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Lorenzo Abruñedo Zueros

Biografía

Abruñedo Zueros, Lorenzo. Oviedo, 10.VIII.1836 – Madrid, 24.X.1904. Tenor.

De familia humilde, mostró desde muy joven afición al canto y una hermosa voz de tenor que trató de educar, sucesivamente, en Barcelona, Valencia, Granada -en la escuela de canto de Ronconi- y en Madrid, sin conseguirlo plenamente en ningún caso, hasta que marchó a Milán en donde el maestro Giuseppe Gerli le dio la formación adecuada. En 1864 tuvo sus primeras actuaciones profesionales en Cagliari y Mantua. Parece que el debut en España lo hizo directamente en el Teatro Real de Madrid, el 8 de enero de 1866, con Un Ballo in Maschera. Fueron sus compañeros de reparto Lucía Schillag, Maria Martelli, Marc Bonehée, Agustín Rodas, y Nicola Contedini. En alguna de las sucesivas funciones fue sustituido en el papel de Riccardo por el así mismo célebre tenor español Tomás Azula, quien también en ese año hizo su presentación en el Teatro Real.  El debut estuvo mediatizado por la epidemia de cólera que azotaba a Madrid. Se desconfiaba de todo cantante nuevo llevado por la empresa, dando por cierto que las grandes figuras no aceptarían ir a Madrid en tales circunstancias. Los tenores que le precedieron sobre la escena del Real, en aquella temporada, habían fracasado. El debut de Lorenzo Abruñedo no constituyó un acontecimiento, pero fue mucho mejor valorado que sus antecesores. Las críticas destacaban las excelencias de sus condiciones naturales y le animaban a continuar sus estudios, al tiempo que creían haber encontrado en él al tenor que recogería el testigo de Manuel García, Pedro Unanúe y Buenaventura Belart. Después interpretó Ernani.                                  

Desconocemos el motivo por el que, en el mes de marzo, rompió su compromiso con el Teatro Real. En abril hizo su debut en el Teatro Liceo de Barcelona, con Un Ballo in Maschera, con acogida del público más favorable que la ya satisfactoria que había obtenido en Madrid. Un año después, en la primavera de 1867, hace su debut en la Scala de Milán, con la ópera Attila, ante un público que le recibe de forma alentadora; pero el momento no es el apropiado, pues poco después, el teatro se cerrará hasta noviembre de 1868. Abruñedo continúa actuando en Italia. Sucesivamente canta en Sinigaglia, Bolonia, Lucca, y después en Liorna en donde interpreta Un Ballo in Maschera junto a la española Teresa Istúriz, y en cuyo papel protagonista alterna nuevamente con Tomás de Azula.

En noviembre y diciembre de 1870 se halla cantando en la ciudad rusa de Taganrog. Nuevamente es Un Ballo in Maschera la que le reporta mayor éxito y la empresa quiere contratarle de nuevo para la temporada siguiente, pero él lo rechaza. Durante la segunda mitad del 1871 está actuando en el teatro Bellini, de Palermo. Las crónicas resaltan la extensión y flexibilidad de su voz y la dulzura de su timbre, pero de forma muy especial su perfecta pronunciación del italiano, mejor si duda que la de la mayoría de los cantantes de aquella nacionalidad.                                    

En años posteriores vuelve a teatros españoles. En mayo de 1876 canta Aida en el teatro Principal de Barcelona. Bajo la dirección del maestro Goula la ópera alcanza un gran éxito. No es muy aventurado suponer que esta actuación tuviera influencia importante para que el 22 de enero de 1877 Abruñedo actuara en la primera ópera que se representaba en el nuevo teatro Payret, de la Habana, propiedad del comerciante catalán Joaquín Payret. El teatro se había inaugurado el día anterior con un concierto sinfónico. Abruñedo cantó La Favorita siendo muy elogiado, especialmente por su interpretación del Spirto Gentil.

En el año 1878 vuelve a actuar en el teatro Principal de Barcelona y en el de 1879 en el teatro del Liceo. Desde aquí marcha camino de Lisboa donde debe actuar y a su paso por Madrid la empresa del Teatro Real le capta para cantar Un Ballo in Maschera, en sustitución del tenor Ugolini que había desagradado profundamente a los espectadores. Abruñedo canta la ópera el día 30 de octubre y el día 31 recoge en el periódico El Tiempo las alabanzas de un crítico tan poco inclinado a hacerlas como Peña y Goñi, quien dice en resumen que, desde la última vez que le vio, ha ganado muchísimo en cuanto constituye los fundamentos del arte del bien cantar. Especialmente afortunado estuvo en la Barcarola del segundo acto, que hubo de repetir, y en el quinteto E scherzo od e folia, que desató el mayor entusiasmo.

En 1881 repite sus éxitos en el Liceo y en 1882 viaja a Caracas. En su interpretación de Aida la crítica le proclama el mejor tenor llegado a esta ciudad en los últimos años. En 1883, el presidente de la República Venezolana le nombra caballero de la Orden del Libertador Bolívar. En enero de 1884 canta de nuevo Un Ballo in Maschera en el teatro San Fernando de Sevilla. Su éxito es, una vez más, inmenso, especialmente en la citada Barcarola.

En 1884-1885, desde noviembre a febrero, tiene sus últimas actuaciones en el Teatro Real de Madrid, representando Aida en diferentes funciones. La crítica no deja lugar a dudas: su buen método de canto no basta para vencer las deficiencias que presenta ya su órgano vocal, y recomienda que pase a interpretar obras de menor dificultad. Sin embargo, aún le quedan muchos años de permanecer sobre los escenarios y de recoger resultados muy favorables en teatros de provincias, menos exigentes. Tan sólo un mes después los consigue en Oviedo, donde llegan a su máximo en La Favorita, ópera que repite en su función de beneficio. Diferentes crónicas ponen de manifiesto la dulzura infinita de su voz y su fraseo delicado, con una dicción clarísima, llena de sentimiento y de arte admirable. El entusiasmo del público se convierte en apoteosis en el Spirto gentil. Las alabanzas dedicadas a Abruñedo son similares a las tributadas a Gayarre cuando interpreta esta misma obra. Alguna reseña afirma que el Spirto gentil del tenor asturiano rivaliza con el de Gayarre y aun lo supera. Ignoramos hasta qué punto pueda influir en esa aseveración el entusiasmo ante el enorme éxito de un paisano.

Durante el resto del año, y los siguientes, actúa de forma primordial en provincias españolas, si bien en 1887 lleva su éxito de La Favorita a la ciudad de Oporto.  Durante este tiempo, Alicante, Murcia, Cartagena, Málaga, Jerez, Zaragoza, Barcelona, Granada, Sevilla, Bilbao, Córdoba, Valladolid y algún teatro asturiano presencian sus últimas actuaciones en representaciones de óperas.

Su pecunia económica le obliga a mantenerse en la profesión, ahora ya compaginando misiones de tenor y de empresario. Forma su propia compañía en la que la inclusión de su nombre en el elenco sirve de reclamo, con el grave inconveniente de tener que cantar algún título en el que se siente sobrepasado. Su magisterio técnico hace que sea en La Favorita, en la que venza las dificultades con mayor facilidad y que sea ésta la obra que elija interpretar en la mayoría de las ocasiones. En 1893 contratará el teatro Campoamor de Oviedo durante las fiestas de San Mateo, y el 19 de septiembre canta en él La Favorita. Es su última interpretación de una ópera de que tenga noticia.

Finalmente limita su cometido al de empresario y lleva su compañía a teatros en los que ya no actúa él. Su actividad como cantante se ha reducido a la celebración de conciertos en los que le acompaña al piano su hija Adelina. El último de ellos tuvo lugar en Oviedo, en octubre de 1904. De allí marchó a Madrid para celebrar otro, que no llegó a realizarse. La falta de ropa de abrigo, obligada por su falta de medios económicos, hizo que en la capital de España contrajera una neumonía, de la que falleció el día 24 de octubre de 1904.

Unos años antes, posiblemente en 1900-1901, había grabado numerosos cilindros en el Gabinete Fonográfico de Puerto Novella, de Valencia, lo que le convierte en el más antiguo entre los tenores históricos españoles cuyas voces han sido preservadas en grabaciones, seguido de Antonio Aramburo, cuatro años más joven que él.  El catálogo de aquella compañía valenciana hace constar la grabación por parte de Abruñedo de 30 números individuales y 13 dúos, cifra nada desdeñable. En el momento actual se tiene noticia de que están conservados seis de estos cilindros, que, de acuerdo con la numeración del catálogo son los números 1, 2 y 3, correspondientes a Il Trovatore, respectivamente, Ah si ben mío, Di quella pira y Deserto sulla terra…Ah che la norte ognora; el número 14,“La Favorita, Spirto gentil;  el número 27, La Gioconda, Cielo e mar y el número 43, Fausto, Dúo del prólogo, con Alfredo Papi, bajo. La audición de estos cilindros resulta interesantísima para los grandes aficionados, pero es muy difícil extraer de ella conclusiones sobre las características de su arte. Debemos recordar que, según las crónicas de sus actuaciones, su voz estaba seriamente deteriorada desde diecisiete años antes.

 

Bibl. : Diario de Avisos de Madrid, 1865; Gaceta Musical de Madrid, 1865-66; La Escena, Madrid, 1865-67; La España Musical, Barcelona, 1866; Revista y Gaceta Musical de Madrid, 1867-68; El Entreacto, Madrid, 1870; Heraldo de las Artes, Madrid, 1871; La Propaganda Musical, Madrid, 1872; Le Menestrel, París, 1874; El Cascabel, Madrid, 1876; El Entreacto, Madrid, 1876; La España Musical, Barcelona, 1877; L. Carmena y Millán: Crónica de la Ópera Italiana en Madrid, Madrid, 1878; El Liberal, Madrid, 1879; Le Menestrel, París,  1879; El Tiempo, Madrid, 1879; La Correspondencia Musical, Madrid, 1883-87; La Ilustración, Barcelona, 1891; L. Arrones Peón: Lorenzo Abruñedo, Un tenor Ovetense para el Mundo, Oviedo, 1998; V. García de la Puerta López: Tenores Históricos Españoles, (Próxima Edición).

 

Vicente García de la Puerta López 

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