jurisprudencia Práctica, y durante ese mismo período obtuvo los títulos de bachiller (6 de marzo de 1789), licenciado (16 de enero de 1790) y doctor en Cánones (25 de enero de 1790).
Obtuvo una beca canonista vocal del colegio real de Santa Catalina de Granada (22 de noviembre de 1789) y fue nombrado, por el Claustro de la Universidad, presidente de las Academias de Derecho civil.
Posteriormente pasó a ejercer, sin sueldo (1 de octubre de 1792) la cátedra de Prima de Leyes. En noviembre de 1792 fue elegido consiliario del colegio de Santa Catalina y un año más tarde rector del mismo.
Durante todos estos años se formó en la práctica de la abogacía, logrando aprobar el examen que le habilitaba para ejercer como abogado ante la Real Chancillería (25 de abril de 1793) y los Reales Consejos (22 de julio de 1793).
A finales de 1799 empezó a solicitar de forma sistemática plazas relacionadas con el desempeño de la justicia. Finalmente el 16 de agosto de 1803 fue nombrado alcalde mayor del Crimen de la Audiencia del reino de Galicia. Desde el primer momento intentó destinos más cercanos a su lugar de nacimiento y finalmente en marzo de 1805 consiguió la plaza de alcalde de la Cuadra de la Real Audiencia de Sevilla.
Unos meses más tarde se le envió a solucionar los conflictos existentes en El Puerto de Santa María, labor que desempeñó de forma tan satisfactoria que las instituciones locales solicitaron (noviembre de 1806) que se mantuviese durante cuatro años como comisionado regio para la administración de justicia. A iniciarse la Guerra de la Independencia, se encontraba en Antequera y regresó rápidamente a Sevilla.
El 18 de septiembre de 1809 fue nombrado para ejercer la Semanería General de las Causas de Vagos y Malhechores, en su condición de alcalde más antiguo de la Audiencia; y en enero de 1810, cuando las tropas francesas se hallaban cerca de Sevilla, solicitó trasladarse a Antequera por motivos familiares.
Al producirse la entrada de las tropas napoleónicas en Sevilla, Fernández del Pino se quedó en la plaza.
Obligados por las nuevas autoridades juró fidelidad a José I, aunque formó parte de la oposición interna, a juzgar la vigilancia a la que le sometían aquéllas.
Durante el período de ocupación (febrero de 1810 a 29 de agosto de 1812), su actuación más importante fue la designación, en razón de la antigüedad, para formar parte de la comisión encargada de aplicar el decreto de extinción de comunidades religiosas.
Como consecuencia de dichas medidas, numerosos religiosos quedaron en una situación de abandono que trató de combatir habilitando un establecimiento para acogerlos. Su actuación mereció el elogio del llamado Filósofo Rancio.
Tras la salida de los soldados napoleónicos fue propuesto para ocupar la alcaldía primera de la ciudad y un escaño en las Cortes. Por disposición de las Cortes de Cádiz fue suspendido de su empleo, al igual que otros muchos que habían colaborado con el llamado Gobierno intruso. Poco después se retiró a Antequera, en donde fue nombrado alcalde primero. Mientras estuvo en el cargo se negó a poner la placa de la Constitución y a celebrar el aniversario de su publicación.
Una vez restablecido el sistema absoluto, consiguió ser repuesto en su antiguo cargo (30 de septiembre de 1814). Poco después pidió (11 de noviembre de 1814) la plaza de oidor de la Chancillería de Granada, a la que se incorporó el 20 de enero de 1815. Durante el ejercicio de su cargo se le nombró visitador de la Universidad de Baeza “a fin de establecer la enseñanza por sus sanos principios” y se le encomendó la pacificación de Archidona.
El 15 de julio de 1816 fue nombrado regente de la Audiencia de Extremadura, en la que se encontraba al producirse la sublevación de Riego. Sus conexiones familiares con sectores absolutistas movieron al Gobierno a trasladarlo a la misma plaza en Granada (8 de septiembre de 1821) a pesar de que había sido propuesto en segundo lugar. En dicho destino favoreció notablemente a los sectores opuestos al Gobierno y facilitó información a las tropas francesas de los Cien Mil Hijos de San Luis, por lo que fue condecorado con la Legión de Honor. Asimismo, Fernando VII le nombró ministro del Consejo Real (13 de enero de 1824).
Un año más tarde (3 de abril de 1825), se le encomendaba desempeñar el puesto de gobernador de la Sala de Alcaldes de la Real Casa y Corte, en el que permaneció hasta el 3 de enero de 1831.
Durante el desempeño de esta responsabilidad participó activamente en las diversas causas de estado sustanciadas, entre las que destaca la relativa a las sublevaciones realistas de 1827, por la que mereció la felicitación del Gobierno, la abierta contra Manuel María de Oviedo, y otras varias en el año 1830.
Una vez instalado en Madrid, su meta fue formar parte de los Consejos. Durante el año 1826 realizó diversas instancias solicitando un puesto en la Cámara.
Pronto tuvo éxito en sus demandas, ya que primeramente se le concedieron (17 de febrero de 1827) honores de ministro del Consejo de la Cámara y dos años más tarde (20 de abril de 1829) plaza efectiva de la Real Cámara de Castilla, de la que tomó posesión el 12 de diciembre. A finales de ese mismo año (16 de diciembre de 1829) se le concedió también plaza efectiva de ministro del Consejo Real.
En 1832 fue nombrado secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia, en sustitución de Cafranga, quien consideraba necesario convocar nuevas Cortes para aprobar el cambio sucesorio de 1789, primero de forma interina (14 de diciembre de 1832 al 29 de diciembre de 1832) y a continuación en propiedad (29 de diciembre al 1832 al 25 de marzo de 1833).
Tras su cese se reincorporó a su puesto en el Consejo Real y en el de la Cámara de Castilla. Poco después, como era bastante habitual en el reinado de Fernando VII, se le ordenó salir de forma inmediata de Madrid (31 de julio de 1833) y se decretó su jubilación (4 de agosto de 1833).
Por esta razón pasó a residir en Antequera, pero ante la epidemia del cólera se le permitió trasladarse a Granada (8 de noviembre de 1833). Tras la llegada al poder de Francisco Martínez de la Rosa se le repuso en su plaza del Consejo y Cámara de Castilla (7 de febrero de 1834) y a continuación (20 de abril de 1834), se le nombró presidente del Tribunal Supremo de Hacienda. Al ser suprimida dicha Institución (14 de septiembre de 1835) pasó nuevamente a la situación de jubilado.
En 1838 fue propuesto para la Presidencia del Tribunal Supremo, en competencia con Nicolás María Garelli, y su candidatura que fue empatada (10 de febrero de 1838) en el Consejo de Ministros recibió el respaldo definitivo de la Reina dos días más tarde.
Se mantuvo en el puesto hasta el 2 de septiembre de 1840.
En 1834 fue nombrado prócer y tras la aprobación de la Constitución de 1837, fue elegido para representar a la provincia de Málaga en el Senado, siendo el candidato que más votos obtuvo. En 1840 volvió a ser reelegido por el mismo distrito, siendo nuevamente el candidato más votado.
Estaba en posesión de las condecoraciones y títulos siguientes: Regidor perpetuo y de hijodalgos de la ciudad de Antequera, caballero maestrante de Granada, Grandes Cruces de la Real Orden de Isabel la Católica (31 de octubre de 1831) y de la de Carlos III (23 de agosto de 1817), comendador de la Legión de Honor y honores del Consejo de Estado (16 de octubre de 1819).
El 2 de febrero de 1834 se le concedió el título de conde de Pinofiel.
Obras de ~: Catecismo cristiano político compuesto por un magistrado para la educación de su hijo, y dado a luz por el Ayuntamiento de Antequera para el uso de sus escuelas, Antequera, Imprenta de la viuda e hijos de Gálvez, 1814; Testimonio de las Actas de Cortes de 1789 sobre la sucesión en la Corona de España, y de los dictámenes dados sobre esta materia: publicado por Real Decreto de S.M. la Reina, Madrid, Imprenta Real, 1833; Discurso que pronunció en el Supremo Tribunal de Justicia su presidente el Excmo. E Ilmo. Sr. D. Francisco Fernández del Pino, conde de Pinofiel, del Consejo de Estado, etc. en el día 2 de enero de 1839, Madrid, Imprenta Nacional, 1839; Discurso que pronunció en el Supremo Tribunal de Justicia su presidente el Excmo. E Ilmo. Sr. D. Francisco Fernández del Pino, conde de Pinofiel, del Consejo de Estado, etc. en el día 2 de enero de 1840, Madrid, Imprenta Nacional, 1840.
Fuentes y bibl.: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Personal P. 94, exp. 4631; Archivo del Ministerio de Justicia, leg. 578 n.º 597; Archivo del Senado, exps. personales, HIS-0348-05; Archivo General Militar (Segovia), Personal. Célebres caja 51 exps. 8 y 9; Archivo Histórico Nacional, Consejos, leg. 8981, año 1834 n.os 1 y 2; 13355 exp. 37; Estado legs. 245 exp. 64; 252 exp. 53; 878 exp. 20; 63791 exp. 50; 69931 exp. 43; 6394 exp. 190; 6406 exp. 104; Estado, Carlos III, exp. 1729; 2099; Fondos Contemporáneos. Ministerio de Hacienda, legs. 519 exp. 3676; 2051 exp. 80; 2798 exp. 351; 2800 exp. 317; Fondos Contemporáneos Ministerio de Justicia Magistrados-Jueces, leg. 4859 exp. 10290; 4693 exp. 6450; Servicio Histórico Militar, exps. personales, Rollo 21.
F. de Bordas, Manifiesto de las operaciones de los ministros de la Real Audiencia de Sevilla, que se quedaron en la ciudad después de la invasión de los franceses desde la batalla de Ocaña hasta el día de entrada de las tropas aliadas, Sevilla, en la Imprenta de D. Josef Hidalgo [¿1812?]; J. F. Lasso Gaite, El Ministerio de Justicia: su imagen histórica (1714-1981), Madrid, J. F. Lasso, 1984; A. Gil Novales (dir.), Diccionario biográfico del Trienio Liberal (DBTL), Madrid, El Museo Universal, 1991; V. Herrero Mediavilla (ed.), Archivo biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, Manchen, Saur [1986-2005], I microficha 325 n.º 254; II microficha 338 n.º 151.
José Ramón Urquijo Goitia