Ayuda

José Moreno Carbonero

Imagen
Biografía

Moreno Carbonero, José. Málaga, 28.III.1860 – Madrid, 15.IV.1942. Pintor.

Nació en el seno de una familia menestral de origen humilde. Cursó estudios de Pintura gracias a la ayuda prestada por el pintor valenciano afincado en Málaga, Bernardo Ferrándiz, que, al igual que hacía con el resto de alumnos, no le cobraba las clases particulares que ofrecía en su estudio. Ferrándiz, que por aquel entonces era profesor en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, vio en Moreno Carbonero a su mejor discípulo; le ayudó desde los inicios a vender sus obras infantiles, lo llevó a viajar con él a Marruecos, y le consiguió una pensión de la Diputación de Málaga para que pudiese estudiar en París. Se puede confirmar que el pintor malagueño más reconocido, valorado y con más aceptación de público y venta de obras en su momento, además de Picasso, fue, sin lugar a dudas, Moreno Carbonero.

Sin embargo, este último caminó por unos derroteros muy diferentes a los de Picasso, los de la tradición pictórica y el eclecticismo, servido para mejor solaz de la alta aristocracia y burguesía española, que tenía en Moreno Carbonero uno de sus máximos y mejores representantes.

Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Telmo (1870-1871), bajo el magisterio de Ferrándiz. A los doce años, en 1872, obtuvo su primer éxito con la obra La posada de la corona (desaparecida en 1936), premiada con Medalla de Oro en la Exposición del Liceo de Málaga, escena costumbrista influenciada por la práctica pictórica de su maestro; así como el resto de obras realizadas en Málaga por estos años, y que son anteriores a su viaje a París. Entre ellas, se puede citar La bendición de los animales el día de San Antón en el Maestrazgo, de 1873, presentada al Ayuntamiento como ejercicio de alumno en la Escuela de Bellas Artes, con una clara ambientación valenciana, de nuevo deudora de los cuadritos de escenas costumbristas de su maestro. Ese mismo año de 1873, viajó a Marruecos con Ferrándiz, interpretando a partir de entonces las escenas costumbristas desde la lección de Fortuny, con ejemplos como Rifeño fumando, Combate de rifeños, Gitanos y Ventorro en el Camino Nuevo, enviada bajo el título de Casa de campo a la antigua, más tarde, a la Exposición Nacional de Madrid.

En 1874, participó en la exposición retrospectiva organizada por el Liceo malagueño con las obras Un tipo murciano y Carrera de velocípedos. Un año más tarde, en 1875, ganó el Premio Barroso, y realizó el Retrato de Alfonso XII (Museo de Bellas Artes de Málaga), con el que obtuvo un gran éxito entre los miembros de la Corporación municipal malagueña, siendo recomendado para que obtuviese plaza de pensionado a Roma.

A partir de 1876, comenzó a participar en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid con dos obras: El jaleo, pequeño lienzo inspirado en el célebre Un día de bolla en Málaga, otra obra que adolecía de la influencia de su maestro Ferrándiz. Hay que recordar que su maestro Ferrándiz, consiguió vender la obra de su alumno de tan sólo doce años, La posada de la Corona, en 1.000 pesetas; y seguidamente, el marqués de Iznate, Antonio Campos Garín, le encargó su siguiente trabajo, El día de San Antón, o la bendición de los animales en Valencia, por el que le pagó 2.000 pesetas.

Fruto de esta admiración del maestro por su discípulo, fue el retrato que le realizó en 1884, dedicado: “Al laureado artista, un ex discípulo D. José Moreno Carbonero, por Bº Ferrándiz, 1884” (Donación Moreno Carbonero, Museo de Bellas Artes de Málaga).

Después de los primeros éxitos obtenidos con estas obras, presentó otra escena de tipo costumbrista, de pequeño tamaño (Casa de campo a la antigua, 1876, a la Exposición Nacional de Madrid, por la que obtuvo Tercera Medalla, siendo adquirida por el marqués de Larios; además de ser reproducida por la revista La Ilustración Española y Americana de Madrid (suplemento de 1877, pág. 380). Después de este éxito, en 1876 y tras la intervención de Ferrándiz, la Diputación de Málaga le pensionó para estudiar en París cuando tenía tan sólo quince años, en el taller de Gérome, y protegido por el marchante Goupil. Igualmente en París, recibió los consejos de Raimundo de Madrazo. Desde París envió a Málaga, a la Exposición de Bellas Artes organizada por el Ayuntamiento y que inauguró el rey Alfonso XIII en 1877, varias obras, todas enmarcadas en la pintura de género, con un costumbrismo aún demasiado deudor de su maestro y de la estética fortuñista: Pelando la pava, Un árabe, Patio de Pilatos en Sevilla, Estudio de Barcenillas, El delito, y Juicio de falta.

En estos años parisinos, 1876-1878, comenzó a realizar sus primeras escenas dedicadas al Quijote, La aventura del Quijote, con la que obtuvo una Medalla de 2.ª Clase en la Exposición Nacional de Madrid, reproducida según dibujo del autor en La Ilustración Española y Americana (Madrid, 15 mayo 1878, pág. 308). Volvió en 1878 de París y, después de su experiencia de pensionado, pretendió optar a otra beca para Roma, presentando como ejercicios de admisión La muerte de Abel y como segundo ejercicio, Moisés sacado del Nilo. El tercer tema, Diógenes arrojando la escudilla (Diputación Provincial de Málaga), fue rechazado por haberle dado, según el jurado, tratamiento de pintura de género.

Tras este pequeño fracaso, Moreno Carbonero siguió presentando sus obras a las Exposiciones Nacionales, aunque produciéndose un ligero cambio en su temática, dejando de lado el costumbrismo y la pintura de género, para enfocar más su atención hacia la pintura histórica, exaltadora de valores propagandísticos de tiempos pasados, que eran los que primaban en los certámenes oficiales y en los propios ejercicios de pensionado en Roma. De esta forma, en 1881, ganó una Primera Medalla con la obra El príncipe don Carlos de Viana (Madrid, Museo del Prado. Depositado en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza), pintado con tan sólo veintiún años y que le supuso el inicio de su fama como pintor a nivel nacional. Para ilustrar este episodio de la vida del príncipe Carlos de Viana, utilizó la Historia general de España de V. Gebhardt, libro de cabecera para los pintores de aquella época. La desgraciada historia del príncipe de Viana sirvió de argumento favorito para los pintores españoles de historia, como el conocido lienzo de Emilio Sala, Prisión del príncipe de Viana (1871, Museo del Prado. Depositado en el Museo de Bellas Artes de Málaga), o los episodios dedicados a la vida del ilustre príncipe por el catalán Ramón Tusquets, del que se puede destacar la Entrada del príncipe de Viana en Barcelona (Barcelona, colección particular). Moreno Carbonero a pesar de su juventud, y recurrir a un episodio histórico más o menos conocido, se atrevió a innovar, de algún modo, reduciendo la narración de la escena única y exclusivamente al protagonista, concentrando toda la atención en el reflejo de la soledad y melancolía que abordaban al personaje en su oscuro destino. Debido a la importancia de esta obra, fue reproducida en grabado para su publicación en La Ilustración Española y Americana (Madrid, 1882, n.º V, pág. 83).

Gracias al enorme éxito de esta primera medalla, Moreno Carbonero fue distinguido con la pensión de mérito (1882-1885) para la Academia de España en Roma, perteneciendo, por tanto, a la tercera promoción, junto a pintores como Antonio Muñoz Degrain (igualmente nombrado pensionado de mérito), y Hermenegildo Estevan. Entre los primeros ejercicios realizados como pensionado, destacan Un episodio de la vida de Espartaco, Los gladiadores, también conocido como La Meta Sudante (1882, Museo de Bellas Artes de Málaga), firmado en Nápoles, adonde viajó para documentarse en los museos.

En 1883, pidió permiso a la Academia para viajar a París, para documentarse en su segunda obra como pensionado, La conversión del duque de Gandía (1884, Museo del Prado. Depositado en el Museo de Bellas Artes de Granada), el segundo gran éxito, por el que obtuvo una Primera Medalla en la Exposición Nacional de 1884, y premiada igualmente en las exposiciones internacionales de Múnich y Viena, donde le dieron Medalla de Oro, París (1889) y en la de Chicago (1893), galardonado con medalla única. Fue pintado como ejercicio final de la pensión de mérito, y distinguida allí con la máxima calificación. De la misma obra existen varias versiones, en total unos cuatro bocetos preparatorios.

El primero, firmado en Roma en 1884 y dedicado a su amigo el pintor Vicente Palmaroli (Madrid, Academia de San Fernando). Otro boceto de mayor tamaño, fechado en 1883, fue enviado por Moreno Carbonero a Madrid como prueba de pensión, muy próximo a la composición final, que se encuentra en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid; otro que figuró en la Exposición Vaticana, adquirido por el papa León XIII para el Museo Lateranense; y un último conservado en el Museo de Málaga, réplica del cuadro final, aunque de inferior calidad a las otras versiones.

Este cuadro fue calificado en su momento de escena histórica y religiosa, convirtiéndose desde su primera exposición pública en una de las grandes obras de carácter histórico de toda la pintura del siglo xix español.

Un crítico de la época, Jacinto Octavio Picón, calificó esta obra juvenil de Moreno Carbonero como “una de las más notables que ha producido en España la pintura contemporánea” (El Correo, 1884). Superior a la anterior obra del Príncipe Carlos de Viana, aquí se muestra el joven Moreno Carbonero con una sabiduría técnica y compositiva extraordinarias, mucho más maduro y con una maestría en la utilización del dibujo: con un dominio perfecto del dibujo y la reproducción táctil de las diferentes superficies, el sudario de la emperatriz Leonor de Castro, la gruesa alfombra arrugada, los retratos pintados del natural; la capa pontifical del oficiante, etc., sirviéndose de una pincelada libre y más suelta, junto a una perfecta utilización de la luz, que baña dramáticamente la escena ambientada en una cripta y sumida en la penumbra.

Uno de los últimos ejercicios realizados en Roma fue el lienzo Escena del Calvario. En 1886, presentó su memoria fin de pensionado con el título La naturaleza en el Arte. En 1887, ya de vuelta en Madrid, fue invitado a decorar una capilla de la iglesia de San Francisco el Grande, para la que realizó El sermón de la montaña. Estos años fueron de grandes triunfos y reconocimientos para el joven pintor. Gracias al éxito obtenido con su obra anterior, La conversión del duque de Gandía, el Senado le encargó uno de los lienzos que había de completar la decoración pictórica de su Salón de Conferencias. En su caso, pintó la entrada triunfal del capitán Roger de Flor al mando de ocho mil almogáraves catalanes y aragoneses en la ciudad de Constantinopla. El óleo llevó por título Entrada de Roger de Flor en Constantinopla (1888, Palacio del Senado, Madrid). El resto de la decoración pictórica del Senado fue encargada a otros tres pintores de reconocido prestigio del último cuarto del siglo xix, Conversión de Recaredo pintado por Muñoz Degraín; La rendición de Granada de Francisco Pradilla, y, por último, el Combate Naval de Lepanto de Juan Luna Novicio. Con esta pintura, culminaba el ciclo de pinturas de historia realizadas por Moreno Carbonero, todas premiadas con primeras medallas, y con una evolución y riqueza técnicas de una maestría insuperables. Esta obra es una proeza de extraordinaria perfección técnica, especialmente en la composición, concebida como proyección escenográfica, con un punto de vista muy bajo para la contemplación de la escena. El exquisito tratamiento plástico de cada uno de los elementos integrantes de la escena, con un particular virtuosismo en la interpretación del realismo decorativo, el refinamiento preciosista de las telas, del trono del emperador bizantino, las ramas secas de laurel lanzadas al suelo y los mil y un detalles que adornan la composición, le acercan a Fortuny. Pero de este lienzo sobresale su ejecución, con una pincelada mucho más clara y delgada en materia, que envuelve la escena en una atmósfera muy luminosa, conseguida al concluir el lienzo en un espacio libre, concretamente en la plaza de toros de Málaga, para poder así captar mejor los efectos de la luz del sol sobre los distintos personajes. Tras finalizar la obra, Moreno Carbonero la envió a la Exposición Internacional de Múnich; finalmente, se recibió en Madrid en enero de 1899, celebrándose un homenaje el 20 de enero en honor del pintor. El cuadro fue adquirido por la Cámara Alta por un total de 40.000 pesetas, precio aumentado tras el inicial de 15.000 pesetas.

En la década de 1890, continuó participando con obras en las Exposiciones Nacionales de Madrid. En 1890, volvió a tratar los temas costumbristas con obras de pequeño formato, como La venta del sevillano; además de recibir una medalla especial en Budapest. En 1892, ingresó como catedrático en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, siendo más tarde profesor del destacado maestro del cubismo Juan Gris. Este mismo año, volvió a retomar los temas literarios, y de nuevo se acercó al Quijote con La aventura de los mercaderes y ¡Arre burra!, basada en textos de Pedro Antonio de Alarcón, obras que envió a la Exposición Universal de Chicago de 1893, siendo aclamadas por la crítica, de las que se comentó: “Here are three genre pictures by José Moreno Carbonero, hung almost side by side, and in which the extreme carefulness of detail and finish does not interfere with more important painting qualities, luminousness, warmth and richness and judicious balance of color, and great fidelity to nature”.

El año de 1894 supuso su elección como académico de número por la pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en el cargo de Federico de Madrazo. En 1895, volvió a presentar en la Nacional temas del Quijote, así como un Retrato de su hija, y la conocida como Fuente de Málaga o La fuente de Reding, obra que fue comprada por el barón de Bedel-Garlsberg, embajador de Noruega en España a finales del siglo xix (hoy en colección particular, Nueva York). El 27 de noviembre de 1898, tomó posesión de su plaza de académico de número, con el discurso Sobre la Academia y los discursos académicos.

Este mismo año, aparecieron ilustraciones para el Don Quijote de la Mancha, publicado por F. Seix en Barcelona, con reproducciones en cromolitografía de escenas compuestas por el propio Moreno Carbonero y Laureano Barrau.

Al comienzos de siglo, y hasta prácticamente unos años antes de su muerte, continuó presentando obras en exposiciones de Bellas Artes. En Barcelona participó en las colectivas de los años 1907, 1908, 1918, 1919, 1922, en la Exposición Internacional de Barcelona, 1929, en la que presentó Vista de Santiago de Compostela (Museu Nacional d’Art de Catalunya, MNAC, Barcelona), y en salas particulares como la Sala Barcino (1930 y 1932), en la Sala Parés (1932) y en las Galerías Layetanas (1933). Hasta su muerte en 1942, Moreno Carbonero se erigió como uno de los grandes retratistas españoles de la aristocracia y la burguesía, destacando como ejemplos el retrato realizado a la reina Victoria Eugenia de Battenberg (1912, MNAC, Barcelona), o el retrato de Marcelino Menéndez y Pelayo (1913, Real Academia de la Historia, Madrid), además de infinidad de retratos de grupo e individuales para personalidades políticas y de la burguesía.

Igualmente, no dejó de lado la pintura de historia en estos años, siendo requerido en 1910 por el Ayuntamiento de Buenos Aires, para que realizase una tela de grandes dimensiones (2,50 x 4,50 metros) (Salón de Honor del Palacio Municipal de Buenos Aires), conmemorando el primer centenario de la Revolución de Mayo. En el lienzo, titulado La Fundación de Buenos Aires, se presentaba la segunda fundación del poblado de Santa María del Buen Aire por Juan de Garay en 1580. Dado el carácter con que trabajaba Moreno Carbonero de rigurosidad técnica y rigorismo historicista, que reflejaban la obsesión por la reproducción documental casi “arqueologicista” del hecho histórico, éste reclamó el cuadro en 1924 para corregir algunos errores, que a su juicio había cometido en la indumentaria de los personajes. Sobre el original, existe un boceto fechado este mismo año, de factura mucho más suelta, que se encuentra depositado en el Ayuntamiento de Málaga, dedicado por el propio autor. Otras obras de carácter histórico fueron El desembarco de Alhucemas (s. f.) o La liberación de los cristianos malagueños por los Reyes Católicos (1936, Museo de Bellas Artes, Málaga).

Moreno Carbonero a pesar de vivir en Madrid durante toda su vida, en un palacio de estilo renacentista en la calle Miguel Ángel, n.º 5, siguió muy ligado a su ciudad natal, Málaga, donde realizó varias donaciones al Museo de Bellas Artes, como la entregada en 1928, con una colección de grabados y litografías de Goya donadas a la Academia de San Telmo, depositadas en el Museo; y hacia 1937, el Legado Moreno Carbonero, en el que se comprendían obras como su Autorretrato (1895), La bailarina Carmen de Triana (1932), Villa Adriana en Tívoli (1926) o el conocido El escrutinio (1925), obra dedicada al Quijote, entre otras. Después de su muerte, en 1958, su hijo hizo entrega de seis cuadernos de apuntes, dibujos al natural, que enriqueció la colección de Moreno Carbonero en el Museo de su ciudad natal. Igualmente, regaló a la Hermandad del Santo Sepulcro de Málaga un bello estandarte de Cristo yacente (1916, Museo de la Hermandad del Santo Sepulcro, Málaga), así como el diseño para el catafalco del Santo Sepulcro de la misma Hermandad.

Murió en Madrid, en 1942, siendo reconocido en vida por sus méritos artísticos y su valía como pintor.

 

Obras de ~: La bendición de los animales el día de San Antón en el Maestrazgo, 1873, Rifeño fumando, c. 1873; Combate de rifeños, c. 1873; Gitanos, c. 1873; Un tipo murciano, 1875; Retrato de Alfonso XII, 1875; Patio andaluz, 1875; Casa de campo a la antigua, 1876; Un episodio de la vida de Espartaco, 1882; Los gladiadores o La Meta Sudante, 1882; La conversión del duque de Gandía, 1884; Escena del Calvario, c. 1884; El sermón de la montaña, 1887; Entrada de Roger de Flor en Constantinopla, 1888; La venta del sevillano, 1890; La aventura de los mercaderes, 1892; ¡Arre burra!, 1892; Retrato de su hija, 1895; Autorretrato, 1895; Fuente de Málaga o La fuente de Reding, 1895; La fundación de Buenos Aires, 1910; Victoria Eugenia de Battenberg, 1912; Marcelino Menéndez Pelayo, 1913; Cristo yacente, 1916; El desembarco de Alhucemas, 1924; El escrutinio, 1925; Villa Adriana en Tívoli, 1926; La bailarina Carmen de Triana, 1932; La liberación de los cristianos malagueños por los Reyes Católicos, 1936; Montero con perros, s. f.

Escritos: Sobre la Academia y los discursos académicos, discurso leído en la recepción pública de José Moreno Carbonero el día 27 de noviembre de 1898; y contestación de Amós Salvador y Rodrigáñez, Madrid, Imprenta de la Viuda e Hijos de M. Tello, 1898; “Recuerdos de infancia y mocedad”, en Bernardo Ferrándiz maestro de los pintores de Málaga: Homenaje en el primer centenario de su nacimiento, 21 de julio de 1835. Estudios de su arte y anecdotario de su vida, Málaga, Academia Provincial de Bellas Artes de San Telmo, Imprenta Ibérica, 1935.

 

Bibl.: E. Martínez de Velasco, “La Exposición de Bellas Artes de 1881 en Madrid”, en La Ilustración Española y Americana (1881), pág. 419; V. de Cruz, Catálogo comentado de la Exposición de Bellas Artes de 1884, Madrid, Imprenta de Anastasio Moreno, 1884, pág. 43; A. Cánovas Vallejo, Apuntes para un Diccionario de pintores malagueños del siglo XIX, Madrid, Antonio G. Izquierdo, 1908, págs. 39-47; “El insigne pintor malagueño D. José Moreno Carbonero, dando los últimos toques al admirable retrato de la reina Doña Victoria, que ha pintado en el Salón de Carlos III del palacio”, en La Unión Ilustrada (Málaga) (22 de diciembre de 1912), pág. 22; M. Cuenca López, Museo de pintores y escultores andaluces contemporáneos, pról. de F. Villaespesa, La Habana, Imprenta Rambla, Bouza y Cía., 1923, págs. 225- 258; C. de P., “Visita al estudio de Moreno Carbonero”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (Madrid), t. XXXII (1924), págs. 48-49; VV. AA., Moreno Carbonero. Homenaje al glorioso maestro, Málaga, Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, 1943; Homenaje a José Moreno Carbonero en el primer centenario de su nacimiento, Málaga, Caja de Ahorros Provincial, Diputación Provincial, 1958; B. Peña Hinojosa, Los pintores malagueños del siglo XIX, Málaga, Diputación Provincial, 1964, págs. 34, 47, 51, 60, 69, 85, 88, 94, 97, 99, 106-107 y 109; E. Lafuente Ferrari, José Moreno Carbonero, Málaga, Caja de Ahorros Provincial, Obra Cultural, 1967; El palacio del Senado, Madrid, 1980, págs. 136 y 140-142; C. M.ª Gelly y Obes, La fundación de la ciudad de Buenos Aires a través del pintor José Moreno Carbonero, Buenos Aires, Municipalidad, Secretaría de Cultura, 1980; J. Palomo Díaz, Historia social de los pintores del siglo XIX en Málaga, Málaga, 1985, págs. 236 y 253; T. Sauret Guerrero, “Metodología de la pintura de historia: el ejercicio de Moreno Carbonero”, en Baética, (Universidad de Málaga), n.º 9 (1986), págs. 47-56; El siglo XIX en la pintura malagueña, Madrid, Universidad, 1987, págs. 708-711; J. A. Sánchez López, “La Fundación de Buenos Aires”, en VV. AA., Patrimonio Artístico y Monumental, catálogo de exposicón, Málaga, Ayuntamiento, 1990, págs. 293-294; C. Reyero, “El cadáver exquisito: El desnudo y la muerte en los pintores de la Academia de Roma (1873- 1903)”, en VV. AA., Roma y el Ideal Académico. La pintura en la Academia Española de Roma, 1873-1903, catálogo de exposición, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1992, págs. 69-70 y 112-113; J. L. Díez, “El príncipe de Viana”, “La conversión del Duque de Gandía”, “Entrada de Roger de Flor a Constantinopla”, en VV. AA., La pintura de historia del siglo XIX en España, catálogo de exposición, Madrid, Museo del Prado, 1992, págs. 336-341, págs. 388-395 y págs. 430-435, respect.; T. Sauret, “Diógenes arrojando la escudilla”, en VV. AA., Colección de arte de la Diputación de Málaga. Siglo XIX, catálogo de exposición, Málaga, Diputación Provincial, 1999, págs. 28-29; L. Jiménez Fernández, “Biografía”, en VV. AA., Colección de arte de la Diputación de Málaga. Siglo XIX, catálogo de esposición, Málaga, Diputación Provincial, 1999, pág. 135; A. Montmany, T. Coso y C. López y F. Fontbona (dir.), Repertori de catálegs d’exposicions col·lectives d’art a Catalunya (fins l´any 1938), Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2002; A. de la Bárcena Pérez, “José Moreno Carbonero y la Condesa de Yebes. Retrato inédito de dos mundos singulares”, en Goya (Madrid), n.os 289-290 (2002), págs. 244-253; A. E. Pérez Sánchez, H. González Zymla y L. de Frutos Sastre, Catálogo de pinturas de la Real Academia de la Historia, Madrid, Real Academia de la Historia-Fundación Ramón Areces, 2003, págs. 176-180; T. Sauret, “El Museo de Bellas Artes. Su historia”, en VV. AA., Tradición e innovación en el Museo de Málaga (1850-1949), catálogo de exposición, Málaga, Sala de Exposiciones del Palacio Episcopal, Junta de Andalucía, Fundación Unicaja, 2004, págs. 21-22, 26-27, 65-66, 73 y 91.

 

Lourdes Jiménez Fernández

Personajes similares