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Francisco de Beranger García-Orbaneja

Biografía

Beranger García-Orbaneja, Francisco de. Jerez de la Frontera (Cádiz), l770 – Madrid, 13.IV.1841. Marino, jefe de escuadra.

Nació en Jerez de la Frontera, hijo de militar, comenzó sus servicios de armas en el ejército como subteniente del regimiento de Caballería, Dragones de Lusitania (23 de enero de 1793), pero su fuerte inclinación hacia el mar propició su paso a la Armada, obtuvo el título de alférez de fragata el 16 de enero de 1790 y finalizados los estudios y práctica de tal empleo embarcó en la fragata Perla, perteneciente a la escuadra del marqués del Socorro, con la que realizó servicios de vigilancia sobre el cabo Finisterre, en previsión de una posible guerra contra los ingleses. Pasó, en enero de 1793, al bergantín Vivo, perteneciente a la escuadra de Juan de Lángara y en el Mediterráneo cerca de las costas de Cataluña, y en guerra ya contra la Convención francesa, sostuvo combate con un bergantín de guerra francés, acción en la que fue hecho prisionero. Canjeado al poco tiempo volvió a prestar sus servicios en la Armada en la misma escuadra con embarques sucesivamente en el navío San Fulgencio, en el bergantín Resolución y en los navíos Santa Ana e Infante Don Pelayo, tomando parte en la evacuación de Tolón, sitio de Rosas, Santa Margarita y otras operaciones de aquel desigual conflicto, hasta que firmada la Paz de Basilea en 1795 regresó a Cartagena. Durante la campaña había ascendido a alférez de navío (19 de abril de 1793) y teniente de fragata (22 de noviembre de 1794).

Rotas las hostilidades con la Gran Bretaña, salió de Cartagena en enero de 1797 a bordo del navío Pelayo, al mando de Cayetano Valdés e integrado en la escuadra de José de Córdova, que tomó parte en el desafortunado combate del cabo de San Vicente, acudiendo con el Pelayo en socorro del Santísima Trinidad, insignia del almirante Córdova, acción que mereció la aprobación y gracias de Su Majestad, para el comandante y oficiales del citado buque, mientras que se instruía un consejo de guerra contra Córdova y otros jefes ante el negativo resultado del combate.

De regreso a Cádiz y tomado el mando de la escuadra del océano José de Mazarredo, y sin dejar de pertenecer Beranger a la dotación del Pelayo, tomó parte en cuantas acciones de guerra se produjeron contra las fuerzas inglesas bloqueadoras, al mando del almirante Nelson que se vio obligado a levantar el sitio, saliendo con la escuadra en persecución de la inglesa, hasta penetrar en el Mediterráneo. Pasó al navío Neptuno con su comandante Cayetano Valdés, que pertenecía a la escuadra de Federico Gravina, con los que concurrió a la campaña de Santo Domingo, y estuvo presente en las acciones de Montecristi y de Guarico, finalmente regresó a Cádiz en mayo de 1802. Tras una corta permanencia en esta ciudad, salió para El Ferrol donde quedó desembarcado y fue nombrado ayudante de la subinspección de Pertrechos, destino poco acorde con su talante marinero de lucha y entrega.

Ascendió a teniente de navío (5 de octubre de 1802) y tras un breve destino como ayudante secretario del comandante general de arsenales, volvió a los barcos, nuevamente al Neptuno con su anterior comandante Cayetano Valdés. Ya en guerra contra Gran Bretaña, tras el ignominioso ataque de la escuadra inglesa a cuatro fragatas españolas, y como aliado de Francia, forma parte de la escuadra combinada de los dos países que al mando del almirante francés Villeneuve y del teniente general español Federico Gravina llegó a Cádiz en agosto de 1805 y toma parte, siempre a bordo del Neptuno, en el combate de Trafalgar el 21 de octubre del mismo año. El comportamiento de Beranger en esta acción fue muy elogiado, mereciendo la recomendación de su comandante Valdés, uno de los héroes distinguidos en aquella acción.

Ascendido a capitán de fragata en marzo de 1807, pasó a Cartagena embarcando en la escuadra de Cayetano Valdés como primer ayudante de la Mayoría. En el buque insignia de dicha flota, el Reina María Luisa, salió de Cartagena desobedeciendo las órdenes de Napoleón que quería manejar los barcos españoles a su antojo y en lugar de arribar a puerto francés Valdés consiguió fondearla en Mahón. Allí les sorprendió el alzamiento nacional contra los franceses, por lo que se reintegró a la Península y el 16 de mayo de 1809 fue nombrado teniente coronel del cuarto regimiento de Infantería de Marina con el mando del primer batallón y operando con el mismo en Cataluña a las órdenes del mariscal de campo Enrique O’Donnell, después conde de la Bisbal, distinguiéndose al frente de dicho batallón al rechazar los ataques de los franceses en la cabeza de puente de Tortosa en las noches del 9 y 10 de julio de 1810. Como segundo en el mando y en el curso de las operaciones realizadas bajo el mando del brigadier Milans del Bochs se vio obligado a presenciar la capitulación de la plaza (2 enero de 1811) y aun herido en el último combate fue conducido a Francia, donde quedó prisionero hasta el final de la guerra y la expulsión definitiva de los franceses de España, por lo que vuelto a la patria tuvo que sufrir el proceso de las purificaciones establecidas por Fernando VII del que salió indemne.

Promovido a capitán de navío (12 de mayo de 1811), pero con antigüedad de mayo de 1811, se le confirió el mando de la fragata Esmeralda y más tarde de la Soledad, llevando a bordo al teniente general Gaspar de Vigodet para desempeñar una comisión en Brasil.

Se trataba del traslado a España de las princesas portuguesas que matrimoniarían con Fernando VII y su hermano el infante Carlos María Isidro.

Ascendido a brigadier (17 de noviembre de 1816), se le encomendó el mando de la fragata Sabina, con la que transportó tropas a La Habana y Veracruz, llevando también a sus órdenes las goletas de guerra Belona y Proserpina en persecución de la escuadrilla del español al servicio de los insurgentes mexicanos Mina, el Joven que había desembarcado tropas en la hacienda “Soto de la Marina” quemando con los botes de su fragata los botes de dicha escuadrilla, por lo que obtuvo la encomienda de la Orden de Isabel la Católica, a propuesta del virrey Apodaca, como antes había sido condecorado con la Orden de Cristo de Portugal, concedida por el monarca lusitano.

A principios de 1819 se le confirió el mando de uno de los navíos comprados a Rusia, en aquella vergonzosa operación, con el encargo de que procediese a su completo armamento. La opinión que Beranger con toda honestidad expresó sobre el estado del navío, totalmente inútil para el servicio, acarreó las iras de Fernando VII, uno de los beneficiados en la operación, que dispuso su baja en los escalafones de la Armada (30 de marzo de 1819), pero en otra resolución de 12 de octubre del mismo año fue restablecido en su empleo, y por otra de 29 de octubre de 1820, los constitucionalistas de la revolución obligaron al Rey a declarar que los servicios del brigadier Beranger “habían sido siempre gratos y que no debe perjudicarle para sus ascensos y destinos la nota anterior de separación del Cuerpo de la Armada”.

Nombrado, en diciembre de 1924, comandante del navío Soberano, uno de los mejores de la época, desempeñó el mando durante dos años, ya en tiempos de la ominosa década, y a su desembarco fue nombrado comandante del Tercio y provincia de Valencia cargo que ejerció hasta el 30 de enero de 1831 que pasó con igual cometido al Tercio de Cádiz. En este destino fue comisionado para realizar una revista general de inspección a las matrículas de Poniente corrigiendo repetidos abusos y planteando útiles reformas, lo que le valió la aprobación real, así como la concesión de la Cruz pensionada de la Real y distinguida Orden española de Carlos III.

En 1836 fue nombrado vocal de la Junta del Almirantazgo, y fijó su residencia en Madrid. El 31 de octubre del mismo año ascendió a jefe de escuadra después de una permanencia de más de veinte años en el empleo de brigadier, obteniendo en propiedad la presidencia de la Junta del Almirantazgo hasta la extinción de la expresada institución (4 de agosto de 1840), pero restablecida más tarde se le nombró vocal de la misma, puesto que aceptó con disciplinada subordinación. falleció en el ejercicio de sus funciones el 13 de abril de 1841, dejando en la Armada la impronta de un buen recuerdo.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Bazán, Archivo- Museo Don Álvaro de Bazán, El Viso del Marqués (Ciudad Real), Hoja de Servicios.

F. de P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, Madrid, Imprenta J. López, 1873; C. Martínez Valverde, Enciclopedia General del Mar, Madrid-Barcelona, Ediciones Garriga, 1957.

 

José Cervera Pery

             

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