Monturiol Estarriol, Narcís. Figueras (Gerona), 28.IX.1819 – San Martín de Provensals (Barcelona), 6.IX.1885. Ingeniero e inventor.
Narcís Monturiol nació en Figueras, en la comarca del Ampurdán, en una familia de artesanos. Su padre, Joaquim Monturiol Draper, era tonelero y tenía la vivienda y el taller en la calle de Sant Guillem, hoy llamada Monturiol. Su madre, Mariana Estarriol Serra, era natural de Cistella, una población cercana a Figueras.
Narcís era el segundo hijo tras el primogénito, llamado Joaquim, que debía continuar el taller familiar, y tenía tres hermanos más: Francesc, Rosa y Joan. Se sabe que estudió en Vilabertrán, un monasterio agustino entonces en cierta decadencia, que continuaba siendo un destacado centro docente. En 1834 se matriculó en primero de Filosofía, es decir, de enseñanza secundaria, en la Universidad de Cervera, donde le precedió otro figuerense, Sebastià Gibert. Muchos biógrafos de Monturiol (Puig Pujades y otros) dicen que su familia pensaba que seguiría la carrera eclesiástica; se dice, por otro lado, que él había decidido hacer Medicina, pero que la amistad con Gibert le decantó por las Leyes. Gibert acabó Filosofía en 1835 y se examinó del primer curso de Leyes en Barcelona en 1836, el primer año que empezó el traslado de la Universidad. La documentación sobre Monturiol no es concluyente para decir si completó o no los estudios de Leyes.
En Barcelona, Monturiol vivió de alquiler en la casa del pasamanero Mata, con cuya hija Emilia se acabaría casando en 1846. Se sabe que en 1842 trabajaba como tipógrafo y periodista, pertenecía al grupo liderado por Abdó Terradas, cuyo periódico, El Republicano, que fue asaltado en el contexto del levantamiento popular conocido como la “Jamancia”. En 1843 y 1844, Monturiol participó en enfrentamientos armados en Barcelona, Gerona y Figueras, llegando a ser capitán de la primera compañía de la Milicia Nacional. En 1844, apareció su libro Un reo de muerte, una reflexión crítica de la pena capital, que quizás anunciaba su evolución ideológica.
En 1845 pasó un año en Madrid. Algunos biógrafos afirman que en la capital de España completó sus estudios de Leyes, pero otros dicen que perfeccionó su oficio como cajista de imprenta. En 1846, de nuevo en Barcelona, fue el editor, junto a Joan Llach Soliva, de La Madre de Familia, de la que, al parecer, sólo se publicaron ocho números. Al parecer, la revista tenía una orientación paternalista, de protección a las mujeres, a las que se animaba a instruirse. La evolución de las ideas de Monturiol se hace evidente con la aparición, en octubre de 1847, de La Fraternidad, dirigida por él y editada en la Librería Oriental que habían creado él y Martí Carlé. La publicación aglutinaba a los seguidores barceloneses del abogado francés Étienne Cabet, promotor de un movimiento comunista, cuyo órgano era Le Populaire, revista en la cual se inspiraba La Fraternidad.
El comunismo cabetiano defendía una transformación igualitaria de la sociedad, que se extendería a todo el mundo de manera pacífica, después de conocerse los logros de la fundación de una ciudad ideal, Icaria. Cabet había expuesto su proyecto en la novela Un viaje por Icaria, cuya traducción castellana a cargo de Francisco J. Orellana empezó a publicar La Fraternidad en 1848. Esta revista coordinaba la campaña española de suscripción para fundar Icaria, campaña que encontró un eco más importante del esperado. El médico Joan Rovira, miembro de la célula cabetiana de Barcelona, se incorporó a la primera expedición a los Estados Unidos que partió de Le Havre en febrero de 1848. Era el único español. Poco después de la partida de los cabetianos, estalló la Revolución en Francia. La Fraternidad publicó un llamamiento a sumarse a la insurrección y fue suspendida en marzo de 1848. Monturiol y Carlé se exiliaron a Perpiñán, mientras que otros, como los hermanos Montaldo y Joan Monturiol, fueron a Estados Unidos, donde los icarianos estaban encontrando muchas dificultades para organizar la ciudad ideal. En 1849, Joan Rovira, enfrentado con Cabet, se suicidó. En junio de ese año, Monturiol regresó a Barcelona tras una amnistía. En octubre apareció El Padre de Familia, revista de carácter moral y cultural que sería suspendida por orden judicial en mayo de 1850.
Monturiol combinaba esta acción periodística y política con un gran interés por la ciencia y la técnica, con aportaciones que le otorgaban la condición de inventor e ingeniero práctico. En 1850, patentó una máquina de imprimir cartapacios y en 1853, una máquina de hacer cigarrillos. En agosto de 1853 presentó una solicitud para ir a Nauvoo (Illinois), donde se había establecido una comunidad icariana. Fue admitido en 1854, aunque no llegó a incorporarse. En ese año, participó en el movimiento que dio lugar al bienio progresista como dirigente del Partido Demócrata. Intervino en el acto electoral que organizó este partido en el Ayuntamiento de Barcelona. Sin embargo, tras la huelga general de 1855, tuvo que huir y se refugió en Cadaqués, en el Ampurdán, donde, al parecer, sobrevivió pintando retratos: había aprendido a pintar con su amigo el gran pintor romántico Ramón Martí Alsina.
En esta época, vio que los pescadores de coral conseguían grandes beneficios con su extracción, cosa que compensaba el gran riesgo de cada inmersión. Esto le hizo pensar en un sistema de navegación submarina que podría obtener ingresos suficientes sustituyendo el trabajo de los pescadores. En octubre de 1857 se constituyó en Figueres una sociedad mercantil para promover la navegación submarina a partir de su invento.
Monturiol presentaba la navegación submarina como un nuevo medio para conocer el mundo submarino, que abriría la posibilidad de nuevos descubrimientos y riquezas. Además, la navegación submarina haría viables nuevos medios de transporte y facilitaría la pesca, incluyendo la recogida del coral. Finalmente, Monturiol consideraba que la nación que dominara la navegación submarina como arma de guerra obtendría ventajas sobre sus enemigos. En 1858 apareció su Proyecto de Navegación Submarina. El Ictíneo o barco-pez.
Se trata de un texto con pocos detalles técnicos, cuya finalidad era buscar apoyos para un ensayo de la navegación submarina. En ese momento ya se habían recogido unos 75.000 reales y se inició la construcción de un prototipo que fue varado en el puerto de Barcelona en 1859. Los planos habían sido calculados por el arquitecto naval Joan Monjo, quien, sin embargo, no se incorporó al equipo en este momento. La construcción fue dirigida por el carpintero de ribera (mestre d’aixa) Josep Missé. Tras un buen número de pruebas, el Ictíneo fue presentado en público el 23 de septiembre de 1859. El navío tenía siete metros de eslora y se movía por tracción humana, con una tripulación de seis personas. Las pruebas en el puerto de Barcelona atrajeron a toda clase de público; se pronunciaron sobre la novedad distintas personas y entidades, como el Ateneo Catalán, cuyo informe, firmado por una comisión presidida por José de Letamendi, se imprimió en 1860, y había sido realizado muy posiblemente a instancias del mismo Monturiol, socio de la entidad. En 1860, con motivo de una visita de Isabel II a Barcelona, Monturiol intentó, en vano, que asistiera a uno de los ensayos. De todos modos, lo presenció el jefe del Gobierno, el general O’Donnell. Poco después, fue citado para hacer una demostración ante el ministro de Marina en Alicante, que tuvo lugar en 1861.
Las autoridades no vieron viable el invento de Monturiol, como lo muestran varios documentos, entre ellos el informe del mismo año de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales que ha publicado X. Moreno en 1999. Sin embargo, la percepción del público fue muy distinta y, por ejemplo, volviendo de Alicante fue recibido en Figueras como un héroe.
Monturiol había comprobado que su prototipo no era válido para la explotación comercial. Necesitaba más financiación y pensó en una versión militar del Ictíneo que ofreció al Gobierno, afirmando, al mismo tiempo, que el Ictíneo civil debía ser de dominio público. El Gobierno no aceptó las propuestas de Monturiol que, de hecho, eran difíciles de llevar a cabo, como lo indica que su Ictíneo de guerra tuviese mil doscientas toneladas, necesitase una tripulación de doscientos hombres y un presupuesto de 10.000.000 de reales. A pesar de ello, el Gobierno ofreció los astilleros de la Armada para construir un Ictíneo comercial. Monturiol rechazó la idea y emprendió la construcción de un segundo Ictíneo por su cuenta, gracias a una campaña de ayuda económica, organizada con la ayuda de sus colaboradores, algunos antiguos miembros del grupo cabetiano, como Josep A. Clavé, Antoni Altadill o Francesc Sunyer Capdevila. Ahora Joan Monjo se incorporó al equipo, mientras que Missé continuó dirigiendo los trabajos, que se albergaron en un cubierto de treinta por doce metros, levantado en el muelle nuevo de la Barceloneta. Organizó un auténtico equipo de ingeniería para construir el nuevo navío. En 1862 el Ictíneo II estaba construido. Tenía diecisiete metros de eslora y necesitaba una tripulación de dieciséis hombres. Sin embargo, Monturiol no había logrado vencer alguno de los defectos más importantes del primer prototipo, como, por ejemplo, su lentitud, al apenas alcanzar ambos la milla por hora. Dado que la tracción era manual, Monturiol y su equipo pensaron que la solución era cambiar la fuerza motriz. Obtuvieron un combustible que liberaba oxígeno y eso abrió la posibilidad de usar una máquina de vapor. Josep Pascual Deop, que se había incorporado al equipo de Monturiol siendo estudiante de ingeniería industrial, diseñó dos motores y una caldera a vapor para ser instalados en el Ictíneo ya construido, es decir, pasando las piezas por la escotilla de 54 centímetros. Fueron instalados en octubre de 1867 y probados, con poca fortuna, hasta diciembre de 1867, cuando la sociedad mercantil “Navegación e Industria” tuvo que suspender las actividades y despedir a todo el personal. Según afirma E. Freixa en 1986, el problema no era la fuerza motriz, sino el diseño poco eficiente de la hélice. En los primeros meses de 1868, los dos ictíneos fueron subastados para cubrir las deudas contraídas. Según Monturiol, se habían invertido 100.000 pesetas en el primer prototipo y 400.000, en el segundo. En el Ictíneo II, además de las máquinas de vapor, se ensayó un nuevo sistema de vejiga natatoria para la inmersión y emersión. También se instaló un circuito para la renovación del aire de la cámara, mientras que, en el primer Ictíneo, la inmersión se mantenía hasta que los tripulantes notaban la falta de aire. En el Ictíneo II fue probado un cañón, pero las autoridades prohibieron enseguida la continuación de las pruebas. No está claro que los ictíneos fuesen muy maniobrables debajo del agua, aunque sí podían permanecer varias horas sumergidos. Se alcanzaron los treinta metros de profundidad, aunque generalmente los ensayos se hacían a profundidades de dos a seis metros. Tras el fracaso del proyecto a principios de 1868, Monturiol redactó una extensa memoria, exponiendo todo tipo de detalles técnicos, que completó en enero de 1870, pero que no consiguió que se publicase. En diciembre de 1871 y agosto de 1872 murieron sus hijas Adelaida y Delfina. De los ocho hijos del matrimonio, sobrevivían tres, Anna, Emili y Joan. Su compromiso político se puso de manifiesto en el hecho que fuera escogido diputado en las Cortes Constituyentes de la Primera República Española. Siendo diputado en Madrid, fue nombrado director de la Fábrica Nacional del Sello en septiembre de 1873. En esa época, presentó un nuevo cañón ligero, de ochenta kilogramos de peso y dos mil metros de alcance, cuyas pruebas no fueron muy afortunadas.
Por otro lado, su máquina de hacer cigarrillos, inventada en 1853 y perfeccionada posteriormente, fue adquirida por la administración, pero fue destruida en 1872 por las trabajadoras. Monturiol fue indemnizado con 16.949 pesetas, aunque tardó dos años en cobrarlas. Su estancia en Madrid no terminó con el fin de la República, a principios de 1874, sino que la prolongó para cuidar de esos y otros asuntos.
Volvió a Barcelona, donde trabajó como empleado de banca, al mismo tiempo que continuaba sus colaboraciones en obras de divulgación. En 1881 tuvo un cargo en la junta de una sociedad, promovida por el banco en el que trabajaba, que pretendía suministrar aguas a Barcelona tomándolas desde el río Ter. En el banco, que en 1882 tomó el nombre de Banco de Mataró, Monturiol redactaba un boletín quincenal informativo, Anunciador Financiero. Continuó sus inventos, entre los cuales se menciona un sistema de conservación de alimentos, junto a Martí Carlé, que ya había perfeccionado en diciembre de 1882. Al parecer, fue comercializado a sus espaldas por uno de sus ayudantes.
En junio de 1885, encontrándose enfermo, se trasladó al domicilio de su hija Anna, casada con el ingeniero Josep Pascual Deop, que vivía en Sant Martí de Provençals, Barcelona. Allí falleció el 6 de septiembre de 1885. En los últimos años de su vida, manifestó repetidamente su añoranza por el fracaso del Ictíneo, sentimiento que han recogido la mayor parte de sus biógrafos. En 1890, cuando se hicieron públicos los primeros ensayos de navegación submarina de Isaac Peral, hubo en Cataluña una reacción de reivindicación de prioridad a favor de Monturiol. El periódico La Vanguardia publicó un suplemento especial el 28 de septiembre de 1890, lo mismo que lo había hecho la revista catalana La Tomasa, el 5 de septiembre de 1890. En este ambiente se puede entender que una serie de empleados de la Compañía Trasatlántica, donde trabajaba Joan, el hijo menor de Monturiol, financiaran la edición de la memoria inédita sobre la navegación submarina que apareció en 1891. Monturiol entraba así en el mito del inventor incomprendido.
En 1918, se erigió un monumento en su honor en la Rambla de Figueras, obra del escultor Enric Casanovas.
En 1963, la Mutua Metalúrgica de Seguros encargó otro monumento al escultor Josep M. Subirachs, que se alza en la Diagonal de Barcelona. El nombre de Monturiol es uno de los más repetidos en el nomenclátor de los municipios catalanes.
Obras de ~: Un reo de muerte. Las ejecuciones y los espectadores. Consejos de un Padre a sus hijos, Barcelona, T. Carreras, 1844; Proyecto de navegación submarina. El Ictíneo o barco-pez, Barcelona, N. Ramírez, 1858; Memoria sobre la navegación-submarina por el inventor del Ictíneo ó barco-pez, Barcelona, N. Ramírez, 1860; A la prensa periódica: a propósito de la construcción de un ictíneo de guerra, Barcelona, N. Ramírez, 1862; El Ictíneo y la navegación submarina, Barcelona, N. Ramírez, 1863; “El océano”, en Almanaque Democrático para el año bisiesto de 1864, Barcelona, I. López-Librería Española, 1864, págs. 86-97; con J. A. Clavé, F. Suñer Capdevila, A. Altadill, J. Tutau y J. M. Torres, “Los autores del Almanaque Democrático a sus conciudadanos”, en Almanaque Democrático para 1865, Barcelona, Librería Española de I. López, 1865, págs. 14-18; “Una idea del Universo en relación con el hombre”, en Almanaque Democrático para 1865, Barcelona, Librería Española de I. López, 1865, págs. 26-33; Memoria leída por el Gerente Industrial de la Navegación submarina en la Junta General del 22 de abril de 1866, Barcelona, N. Ramírez, 1866; La Navegación submarina: memoria leída por el inventor del ictíneo en la junta general de 8 de diciembre de 1866, Barcelona, N. Ramírez, 1866; La Navegación submarina: memoria leída por el inventor del Ictíneo en la Junta General del 12 de enero de 1868 [Barcelona] [1868]; Idea general del Universo, 1874 (ms. en Museo Marítim de Barcelona); Meteoros ígneos, 1875 (ms. en Museo Marítim de Barcelona); Ensayo sobre el arte de navegar por debajo del agua, Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía., 1891 (ed. facs., Barcelona, Alta Fulla, 1982); Assaig sobre l’art de navegar per dessota l’aigua, trad. de C. Rahola, Barcelona, Quaderns d’Estudi, 1919 (ed. facs., Barcelona, Biblioteca de clàssics de la (ciència), 1986). Dirigió La Madre de Familia (1846), La Fraternidad (1847-1848) y El Padre de Familia (1849-1850); E. Cabet, Viaje por Icaria, trad. de F. J. Orellana y ~, Barcelona, Lux, s. f.
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Antoni Roca Rosell