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Ramón de Mesonero Romanos

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Biografía

Mesonero Romanos, Ramón de. El Curioso Parlante. Madrid, 19.VII.1803 – 30.IV.1882. Periodista, cronista de Madrid y artífice, junto a Larra, del costumbrismo español.

Los episodios más significativos de la vida de Mesonero Romanos se conocen gracias al propio autor, a su libro Memorias de un setentón, preciso documento que aporta un material noticioso de gran valor para el conocimiento de la ideología y el talante del autor.

Las referencias a su familia en las Memorias son copiosísimas, especialmente las dedicadas a su padre. Mesonero revela cómo su progenitor le narraba, cuando apenas era un niño, toda suerte de anécdotas, historias o chascarrillos. Su indiscreta curiosidad infantil, tal como señala él mismo en las Memorias, le haría conocedor de las intimidades de palacio, de las intrigas cortesanas y devaneos amorosos de los principales personajes de la corte. Indiscreta curiosidad infantil que se convertirá, años más tarde, en el rasgo más significativo de su personalidad. La adopción del pseudónimo El Curioso Parlante manifiesta con claridad el talante de un escritor que registraba y escudriñaba la realidad madrileña con una precisión admirable. El día 5 de enero de 1820 falleció su padre, haciéndose cargo Mesonero Romanos de los negocios familiares. El inicio del Trienio Liberal marcó profundamente su estado anímico, pues se alistó voluntariamente en la Milicia con tan sólo dieciocho años y vivió con suma preocupación este momento histórico. Gracias a sus Memorias, el lector conoce con perfección la época de su juventud, desde sus aventuras y desventuras como miliciano hasta sus lecturas, amistades e inicios literarios.

En época temprana mostró su admiración por Moratín, Gallardo, Miñano y sintió admiración y respeto por la dramaturgia del Siglo de Oro. La conocida tertulia de El Parnasillo la recordó siempre con no poca nostalgia en sus escritos. Espronceda, Vega, Escosura, Santos Álvarez, Larra, Romero Larrañaga, Pelegrín, Segovia, entre otros, formaron parte de ese círculo en el que también figuraba el propio Mesonero. Artistas, dramaturgos y conocidos empresarios fueron igualmente contertulios y amigos del escritor. José María Carnerero, conocido periodista y dramaturgo, que ejerció una notable influencia en su vida, pues lo introdujo en los medios periodísticos más importantes de la época. Juan Grimaldi, director del teatro del Príncipe, autor de la célebre comedia de magia La pata de cabra, fue otro de los afamados hombres de su tiempo que gozó de especial importancia en el ánimo del entonces joven escritor.

Desde agosto de 1833 a mayo de 1834, Mesonero viajó a Francia. El Curioso Parlante tuvo la intención de recoger sus impresiones de viaje en un Diario, propósito que no llegó a realizar. Sólo muy parcialmente han llegado hasta nosotros los Fragmentos de un diario de viaje, publicados por los hijos del escritor en el centenario de su nacimiento. Su segunda salida al extranjero queda reflejada en su obra Recuerdos de viaje por Francia y Bélgica. Se sabe, sin embargo, que Mesonero había recorrido diversos países extranjeros en los tiempos de la regencia de María Cristina, tal como comenta en Los trabajos no coleccionados publicados por sus hijos. De todo este material noticioso se deduce que Mesonero pudo confrontar los aspectos más diversos existentes en Madrid en materia urbanística y social con los visitados en el extranjero. Precisamente en el período comprendido entre 1845 y 1850, fechas que remiten al lector a los años dedicados al ayuntamiento de Madrid como concejal, pudo Mesonero poner en práctica toda esta experiencia vivida en sus viajes. El día 23 de mayo de 1846 presentó en el Ayuntamiento de Madrid su Proyecto de mejoras generales, documento que suponía una remodelación del Madrid de la época.

Un año más tarde redactó unas nuevas Ordenanzas municipales que rigieron durante un largo período de tiempo, hasta que el aumento de la población madrileña y la construcción de nuevos edificios y arterias urbanas hicieron necesaria la publicación de nuevas normas municipales. Entre el período de su renuncia como concejal del ayuntamiento de Madrid y su vinculación al mismo como cronista oficial mediaron unos diez años de intensa labor literaria. Sus ediciones dedicadas al estudio de los dramaturgos contemporáneos y posteriores a Lope de Vega y Rojas Zorrilla para la Biblioteca de Autores Españoles, así como su intensa labor como cronista son una prueba evidente de ininterrumpido quehacer literario. Quedan atrás sus colaboraciones en El Indicador de las Novedades, El Correo Literario y Mercantil, Cartas Españolas, Revista Española, Diario de Madrid, Semanario Pintoresco Español... No menos fecunda fue su intensa labor como promotor y fundador del Ateneo de Madrid y del Liceo. Su ingreso en la Real Academia fue de igual forma uno de los momentos más significativos en la vida de Mesonero, justa recompensa a un hombre dedicado por completo a la literatura y a las mejoras sociales de Madrid. El 3 de mayo de 1838 la Real Academia Española le nombró académico honorario y el 25 de febrero de 1847 figuró como miembro de número. Bibliotecario perpetuo de la villa, el ayuntamiento le compró en el año 1876 su excelente biblioteca, cuyo fondo constituiría la base de la recién inaugurada Biblioteca Municipal de Madrid.

Su fallecimiento, el 30 de abril de 1882, supuso un auténtico acontecimiento en Madrid. Su legado se proyectará siempre como un copioso caudal de noticias de su época, imprescindible para todo aquel que quiera adentrarse en la pequeña historia de una España abrumada por los hechos y acontecimientos sociales.

Mesonero Romanos fue un escritor polifacético, aunque considerado por la crítica e historiadores de la Literatura como un autor costumbrista. Su obra menor remite a su creación poética, a la de colector de piezas dramáticas y cronista. No se debe olvidar tampoco su rica obra como crítico desde las páginas de la prensa periódica, especialmente en el Semanario Pintoresco Español. De igual forma, su nombre irá siempre en un lugar señero de la historia del periodismo español, pues fue el introductor del grabado y el primero en concebir el periódico como vehículo difusor de la cultura. En este sentido, el Semanario Pintoresco Español fue modélico, especialmente en su primera etapa, la dirigida por el propio Mesonero.

Etapa periodística en la que se percibe la influencia de periodistas extranjeros como Addison, Prevost, Jouy, Mercier, Kook, Jal y Kolnet, autores que, unidos a escritores clásicos de la literatura española —Cervantes, Quevedo, Torres, Liñán y Verdugo, Zabaleta, Clavijo y Fajardo, entre otros— formaron parte de las fuentes literarias de sus artículos.

Pese a esta posible disparidad de géneros, el corpus general de la obra de Mesonero Romanos aparece ante los ojos del lector como un núcleo compacto y homogéneo, pues sus escritos se circunscriben siempre a la Villa y Corte. Así, su temprana obra Manual de Madrid (1833) es un documento esencial para conocer con sumo detalle los aspectos más relevantes de Madrid, desde la ubicación de hospitales, conventos, iglesias y otros edificios de relieve hasta la calidad, precio y situación de fondas, cafés, carruajes y ventas de todo tipo. La tabla alfabética del Manual del Madrid registró de igual forma los oficios y profesiones de la época, desde aguadores y mozos de cordel hasta escribanos u horteras, entre otros muchos tipos.

Años más tarde publicó su Nuevo Manual (1854), estudio más extenso y detallado que el anterior. A raíz de la Revolución de 1854, Madrid experimentó una profunda mutación. Ante tal cambio de fisonomía, motivada por numerosos derribos de fincas urbanas, Mesonero decidió plasmar en un libro —El Antiguo Madrid (1861)— todo lo que había sido de aquel Madrid de antaño, de aquella urbe madrileña que perdía todo su vetusto sabor y se encaminaba hacia nuevas configuraciones urbanísticas.

Respecto al corpus costumbrista de Mesonero, cabe señalar que se perciben con claridad dos etapas completamente diferenciadas, a pesar de haber sido realizadas en escaso espacio de tiempo. En la primera, el estilo es desenvuelto y la escena se asemeja al colorido y enfoque de los sainetes de Don Ramón de la Cruz, etapa que se circunscribe entre 1832 y 1835, y que abarca, prácticamente, todo su Panorama Matritense.

La segunda época corresponde a las Escenas Matritenses, indiciada en 1836 y continuada hasta 1842. En dicho bloque de cuadros de costumbres el castellano se enriquece con nuevos matices y lo anecdótico se elimina casi en su totalidad para complacerse su autor en la pintura de las costumbres, con sus tipos y escenas, etapa que el mismo autor define como más atrevida en sus giros y de un colorido mucho más determinado, para trazar otra sociedad diversa, producida por otras leyes, otros instintos y tendencias. Se podría añadir, a estas dos épocas, una tercera etapa protagonizada por su obra Tipos y caracteres, publicada en el año 1862, y en la que el costumbrismo de Mesonero hace gala una vez más de un ingenio festivo poco común.

Todo este conjunto de cuadros que configuran el Panorama y las Escenas Matritenses intenta abarcar todas las clases sociales, pero con especial incidencia a la llamada clase media, pues, según El Curioso Parlante, es el único conjunto social con personalidad propia, ya que tanto la nobleza como el pueblo llano apenas ofrecen comportamientos desiguales en la civilizada Europa, de ahí que afirme en la edición princeps del Panorama Matritense que “la clase media, en fin, por su extensión, variedad y distintas aplicaciones, es la que imprime a los pueblos su fisonomía particular, causando las diferencias que se observan en ellas” (1835: XV). El pueblo bajo está prácticamente ausente, evocándose tan sólo como telón de fondo o asomando en un número reducido de artículos, como El barbero, La capa vieja y el baile del candil, El paseo de Juana, La posada o España en Madrid, entre otros. Con la nobleza sucede lo mismo, pues en su opinión es un núcleo social desenraizado y universalizado. Pese a ello, la analiza con poca benevolencia en sus cuadros Las visitas del día, Las tres tertulias, Las tiendas, Grandeza y miseria... La clase media es la gran protagonista, de ahí que la describa, analice y censure con peculiar gracejo, haciendo suyo el lema horaciano satira quae ridendo corrigit mores.

Temas como “el quiero y no puedo”, la empleomanía, la pretensión de elevarse a un escalafón superior al suyo, la imitación de lo extranjero en todos sus aspectos, desde la moda a la adaptación de dramas y novelas gabachas, serán motivos tratados por El Curioso Parlante. Sus artículos recogen con indulgente ironía y tolerancia las ridiculeces de la clase media, censurando con humor las más variadas escenas de la vida española. Mesonero describe y satiriza en sus escenas costumbristas al Madrid urbano, un Madrid que adolece de falta de limpieza, suciedad y mugre.

De ahí la visión negativa que tiene de los servicios públicos, la falta de profesionalidad y diligencia de los representantes públicos. De la mano de El Curioso Parlante, el lector puede recorrer todo este mosaico costumbrista, desde las calles más angostas, plazuelas y costanillas, hasta los paseos y lugares de entretenimiento y ocio más representativos. Desde la representación de comedias caseras hasta el comportamiento de ese mismo público en los teatros de la época. Cafés de poca monta con sus actrices y aprendices de actores, empresarios que frecuentan determinadas plazuelas o botillerías para la contratación de comediantes. Un Madrid urbano en el que Mesonero no se limita a describir lo que se ofrece ante sus ojos, sino que penetra a través de los edificios para ofrecer ese panorama moral tantas veces aludido por él. Intención moralista que conlleva un claro propósito docente, como si el artículo se convirtiera en escuela de costumbres, de ahí que subyazca en él una moraleja o sátira. Comportamientos, usos y costumbres de un contexto urbano que está en continua mutación. El costumbrismo de Mesonero capta toda esta transición, reflejando la más leve oscilación de la vida ciudadana.

Mesonero Romanos, al igual que la mayoría de los costumbristas, siente con verdadera nostalgia las costumbres de sus mayores, de ahí que arremeta contra los nuevos usos. Él se considera fiel guardador de la tradición y, por ello, critica a quienes alteran las tradiciones e imponen los hábitos extranjeros. La falta de autenticidad en los espectáculos y teatros y la imitación de todo lo que no sea autóctono son vistos y analizados desde una perspectiva negativa. Evidentemente sus artículos no siempre se limitan a recoger este sentimiento que nace frente a la avalancha de lo francés en España, pues encontramos otros muchos en los que el lector percibe desde la sátira humorística —El amante corto de vista, Las tiendas, Los aires del lugar—, o puramente costumbristas, sin intención alguna —La comedia casera, La calle de Toledo, El aguinaldo, Las ferias, Los cómicos en Cuaresma, El baile del candil, La romería de San Isidro, Un viaje al Sitio...— hasta los cuadros dotados de una peripecia argumental y puramente descriptivos. Humor, ironía y socarronería son aspectos que subyacen en sus cuadros de costumbres. Frente a Larra, Mesonero representa el otro modelo de sátira. Una sabrosa y cómica sátira que, en ciertos momentos, fue tan eficaz y dañina como la de Fígaro. Sirva de botón de muestra su ejemplar artículo El romanticismo y los románticos, cuya publicación en el Semanario Pintoresco Español fue letal para un tipo de romanticismo plagado de situaciones inverosímiles y cruentas. Gracias a su Panorama y sus Escenas Matritenses, el lector se convierte en el principal testigo de una sociedad pretérita. El análisis sobre el proceso evolutivo de esa misma sociedad, así como lo más significativo de todo este corpus social son, sin lugar a dudas, el mejor documento que Mesonero ha legado a las generaciones venideras.

 

Obras de ~: Panorama Matritense. Cuadros de costumbres de la capital, observados y descritos por un Curioso Parlante, Madrid, Repullés, 1835-1838; Escenas Matritenses, por el Curioso Parlante, Madrid, Yenes, 1842 (Escenas matritenses, Madrid, Boix, 1845; Madrid, Gaspar Roig, 1851; ed. de P. Palomo, Barcelona, Planeta, 1987; Escenas y tipos matritenses, ed. de E. Rubio Cremades, Madrid, Cátedra, 1993); Obras jocosas y satíricas del Curioso Parlante, Madrid, Francisco de Paula Mellado, 1862; Obras jocosas y satíricas de El Curioso Parlante; Madrid, Oficinas de la Ilustración Española y Americana, 1881; Memorias de un setentón, Madrid, Oficina de la Ilustración Española y Americana, 1881 (ed., introd. y notas de J. Escobar y J. Álvarez Barrientos, Madrid, Comunidad de Madrid-Castalia, 1994); Trabajos no coleccionados publicados por sus hijos en el centenario del natalicio del autor, Madrid, G. Hernández, 1903; Obras de don Ramón de Mesonero Romanos, Madrid, Renacimiento, 1924-1926 (ed. y est. prelim. de C. Seco Serrano, Madrid, BAE, 1967); Panorama Matritense. Escenas Matritenses. Tipos y caracteres, est. prelim. bibl. y notas de F. C. Sainz de Robles, Madrid, Aguilar, 1945.

 

Bibl.: R. Foulché Delbosch, “Le modèle inavoué du Panorama Matritense de Mesonero Romanos”, en Revue Hispanique, XLVIII (1920), págs. 257-310; E. Cotarelo, “Elogio biográfico de don Ramón de Mesonero Romanos”, en Boletín de la Real Academia Española, XII (1925), págs. 155-191, 309-343 y 433-469; Ch. Berkowitz, “The Memory element in Mesonero’s Memorias, en Romanic Review (RR), XXI (1930), págs. 42-48; “Mesonero’s Indebtedness to Jouy”, en Publications of the Modern Language Association of America, 54 (1930), págs. 553-570; “Galdós and Mesonero Romanos”, en RR, XXIII (1932), págs. 201-205; J. F. Montesinos, Costumbrismo y novela, Madrid, Castalia, 1960; E. Caldera, “Il problema del vero nelle Escenas Matritenses, en Miscellanea di Studi Ispanichi, 8 (1964), págs. 101-121; C. Seco Serrano, “Mesonero Romanos, la pleamar burguesa”, en Sociedad, Literatura y Política en la España del Siglo xix, Madrid, Guadiana de Publicaciones, 1973, págs. 137-174; L. Romero Tobar, “Nuevos datos sobre el Manual de Madrid de Mesonero Romanos”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños (AIEM), X (1974), págs. 341-345; J. Escobar, “Un tema costumbrista: las casas por dentro en L’Hermite de la Chaussée d’Antin, El Observador y El Curioso Parlante, en Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, I, 1 (1976), págs. 39-47; R. P. Sebold, “Comedia clásica y novela moderna en las Escenas Matritenses de Mesonero Romanos”, en Bulletin Hispanique, LXXXIII, 3-4 (1981), págs. 331-377; L. Romero Tobar, “Mesonero Romanos entre costumbrismo y novela”, en AIEM, XX (1983), págs. 243-259; J. Escobar, “Narración, descripción y mimesis en el cuadro de costumbres: Gertrudis Gómez de Avellaneda y Ramón de Mesonero Romanos”, en Romanticismo, 3-4 (1988), págs. 53-60; M.ª A. Ayala, “Galdós y Mesonero Romanos”, y P. Palomo, “Galdós y Mesonero (Una vez más costumbrismo y novela)”, en Galdós. Centenario de “Fortunata y Jacinta” (1887-1987), Madrid, Universidad Complutense, 1989, págs. 121-128 y págs. 217-238, respect.; J. Escobar, “Las Memorias de un setentón en la literatura de su tiempo”, en Homenaje a Ermanno Caldera, Messina, Armando Siciliano, 1993, págs. 269-287; J. Álvarez Barrientos, “Ramón de Mesonero Romanos y el teatro clásico español”, en Insula, 574 (1994), págs. 26-28; E. Rubio Cremades, “El artículo de costumbres, o Sátira quae ridendo corrigit mores, en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, 70 (1994), págs. 147- 167; Periodismo y Literatura. Ramón de Mesonero Romanos y el “Semanario Pintoresco Español”, Alicante, Instituto Juan Gil- Albert, 1995; M.ª A. Ayala, “El Madrid urbano en las Escenas Matritenses de Mesonero Romanos”, en M. Criado del Val (dir.), Caminería Hispánica, vol. I, Guadalajara, AACHE Ediciones, 1996, págs. 317-328; E. Rubio Cremades, “Recuerdos de viaje por Francia y Bélgica en 1841 de Ramón de Mesonero Romanos”, en Literatura de viajes: El Viejo Mundo y el Nuevo, Madrid, Castalia, 1999, págs. 159-168; E. Rubio Cremades, “Mesonero Romanos: impresiones y recuerdos de viaje por Europa (1833-1834)”, en VV. AA., Homenaje al profesor Martínez Cachero, III, Oviedo, Universidad, 2000, págs. 427-436; E. L. Huertas Vázquez, “Ramón de Mesonero Romanos en la refundación del Ateneo”, en D. Pacheco, A. Díez Torre y A. Sanz (eds.), Ateneístas ilustres, Madrid, Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid, 2004, págs. 425-433.

 

Enrique Rubio Cremades

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