Buiza y Fernández Palacios, Miguel. Sevilla, I.1898 – Marsella (Francia), 23.VI.1963. Marino jefe de la Flota Republicana durante la Guerra Civil española.
Nació en Sevilla; fueron sus padres Teresa Fernández Palacios y Labrana y Juan Buiza Lavin, también naturales de Sevilla. Sin antecedentes familiares en la Armada, ingresó como aspirante el 10 de enero de 1916 en la promoción número 318, una de las más castigadas de la Guerra Civil por parte de ambos bandos. El 1 de enero de 1918 fue promovido a guardia marina y dos años más tarde alférez de fragata. Realizó los estudios y embarcos correspondientes hasta su ascenso a alférez de navío en 1 de enero de 1921. Su primer destino de oficial fue el cañonero Laya, con embarcos posteriores en el crucero Reina Regente y el acorazado Pelayo. A continuación, embarcó en los acorazados España y Alfonso XIII (1922-1928). En ese mismo año trasbordó a los cruceros Reina Victoria Eugenia y Blas de Lezo, ya con el rango de teniente de navío. En 1930 fue nombrado comandante del torpedero número 9 afecto a la flotilla del Ferrol y en 1932 realizó los estudios de Hidrografía en el curso de Lieja (Bélgica) y a su término fue nombrado jefe de los servicios hidrográficos del Estado Mayor de la Armada ya con la categoría de capitán de corbeta. En 1934 fue destacado a Ifni a las órdenes del coronel Capaz, tras la ocupación por España de aquel territorio. Vuelto a España se le nombró comandante del remolcador de altura Cíclope afecto al arsenal de Cartagena y en dicho mando le sorprendió el levantamiento de 18 de julio de 1936, cuyas consecuencias habrán de jugar un papel fundamental en su futuro. Buiza fue un comandante que se hacía querer por las dotaciones, con las que mantenía una cordial convivencia sin que fuera en demérito de su categoría y así se puso de manifiesto cuando toda la dotación del Cíclope se opuso a que fuese detenido y desposeído del mando como pretendía la patrulla que al mando del auxiliar naval José Andreu Lillo iba de buque en buque en el arsenal de Cartagena practicando detenciones indiscriminadas.
Conocido el suceso por el Gobierno del Frente Popular y estimando sus condiciones personales, se dispuso su cese en el Cíclope y su nombramiento como comandante del Libertad con el que participó en la operación de reembarque de la desafortunada expedición del capitán Bayo en el intento de toma de Mallorca, manteniéndose después el buque en la zona de operaciones del Estrecho. El 31 de agosto de 1936 al capitán de fragata Navarro Capdevila en la jefatura de la flota, siendo, por tanto, de facto el primer almirante republicano, sin dejar de ser capitán de corbeta hasta octubre de 1937, que ejercerá como único mando, ya que fue relevado de la comandancia del Libertad poco tiempo después de su toma de posesión tras las primeras reformas orgánicas de la Marina republicana.
Afronta Buiza una primera época de difícil adecuación ambiental por la preponderancia de los comités sobre los comandantes de los buques y la desconfianza de las dotaciones hacia los oficiales del Cuerpo General que sirven en sus filas, por lo que la capacidad de acción del nuevo jefe de la flota se verá muy mermada en muchos casos; sin embargo, se producen discrepancias incluso con el nuevo ministro de Marina y Aire (Indalecio Prieto), cuya decisión de enviar la mayor parte de la flota al Norte no fue compartida por el criterio de los técnicos, y así, su regreso al Mediterráneo tras el hundimiento por el Canarias del destructor Almirante Ferrándiz provoca una dura reacción de Buiza que se dirige airadamente al ministro protestando en nombre de la flota por la decisión de enviar a una muerte segura a dotaciones heroicas (en referencia a la subida de la flota al Norte). No obstante las relaciones mejoran más tarde cuando Prieto sustituye a los comités por el comisariado y nombra comisario general de la flota a un hombre de su absoluta confianza, Bruno Alonso, con el que Buiza desplegará una inteligente labor de colaboración y donde ya hace valer sin reparos los cuatro galones con las estrellas de cinco puntas que luce en la bocamanga, pero la flota republicana en esta primera etapa del mando de Buiza sufre importantes pérdidas y baja de moral, aunque logró eludir el encuentro con los buques "nacionales" al regreso del Norte. Asiste impasiblemente a la caída de Málaga, perdido totalmente el dominio del Estrecho y se muestra bastante inoperante en la protección de su tráfico marítimo.
Los planes de reorganización de Prieto conducen a la creación del llamado Estado Mayor de las Fuerzas Navales de la República, cuya función refuerza incluso la del Estado Mayor de la Armada, suprimido en los primeros días de la guerra y cuyo objetivo consiste en preparar y estudiar las acciones navales de acuerdo con las instrucciones del ministro. El capitán de corbeta Luis González de Ubieta, otro de los marinos distinguidos en el campo republicano, es puesto al frente del mismo, pero en octubre de 1937 hay un intercambio de puestos entre Buiza y Ubieta, ya que este último es nombrado jefe de la flota y Buiza pasa a dirigir la Defensa Móvil Marítima, destino de mucha menor importancia que el que venía desempeñando, pero dura poco en este destino, ya que dos meses más tarde (diciembre de 1937), se le nombra jefe del Estado Mayor de la Marina. Buiza no parece ser hombre de papeles, pero realizará una meritoria labor orgánica.
La guerra no va bien para el bando republicano y las reformas orgánicas se suceden en busca de una mayor coherencia y efectividad. El Ministerio de Defensa Nacional sustituye al de Marina y Aire en el que se refunden los servicios asignados a los departamentos de Guerra, Marina y Aire, con cuatro subsecretarías. Sigue Prieto de ministro, aunque ya bastante “tocado” tras conseguir sacar a flote el importante decreto de la supresión de los comités y la atribución de sus funciones al delegado político de la flota y a los comisarios designados por cada unidad o grupo de unidades.
El cese de Prieto como ministro de Defensa Nacional y su sustitución en la cartera por Negrín va a influir también muy directamente en el cese de Buiza en la jefatura del Estado Mayor de la Marina. Durante el tiempo que ha ejercido el cargo ha tenido bastantes fricciones con Ubieta, jefe de la Flota así como con Valentín Fuentes, el subsecretario e igualmente con Prado Mendizábal, que lo releva en el puesto, y en el escalafón de septiembre de 1938 figura como secretario de Personal, pero en enero de 1939, con la guerra ya prácticamente perdida, vuelve a la jefatura de la flota y tras la confusa situación en Cartagena en los primeros días de marzo, con sublevaciones y contrasublevaciones en favor del coronel Casado e incluso de carácter nacionalista, Buiza decide sacar la flota (integrada por tres cruceros, ocho destructores y un submarino) enfilando aguas de Argel y siendo internada en Bizerta por las autoridades francesas el 7 de marzo. Un mes más tarde estos barcos eran incorporados a la flota "nacional", mientras los marinos republicanos que no habían querido regresar a España, eran internados —Buiza entre ellos— en una antigua mina abandonada de fosfato de cal cerca de Maknassy en el Túnez central, donde fueron tratados más como enemigos que como exiliados.
En mayo de 1939 Buiza pidió el ingreso en la Legión Extranjera francesa en circunstancias excepcionales, pues aunque el alistamiento tradicional era como simple soldado, Buiza ingresó de capitán, siendo la segunda persona en la historia del Cuerpo que entró como oficial. Formó parte del Cuerpo Franco de África y luchó contra los alemanes desde 1940. El general británico Bradley, a cuyas órdenes estuvo el Cuerpo durante la campaña de Túnez, se admiraba de que una compañía de Infantería estuviese mandada por un almirante español (que en realidad no lo era) y por un doctor judío. En 1942 le fue concedida la Cruz de Guerra francesa, y cuando las tropas del general Leclerq entraron en París el 24 de agosto de 1944 uno de los tanques llevaba el nombre de Almirante Buiza (tal era el prestigio del marino español adquirido en combate).
Después de la victoria aliada y ya retirado de la Legión francesa ayudó a transportar a Palestina a supervivientes judíos de los campos de concentración alemanes, pero los ingleses no entendieron su intención y lo tuvieron detenido en un campo de concentración en Haiffa hasta que fue liberado por el recién creado Estado de Israel en 1948. Volvió a Orán, donde ejerció de tenedor de libros y contable de algunas empresas papeleras. A principios de 1962 le diagnosticaron en el hospital de Orán un tumor grave, por lo que gestionó su vuelta a Francia, primero a París y más tarde a Marsella, en cuyo hospital falleció el 23 de junio de 1963.
Fuentes y bibl.: Archivo Cuartel General de la Armada, Hoja de servicios.
J. Cervera Pery, Alzamiento y revolución en la Marina, Madrid, San Martín, 1978; “Don Miguel Buiza y Fernández Palacios: El otro almirante de la Flota Republicana”, en Revista General de Marina, agosto-septiembre de 2004.
José Cervera Pery