Bermejo y Merelo, Segismundo. San Fernando (Cádiz), 9.III.1833 – Madrid, 2.XII.1899. Ministro de Marina.
Ingresó en el Colegio Naval en el año 1847 y cursó con aprovechamiento sus estudios de guardiamarina, recorriendo todos los empleos de la Armada hasta el grado de contralmirante en épocas ciertamente conflictivas para España. También obtuvo el empleo de coronel de Infantería de Marina en 1876 por méritos y servicios extraordinarios realizados siendo capitán de fragata. Desempeñó embarcado los destinos y mando siguientes: segundo comandante de la urca Pinta, comandante de la Santa Filomena y en el mando interino de la Concordia. Comandante también de los buques Ciudad de Cádiz, Alerta, Pizarro y Gacela, comandante de las fuerzas sutiles para la defensa de la Carraca y jefe de la división de escampavías. Vuelve a los mandos embarcado en las fragatas Carmen y Almansa. Más tarde, en las Villa de Bilbao, Lepanto y Tornado. Comandante de la División de Torpederos, comandante jefe de la escuadra principal de Puerto Rico y comandante general de la Escuadra de Instrucción. Todos estos cargos los desempeña en los grados que van de alférez de navío a contralmirante, pero también en tierra sus servicios son cuantiosos y meritorios: profesor de la Escuela Naval, ayudante de la Mayoría General de Cádiz, vocal de la Junta de Torpedos y jefe de la comisión nombrada para el estudio y adquisición de los mismos; vocal de la Junta instituida para informar acerca del submarino Peral; comandante de Marina de Canarias, jefe de Armamentos de El Ferrol, vocal del Consejo Superior de Marina, de la Comisión de Defensa del Reino y del Centro Técnico y Consultivo de la Armada, director de material y de personal en el Ministerio de Marina cuya cartera ocupará desde el 4 de octubre de 1897 hasta el 18 de mayo de 1898.
Sus navegaciones fueron también numerosas, recorriendo los mares Mediterráneo, Atlántico, Río de la Plata, Antillas, Filipinas y China, tomando parte en las operaciones sobre Joló y Karodon en 1864, en las que se efectuaron sobre la plaza de Cádiz en 1868 y en las de la guerra de Cuba custodiando al Virgnius en 1873.
En el extracto que se deduce de su hoja de servicios figuran sus méritos y sus numerosas condecoraciones, lo que no es óbice para minimizar las tremendas dificultades que le comportó su paso por el Ministerio de Marina cuando en un gabinete de Sagasta relevó a José María Beránger que había tratado inútilmente de poner en marcha un nuevo plan naval en 1896, pero que no logró, como tampoco pudo hacerlo efectivo Bermejo por la falta de créditos que era incapaz de otorgar un gobierno que no advertía las crecientes amenazas que se cernían sobre las Antillas y Filipinas. Curiosamente, Bermejo había sido relevado en el mando de la Escuadra de Instrucción en 1897 por el contralmirante Pascual Cervera Topete, con el que mantuvo una abundante y, en ocasiones, agria correspondencia a consecuencia de opiniones encontradas sobre la misión a desempeñar por dicha Escuadra en Cuba. Bermejo no parecía compartir las pesimistas impresiones de Cervera, por cuanto el 29 de julio de 1897 el crucero Vizcaya, en el que enarbolaba su insignia, había recalado en Spithead, donde debía participar en la revista naval que se iba a celebrar dentro de los actos conmemorativos del sexagésimo aniversario de la coronación de la reina Victoria, ocupando en dicha revista el tercer lugar. El buque, en 1898 pero ya sin Bermejo, entraría en Nueva York para devolver la visita del crucero norteamericano Maine a La Habana en unos momentos de tensión, pudiendo dejar aquel puerto antes de romperse las hostilidades con Estados Unidos. Pero tras la declaración de guerra (abril de 1898) cambian radicalmente las circunstancias y Bermejo reúne en el Ministerio de Marina, y presidida por él mismo, a la Junta de generales de Marina, que se muestra partidaria de que los cuatro acorazados y los tres destructores que se encuentran en Cabo Verde salgan inmediatamente para las Antillas con amplias facultades para su almirante (Cervera). Los meses que siguen son para Bermejo una verdadera pesadilla, abrumado por la derrota de Cavite que le fuerza su relevo en la poltrona ministerial, por lo que el posterior desastre de Santiago de Cuba ya no le afecta en directas responsabilidades. No obstante, resentida su salud falleció en Madrid el 2 de diciembre de 1899. En la nota necrológica que publicó la Revista General de Marina en enero de 1900 se resaltan los méritos y constantes trabajos de todas clases por y para la patria de un hombre de honor intachable, un jefe querido por sus subordinados, un amigo leal y un consejero discreto y bondadoso, cuya memoria será un eterno culto para cuantos en vida le trataron, y, si no pudo obrar mejor algunas veces, es seguro que nadie lo sintió más ni sufrió tanto como él mismo.
El contralmirante Bermejo era un destacado científico, un consumado políglota y benemérito de la patria.
Fuentes y bibl.: Archivo del Cuartel General de la Armada, Hoja de servicios.
Redacción, “Reseña necrológica del general Bermejo”, en Revista General de Marina (enero de 1900); S. Clavijo, La ciudad de San Fernando: Historia y espíritu, San Fernando (Cádiz), Ayuntamiento, 1961; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres (1705-1998), Madrid, Actas, 1998.
José Cervera Pery