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Agustín Millares Carlo

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Biografía

Millares Carlo, Agustín. Las Palmas de Gran Canaria, 10.VIII.1893 – 8.II.1980. Paleógrafo, latinista, bibliógrafo.

Nació en el seno de una familia burguesa, que desempeñó un gran protagonismo intelectual en el siglo XIX. En esta atmósfera cultural pronto demostró el joven Millares sus aptitudes para los estudios, terminando el bachillerato de forma brillante. Fue entonces cuando decidió trasladarse a Madrid para matricularse en la Universidad Central, en las carreras de Derecho y Filosofía y Letras. En esta elección pesó sin duda la tradición familiar. Simultaneó ambas hasta tercer año, momento en que decidió abandonar definitivamente la primera para dedicarse completamente a su verdadera vocación: las letras. Se licenció el 29 de febrero de 1914 con Premio Extraordinario y consiguió el título de doctor el 18 de noviembre de 1916 con la tesis Documentos pontificios en papiro de archivos catalanes. Estudio paleográfico y diplomático. Del brillante plantel de profesores que tuvo, dos influyeron en gran manera en su futura especialización: Cayo Ortega, en Bibliografía, y Enrique Soms, destacado helenista y latinista.

Su notable trayectoria estudiantil le vinculó desde fecha temprana a la Universidad. Siendo todavía estudiante, Cayo Ortega le propuso como profesor sustituto para su asignatura y consiguió el nombramiento de auxiliar interino (27 de octubre de 1916) en las asignaturas de Bibliografía y Lengua Latina. En los cursos siguientes, los de auxiliar interino (22 de septiembre de 1918) y auxiliar temporal (6 de mayo de 1919). Igualmente ganó por oposición la Cátedra de Latín en el Ateneo de Madrid, creada en 1915, y el cargo de secretario primero de la Sección de Ciencias Históricas en la misma institución. Menéndez Pidal le introdujo también como profesor de Latín en el Instituto- Escuela, dependiente del Centro de Estudios Históricos (CEH). Después de un intento fracasado de acceder a una Cátedra de Lengua y Literatura Latinas en la Universidad de Barcelona (21 de octubre de 1919), obtuvo la de Paleografía de la Universidad de Granada el 24 de junio de 1921, donde permaneció menos de dos años, al conseguir por oposición una plaza de conservador en el archivo del Ayuntamiento de Madrid el 16 de marzo de 1923 y volver de nuevo como profesor auxiliar de la Universidad madrileña y a sus clases en el Ateneo.

En marzo de 1924, marchó a Argentina para sustituir a Américo Castro en la dirección del Instituto de Filología. Allí permaneció hasta el mes de diciembre con el propósito de difundir las experiencias de la escuela de Menéndez Pidal y de sus principales discípulos del CEH, entre los cuales estaba Millares, y fomentar la formación de investigadores en Filología Románica. De regreso a España, ganó la cátedra de Paleografía de la Universidad Central de Madrid el 19 de junio de 1926 y por acumulación, la de Lengua y Literatura Latina el 25 de noviembre de 1935.

La educación liberal recibida en su familia y su contacto con los miembros de la Junta para la Ampliación de Estudios y el Ateneo le llevaron a su compromiso político con la República. Fue amigo personal de Azaña y de su paisano Negrín, pero evitó siempre el protagonismo directo. Julián Besteiro le encomendó la Secretaría de la Facultad de Filosofía y Letras (12 de octubre de 1936), con cuyo claustro viajó, alejándose del peligro del frente hasta que en el mes de diciembre se trasladó a Hendaya con su familia. Desde allí viajó a París para ultimar trabajos en marcha, dar conferencias y servir a la República en la Junta Delegada para la Expansión de la Cultura Española en el Extranjero. Participó activamente en el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE).

En 1938 la muerte de su esposa y la adversa marcha de los acontecimientos impulsaron a Negrín para enviarle como vicecónsul a México. Como miembro del SERE contribuyó a la instalación de los exiliados que iban llegando a este país. Colaboró en las revistas publicadas por los exiliados España Peregrina, Ultramar, Cuadernos Americanos, Las Españas.

Millares terminó fijando ahí su residencia. Entró a formar parte de la Casa de España (luego El Colegio de México), donde encontró gran sintonía con Alfonso Reyes y Daniel Cosío Villegas. Este último le introdujo en el Fondo de Cultura Económica (FCE), editorial que publicó algunos de sus trabajos. Millares llegó a integrarse perfectamente el mundo cultural de los exiliados y las instituciones académicas mexicanas, especialmente la Universidad Autónoma de México (UNAM), el Instituto Bibliográfico Mexicano, la Escuela de Bibliotecología, el Seminario de Lenguas Clásicas y el Instituto de Investigaciones Filológicas.

En 1941 se incorporó como profesor a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en las asignaturas de Paleografía Española y Lengua y Literatura Latinas, dirigiendo asimismo el Seminario de Lenguas Clásicas. Igualmente colaboró con el Instituto Bibliográfico Mexicano, la Escuela de Bibliotecología y el Instituto de Investigaciones Filológicas. En todos estos centros llevó a cabo una gran labor docente formando a varias generaciones de investigadores.

Separado de su Cátedra de Paleografía (25 de noviembre de 1939) por abandono del servicio, obtuvo la repatriación (17 de diciembre de 1949) y regresó por primera vez a España el 9 de julio de 1952, solicitando la readmisión en su cátedra madrileña. Pero la existencia de una ficha suya en el Archivo de Salamanca (hoy Archivo General de la Guerra Civil), procedente del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, que hacía mención a su relación con la logia masónica “Constancia” durante su estancia en Buenos Aires, dio al traste con estas gestiones y regresó de nuevo a México el 31 de enero de 1953. Volvió a España de nuevo en 1959 con motivo de un año sabático en la universidad mexicana, e intentó infructuosamente la devolución de su cátedra.

En el verano de este mismo año, partió de nuevo para México y de ahí a Venezuela, donde participó en la fundación de la Facultad de Humanidades en la Universidad del Zulia y obtuvo un contrato de un año para enseñar Latín y Griego. Ahí comenzó su segunda andadura americana. En octubre de este mismo año fue nombrado director de la Biblioteca General de la Universidad. Dirigió el Seminario de Letras y explicó las asignaturas de Filología Románica, Paleografía e Historia del Libro y de las Bibliotecas. En 1961 se fundó el Centro de Investigaciones Humanísticas y se confió su dirección a Millares. Colaboró de manera especial en la creación de la Escuela de Bibliotecología y Archivología. Las primeras promociones que salieron de estos centros llevaron su nombre y se le nombró doctor honoris causa el 1 de julio de 1965.

Conseguida finalmente la reintegración a su cátedra de Madrid en la Universidad Central (20 de junio de 1963), se declaró nula su separación de la cátedra y volvió a ocupar su puesto en el escalafón, aunque desgraciadamente la jubilación reglamentaria (23 de agosto de 1963) no le dejó disfrutar del triunfo conseguido.

No obstante, las circunstancias familiares le hicieron regresar a Venezuela, donde todavía tuvo que pasar bastantes años. Sus deseos de regreso definitivo a España se hicieron realidad en 1975 al ser contratado para dirigir y poner en marcha un Plan Cultural a largo plazo para Canarias gestionado por la Mancomunidad, por lo cual se instaló en Las Palmas, su ciudad natal, donde acabó sus días. En el plano docente, el Centro Asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Las Palmas, le encargó la enseñanza de la Paleografía y Diplomática, que alternó con conferencias en diferentes universidades.

La obra que ha dejado Millares destaca por su amplitud, variedad y calidad. Cuando salió de la Universidad, sus pasos iban encaminados hacia la Paleografía.

En 1929 publicó su famoso Manual, con una segunda edición en 1932, muy mejorada. Después de su muerte salió una tercera edición completada sobre los materiales que dejó. Otro campo de especial interés fue la escritura visigótica, comenzando la recopilación de un Corpus de códices visigóticos, trabajo que se vio interrumpido por el exilio, aunque él nunca lo abandonó definitivamente y por el cual disfrutó de dos becas de la Fundación March para ir a España con este propósito. Su publicación final, sin embargo, no la llegó a ver en vida, llevándose a cabo por un equipo de especialistas sobre la base de los trabajos de Millares. En México publicó otra obra de consulta imprescindible, el Álbum de Paleografia Hispanoamericana, en colaboración con Ignacio Mantecón.

Su instalación en América y las necesidades de la docencia le orientaron hacia otros derroteros, basados en su sólida formación latinista, bibliográfica e historia de la imprenta. En el Colegio de México elaboró sus traducciones de Cicerón y en la UNAM participó en el proyecto de creación de la Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana. Las primeras traducciones salieron de la pluma de Millares (Salustio, Nepote, Tácito, Cicerón) y otros dos exiliados, David García Bacca y José Manuel Gallegos Rocafull.

Encargado de la Biblioteca Americana de obras latinas del Fondo de Cultura Económica (FCE), editó las Utopías del Renacimiento, prólogos a la Biblioteca Mexicana de Eguren, De las islas del Mar Océano de Palacios Rubios, Del dominio de los reyes de España sobre los indios de Matías de Paz, la traducción de las Décadas del Nuevo Mundo de Pedro Mártir de Anglería, así como de las obras fundamentales de Bartolomé de Las Casas. Con estos trabajos Millares se confirmó como investigador indigenista de primera fila, colaborando además con Lewis Hanke y Silvio Zavala en algunas de sus obras.

Con fines docentes reeditó su Gramática latina, aparecida primero en Madrid (1936), y su Antología, completadas con una Historia de la literatura latina y la Bibliografía para la Historia de la Literatura latina. Para la enseñanza secundaria compuso una Historia universal de la literatura, que alcanzó numerosas ediciones. Continuó con sus trabajos sobre literatos españoles, especialmente del Siglo de Oro, comenzados antes de la Guerra Civil española, de los cuales publicó algunas de sus obras principales en las editoriales fundadas por exiliados.

Se interesó por eruditos mexicanos, tales como Cervantes de Salazar y Agustín Dávila Padilla.

Otro punto de atención fue el consagrado a los estudios bibliográficos, la imprenta, el libro y los archivos, donde Millares destacó con trabajos fundamentales.

De primera importancia pueden considerarse sus contribuciones sobre los bibliógrafos mexicanos Eguiara y Eguren, Beristáin de Souza y García Icazbalceta.

En su nueva residencia de Maracaibo continuó sus trabajos bibliográficos sobre catálogos del fondo antiguo de la biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, la colección Rafael Fortique y la de Tulio Febres Cordero, o sobre personajes de primera fila de la historia de Venezuela, como Andrés Bello y Rafael María Baralt. Puso las bases para la historia de la imprenta y del periodismo en Venezuela y la bibliografía de los archivos venezolanos. De carácter general hay que destacar su Prontuario de bibliografía general, la Técnica de la investigación bibliográfica y la Historia del libro y de las bibliotecas.

Dentro de las bibliografías, las dedicadas a los archivos merecen un capítulo especial. Iniciador de esta especialidad en España con un temprano trabajo sobre los archivos españoles en 1934, que pretendía continuar la obra de Foulché-Delbosc y Barrau-Dihigo, prosiguió por las dedicadas a los archivos municipales españoles e hispanoamericanos en 1952 y 1953. A los archivos mexicanos y venezolanos dedicó también importantes trabajos monográficos, los primeros con la colaboración de su compatriota exiliado José Ignacio Mantecón. Los protocolos notariales, que habían contribuido a despertar sus aficiones paleográficas en su Canarias natal, donde su padre era el notario encargado de los de Las Palmas, no fueron olvidados por Millares. A ellos consagró importantes catálogos para el de notarías de México, en colaboración con Mantecón, y los de Maracaibo, Mérida y Caracas en Venezuela.

A esta gigantesca labor de erudición bibliográfica habría que añadir la realizada en numerosas revistas especializadas, sobre novedades bibliográficas y recensiones.

Son dignas de destacar las iniciadas en Madrid en la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid desde su fundación en 1923, continuada en América con la dirección de la sección de bibliografía de la Revista de América (México) entre 1941 y 1959, el “Registro bibliográfico” de Filosofía y Letras (México) y la creación y dirección del Boletín de la Biblioteca General de la Universidad del Zulia desde 1961, por citar las más importantes.

Finalmente, hay que destacar su labor en el campo de la historia local, con numerosas contribuciones a la Historia de Madrid publicadas en la mencionada revista del Ayuntamiento y la edición del Fuero de Madrid y del primer Libro de Acuerdos del Concejo. Su otro punto de atención fueron las Islas Canarias, con una Bibliografía de escritores canarios, que obtuvo el premio de bibliografía de la Biblioteca Nacional (1929) y gran número de artículos aparecidos en El Museo Canario, que reapareció en 1933 bajo su dirección.

Toda esta labor fue reconocida, junto con los ya mencionados, a los que hay que añadir el Tratado de Paleografía (Premio Fastenrath de la Real Academia Española en 1932). Fue galardonado con el Premio 20 años de reinstauración de la Universidad del Zulia por su obra sobre Baralt (1966), Premio Fray Junípero Sierra de la Academia Franciscana de la Historia (1969) y Premio Extraordinario Cardenal Cisneros del Ministerio de Información y Turismo para conmemorar el V Centenario de la introducción de la imprenta en España (1974).

Asimismo, formó parte de numerosas instituciones: numerario de la Junta de Historia y Numismática de Buenos Aires (1924), correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona (1924), numerario de la Real Academia de la Historia (1934; causa baja en 1941 y no es repuesto hasta 1966), miembro numerario de Hispanic Society of America (1969), correspondiente de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela (1963), miembro honorario de la Asociación Venezolana de Archiveros (1965), correspondiente de la Real Academia Española (1969), miembro honorario del Instituto de Estudios Madrileños (1971).

 

Obras de ~: Documentos pontificios en papiro de archivos catalanes. Estudio paleográfico y diplomático, Madrid, Fortanet, 1918; M. T. Cicerón, Cuestiones Académicas, trad. de ~, Madrid, Calpe, 1919 (últ. ed., Madrid, Espasa Calpe, 2004); B. Feijóo, Teatro crítico universal, sel., pról. y notas de ~, Madrid, La Lectura, 1923-1925, 3 vols. (reed. Madrid, Espasa Calpe, 1966-1973, 3 vols.); “Índice y extractos del Libro Horadado del concejo madrileño. Siglos XVI-XVII”, en Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid (RBAMAM), 1 (1924), págs. 46-101 (2.ª ed. con apénd. documentales, Madrid, Imprenta Municipal, 1927; también en Contribuciones documentales, 1971, págs. 98-130); “El siglo XVIII español y los intentos de formación de un corpus diplomático”, en RBAMAM, 2 (1925) págs. 515-530 [también en Filosofía y Letras (FyL) (México), 27 (1954), págs. 165-164]; “La cancillería real de Castilla y León hasta fines del reinado de Fernando III”, en Anuario de Historia del Derecho Español, 3 (1926), págs. 227-306; con A. Castro y A. S. Battistesa, Biblia medieval romanceada según los manuscritos escurialenses I-j- 3, I-j-6. I Pentateuco, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1927; B. J. Feijóo, Cartas eruditas, sel., pról. y notas de ~, Madrid, La Lectura, 1928 (reed. Madrid, Espasa Calpe, 1969); “Índices y extractos de los libros de cédulas y provisiones del Archivo Municipal de Madrid (siglos XV-XVI)”, en RBAMAM, 6 (1929), págs. 285-332 y 381-419 (también en Contribuciones documentales, págs. 93-180); Paleografía española. Ensayo de una Historia de la Escritura en España desde el siglo VIII al XVII, Barcelona, Labor, 1929, 2 vols. (2.ª ed. corr. y aum. Tratado de Paleografía española, Madrid, Hernando, 1932, 2 vols.; 3.ª ed. con la colab. de J. M. Ruiz Asencio, Madrid, Espasa Calpe, 1983, 3 vols.); Contribución al “Corpus” de códices visigóticos, Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, 1931 (nueva ed. Corpus de códices visigóticos, ed. prep. por M. C. Díaz y Díaz et al., Las Palmas de Gran Canaria, Gobierno de Canarias, 1999, 2 vols.); Ensayo de una biobibliografía de escritores de escritores naturales de las Islas Canarias (siglos XVI, XVII y XVIII), Madrid, Tipografía de Archivos, 1932; El Fuero de Madrid, transcr. por ~, Madrid, Imprenta Municipal, 1932 (últ. ed. Madrid, Ediciones La Librería, 2002); con E. Varela Hervías, Documentos del Archivo General de la villa de Madrid. Segunda serie, t. I, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1932; con J. Artiles, Libros de Acuerdos del Concejo Madrileño, 1460-1600, ed., pról. y notas ~, t. I, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1932, págs. 1464-1485; “Algunas notas bibliográficas acerca de archivos y bibliotecas españolas (1920-1934)”, en Anales de la Universidad de Madrid. Letras, 3 (1934), págs. 266-295, 4 (1934), págs. 101-133; Discursos leídos en la recepción pública de don Agustín Millares Carlo el día 17 de febrero de 1935 [Los códices visigóticos de la Catedral toledana. Cuestiones cronológicas y de procedencia], Madrid, Hernando, 1935 (reed. en Nuevos estudios, 1941, págs. 35-124); Nuevos estudios de Paleografía española, México, FCE, 1941; con A. Gómez Iglesias, Gramática elemental de la lengua latina, Madrid, Gráficas Uguina, 1936 (2.ª ed. México, FCE, 1941; nueva ed. México, Patria, 1966); Antología latina, t. I. Prosistas, Valencia, Ricardo Noguera, 1937 (2.ª ed. corr. y aum., México, FCE; 3.ª ed., México, Patria, 1966); “La escritura y el libro en España durante la dominación del pueblo visigodo”, en Historia de España, dir. por Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 1940, t. III: España visigoda (414-711), págs. 355-378 (apareció bajo la autoría de M. López Serrano. Es prácticamente el mismo que aparece con el título “Observaciones acerca de la escritura y el libro en España durante la dominación del pueblo visigodo”, en sus Nuevos estudios, 1941, págs. 1-34); T. Moro, “Utopía”, Utopías del Renacimiento, trad. de ~, México, FCE, 1941 (10.ª ed. Madrid, FCE, 1990; Barcelona, Círculo de Lectores, 2001); M. Cervantes Saavedra, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, ed. y notas de ~, México, Séneca, 1941 (otra ed. México, UTEHA, 1956, 2 vols.; otra ed. ilustr. por G. Doré, 1961, 2 vols.); B. de las Casas, Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión, avd. prelim., ed. y anotaciones al texto latino de ~, México, FCE, 1942 (2.ª ed., 1975); con E. Varela Hervías, Documentos del Archivo General de la villa de Madrid. Segunda serie, t. II, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 1943; con I. Mantecón Navasal, Ensayo de una bibliografía de bibliografías mexicanas. La imprenta, el libro, las bibliotecas, etc., México, Dirección de Acción Social, 1943; Ensayo de una Bibliografía de Bibliografías mexicanas. Adiciones I, México, Dirección de Acción Social, 1944; Introducción al estudio de la Lengua latina. Gramática, antología y vocabulario, México, Delfín, 1944; J. J. Eguiara y Eguren, Bibliotheca mexicana, versión esp. anotada con est. biográfico y bibl. del autor, México, FCE, 1944 (2.ª ed. Juan José de Eguiara y Eguren y su Bibliotheca Mexicana, México, UNAM, 1957; 3.ª ed., Maracaibo, Editorial Universitaria, 1963); con I. Mantecón Navasal, “El archivo de notarías del Departamento del Distrito Federal (México)”, en Revista de Historia de América (RHA) (México), 17 (1944), págs. 69-120; C. Salustio Crispo, Conjuración de Catilina, trad., pról. y notas de ~, México, UNAM, 1944; Compendio de Historia Universal de la Literatura, México, Esfinge, 1945; B. de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, sel. y pról. de ~, México, Secretaría de Educación Pública, 1945; M. T. Cicerón, De los deberes, trad. y notas de ~, México, El Colegio de México, 1945; P. Mártir de Anglería, Libros de las Décadas del Nuevo Mundo, trad. y bibl. de ~, México, Secretaría de Educación Popular (SEP), 1945 (nueva ed. México, José Porrúa e Hijos, 1964, 2 vols.); C. Salustio Crispo, Guerra de Yugurta. Fragmentos de las historias. Cartas a César sobre el gobierno de la República, trad., introd. y notas de ~, México, UNAM, 1945; Tácito, La Germania, sel., pról. y notas de ~, México, SEP, 1945; con I. Mantecón Navasal, Índices y extractos de los protocolos del archivo de México, México, Colegio de México, 1945-1946, 2 vols.; C. Nepote, Vidas de los ilustres capitanes, trad., pról. y notas de ~, México, UNAM, 1946; F. de Rojas, La Celestina, ed., pról. y notas de ~ con I. Mantecón, México, Leyenda, 1946 (3.ª ed., México, UNAM, 1974); con J. I. 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Luis Miguel de la Cruz Herranz

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