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Gaspar Bravo de Sobremonte

Biografía

Bravo de Sobremonte, Gaspar. San Cristóbal de Sobremonte (Palencia), c. 1610 – Madrid, III.1683. Médico.

De origen hidalgo, fue Gaspar Bravo de Sobremonte hijo de Fernando Bravo, caballero cántabro de la Orden de Calatrava. Gaspar Bravo nació en la localidad palentina de San Cristóbal de Sobremonte, a comienzos del segundo decenio del siglo xvii, y su existencia histórica se prolongó hasta los últimos días del mes de marzo de 1683, muerte acaecida en Madrid. Los primeros estudios los realizó en la villa palentina de Aguilar de Campoo, si bien su ulterior formación y definitiva vinculación estuvo ligada a la Universidad de Valladolid, en la que obtuvo los grados universitarios y dictó durante buena parte de su vida labor docente en diversas cátedras universitarias. Antes de finalizar el primer tercio del siglo xvii, Gaspar Bravo residía en Valladolid, al menos se sabe que fue elegido el día 10 de junio de 1626 colegial en el Colegio Médico de San Rafael. Unos meses más tarde, el 7 de octubre del mismo año, recibía el grado de bachiller en Artes del estudio vallisoletano. Cuatro años más tarde, concretamente el 20 de marzo de 1630, obtuvo el grado de bachiller en Medicina. El acceso a la docencia lo inició Gaspar Bravo de Sobremonte muy pronto al quedar vacante la cátedra trienal de Prima de Filosofía por ascenso de su anterior titular, el doctor Delgado, quien había pasado a la cátedra de Durando. Este puesto docente lo ocupaba Bravo de Sobremonte, tras la obligada oposición, el 15 de noviembre de 1532. Al cumplirse el primer trienio, y no habiendo opositores, se le confirió de nuevo por este período trienal, el 13 de marzo de 1636.

De nuevo obtiene grados universitarios en Valladolid, primero el de licenciado en Medicina el 4 de enero de 1637, y unos meses más tarde, el 19 de junio de este mismo año, el de doctor médico. Estos grados le permitieron seguir vinculado a la Universidad vallisoletana, en cuyo seno ocupará a partir del 5 de diciembre de 1637 la cátedra de Cirugía, mediante Provisión del Consejo. El currículum y los ascensos a cátedras mejor remuneradas fue constante en su carrera docente; vacante la cátedra de Método, la obtuvo por oposición el 8 de septiembre de 1640. Cumplido el primer trienio se le renovó el nombramiento, por lo que desempeñó esta cátedra hasta el 12 de mayo de 1646, cuando alcanzó la cátedra de Vísperas de Medicina.

También por oposición, vaca la cátedra de Prima de Hipócrates por ascenso del anterior titular, Cipriano de Maroja, a la de Prima de Hipócrates, ocupó Bravo la citada cátedra de Vísperas. El ascenso de Bravo de Sobremonte le llevará a ocupar la cátedra más prestigiosa en la Facultad de Medicina, la de Hipócrates y Prima de Medicina, que dejó el 3 de octubre de 1657 al ser nombrado médico de cámara de Felipe IV, y más tarde de Carlos II hasta 1683 en que muere en Madrid. Su prestigio y su ascendencia hidalga le vincularon a las estructuras cortesanas del Barroco español, fue asimismo protomédico del reino, y de la Suprema del Santo Oficio. Asimismo ocupó el cargo de rector de la Universidad de Valladolid en 1672-1673.

El perfil biográfico de Bravo de Sobremonte, su vinculación a la Medicina vallisoletana y su consideración de médico áulico están en consonancia con el ideario doctrinal aferrado al galenismo y al dogmatismo tradicional, que en España arranca desde la obra de Luis de Mercado y Cipriano de Maroja, entre otros profesores vallisoletanos.

A él se debe una voluminosa obra impresa que tuvo amplia repercusión en la Medicina, tanto fuera como dentro de España. Compuesta de cinco volúmenes, reúne una extraordinaria erudición, hasta el extremo que más de setecientos autores son citados a lo largo de sus “obras completas”. Los tomos que la integran fueron editados en diversas impresiones con desigual fortuna y en una dilatada cronología que abarca prácticamente medio siglo. Antes de promediar el siglo xvii dio a la prensa el que sería más tarde el primer volumen de las Operum medicinalium. Este “primer” volumen impreso en Valladolid en 1649 por Antonio Vázquez de Esparza, titulado Resolutionum et Consultationem medicarum, texto del que se hicieron ulteriores ediciones en 1654 y 1662, pasó más tarde a formar el primero de los cinco que componen la “Obra médica completa de Gaspar Bravo de Sobremonte”.

Este “primer volumen” se editó en Lyon en 1671, de la Opera medicinalium (Lyon, 1671-1784, 5 vols.), uno de los más brillantes tratados sistemáticos del saber médico en la España del Barroco. El esquema tradicional y su apego a la medicina dogmática le sitúan en la línea de los grandes tratadistas vallisoletanos, como Luis de Mercado y Cipriano de Maroja. Sus obras tuvieron cumplido eco en el siglo xvii, y merece citarse la edición hecha en Valladolid por el impresor Bartolomé Portolés del escrito Repetitio sive Praelectiones Vallis-Oletane De Purgandi ratione.

El primer volumen de la edición lionesa se inicia con una noticia biográfica de Gaspar Bravo de Sobremonte, redactada por el doctor Martín de Salinas; asimismo el quinto y último volumen de los cinco que componen la citada Operum medicinalium, se acompaña de un elogio fúnebre del médico palentino redactado por el profesor de Lyon J. B. Panthot. La impresión lionesa de 1671 del primer volumen, las Resolutionum & Consultationum Medicarum, incorporó las censuras, pretextos y notas de anteriores ediciones. En este sentido figura la censura del doctor Fernando Infante de Robles (Madrid, 4 de julio de 1648) y la censura de fray Fernando del Caso (Valladolid, 1 de enero de 1648) y 1654 (Lyon). La obra, dividida en seis partes, aborda, en primer lugar, los fundamentos básicos anatomofisiológicos del saber médico, sigue el tema de las fiebres, las emisiones sanguíneas y otros recursos generales como las evacuaciones mediante la purga o el sudor. El texto redactado en forma de “disputas”, concluye con las partes dedicadas a cuestiones de carácter polémico como es el tema del pulso y la circulación de la sangre.

Los restantes volúmenes no se rigen por un orden sistemático, como ocurre con las “obras completas” de Luis de Mercado. Bravo de Sobremonte reunió en los cuatro restantes volúmenes de su Operum medicinalium, cuestiones de muy variada índole, destacando los temas clínicos y sus consultas. El segundo volumen de estas obras completas, con privilegio de impresión fechado en París a 16 de octubre de 1761, reúne una amplia y elaborada exposición doctrinal sobre la “Medicina dogmática”, a lo que añade diez consultas clínicas y una parte final de carácter terapéutico.

El tercer volumen de la Opera medicinalium se ocupa de los siguientes problemas en este orden: las fiebres intermitentes, la crisis y los días críticos, y una parte final de temas muy variados tocantes a la Medicina.

La estructura de los últimos volúmenes, cuarto y quinto, sigue ofreciendo un carácter misceláneo, en cuyo contenido tienen cabida numerosas cuestiones, como aspectos médico-legales sobre la muerte, los procesos digestivos, la cocción, fermentación y putrefacción que corresponden al volumen cuarto. En el último y quinto de la obra, pasa revista, entre otras, a la defensa a ultranza de la medicina dogmática, saliendo al paso de las nuevas corrientes detractoras del pensamiento galénico.

Uno de los capítulos más valiosos de esta amplia obra lo constituye su aportación a la clínica médica. A través de los historiales clínicos, que el autor reunió a lo largo de los volúmenes que componen su Operum medicinalium, evidencia excelente dotes de observador de la realidad morbosa. En su primer texto impreso (Resolutionem et consultationem medicorum [...], Valladolid, 1649) reúne al final del volumen dieciocho “consultas médicas” sobre diferentes procesos morbosos, fruto de su práctica profesional. Esta contribución a la realidad clínica es un elemento plenamente moderno que enlaza con la mejor tradición clínica del siglo xvi. En su ideario doctrinal, se muestra claramente galénico, pero la realidad clínica, como sucede con Luis de Mercado, es plenamente moderna. A lo largo de los restantes volúmenes de su obra sigue prestando valiosa atención a las “consultas médicas”, entre las cuales destacan las referencias a personajes de la realeza y grandes señores.

Como médico de cámara redactó una brillante historia clínica (“consulta médica”) sobre la enfermedad y muerte del monarca Felipe IV. Bravo de Sobremonte relata el proceso morboso, al parecer una nefritis calculosa que acabó con la vida del Monarca, que se acompaña, y esto es lo más novedoso, de una referencia a la autopsia. Entre las consultas, algunas son de singular interés, sobre todo las de carácter tocoginecológico, como la descripción de las convulsiones que afectaron durante el puerperio a la reina Isabel de Borbón. Asimismo hace una pormenorizada descripción de las crisis epilépticas que pudo observar como médico de cámara en la persona del príncipe Felipe Próspero Carlos, y en el infante Fernando. Tres consultas están dedicadas al parto del príncipe Carlos José, nacido en 1661, seis días más tarde del fallecimiento del príncipe Felipe Próspero Carlos. Bravo relata la lactancia y el puerperio de la Reina, que sufrió crisis convulsivas, quizá de eclampsia. En la última consulta se ocupa y describe la muerte repentina del duque de Béjar.

Su orientación doctrinal siguió fiel al pensamiento galénico tradicional a mediados del siglo xvii; pese a que supo incorporar concretas novedades de orden terapéutico y clínico, su mente sigue los esquemas heredados del dogmatismo galénico. Algunos autores lo consideran como uno de los más prestigiosos profesionales del seiscientos español, representante de una tendencia moderada en el galenismo de transición. Sin embargo, debe incluirse entre los médicos sistemáticos fieles al galenismo como Luis de Mercado o Cipriano de Maroja. En su obra, no obstante pese su dogmatismo, se apuntan novedades acordes con el progreso de la Medicina europea del siglo xvii. En primer lugar, Bravo, al ocuparse del pulso, se refiere a la doctrina de la circulación mayor de William Harvey, pese a estar anclado el médico palentino en el galenismo heredado.

Bravo dedica un capítulo al pulso encabezándolo con una disertación fisiológica sobre la circulación sanguínea. En el tomo tercero (Tomus Tertius) de su Operum medicinalium se refiere a este descubrimiento moderno con el título “De Sanguinis circulatione & de Arte Sphygmica”, donde apuesta claramente por la doctrina de William Harvey y la circulación de la linfa.

Es asimismo uno de los primeros, si no el primer autor peninsular, que recoge en su obra una descripción clara de la fisiología circulatoria. A pesar de estas precisiones anatomofisiológicas, no extrae las conclusiones que cabría esperar; al contrario, siguió defendiendo la teoría galénica del pulso. De amplia erudición libresca de los autores del siglo xvi y xvii, tuvo noticia no sólo de la obra de W. Harvey, también se refiere a otros autores modernos como Jean Pecquet, Gaspar Aselli y Nathaniel Highmore, entre otros. Esto no excluye que siguiera adoptando como sistema básico el pensamiento galénico, al que incorporaba novedades puntuales como la obra de Harvey, mostrando asimismo influjos de la naciente quimiatría. Aunque rechazó el paracelsismo en la práctica terapéutica incorporó no pocos recursos preconizados por la medicina espagírica. Consideraba, con un criterio clínico práctico, útiles los remedios minerales, aunque rechazaba los supuestos del paracelsismo. Destaca su empleo del antimonio en terapéutica frente a la resistencia, en estos mismos años de la Facultad de Medicina de París.

Estas razones anteriores lo sitúan en una actitud moderada que le permite conjugar su dogmatismo galénico con la aceptación de postulados y recursos modernos. Algunos autores lo consideran como el mejor representante del galenismo moderado del Barroco español, no llegando en ningún momento a poner en tela de juicio el galenismo tradicional. Alejado del galenismo reaccionario de Matías García, tampoco contrajo méritos suficientes para figurar y menos aún encabezar la generación de novatores que surge en España en el reinado de Carlos II.

 

Obras de ~: Resolutionem et consultationem medicorum circa universam totius philosophicae doctrina, Vallisoleti, Antonium Vazquez de Esparza, 1649; Repetitio sive praelectionis Vallis- Oletana. De Perugandi ratione, Vallis-Oleti, Ex Officina Bartholomaei Portoles, 1651, fol. 10, h. 184, p. 4 h.; Resolutionum et Consultatationum Medicarum, tertia Editio. Lugduni, Philippum Borde, 1662, fol. Resolutionum medicarum partem III, sive tomum 4. Lugduni, apud Laurentium Arnaud, 1679, fol. Después, Lugduni, Petrus Borde, 1671; Disputationem Apolegeticam pro dogmaticae medicinae praestatie Tractatus duo, Lugduni, Laurentium Arnaud & Petrum Borde, 1671, fol. Después: Coloniae, ex officina Guilielmus Friessem juniores, 1671, De Febribus infermittentibus, de crisibus, diebus decretoriis & urinis, Lugduni, 1674. Operum medicinalium tomus tertius: tres tractatus complectens, Lugduni, Laurenti Arnaud et Petri Borda, 1674. Tomus quartus, ters disputationes complectens, 1679; Tomus quintus de resolutionibus medicis, Lugduni, Petri Borde, Joan et Petri Arnaud, 1684.

 

Bibl.: M. Alcocer Martínez, Historia de la Universidad de Valladolid. Bibliografías de médicos notables, Valladolid, Cuesta, 1931, págs. 5-9; L. S. Granjel, La obra de Gaspar Bravo de Sobremonte, Salamanca, Seminario de Historia de la Medicina, 1960; H. García Pérez, El Dr. Gaspar Bravo de Sobremonte. Estudio biográfico y aspectos biográficos de sus obras, Santa Cruz de Tenerife, 1961.

 

Juan Riera Palmero

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