Seniofredo I. Sunifredo. Conde de Urgel, Cerdaña, Barcelona, Gerona, Narbona, Agde, Besiers, Lodeva, Magalona y Nimes. ?, 800 – c. 848. Noble, conde de Barcelona.
Hijo de Bello, conde de Carcasona bajo Carlomagno, e integrante de la aristocracia de origen godo, con propiedades en torno a Carcasona y, sobre todo, en la zona pirenaica de Conflent. Seniofredo comparte la participación política de la familia, donde sus hermanos Giscafredo y Oliba se habían sucedido en el mismo condado de Carcasona tras su padre bajo Carlomagno, como también su posible hermano Suñer recibirá hacia 834 los condados de Ampurias y Rosellón. La posición social aristocrática, la posesión de un importante patrimonio y la cercanía familiar a la gestión pública facilitan la participación de Seniofredo en las intrigas en torno al poder carolingio en el Reino de Aquitania. Se mezclan, interesadamente, las luchas dinásticas en el seno de la familia imperial y las pugnas nobiliarias por la preeminencia regional.
Seniofredo se une al partido del conde Berenguer de Tolosa y le acompaña en la revuelta de 832 al lado del emperador Luis el Piadoso contra el hijo de éste, el rey Pipino de Aquitania. La ocupación de los condados litorales regidos por Bernardo de Septimania, que centrados en Barcelona y Narbona habían tomado la opción contraria, permite a Berenguer de Tolosa consolidar su pujanza al recibir del soberano, ese mismo año, estos condados. La victoria se empaña, a nivel global, por la derrota, en 833, del Emperador ante sus hijos en Colmar, lo que lleva al poder al primogénito Lotario y refuerza el poder de Pipino en sus dominios aquitanos. Esta situación encuentra eco inmediato en la zona pirenaica, pues el conde de Urgel y Cerdaña, Galindo Aznar, aprovecha la situación para apropiarse de la representación de Pallars y Ribagorza bajo invocación de Lotario. La recuperación del cetro imperial por Luis en el 834 es lógicamente seguida por la petición de Berenguer de Tolosa para que Galindo sea removido. De este modo, los condados de Cerdaña y Urgel son asignados a un fiel del tolosano: Seniofredo. El acceso al condado se inscribe, a la vez, entre las compensaciones con que el emperador Luis agradece los servicios prestados en las últimas campañas por parte de la familia carcasonesa, razón por la que al mismo tiempo también emite un precepto a favor del hermano de Seniofredo, el conde Oliba de Carcassona.
El establecimiento de Seniofredo en sus nuevos dominios no es fácil en el contexto de las tensiones señoriales en un imperio que se fragmenta. La retención de Pallars y Ribagorza por Galindo, aprovechando la muerte de Berenguer de Tolosa en el año 835, le permite mantener confrontaciones con Seniofredo, que en Urgel algunos autores interpretan alargadas hasta fines de la década. Testimonio de estas tensiones son las incautaciones impuestas por el nuevo conde sobre bienes del entorno de los Aznar, como la villa Sedret en Cerdaña, de la que el antecesor y padre de Galindo, Aznar Galíndez, se había apropiado (mediante “aprisión”) con precepto imperial y posteriormente ofrecido como dote a su hija Ailona, hermana de Galindo, incautación que, en realidad, abrió una discusión por la propiedad que se alargará y complicará hasta ventilarse judicialmente en 862.
Los condados de Urgel y Cerdaña son, para Seniofredo, las bases desde las que participa en el juego del poder al lado de Berenguer de Tolosa, máxima autoridad en este extremo del Reino de Aquitania al regir una suma de condados que le permiten controlar Tolosa, Narbona y Barcelona. La pugna política amaga las tensiones para el predominio regional de los linajes.
Por ello, la muerte de Berenguer de Tolosa en 836 permite que Bernardo de Septimania recupere no sólo su peso en la zona sino las delegaciones condales del difunto, incluyendo las tres capitales mencionadas.
Las tensiones internas, expresadas por las quejas de nobles septimanos contra Bernardo en la asamblea de Quierzy en 838, alinean una oposición con nutrida participación de la aristocracia tradicional visigoda, con un papel activo de la casa de Carcasona, incluyendo a Seniofredo desde sus bases en Urgel y Cerdaña. Unos y otros están en realidad bastante ausentes de sus condados, dada la intensa participación en las tensiones que zarandean el imperio.
La contundente división en el seno de la familia imperial concita así unas luchas que, en realidad, canalizan la fragmentación baronial del imperio. La muerte de Pipino de Aquitania, en 838, cataliza las tensiones ante la reivindicación de la herencia territorial por su hijo Pipino II contra Luis el Piadoso y su hijo Carlos el Calvo. La muerte del emperador, en 840, no hará más que recrudecer el conflicto. Seniofredo, junto a los condes Suñer de Rosellón y Alarico de Ampurias, apoya a Carlos el Calvo, Rey de la “Francia Occidental”, mientras que Bernardo de Septimania adopta una postura vacilante, que acabará inclinándose hacia Pipino II de Aquitania. La derrota de éste, en 842 facilita la inmediata destitución de Bernardo de Septimania como conde de Tolosa. Su desacato acentúa una rebelión que alinea aún más claramente a los contendientes. Seniofredo mantiene su claro apoyo a Carlos el Calvo.
En enero de 843, desde Saint Vaast d’Arras, el Rey explícitamente le reconoce como fiel y expresa su voluntad de premiar sus devotos servicios, por lo que le concede plenamente diversas villas en el espacio pirenaico: Cànoes en Rosellón, Prades en Conflent (con específica mención de sus siervos —“ mancipiis”—), Montellà y Encurri en Cerdanya y el valle de Andorra en Urgel. La amplia y diversa donación real tiene lugar cuando Carlos el Calvo está preparando una contundente intervención contra la región aquitana, dado el vigor que ha alcanzado Bernardo de Septimania en su rebelión a favor de Pipino II. Seniofredo colabora en un ataque abordado desde distintos flancos sobre Aquitania, con participación del mismo Rey. En agosto del mismo año en Verdun se firma el tratado de división del imperio entre los tres hijos del Piadoso, Carlos, Lotario y Luis, que comporta la plena asignación de Aquitania entre los dominios de Carlos como Rey de la Francia Occidental. En 844 Bernardo de Septimania es ajusticiado ante los muros de Tolosa acusado de sedición. Seniofredo se beneficia inmediatamente porque el Rey le concede los condados litorales que había regido Bernardo, sumando así, a su posesión de Urgel y Cerdaña, los condados de Barcelona, Gerona, Narbona, Agde, Besiers, Lodeva, Magalona y Nimes.
La acumulación de dominios consolida el peso de Seniofredo en la zona, reflejo a la vez de su pujanza patrimonial, del éxito de su estrategia y coherencia política, de su posición como referente entre la nobleza regional y, por todo ello, de la relación mantenida con el Soberano. Precisamente esta base le permitirá seguir interviniendo en las intrigas del imperio dentro del marco aquitano, donde en realidad pone en juego su peso específico en el contexto de afianzamiento de los dominios baroniales. En el asumido espacio imperial común (recordado en las formularias referencias documentales “temporibus domini et piissimi imperatoris nostri Hludovici”, en la mención del recuerdo de las actuaciones de Carlomagno y en la convicción de estar colaborando con quien actúa “gubernans imperium”) se persigue labrar el propio espacio de poder. Es una pujanza personal y del propio linaje, por lo que Seniofredo comparte con su familia las estrategias políticas y la expresión devocional hacia centros como la abadía de la Grassa (Santa Maria de Orbièu), a la que favorece con la villa de Prades de Conflent. Sus donaciones también benefician entidades religiosas de sus dominios, como la iglesia catedralicia de Urgel, a la que en 840 otorga una tierra de labor (“terra arabile”) de un modio de extensión (“modiatam unam”) adyacente a la catedral y colindante con la Iglesia de los Santos Pedro y Andrés.
El emperador Luis el Piadoso hasta su muerte en 840 y luego el rey Carlos el Calvo intervienen en los territorios regidos por Seniofredo, dentro de sus capacidades habituales y progresivamente limitadas. Sobre todo emiten inmunidades a favor de sedes catedralicias y monasterios, como efectúa Luis el Piadoso en 835 a favor de Urgel o como reitera con profusión el rey Carlos en 844 aprovechando su estancia en Tolosa, momento en que sólo en los dominios de Sunifredo, son beneficiados los cenobios de Albañá, Amer, Bañolas, les Escaules y Senterada y las catedrales de Gerona y de Urgel. También intervienen atendiendo ocasionales requerimientos, como la petición de unos descendientes de refugiados hispanos preocupados por sus propiedades en Besiers, en 844, lo que motiva una investigación específicamente encargada por el emperador a diversos nobles entre los que sitúa a Sunifredo. Éste recibe el trato honorífico de marqués, coherente con sus extensos dominios que incluyen Narbona y Barcelona.
El hijo de Bernardo de Septimania, Guillermo, mantiene una fuerte animadversión, que contribuye a sostener la causa aquitana de Lotario II y a reivindicar la memoria y los bienes de Bernardo de Septimania, lo que en definitiva conjuga la fragmentación en la familia imperial y la pugna entre la nobleza por el predominio sobre unas regiones progresivamente señorializadas.
La tensión estalla en grave revuelta en 848, cuando Guillermo arremete con contundencia contra los condados marítimos, afectando directamente los dominios de Seniofredo, que es asistido por los condes afines a su linaje, como son el conde Bera II de Rasés y Suñer I de Ampurias y Rosellón. Las ciudades de Ampurias y Barcelona son dañadas y todo parece indicar que Seniofredo encuentra la muerte en la lucha.
Casado con Ermesenda, dejaba tres hijas —Sesenanda, Ermesenda y Quíxol— y cinco hijos. A pesar del súbito final que descolocaba a la descendencia, el peso del linaje mantuvo la familia en el juego del poder carolingio, lo que explica que años después tres de los hijos también sean condes —Vifredo el Velloso, Mirón el Viejo y Radulfo— y los otros dos destaquen como clérigos: Seniofredo como abad en Arles y Riculfo como obispo en Elna. La precariedad de las fuentes propició un largo debate historiográfico, entre los siglos xviii y xx, sobre el origen y el linaje de Sunifredo y ha facilitado la difusión, hasta la actualidad, de diversos errores sobre su actuación, como imaginarlo defendiendo exitosamente la Cerdaña en 841 de un ataque musulmán deducido, en realidad, de una errónea lectura de la toponimia árabe.
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Flocel Sabaté Curull