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Augusto Miranda Godoy

Biografía

Miranda Godoy, Augusto. Archidona (Málaga), 27.V.1855 – Santiago de Compostela (La Coruña), 28.IV.1920. Almirante, ministro de Marina.

Hijo de José Luciano Miranda y de Juana Godoy.

Su padre fue médico titular de Archidona, hombre muy conocido dado que su afición por la política le tenía muy unido al pueblo. Cuando tuvo lugar el levantamiento de “la Gloriosa”, José Luciano se unió a él y puesto que era concejal del ayuntamiento, en una sesión celebrada el 25 de septiembre de 1868, disolvió la corporación municipal. Esta actitud política le supuso que una vez repuesto el nuevo gobierno tuviese que marcharse a Málaga.

Ingresó como aspirante en la fragata-escuela Asturias el 1 de abril de 1871. En esta fragata-escuela realizó sus primeras navegaciones por el Atlántico norte, hasta que el 27 de abril de 1872 embarcó como guardia marina en la fragata Victoria, en la que navegó formando parte de la Escuadra del Mediterráneo. En Rosas, la fragata Victoria se separa de la escuadra para dirigirse a los puertos del norte de España conduciendo a bordo a Su Majestad el rey Amadeo I. El 20 de diciembre de 1873, por Real Orden embarcó en la fragata Concepción al objeto de realizar un viaje de instrucción a Manila (Islas Filipinas). Partió de Cartagena el día 25, pasó el canal de Suez y después de tocar puertos como Punta de Gades y Singapur llegó a Manila el 30 de abril del año 1874, retornando a España por el cabo de Buena Esperanza llegando a Cádiz el 18 de diciembre del mismo año. Continuó su formación en los siguientes buques: fragatas Zaragoza, Victoria, Blanca y Navas de Tolosa; vapores: León y Colón.

En mayo de 1876 sufrió el examen para ascenso a oficial, superado el cual y por Real Orden de 27 de mayo, es ascendido a alférez de navío, embarcando en la fragata Numancia, después de una licencia reglamentaria en Málaga. El 8 de noviembre partió para La Habana, con un contingente de tropas, llegando a dicho puerto el 12 de diciembre. En La Habana cae enfermo viéndose obligado a regresar a Ferrol, donde se le concede una licencia por enfermo hasta el 12 de junio de 1877.

Por Real Orden de 30 de julio de 1883 es ascendido a teniente de navío y el 12 de agosto es nombrado profesor de la Escuela Naval flotante en Ferrol.

Después de doce años de continuos embarques en los distintos buques de la Armada y de haber intervenido en múltiples acciones, tanto en aguas españolas como coloniales, pasa a desempeñar el puesto de profesor, nueva misión en la que quedarían demostradas sus excelentes cualidades docentes.

El 17 de abril de 1884 contrajo matrimonio con Dolores Noguerol y Zavala; de este matrimonio nacieron dos hijas: Carmen y Dolores.

Desde los años 1884 al 1889, en los que desempeñó labores docentes como profesor, publicó sus dos mejores obras de carácter científico, Lecciones de cálculo infinitesimal y Principios Generales de Mecánica, la primera fue premiada por la Academia de Ciencias de París, y ambas fueron más tarde y durante muchos años los textos oficiales en las Escuelas Navales y Academias Militares de España y América. Por su calidad, la Armada, por sendas Reales Órdenes de 22 de marzo de 1887 y 14 de julio de 1889, reconoció estas obras oficialmente.

Tras cesar en su cargo docente, pasó a la situación de supernumerario, a petición propia, en la que permaneció hasta el año 1892, tiempo que dedicó, junto con Venancio Pérez Machado y Ramón Estrada, a poner en marcha el Colegio de la Marina, academia preparatoria de ingreso, por la que pasaron, casi en su totalidad, diez promociones de la futura Armada.

El 22 de abril de 1893 contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con Francisca Maristany y Maristany.

Desde 1892 al 1895 volvió a desempeñar cometidos docentes, esta vez, como profesor en la recién creada Escuela de Maquinistas, donde puso una vez más de manifiesto sus dotes científicas, dando gran impulso a la modernización y puesta al día de dicha Escuela.

En el año 1898 soportó los días más amargos de su vida en la guerra con los Estados Unidos de América.

Después de destruida la escuadra española por la norteamericana del almirante Dewey en la batalla de Cavite, a la tarde siguiente, 2 de mayo de 1898, se presentaron frente a la isla del corregidor dos cruceros; uno de ellos, el Raleigh, envía un bote a tierra con la misión de trasladar a bordo al jefe de las fuerzas y al gobernador de la isla, este último el teniente de navío de 1.ª clase Augusto Miranda. Una vez a bordo el comandante del Raleigh les manifiesta que de orden de su Almirante les exige la capitulación, pasando a convenir las condiciones en que ésta debía hacerse. Después de largas conversaciones, en la que los jefes españoles intentan obtener las mayores ventajas, la isla capitula, dando ambas partes su palabra de honor de no hostigarse. A pesar de lo pactado, pocos días después, la casa-comandancia del gobernador, teniente de navío Miranda, y todos los puntos estratégicos de la isla son bombardeados, por lo que éste se vio obligado a ordenar la inmediata evacuación.

No pudo Miranda consumar su objetivo porque en la mañana del día 10 fue hecho prisionero de orden del almirante Dewey y trasladado al crucero Baltimore; a pesar de ello, Dewey no pudo impedir que Miranda ordenase al capitán de Infantería de Marina, Tomás Barandiarán, dispusiera la inmediata evacuación del corregidor, a cuya orden no se opusieron los norteamericanos que se contentaron con mantener a bordo al prisionero. Una vez en el Baltimore, Augusto Miranda expuso su protesta de la siguiente forma: “El que suscribe protesta del acto realizado por la escuadra de los Estados Unidos disparando con bala sobre la isla sin provocación alguna, por lo que considera roto el convenio del 2 de mayo. Cede obligado por la fuerza de las armas y se constituye prisionero de guerra, rechazando la libertad que le ofrecen los Estados Unidos bajo su palabra de honor. A bordo del Baltimore 10 de mayo de 1898”. El día 12 de mayo de 1898 fue puesto en libertad desembarcándolo en la costa de Mariveles, desde donde, con grandes contrariedades, consiguió llegar a Manila en muy mal estado de salud, por lo que hubo de ser repatriado, el 11 de enero de 1899, a la Península a bordo del vapor correo León XIII, llegando a Barcelona el 11 de febrero.

Por estos acontecimientos acaecidos en la isla del corregidor tuvo que soportar dos causas sumarísimas de las que fue totalmente absuelto.

Desde 1901 a 1906, siendo capitán de corbeta permaneció como segundo comandante en la Comisión Hidrográfica a bordo del Uranio, tomando parte muy activa en el levantamiento de cartas en las costas del Cantábrico. Terminada esta campaña hidrográfica, tomó el mando del cañonero María de Molina con el que desempeñó una intensa campaña en las costas africanas, desde Casablanca a Melilla. Ya ascendido a capitán de fragata, fue segundo comandante de los cruceros Princesa de Asturias y Cardenal Cisneros.

Por Real Orden de 18 de abril de 1910 asciende a capitán de navío. Como primer cometido en este empleo, recibió el de estudiar las bases y reglamentos para la Escuela Naval, iniciando viaje a Italia, Austria, Alemania e Inglaterra, el 20 de junio, con el fin de estudiar los sistemas de enseñanza de dichos países. Las correspondientes memorias, resultado de los estudios realizados, fueron publicadas en las revistas de Marina de la época y sirvieron para redactar los programas y planes de estudios de la futura Escuela Naval de San Fernando (Cádiz).

Por Real Orden de 9 de febrero de 1911, tomó el mando del crucero Reina Regente. El 19 de junio este buque hizo su entrada en el puerto de Portsmouth, representando a España en la coronación del rey Jorge V. Durante los meses de julio y agosto es comisionado para convoyar al yate real Giralda que llevaba abordo a Su Majestad el rey Alfonso XIII. En este viaje del Rey comienza a conocer al que años más tarde sería su íntimo colaborador.

La guerra entre Turquía y la Liga Balcánica (Grecia, Bulgaria, Servia y Montenegro) (1912) congregó en el Bósforo la más potente Escuadra Internacional, todas las potencias europeas destacaron sus mejores unidades navales: Alemania destacó al acorazado Goeben; Austria al acorazado Aspern y dos cruceros; Italia los acorazados Emmanuele Filiberto y Benadeto Brin; Inglaterra los cruceros Hampshire y Weymouth; Francia los cruceros León Gambetta y Victor Hugo; Rusia el acorazado Rostislow y, por último, España el crucero Reina Regente.

El entonces capitán de navío Miranda demostró sus altas dotes diplomáticas, consiguiendo, siendo el más moderno de las autoridades allí congregadas (todos los representantes de los otros países tenían el grado de almirante), que sus propuestas fuesen acogidas con unánime beneplácito, éxito que dio lugar a que en más de una ocasión todos los almirantes pidiesen oír las sensatas y ecuánimes opiniones del capitán de navío español antes de comenzar una reunión.

En el año 1913 comienza con su promoción al Almirantazgo la parte más significativa y relevante de su carrera, destacando dos importantes facetas: una como marino y la otra como político.

Como marino desempeñó los siguientes destinos: general jefe del Arsenal Militar de Ferrol y presidente de la Comisión Inspectora de Nuevas Construcciones de dicho Arsenal, comandante general del Apostadero de Cádiz, comandante general de la Escuadra de Instrucción y jefe de la Jurisdicción de Marina en la Corte.

Como político el 27 de octubre juró su cargo de ministro de Marina en el Gobierno presidido por Eduardo Dato. Este primer nombramiento ministerial fue de los más dilatados en este departamento que registró nuestra historia en el siglo xix y el que corre entre los doscientos diez titulares que tuvo la cartera desde 1801 a 1919, fecha en la que don Augusto la dejó por última vez, puso de manifiesto su claridad de expresión y su “don de gentes” que hicieron que pronto se ganara el respeto de las cámaras, hasta de los sectores más radicales.

Continuó con el plan de Escuadra del ministro Ferrándiz y consiguió de la Cámara, pese a la gran oposición a que se comenzarán nuevas construcciones navales, la aprobación de la ley promulgada el 30 de julio de 1914, autorizando la construcción de un crucero, el Reina Victoria Eugenia, crucero que las vicisitudes políticas rebautizaron como República y más tarde como Navarra.

Por el gran aprecio que mereció de Su Majestad el rey Alfonso XIII, fue nombrado senador vitalicio del reino por designación regia (Real Decreto del 30 de marzo de 1914) y consejero de Estado.

Su logro más importante fue la aprobación de la Ley de 17 de febrero de 1915, conocida como la “Ley Miranda” esta ley supuso una profunda y trascendental reorganización y reestructuración de la Armada, con la rehabilitación de los Arsenales y la construcción de nuevas bases navales contemplaba el abandono de la construcción de barcos de primera línea y grandes acorazados, ya que, como el ministro decía: “Mi primitivo proyecto lo han hecho caducar los trascendentales acontecimientos bélicos, ¿cómo será el acorazado del porvenir?” (Guerra Europea de 1914), y, sin embargo, ampliaba el número de submarinos hasta veintiocho, poniendo los cimientos de la nueva Arma Submarina Española de la que fue gran impulsor, cuatro cruceros rápidos, seis destructores, tres cañoneros, dieciocho buques menores, todas estas construcciones debían realizarse en astilleros españoles, potenciando así nuestra industria naval.

La guerra europea degeneró en mundial y la “Ley Miranda” de 1915 tuvo que sufrir profundas modificaciones en cuanto a los buques previstos, debiéndose reducir drásticamente los precios de coste. No obstante, se construyeron los cruceros Príncipe Alfonso, Almirante Cervera, Blas del Lezo y Méndez Núñez, tres destructores de la serie Churruca, tres cañoneros, un submarino adquirido a Estados Unidos y tres a Italia.

Al gabinete de Dato sucedió el presidido por Romanones, y a éste, el de García Prieto. En los tres Gobiernos permaneció Augusto Miranda como ministro de Marina, desde 1913 al 1917, la época más crítica y difícil por la contienda mundial, pero con su exquisito tacto supo salvar los grandes escollos que significaba nuestra neutralidad.

Cuando el año 1919 Augusto Miranda dejó de ser ministro, el Rey le honró con el encargo de formar Gobierno bajo su presidencia, pero su quebrantada salud le obligó a rehusar, teniendo que retirarse para intentar reponerla. Para ello se sometió a una intervención quirúrgica complicaciones postoperatorias acabaron con su vida, falleciendo cristianamente en Santiago de Compostela el 28 de abril de 1920, siendo posteriormente enterrado en el cementerio de San Isidro de Madrid el día 1 de mayo.

El Rey se sirvió expedir el siguiente decreto: “Queriendo dar un alto testimonio del profundo dolor que ha causado en Mi Real ánimo el fallecimiento del Almirante de la Armada, ex-ministro de la Corona, don Augusto Miranda y Godoy, a propuesta del Presidente de Mi Consejo de Ministros, vengo en decretar que no obstante Mi residencia en Madrid, se tributen al cadáver del Almirante don Augusto Miranda y Godoy los honores fúnebres que la Ordenanza señala para el Teniente General del Ejército [...]”.

Su recuerdo quedó plasmado en un sencillo monumento levantado en su honor en la, por él creada, Base Naval de Mahón, y un destructor que ostenta su nombre.

La familia Miranda, compuesta por los nietos y demás descendientes del almirante, iniciaron el 20 de noviembre de 2001 la propuesta de traslado de los restos mortales al Panteón de Marinos Ilustres, propuesta que fue elevada, con su aprobación, por el almirante general jefe del Estado Mayor de la Armada Francisco Torrente Sánchez, al ministro de Defensa Federico Trillo- Figueroa, quien la trasladó, a su vez, al Consejo de Ministros, siendo aprobada por Orden Ministerial número 145/2002, de 27 de junio de 2002, que dispone: “Los restos mortales del Almirante don Augusto Miranda y Godoy serán trasladados solemnemente al Panteón de Marinos Ilustres con los honores que correspondan, una vez cumplidos los requisitos que al efecto fijan las disposiciones vigentes, debiendo adoptar el Ministerio de Defensa cuantas disposiciones convengan para honrar debidamente su memoria”.

El 17 de septiembre de 2002, en el Panteón de Marinos Ilustres fueron inhumanos los restos mortales del almirante Augusto Miranda y Godoy, reconociéndole acreedor de que la Armada lo enaltezca y distinga conservando su restos mortales para ejemplo de las generaciones futuras.

 

Obras de ~: Lecciones de cálculo infinitesimal, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1888; Principios Generales de Mecánica, Ferrol, Est. Tipográfico de Ricardo Pita, 1889; “Organización de las Escuelas Navales de Alemania, Austria e Italia”, en RGM, 11 (69) (1911), págs. 1685-1749; “Algunas generalidades a propósito del ‘Ersatz-Prenssen’”, en RGM (106) (1930/02), págs. 0175-0192; “Proyecto de bases para la educación y enseñanza de los Oficiales del Cuerpo General de la Armada”, en Revista General de Marina (RGM) (Madrid) (1991/09), págs. 1347-1384.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 620/759.

G. García-Parreño, La campaña de la Escuadra Norteamericana en Filipinas, Cartagena, Imprenta y Litografía de M. Ventura, 1899; V. M. Concas y Palau, Causa instruida por la Destrucción de la Escuadra de Filipinas y entrega del Arsenal de Cavite, Madrid, Est. Tipográficos Sucesores de Rivadeneyra, 1899; J. B. Robert, “El Almirante don Augusto Miranda y Godoy (1845-1920)”, en RGM (128) (1945/05), págs. 641-649; J. M. Blanca Carlier, “Las unidades secundarias en la leyes Ferrándiz y Miranda”, en RGM (202) (1982/01), págs. 3-16.

 

Manuel Benítez Martín

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