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Benjamín Jarnés Millán

Biografía

Jarnés Millán, Benjamín. Codo (Zaragoza), 7.X.1888 – Madrid, 10.VIII.1949. Escritor.

En la vida de Benjamín Jarnés pueden distinguirse las tres etapas de un relato clásico: años de formación, período de madurez y una etapa de ocaso. Su protagonista alcanzó en vida una gloria literaria que le fue arrebatada completamente a consecuencia de la Guerra Civil, hasta el punto de casi desaparecer su nombre de la historia de la literatura española del siglo XX.

Su muerte en el olvido ha atraído la atención de la crítica en el último tercio del siglo pasado con el intento de rescatar al mayor novelista vanguardista español, a la vez que investigar un aspecto normalmente preterido en los estudios literarios, como es el de la narrativa de las décadas de 1920 y 1930. En el caso de un autor como Jarnés, para quien el arte se nutría de la vida, devolviéndola depurada de toda ganga en un espacio temporalmente perfecto, el juicio literario de la posteridad y su exclusión o inclusión en el canon forma parte también de su biografía.

Su padre, que era sastre, se casó en dos ocasiones.

Del segundo matrimonio, que añadió ocho hijos a los catorce del primero, nació Benjamín Jarnés, el cual recordaría sin acritud las escaseces y las amarguras de aquellos primeros años en un discurso que pronunció en un banquete de homenaje en 1930 y que incluyó como pórtico de su obra Viviana y Merlín, con el significativo título de “Años de aprendizaje y alegría”. Como hijo de familia humilde, con aptitudes intelectuales, fue enviado al seminario de Zaragoza a la edad de doce años. Aunque su formación fue en muchos aspectos autodidacta, los años que pasó en el seminario, rememorados ficticiamente en su novela El convidado de papel, le proporcionaron una sólida y tradicional formación humanística. En 1908 abandonó el seminario y se dedicó a dar clases para ganarse la vida. En 1909 fue llamado a filas.

También aprovechó su estancia en el Ejército para la composición de Lo rojo y lo azul. En las dos novelas autobiográficas citadas, el protagonista, Julio Aznar, es un trasunto del autor. Terminado el servicio militar en 1912, se reenganchó como secretario del Juzgado Militar, a la vez que se matriculó en la Escuela Normal Superior de Maestros de Zaragoza, donde completó sus estudios en 1916. Ese mismo año contrajo matrimonio con Gregoria Bergua. Como militar, fue destinado de Zaragoza a Jaca y, más tarde, entre 1918 y 1920, a Larache, ahora como miembro del Cuerpo Auxiliar de Intendencia. En esta última fecha, fue trasladado a Madrid, donde se instaló para comenzar una nueva etapa de su vida, entregada definitivamente a su carrera literaria.

Hasta entonces, había publicado solamente artículos de ideología conservadora en periódicos y revistas aragoneses, como La Unión, El Pilar o La Crónica de Aragón, los cuales, como afirman M. Artieda y J. Montenegro, difícilmente “pudieran inducir a pensar en el tratamiento de muchos temas y cuestiones que escribiría posteriormente”. Sin embargo, como se ha dicho, todo este período fue decisivo en el repertorio temático de un autor que hizo de la vida una cuestión de cultura. No sólo su paso por el seminario y el Ejército, al modo del género novelístico del bildungsroman, dejaron huella en su producción posterior. La biografía novelada de tipo hagiográfico con la que se dio a conocer, Mosén Pedro, está inspirada libremente en la vida de su hermano mayor sacerdote. Más aún, la figura del “profesor inútil”, con la que dio el salto a la fama en el parnaso literario español e internacional, contiene experiencias de su etapa docente, como lo muestra especialmente el capítulo “El río fiel”, ambientada en Augusta, nombre claramente referido a la ciudad de Zaragoza.

Pero todo este bagaje vital anterior parece disolverse ante las perspectivas que le ofrece un Madrid cultural en ebullición. El pintor Rafael Barradas le introdujo en la revista gallega Alfar en 1923. En 1925 tuvo lugar el acontecimiento decisivo en su vida literaria. Junto con Valentín Andrés Álvarez, pasó a formar parte del círculo de Ortega y Gasset, en cuya tertulia de los altos de Espasa Calpe participó. Fue invitado también a colaborar en la Revista de Occidente, donde ejerció la crítica literaria tanto de las novedades editoriales españolas como internacionales de modo constante y abundante hasta 1936, y más tarde en La Nación de Buenos Aires. Aquel mismo año, Ortega había publicado dos de sus más conocidos y controvertidos opúsculos dedicados a la reflexión estética: La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela. Al año siguiente, el filósofo madrileño patrocinó la puesta en marcha de la colección Nova Novorum, inaugurada por Pedro Salinas con el conjunto de relatos Víspera del gozo y seguida por la novela El profesor inútil de Jarnés, que lo consagró rápidamente como el valor en alza de la narrativa vanguardista, entre cuyos pioneros había destacado Ramón Gómez de la Serna. El profesor inútil fue recibida con una mezcla de admiración y prevención, pues, si bien abría nuevos caminos en la renovación de la prosa narrativa española que desde 1923, aproximadamente, había entrado en contacto de lleno con las inquietudes vanguardistas, por otro lado suscitaba interrogantes debido a la preponderancia de elementos poemáticos, digresiones ensayísticas o la ruptura de los principios de la mímesis realista.

En las reseñas de la época, se hacía notar asimismo la influencia de las obras de los franceses Paul Morand y Jean Giraudoux, así como su proximidad estética con Gabriel Miró. En cualquier caso, esta novela situó a Jarnés a la cabeza de la nueva narrativa, como lo probaría su posterior inclusión en la antología internacional The European Caravan (1931) elaborada por Samuel Putnam. Su credo estético quedó consignado en 1927 con la publicación de Ejercicios, un breviario en forma de notas y comentarios críticos sobre el arte en general y la novela en particular.

Tanto El profesor inútil como Ejercicios sirvieron para el inicio de un juicio adverso a los narradores vanguardistas considerados como novelistas “deshumanizados” o “puros”, que ha alterado la recepción posterior de sus obras. En el caso del rótulo “deshumanizados”, la acusación se dirigía tanto a la percepción de unas obras en que faltaba una temática claramente comprometida con una dimensión política determinada, cuanto al disgusto que producía el diagnóstico de Ortega y Gasset sobre el arte nuevo.

Actualmente, se ha puesto de relieve lo injusto de atribuir a estos autores en general y, sobre todo, al vitalista Jarnés el título de “deshumanizados”. El propio Jarnés aclaró su postura en numerosas ocasiones, pero, muy especialmente, en el prólogo de su novela Teoría del zumbel (1930), en que abogó por un “integralismo” que acogiese “algo más que todo un hombre: todo el hombre”. Incluso Locura y muerte de Nadie, la novela que la crítica de su momento señaló más deudora del influjo del filósofo madrileño, es vista hoy no como la novelización del hombre-masa, sino como una indagación en los conflictos de identidad entre realidad y ficción, en diálogo con novelas como Niebla de Unamuno.

No obstante, las críticas que comenzó a recibir la narrativa vanguardista a partir de fines de la década de 1920, en el momento en que se percibía una inflexión “rehumanizadora”, cuyo primer aldabonazo teórico llegó con la publicación de El nuevo romanticismo (1930) de José Díaz Fernández, coincidió con una sensación de crisis y agotamiento de la evolución del género novelístico en su forma vanguardista. Aun así, el poder creativo de Jarnés alcanzó su clímax en los años comprendidos entre 1929 y 1931, con la publicación de sus novelas más ambiciosas (Paula y Paulita, Locura..., Teoría del zumbel, Escenas junto a la muerte), así como con la aparición de sus primeras biografías (Sor Patrocinio, la monja de las llagas y Zumalacárregui, el caudillo romántico) en la colección de “Vidas españolas e hispanoamericanas del siglo XIX”, promovida por Ortega y Gasset. Jarnés y Antonio Espina consiguieron producir los productos más acabados del género biográfico que estaba triunfando en Europa de la pluma de Lytton Strachey o André Mauriac. En su éxito en España es preciso también contar con el estímulo intelectual del propio Ortega, que en aquellos principios de la década de 1930 reflexionaba sobre una razón histórica que diera cuenta de la estructura biográfica de la existencia humana, como, por ejemplo, en “Goethe desde dentro”, dando así soporte a la búsqueda de nuevas formas de tratar a los personajes, dentro de diseños novelísticos estilizados.

Sin embargo, adoptando una línea personal, Jarnés logró su mayor acierto en este género, con la legendaria Vida de San Alejo (1934), modelo de hagiografía vanguardista, irónica, vitalista, con juegos entre los diferentes planos temporales y espaciales de la ficción.

Junto a ello, el auge de la novela social-realista impulsó a Jarnés a dar una réplica desde sus presupuestos estéticos en Lo rojo y lo azul, con cuyo título quiso homenajear en su centenario a la famosa novela Le rouge et le noir de su admirado Stendhal. En esta novela, ambientada en el ambiente revolucionario de la Barcelona de principios de siglo, la actitud ética de Jarnés, basada en la búsqueda de la armonización de los conflictos sociales a través de la cultura, adolece sin duda de limitaciones ideológicas, pero al mismo tiempo presenta una confianza enorme, de talante liberal, en la capacidad de superar las tensiones y la violencia por medio del diálogo y del debate públicos.

Esta actitud moderada, propia de un republicanismo liberal, llevó a Jarnés, por ejemplo, a colaborar asiduamente tanto en La Gaceta Literaria como en el efímero semanario izquierdista Nueva España. En 1933, formó parte con intelectuales de diverso signo del comité directivo del Círculo de Escritores Cinematográficos.

Como escritor profesional, sus múltiples colaboraciones van apareciendo recopiladas en libros, en alguno de los cuales Jarnés intentó tomar el pulso a su época a través de sus posturas políticas: así, en Fauna contemporánea, donde actualiza el costumbrismo a través del recorrido de una serie de personajes tipo, y en Feria del libro, comentando las novedades y los gustos del lector de aquel año.

La trayectoria literaria de Jarnés prácticamente se cierra en 1934, cuando publicó una nueva versión de El profesor inútil, en la que introdujo cambios y sustituciones de capítulos, así como la adición de un prólogo, todos los cuales permiten comprender mejor la evolución y el sentido de su proyecto narrativo.

La afirmación de los sentidos, la voluptuosidad y una sensualidad guiada por la inteligencia, no exenta de ironía, constituyen constantes de toda la obra jarnesiana.

Su investigación con los límites entre los géneros literarios, que sitúa su obra por derecho propio en el Modernismo internacional (V. Woolf, W. Faulkner, T. Mann), origina un tipo de libros, que la crítica ha incluido en el casillero lábil del “género intermedio”.

En ellos, lirismo, ensayo, narración o diálogo tienen cabida simultáneamente, siendo presididos por el concepto de “gracia”. Entre ellos, destacan Libro de Esther y Eufrosina o la Gracia, escrito este último durante la Guerra Civil y publicado poco antes de morir su autor, cuando ya lo creía extraviado.

Al desencadenarse la Guerra Civil, Jarnés tuvo que incorporarse al ejército de la República, pese a su edad, por ser teniente de complemento de Intendencia.

Como capitán, desempeñó labores de propaganda en la retaguardia. Estuvo destinado en Quintanar de la Orden, Madrid, Valencia y Barcelona. De esta época es la redacción de su novela póstuma Su línea de fuego, de la que publicó un adelanto en la revista Hora de España. En febrero de 1939 pasó a Francia, donde fue recluido en un campo de concentración en Limoges. Finalmente, llegó a París en abril y en mayo se embarcó en Marsella rumbo a México, junto con un grupo de intelectuales españoles.

Nada más llegar al exilio, comenzó a publicar en El Nacional de Veracruz, así como en Hoy y también en Romance de México. A partir de 1940, impartió clases en la Escuela Normal de Maestras y dirigió cursos para estudiantes norteamericanos en la Universidad.

Participó en varios proyectos editoriales, dirigiendo, por ejemplo, una Enciclopedia de la Literatura o el Libro de Oro de los niños. Aparte de nuevas biografías, que incluyen personajes americanos, publicó tres novelas más en las que se acentúa un rasgo que había caracterizado el estilo de su autor: refundió, amplió o retomó materiales empleados en otros lugares con el fin de integrarlos en una nueva obra. En el exilio también se dedicó a la traducción, labor en la que ya había sobresalido previamente, como lo mostraba su aplaudida versión de El Cantar de Roldán en 1926.

En 1948, la enfermedad de Jarnés, que había padecido de reumatismo desde joven, se agravó. En estado vegetativo, regresó con su mujer a España, a su casa de la calle de Santa Engracia en Madrid. En medio del silencio oficial y del mundo literario, murió en 1949.

Desde el final de la Guerra Civil, su obra no sólo ha pasado inadvertida, sino que llegó a parecer completamente sepultada. Sus compañeros de bando republicano desaprobaban un tipo de novela considerada poco atenta a los verdaderos problemas sociales y políticos que debía plantearse el escritor contemporáneo.

El auge del realismo no ayudó a una lectura desapasionada de autores como Jarnés, sino al contrario. A partir de las décadas de 1960 y 1970, escasas voces, entre las que empiezan a descollar tímidamente las favorables, comienzan a repasar la producción prosística de la década de 1920, en la que hay que incluir la obra juvenil de Francisco Ayala o la fidelidad a unos postulados estéticos de Rosa Chacel.

Entre todos ellos, sobresale Jarnés como su mayor representante.

Surgen críticos que tratan de hacer frente y debelar los tópicos habituales que habían constreñido la recepción de la obra jarnesiana. Nuevas interpretaciones de su obra sitúan a Jarnés en el paradigma postestructuralista, como un avanzado en las letras españolas de conceptos como el de “metaficción”, “intertextualidad”, “hibridación de géneros”, “antimimetismo”, “placer de la escritura”, etc. También en la década de 1970 la editorial Espasa Calpe recupera de su fondo las biografías de Jarnés.

Habrá que esperar a fines de la década de 1980, con motivo del centenario de su nacimiento, pero sobre todo al decenio siguiente, para poder encontrar un intento más sistemático, aunque limitado, de recuperación de la escritura jarnesiana, que pasa por la reedición de sus novelas, la mayoría de ellas sólo accesibles en sus primeras ediciones. La desaparecida editorial Guara primero y, sobre todo, la labor de la Institución Fernando el Católico han contribuido a recuperar gran parte de la producción jarnesiana.

La adquisición en 1995 de la biblioteca y del archivo personal de Benjamín Jarnés por parte del Centro de Documentación de la Residencia de Estudiantes ha contribuido a un mejor conocimiento, tanto de la obra jarnesiana, como de la complejidad de la vida literaria de entreguerras en que se desenvolvió Jarnés. Siendo como es un autor minoritario, por vocación, destino y circunstancias, su reivindicación ha contribuido a revalorizar la tarea prosística de otros escritores de su época (M. Bacarisse, A. Marichalar, J. Chabás...); a aclarar, aunque sea indirectamente, los equívocos sobre el concepto de “Generación del 27”, pues, por ejemplo, poetas como P. Salinas, V. Aleixandre o F. García Lorca hicieron, con mayor o menor fortuna, incursiones en la prosa; por último, a replantear, en nuevos términos, el debate sobre la pretendida “deshumanización” del arte nuevo así como a percibir la modernidad crítica de sus técnicas novelísticas, subversoras de los principios de un realismo mimético. La tradicional visión de Jarnés como un estilista metido a narrador se ha visto paulatinamente trocada por la de un novelista que trabaja el lenguaje con unas dotes imaginativas y de fabulación propias.

 

Obras de ~: Mosén Pedro, Córdoba, 1924; El profesor inútil, Madrid, Tipografía Nacional, 1926 (y 1934); Ejercicios, Madrid, Imprenta de la Ciudad Lineal, 1927; El convidado de papel, Madrid, Tipografía Velasco, 1928 (y 1935); Paula y Paulita, Madrid, Revista de Occidente, 1929; Locura y muerte de Nadie, Madrid, Ediciones Oriente, 1929; Salón de estío, Madrid, Ernesto Giménez, 1929; Sor Patrocinio, la monja de las llagas, Madrid, Espasa Calpe, 1929; Teoría del zumbel, Madrid, Espasa Calpe, 1930; Viviana y Merlín, Madrid, Galo Sáez, 1930 (y 1936); Escenas junto a la muerte, Madrid, Espasa Calpe, 1931; Rúbricas, Madrid, Imprenta Helénica, 1931; Zumalacárregui, el caudillo romántico, Madrid, Espasa Calpe, 1931; con A. Espina et al., “La diligencia”, en Las siete virtudes, Madrid, Espasa Calpe, 1931; Lo rojo y lo azul, Madrid, Espasa Calpe, 1932; Fauna contemporánea, Madrid, Espasa Calpe, 1933; Vida de San Alejo, Madrid, Galo Sáez, 1934; Castelar, el hombre del Sinaí, Madrid, Espasa Calpe, 1935; Libro de Esther, Madrid, Espasa Calpe, 1935; Feria del libro, Madrid, Espasa Calpe, 1935; Tántalo (farsa novelesca), Madrid, Signo, 1935; Cita de ensueños, Madrid, Imprenta de Galo Sáez, 1936; Doble agonía de Bécquer, Madrid, Espasa Calpe, 1936; Don Álvaro o la fuerza del tino, Madrid, Editores Reunidos, 1936; Cartas al Ebro, México, La Casa de España en México, 1940; La novia del viento, México, Cultura, 1940; Don Vasco de Quiroga, obispo de Utopía, México, Atlántida, 1942; Escuela de libertad, México, Continental, 1942; Manuel Acuña, poeta de su siglo, México, Xochitl, 1942; Orlando el pacífico (Cuento de hadas), México, 1942; Stefan Zweig. Cumbre apagada, México, Proa, 1942; Venus dinámica, México, Proa, 1943; Cervantes. Bosquejo biográfico, México, Ediciones Nuevas, 1944; Constelación de Friné, México, 1944; Ariel disperso, México, Stylo, 1946; Eufrosina o la Gracia, Barcelona, José Janés Editor, 1948; Su línea de fuego, Zaragoza, 1980; Elogio de la impureza. Invenciones e intervenciones, ed. de D. Ródenas de Moya, Madrid, Fundación Santander Central Hispano, 2007.

 

Bibl.: S. Putnam, “Benjamín Jarnés y la deshumanización del arte”, en Revista Hispánica Moderna, 2 (1935), págs. 17-21; M. Aub, Discurso de la novela española contemporánea, México, El Colegio de México, 1945; V. Doreste, “Jarnés o la Gracia”, en Ínsula, 45 (1949), pág. 3; E. G. de Nora, “El relato literario de Benjamín Jarnés”, en La novela española contemporánea II (1927-1939), Madrid, Gredos, 1962, págs. 151-187; J. de Entrambasaguas, “Prólogo”, en B. Jarnés, Locura y muerte de Nadie, en Las mejores novelas contemporáneas (1925-1929), Barcelona, Planeta, 1965, págs. 1317-1384; E. de Zuleta, Arte y vida en la obra de Benjamín Jarnés, Madrid, Gredos, 1967; J. S. Bernstein, Benjamín Jarnés, New York, Twayne, 1972; M.ª P. Martínez Latre, La novela intelectual de Benjamín Jarnés, Zaragoza, Institución Fernando el Católico (IFC), 1979; M. Andújar, “Benjamín Jarnés en galería de espejos”, en Grandes escritores aragoneses en la narrativa española del siglo XX, Zaragoza, Heraldo de Aragón, 1981, págs. 11-92; D. Villanueva (ed.), La novela lírica, II (Pérez de Ayala, Jarnés), Madrid, Taurus, 1983; R. Gullón, “Lirismos de la inteligencia”, en La novela lírica, Madrid, Cátedra, 1984, págs. 108-117; M. Artieda y J. Montenegro, Benjamín Jarnés. El estudiante y su entorno escolar, Zaragoza, IFC, 1988 (Cuadernos Jarnesianos 2); Cuadernos jarnesianos, Zaragoza, IFC, 1988, 12 vols.; I. M. Gil, Ciudades y paisajes aragoneses en la obra de Benjamín Jarnés, Zaragoza, IFC, 1988; J. Domínguez Lasierra, Ensayo de una bibliografía jarnesiana, Zaragoza, IFC, 1989; V. Fuentes, Benjamín Jarnés: Biografía y metaficción, Zaragoza, IFC, 1989; J. Gracia García, La pasión fría. Lirismo e ironía en la novela de Benjamín Jarnés, Zaragoza, IFC, 1989; VV. AA., Jornadas jarnesianas, Zaragoza, IFC, 1989; R. Conte, “Introducción”, en B. Jarnés, Viviana y Merlín, Madrid, Cátedra, 1994, págs. 9-97; J. C. Mainer, Benjamín Jarnés, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón, 2000; D. Ródenas de Moya, “Benjamín Jarnés: el impuro integralismo”, en Los espejos del novelista. Modernismo y autorreferencia en la novela vanguardista española, Barcelona, Península, 1998, págs. 147-230; A. Pego Puigbó, “Introducción”, en B. Jarnés, Teoría del zumbel, Zaragoza, IFC, 2000, págs. 7-51; F. Soguero, “Prólogo”, en B. Jarnés, El profesor inútil, Zaragoza, IFC, 2000, págs. 9-64; D. Conte, La voluntad de estilo. Una introducción a la lectura de Benjamín Jarnés, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002; A. Pego Puigbó, La propuesta estética de Benjamín Jarnés: un proyecto narrativo, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 2003 (en CD); J. Domínguez Lasierra, “Benjamín Jarnés. Notas para su biografía” (I-IX), en Turia, n.os 71-83 (2004-2007).

 

Armando Pego Puigbó

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