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Luis Navarro y Alonso de Celada

Biografía

Navarro y Alonso de Celada, Luis. Madrid, 13.IX.1868 – 1934. General de división.

Con tan sólo quince años ingresó en la Academia General Militar como alumno de Infantería. Su carrera militar se corresponde en gran medida con la de un oficial burócrata, pues, salvo su ascenso a capitán de Infantería por méritos de guerra (10 de marzo 1895), el resto de sus promociones fue por antigüedad. En abril de 1922 ascendió a general de brigada, lo que le facilitaría casi un año y medio después su nombramiento como vocal del Directorio militar primorriverista (1923-1925). Su carrera militar concluyó con su promoción a general de división (30 de junio de 1927), una vez que ya había finalizado su etapa más claramente política, y con su nombramiento como fiscal militar del Consejo Supremo de Guerra y Marina (30 de junio de 1927).

En el Directorio militar, Navarro y Alonso de Celada representó al arma de Infantería, al igual que los también generales de brigada Rodríguez Pedré y Muslera. Es decir, los infantes detentaban la tercera parte de las vocalías del directorio, aunque también habría que tener en cuenta que tanto Primo de Rivera como Nouvilas procedían del arma de Infantería, por lo que casi la mitad de los altos cargos del Directorio estaban ocupados por los procedentes de esta arma, cuya Junta de Defensa había tenido una influencia decisiva en la política pretoriana de los años 1917-1922.

Al igual que en el caso de los demás vocales del Directorio militar, no es posible delimitar de forma nítida las competencias encomendadas al general Navarro y Alonso de Celada, puesto que el decreto de 21 de diciembre de 1923 establecía que “el Presidente [que como Ministro único, sometía a la firma del Rey las resoluciones de todos los ministerios] podrá encomendar el estudio e informe de los asuntos que juzgue pertinentes, por separado, a uno o varios generales del Directorio”. No obstante, se puede confeccionar un cuadro aproximado de las funciones que ejercieron cada uno de los vocales. Así, Navarro y Alonso de Celada asumió las competencias del Ministerio de Instrucción Pública, entre otros asuntos.

Tal y como sucedió con el resto de vocales del Directorio militar, la presencia pública de Navarro y Alonso de Celada fue mínima. Una de las pocas excepciones a este hecho fue su participación en el banquete que tuvo lugar el 24 de febrero de 1924 para conmemorar la creación de la desaparecida Academia General Militar (AGM). Al acto asistieron todos los vocales del Directorio, excepto tres: Hermosa —procedente de Artillería—, Mayandía —de Ingenieros— y Vallespinosa —del Cuerpo Jurídico Militar—, no muy proclives precisamente a la reapertura de la AGM, algo que, sin embargo, se produciría en 1927.

Otra característica que sobresale del historial de Navarro y Alonso de Celada es su perfil monárquico, que se observa en particular en su jura como consejero de la Corona en la Cámara regia, ante el rey Alfonso XIII, el 2 de julio de 1924, es decir, una vez que ya había sido nombrado vocal del antedicho Directorio, y su también jura como gentilhombre de Alfonso XIII el 7 de diciembre de 1925, pues, como consta en su hoja matriz de servicios, el Rey había quedado “muy satisfecho del celo, inteligencia y lealtad” con la que había desempeñado el cargo de vocal del Directorio militar. Este último nombramiento podría avalar la hipótesis de que la finalización del mandato del Directorio no fue nada traumático para sus componentes ni para la Corona. En este sentido, es sabido que en el cese del Directorio militar influyó no sólo la opinión de Primo de Rivera, sino también la actitud de los propios vocales —en particular, del marqués de Magaz—, quienes consideraban que el Directorio había cumplido su misión y con él la “gran Junta legal”.

Al igual que otro vocal del Directorio militar, Dalmiro Rodríguez Pedré, Luis Navarro estuvo implicado en el pleito artillero, pero figurando en el lado gubernamental. Recuérdese que el enfrentamiento que se desarrolló durante casi toda la dictadura civil (diciembre de 1925-enero de 1930) entre Primo de Rivera y el Arma de Artillería fue decisivo para la caída del régimen del marqués de Estella.

Tras la “dictablanda” del general Berenguer y el brevísimo gobierno del almirante Aznar, llegó la proclamación de la República. Navarro y Alonso de Celada fue uno de los militares que, con arreglo al artículo 1.º del Decreto del Gobierno Provisional de la República de 22 de abril de 1931, prometió por su honor servir bien y fielmente al nuevo régimen, obedecer sus leyes y defenderlo con las armas. Sin embargo, ello no fue óbice para que el 8 de septiembre del mismo año ingresara en prisiones militares a disposición de la Comisión de Responsabilidades nombrada por las Cortes Constituyentes. Con posterioridad le fue concedido el pase a la situación de segunda reserva con residencia en Madrid y en las condiciones del Decreto de 25 de abril del año citado. Por último, el 7 de diciembre de 1932 fue separado del servicio sin pérdida de haberes ni derechos pasivos, en virtud de la sentencia de la misma fecha del Tribunal de Responsabilidades.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. N-126/37.

C. P. Boyd, Praetorian Politics in Liberal Spain, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1979; G. Cardona, El poder militar en la España contemporánea hasta la guerra civil, Madrid, Siglo XXI, 1983; M. T. González Calbet, La Dictadura de Primo de Rivera. El Directorio Militar, Madrid, Ediciones El Arquero, 1987; J. Gaite Pastor (dir.), Archivo Histórico Nacional. Fondos contemporáneos. Inventario de las ponencias del Directorio Militar (1923-1925), Madrid, Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes y Archivos, 1988; C. P. Boyd, La política pretoriana en el reinado de Alfonso XIII, Madrid, Alianza Editorial, 1990; C. Navajas Zubeldia, Ejército, Estado y Sociedad en España (1923-1930), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1991.

 

Carlos Navajas Zubeldia

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