Guzmán y Zúñiga, María de. Marquesa de Heliche (I). Sevilla, 1609 – Madrid, 30.VII.1626. Hija del conde-duque de Olivares, noble.
María de Guzmán fue la única superviviente de los tres hijos que tuvieron en común don Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV entre 1621 y 1643, y doña Inés de Zúñiga y Velasco, hija del V conde de Monterrey. Este matrimonio formaba parte de una doble unión, pues la hermana de don Gaspar, doña Leonor de Guzmán, contrajo matrimonio a su vez con don Manuel de Acevedo y Zúñiga, VI conde de Monterrey y hermano de doña Inés.
La que con el tiempo se convertiría en única heredera legítima del conde-duque, pasó los primeros años de su vida (de 1609 a 1615) en el señorío sevillano de su familia, hasta que en 1615 se trasladó junto a su familia a la Corte para que don Gaspar desempeñara el oficio de gentilhombre de cámara del príncipe, futuro Felipe IV. En cuanto a la apariencia y el carácter de la joven, disponemos de algunos testimonios coetáneos, entre los cuales se encuentra el del conde de la Roca, quien destacó la madurez de María pese a su corta edad, así como las numerosas virtudes que poseía. Su aspecto físico era similar al de su madre, si hacemos caso de las palabras de Cassiano dal Pozzo cuando la visitó junto al cardenal Francesco Barberino, según el cual María era “non molto dissimile dalla madre magra, piccola, e non molto bella”. Por su parte, Marañón afirmaba que el carácter de su sucesora era “dulce y frágil, contraste maravilloso y reposo de inquietudes para el fogoso don Gaspar en aquellos añosˮ.
El primer día de enero de 1622 María fue designada menina de la reina Isabel de Borbón, residiendo a partir de entonces en el Alcázar bajo la autoridad de su madre, camarera mayor de la reina (desde 1627) y aya de los hijos de los monarcas a partir de 1623, oficios que desempeñaría hasta 1643. La heredera del valido combinó sus obligaciones como menina con las diversiones propias de palacio, participando activamente en las comedias que asiduamente se representaban en los cuartos privados de la soberana. Así, María de Guzmán intervino en las fiestas celebradas en Aranjuez en el mes de mayo de 1622, aquellas que conmemoraban con retraso el decimoséptimo cumpleaños de Felipe IV. El embajador florentino informaba el 21 de abril de ese año que ya se estaba preparando la escenificación de una obra compuesta por el conde de Villamediana, La Gloria de Niquea, representada por las damas de la reina y la infanta María. Esta obra fue precedida por una máscara en la que bailaron varias damas y meninas; Isabel de Borbón hizo de la reina de la hermosura, mientras la hermana menor del rey encarnó a Niquea. La encargada de recitar la loa sería María de Guzmán, ataviada como Diana cazadora, y volvió a aparecer en la segunda escena encarnando a la ninfa Aretusa. El diplomático toscano relata que la joven también participó junto con el resto de meninas de la reina en una comedia celebrada en palacio el 1 de enero de 1623 con motivo de los festejos del nuevo año.
Cuando en agosto de 1624 María de Guzmán pasó al grupo de damas, los rumores sobre quién se convertiría en el futuro yerno del poderoso valido cobraron fuerza. El embajador toscano especulaba en noviembre de 1623 con un posible enlace con uno de los hijos del duque de Saboya, Carlos Manuel I, o con uno de los hermanos del Gran Duque de Toscana, opciones que sin embargo no parecían factibles. No obstante, entre aquellos cuyas posibilidades parecían mayores destacaron el conde de Niebla, primogénito y heredero del duque de Medina Sidonia, rama principal de los Guzmán, y don Luis de Haro, heredero del V marqués del Carpio, don Diego López de Haro, y de la hermana mayor del valido, doña Francisca de Guzmán. El conde de la Roca informa de otros dos candidatos integrantes, asimismo, del clan de los Guzmán: Juan Carlos de Guzmán, hermano del VIII duque de Medina Sidonia, y Fernando de Guzmán, primo del valido, al que le unía una estrecha relación. No obstante, Olivares sorprendería a todos al elegir a un miembro de una rama inferior de su propia familia que reclamaba la jefatura de la Casa: Ramiro Pérez de Guzmán, II marqués de Toral. En septiembre de 1624 la hermana de Ramiro, Isabel María de Guzmán, contrajo matrimonio con el condestable de Castilla.
El 10 de octubre de 1624 se efectuaron las capitulaciones matrimoniales entre María de Guzmán y Ramiro Pérez de Guzmán en el Alcázar. La boda se celebró el 9 de enero de 1625 en el oratorio de la reina, cuatro días después de que Olivares fuese designado duque de Sanlúcar la Mayor. Apenas unos meses después, la joven marquesa de Heliche se quedó embarazada. Sin embargo, a finales de junio María de Guzmán contrajo una indisposición que derivó en un parto precipitado cuyo resultado fue el nacimiento de una niña muerta. Días después la salud de María empeoró a consecuencia de unas elevadas fiebres. En la madrugada del 29 de julio Juan Gómez de la Mora despertó al cardenal Barberino para que diese su bendición a una María ya moribunda que fallecería al día siguiente. Los diversos testimonios que describen la profunda transformación que a partir de entonces experimentó el valido nos ofrecen una visión completamente alejada de la imagen de hombre frío y calculador que sus enemigos se habían encargado de difundir. A pesar de la muerte de la joven, Olivares continuó favoreciendo a su yerno, a quien quería –en palabras del nuncio Giovanni Battista Pamphili, futuro Inocencio X- “come propio figlioˮ. Felipe IV concedió al joven viudo el ducado de Medina de las Torres y el oficio de sumiller de corps, hasta entonces desempeñado por Olivares.
María de Guzmán fue enterrada temporalmente en la iglesia de Santo Tomás en Madrid. Cuando el conde-duque de Olivares falleció en 1645, los restos de su hija y su nieta fueron definitivamente depositados junto a los del valido en el convento que la familia había fundado en Loeches.
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Alejandra Franganillo Álvarez