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Manuel Mingo

Biografía

 

Mingo, Manuel. Cuenca, 26.II.1726 - Tarija (Bolivia), 29.XI.1807. Franciscano, teólogo, misionero en el Alto Perú (Bolivia), historiador y cronista.

La trayectoria vital de Mingo en sus líneas generales ha resultado relativamente fácil de reconstruir gracias a los apuntes que dejó el franciscano Antonio Comajuncosa en Memoria de los Religiosos del Colegio de la Villa de Tarija (1803), así como a la Partida de Bautismo localizada en el Archivo Diocesano de Cuenca, donde consta, además de la fecha de su bautismo (3.III.1726), el nombre de sus padres: Cristobal Mingo y Gregoria Erráiz.

Por las notas de Comajuncosa que ocupan seis apretados folios -y que vienen a ser algo equivalente a nuestro currículum vitae- podemos conocer, además de sus datos biográficos, también otros de carácter académico y profesional. Sabemos que su formación humano-sacerdotal se inició en el convento de Santa Catalina del Monte (Murcia), donde tomó el hábito en 1742; un año después profesó en el mismo convento y posteriormente, después de recibir las Órdenes Menores y el Diaconado, fue ordenado sacerdote en Tarancón (Cuenca, 1749) por D. Diego Martínez Garrido. Una fecha clave en su vida hay que situarla cuando se embarcó (1752) junto con otros franciscanos en el Puerto de Santa María (Cádiz) para ir a misionar a Indias, sufriendo en la travesía, a la entrada del Río de la Plata, en la bahía de Maldonado, un tremendo naufragio en el que estuvieron a punto de perecer.

Hasta ahora, Mingo ha sido una figura totalmente desconocida, tanto en la ciudad conquense que le vio nacer como en la que le vio morir, Tarija, donde vivió, desarrolló su actividad misionera y tuvo un protagonismo especial. Por su itinerario vital se revela como un personaje importante dentro del ámbito franciscano, a juzgar por la serie de cargos de suma responsabilidad, que desempeñó a lo largo de su vida en Tierras de Ultramar. El primer mérito que hay que destacar de Mingo, del que él se sentía ciertamente orgulloso y al que alude en más de una ocasión, es el de haber sido uno de los fundadores del Colegio Misionero de Tarija (1755). Fue también presidente de la Reducción de las Salinas (Bolivia), además de cronista y guardián del Colegio. Pero entre esa serie de funciones que desempeñó, hay una de un relieve especial: el haber sido elegido, comisario recolector o conductor de misioneros de España a Indias. Mingo supo afrontar en dos ocasiones, el desafío que suponía hacer la travesía del Atlántico camino de la Metrópoli, con el fin de reclutar misioneros para reforzar las filas del Colegio Franciscano de Tarija.

Era ésta una empresa que, de tanto en tanto –con el fin de conseguir un nuevo refuerzo misionero- acometían todas las Órdenes Religiosas que durante la etapa Colonial desempeñaban tareas misioneras en Indias. Sin embargo, que se sepa, sólo Mingo dejó una crónica, titulada Instrucción para saber con acierto traer misión de España para este Colegio de Tarija cuando haya necesidad, donde plasma la experiencia de su venida a España y vuelta a Tarija como Comisario colector.  El texto original, inédito hasta ahora, procede del Archivo Franciscano de Tarija y consta de 87 folios, escritos por ambas caras. Esta Instrucción, carece de señas de identidad y se puede calificar a primera vista de anónimo. No obstante, a la luz de las fuentes documentales manejadas se puede afirmar que el autor de la Instrucción es Mingo, que la escribe en Tarija (1780) a la vuelta de su primer viaje a España, si bien la completa con una serie de observaciones y notas marginales a raíz de su segunda venida a la Península (1788).

La intencionalidad que persigue Mingo la expresa claramente en las primeras páginas de la misma, cuando afirma, que no persigue con ella “hacer ostentación de sabiduría”, ni tampoco busca el “aplauso”, sino que “sirva de utilidad” al franciscano que fuese elegido como “Comisario para traer Misión de España”, pues dada la envergadura y complejidad que revestía este proceso de recolectar misioneros, sobre todo, por los muchos trámites que tenían que llevarse a cabo con el Consejo de Indias -ya que, en aquel entonces “no se daba puntada que no pasara por la hilandería de la Corte”- quiere facilitar, a quien haya de desempeñar esa tarea, en el futuro, la forma de realizarla con el mayor “acierto” posible.

En España tenía que lidiar con el Consejo de Indias, a través del comisario general, cargo que recaía en un franciscano encargado de hacer de puente entre las Misiones y el Consejo de Indias. A esto hay que añadir todo lo que suponía para el Comisario la selección de los futuros misioneros que no eran ni uno ni dos, los que se llevaban en estas redadas, pues en el caso de Mingo, que es el que nos ocupa, en la primera expedición se llevó 35 y en la segunda 50.

Mingo en esta crónica no se limita a describir los pasos más importantes de esa hoja de ruta que emprende en Tarija –pasando por Jujuy, Tucumán y Córdoba hasta llegar a Buenos Aires, y desde ahí a Montevideo que es donde se embarca rumbo a la Metrópoli- sino que desciende a subrayar el cuidado que debe tener el comisario en un ambiente donde el soborno, el engaño y la mentira están a la orden del día. De ahí que aconseje al futuro Comisario, como la mejor forma de protegerse: “el llevar buenos candados”; que “en las posadas no diga que viene de Indias porque sospechando que trae mucha plata le llevarán mucho dinero…”

Gracias a Mingo podemos conocer también la vida interna del Convento de San Francisco el Grande de Madrid que era donde estaba situado el Cuarto de Indias, estancia donde residían los comisarios mientras realizaban los trámites con la Corona. A través de esas pinceladas sabemos desde el arreo de la celda que tenía que llevar a cabo el misionero nada más llegar del Nuevo Mundo, hasta el régimen alimenticio que existía en el mismo.

El largo y complejo proceso desencadenado por estas expediciones misioneras, culminaba con la rendición de cuentas a la Real Hacienda que era el organismo encargado de sufragar todos los gastos ocasionados en esas largas travesías transoceánicas y también terrestres.

En definitiva, a través de la Instrucción que nos ha dejado Mingo, al mismo tiempo que se rescata ese tramo de historia que nos es común con los países iberoamericanos, se revelan los entresijos de esa labor de evangelización, a la par que de culturización, llevada a cabo -en estrecha simbiosis- por la Iglesia y la Corona.

Obras de ~: Historia de las Misiones Franciscanas de Tarija entre Chiriguanos, Tarija, Ed. Universidad Boliviana “Juan Misael Saracho”, 1981.

Fuentes y bibl.: Documentos del Archivo Franciscano de Tarija: Instrucción para saber con acierto traer Misión de España para este Colegio de Tarija cuando haya necesidad, Tarija, RR-24; “Biografía de Mingo” en A. Comajuncosa, Memoria de los Religiosos de este Colegio de Ntra. Sra. De los Ángeles de la villa de Tarija, 1803, MS;  RR. 3; RR. 21; RR. 23, b.; RR. 45; RR. 124;  M. 44; MS. 2C; Archivo General de la Nación, Buenos Aires: “El Virrey de Buenos Aires, autoriza el pase de Mingo a la Península”, Sala IX, 12-9-7; Archivo General de Indias-Sevilla: Arribadas, 538; Charcas,421, 436, 455, 512; Archivo Nacional de Bolivia-Sucre: M.ss. A.Varios. V.5.

V. Rodríguez Casado, “Iglesia y Estado en el reinado de Carlos III”, en AEA, 1, Sevilla, 1948; C. Eguía Ruíz, España y sus misioneros en los países del Plata, Madrid, Cultura Hispánica, 1953; J. Tudela, El legado de España a América. Madrid, Pegaso, 1954;L. Lopeteguiy F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española, Madrid, BAC, 1955;P. Leturia,“El Regio Vicariato de Indias y los comienzos de la Congregación de Propaganda Fide”, en Analecta Gregoriana, 101, Roma, 1959, págs.101-152;J. García Quintanilla, Historia de la Iglesia en la Plata, Sucre, 1964; L. Gómez Canedo, Evangelización y conquista, una experiencia franciscana, Madrid, 1977; S. Hernández, Las Misiones Católicas en M. Fliche, Historia de la Iglesia, t. XXIX, Valencia, Edicep, 1978; G. Maldini, Franciscanos en Tarija y más allá, La Paz, Acuario, 1988;A. Corradoy A. Comajuncosa, El Colegio Franciscano de Tarija y sus Misiones. Tarija, Ed. Franciscana, 1990;P. Gato Castaño, La educación en el Virreinato del Río de la Plata. Acción de José Antonio de San Alberto en la Audiencia de Charcas, 1767-1810. Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1990; P. Gato Castaño, “Un Obispo de Charcas expone la teoría del Regio Vicariato Indiano, 1780-1810”, en Europa e Iberoamérica:cinco siglos de intercambio, V. II, Sevilla, Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, 1992, pp. 237-257; F. Saiz, Los Colegios de Propaganda Fide en Hispanoamérica, Lima, 1992; P. Gato Castaño,“Reducciones Franciscanas entre los Chiriguanos al final de la Colonia”, en el III Congreso de Historia de la Educación Latinoamericana, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1996; P. Gato Castaño, “Los Indios Chiriguanos y el Colegio de Propaganda Fide de Tarija, 1755-1810”, Actas del XI Congreso Internacional de AHILA, Liverpool, 1996, V. III, pp. 80-99; P. Gato Castaño, Obras Completas de José Antonio de San Alberto, 1727-1810, Burgos, Ed. Monte Carmelo, 2003; L. Calzavarini, Antología de Documentos del Archivo Franciscano de Tarija. Audiencia de Charcas, 1606-1825, Tarija, Centro Eclesial de Documentación, 2009; P. Gato Castaño, Un viaje a Indias de ida y vuelta: Manuel Mingo, 1726-1807, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2017.

Purificación Gato Castaño

 

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