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Pedro Menéndez de Avilés y Alonso de la Campa

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Biografía

Menéndez de Avilés y Alonso de la Campa, Pedro. Avilés (Asturias), 15.II.1519 – Santander (Cantabria), 17.IX.1574. Marino y adelantado de La Florida.

Descendiente de hidalgos, era hijo de Alonso Álvarez de Avilés y María Alonso de Arango. Fue criado por familiares debido al fallecimiento de su padre y el nuevo matrimonio de su madre. Tuvo diecinueve hermanos de la misma madre. La hacienda familiar se repartió entre todos los hermanos y tuvo que hacerse soldado, como otros de sus hermanos. Se inclinó por la milicia de mar y tierra.

Vivió la época de los conflictos religiosos en Europa. La Reforma luterana, religiosa en un principio, se transformó en movimiento político. Desde Alemania y Suiza se extendió por toda Europa, excepto España, Italia y el área greco-ortodoxa, pero sólo arraigó en los países nórdicos. El año del nacimiento de Menéndez, Hernán Cortés inició la conquista de México, al tiempo que reinaba en España Carlos I. Ese mismo año sería elegido, por el fallecimiento de su abuelo Maximiliano, emperador del Imperio germánico, lo que le convirtió en Carlos V de Alemania.

El 17 de abril de 1521, Carlos V ordenó el destierro de Lutero. En mayo comenzó la primera guerra entre Francisco I y Carlos V que finalizó con la firma del Tratado de Madrid (14 de enero de 1526). Se casó con Isabel de Portugal (10 de marzo), regente en las ausencias de Carlos V, y en mayo se constituyó la Liga Clementina, lo que provocó la segunda guerra contra Francia en el norte de Italia. El 21 de mayo de 1527 nació Felipe II en Valladolid y se firmó el Tratado de Cambray o de las Damas el 29 de junio de 1529, que puso fin a la guerra con Francia. El 1 de noviembre de 1535 se inició la tercera guerra con Francia por la sucesión de Francisco Sforza en Milán. Los franceses invadieron Saboya. En 1537 se firmó un armisticio de diez meses; la Tregua de Niza (1538) prolongó a diez años el armisticio.

Con dieciséis años, Avilés se enroló como grumete en una armada formada para perseguir corsarios franceses durante la tercera guerra con Francia; fue su aprendizaje militar y marino. Dos años después regresó a Avilés donde sus familiares lo casaron con una jovencita de diez años llamada Ana María de Solís Cascos, prima en cuarto grado. Compró un patache pequeño y rápido y, con varios miembros de su familia, actuó de corsario sin patente. Estuvo dedicado a esta vida hasta los treinta años.

El 1 de mayo de 1539, murió la emperatriz Isabel de parto, por lo que a partir de entonces, Felipe II actuará de regente durante las ausencias del Emperador. Al año siguiente, la expedición fracasada a Argel favoreció la alianza de Francisco I y Solimán el Magnífico, preludio de la cuarta guerra contra el Emperador. El objetivo de los franceses era los Países Bajos. Se firmó la Paz de Crespy (18 de septiembre de 1544). Empezó el Concilio de Trento (15 de diciembre de 1546). Carlos I venció en Mühlberg (24 de abril de 1547). Felipe II se reunió con su padre y dejó como regentes a su hermana María y a su esposo, el archiduque Maximiliano.

Entre 1543 y 1545 sirvió Menéndez en la flota de Álvaro de Bazán. En 1545, el famoso corsario francés Jean Alphonse Saintonge aprovechó la paz para capturar, a la altura del cabo Finisterre, dieciocho embarcaciones vizcaínas cargadas de hierro, herrajes y otras mercancías de mucho valor, llevando sus presas al puerto francés de La Rochela, su base de operaciones.

Menéndez persiguió, por encargo del archiduque Maximiliano, al pirata hasta el interior de su base, donde recuperó cinco de los barcos y abordó a la capitana pirata Le Marie, hiriendo personalmente al mismo pirata, que moriría a consecuencia de las heridas. El Emperador le autorizó a continuar persiguiendo piratas, limpiando de éstos las costas cantábricas y gallegas. En 1548 armó un galeón y empezó a servir al Rey, tomando presas en el golfo de Vizcaya.

Dos años más tarde, una segunda patente le permitió perseguir corsarios en las Indias. Allí cayó en manos corsarias, y, mientras negociaba el rescate para sí mismo y su buque, se enteró de los planes de Francia para atacar las Indias. Dio la alarma y fue a la Corte para presentar un plan de defensa estratégica al Consejo de Indias.

El 12 de julio de 1551, Felipe II desembarcó en Barcelona y reasumió la regencia. Enrique II de Francia firmó con los príncipes alemanes el Tratado de Chambord (15 de enero de 1552) para luchar contra el Emperador; al tiempo que Mauricio de Sajonia se sublevaba, el francés invadió Lorena. Así comenzaba la quinta guerra con Francia. Felipe II, investido por su padre como Rey de Nápoles, se casó con su tía María Tudor (25 de julio de 1554), Reina de Inglaterra. Precisamente, ese año de 1554, Menéndez de Avilés que había sido designado capitán general de la carrera de Indias por el Emperador, contra la opinión de la Casa de Contratación, fue poco después nombrado por su hijo Felipe II lo nombró consejero en su viaje a Inglaterra para contraer matrimonio con María Tudor. Mandó una armada de 150 buques. Condujo su primera flota a las Indias en 1555, desplegando una diligencia y teniendo un éxito tal que se ganó la admiración del Emperador.

El 25 de octubre de 1555 abdicó Carlos I dejando a su hermano Fernando el Imperio y los estados patrimoniales austríacos, y la herencia borgoñona para Felipe, salvo el Franco Condado, que conservó hasta su muerte. Posteriormente, abdicó en su hijo las Coronas castellana y aragonesa, la herencia hispana y las posesiones maternas (16 de enero de 1556).

Crecía el daño de los corsarios en las costas españolas y no teniendo quien lo remediara, el Rey mandó que Menéndez fuera a perseguirlos, lo cual realizó en el mes de abril de 1557. Poco antes, el emperador Carlos V se había retirado a principios de febrero de 1557 a Yuste, donde murió el 21 de septiembre de 1558.

Hallándose en mayo en Laredo descansando, el Rey lo nombró capitán general para que fuese a Flandes con la armada de su cargo, escoltando veinticuatro navíos de lanas, a llevar un auxilio de 1500 soldados y 1.200.000 ducados. Cuando se le entregó el despacho (8 de junio) solo había cuatro navíos de los ocho que la componían; decidió salir a la mar al día siguiente con los cuatro, cargando en ellos la infantería y el dinero, y escoltando los navíos de lanas. Encontró la escuadra de François Le Clerc, el famoso corsario Pata de Palo, que constaba de ocho navíos, a los que hizo huir, menos a uno que hundió. Siguió la navegación y en quince días estaba desembarcando la infantería y el dinero en Calais y los navíos de lanas en Gelanda; con esta rápida acción colaboró decisivamente a la victoria en la Batalla de San Quintín.

Sirvió durante dos años en la armada de Flandes, convoyando hombres, dinero y material de los ejércitos de España y aliados.

Tras una nueva derrota francesa en Gravelinas, Enrique II de Francia se vio obligado a firmar la paz con Felipe II. Ésta se firmó el 3 de abril de 1559 en Cateau-Cambresis. Una vez restaurada la paz, Menéndez de Avilés mandó la flota de cincuenta velas que trajo a Felipe II de vuelta a España. Lo designó para mandar la flota y armada de Indias, que iba a salir en 1560, a petición del Real Consejo de Indias. Realizó el viaje con más éxito a América, repitiendo al año siguiente.

No obstante, sus relaciones con la Casa de Contratación eran muy tensas. A la vuelta del viaje de 1563, fue encarcelado veinte meses por orden de la Casa en Sevilla y se entabló proceso contra él y su hermano Bartolomé, siendo condenados, sin saberse el cargo, al pago de multas.

Al mismo tiempo, los hugonotes franceses estaban planeando asentar una colonia en Florida. Bajo el mecenazgo del almirante Gaspard de Coligny, Ribault había navegado en 1562 a América con el objetivo de establecer una colonia para albergarlos y así alejarlos del territorio francés, donde empezaban a ser perseguidos.

Exploró la costa de Florida y construyó Charlesfort en Carolina del Sur; dejó allí unos veinticinco hombres antes de regresar a Francia y ser abandonada. En 1565, Coligny le enviaría en una segunda expedición, para ayudar a los fundadores de Fort Caroline (Renato de Laudonniere), en el río San Juan, en Florida.

Menéndez pensaba ir a la costa de Florida a buscar a su hijo desaparecido, el Monarca ofreció ayudarle y le nombró adelantado (20 de marzo de 1565) a título hereditario, dándole instrucciones de expulsar a los protestantes franceses de La Florida, conquistar y colonizar aquellas regiones, explorar la costa hacia el Norte en busca de un estrecho que comunicase los océanos Atlántico y Pacífico y llevar misioneros para evangelizar a los nativos. El avilesino organizó una flota en los puertos de Cádiz, Gijón, Avilés y Santander. La escuadra constaba de veintiséis barcos y 2.646 personas.

Ribault había salido hacia La Florida con tres barcos de gran porte y seiscientos piratas y, con intención de anticiparse, Avilés salió de Cádiz (28 de julio de 1565), sin esperar a la flota del Cantábrico.

Mientras tanto, había terminado el Concilio de Trento (4 de diciembre de 1563) y a primeros de marzo de 1565 se inició una confabulación en Flandes para luchar contra la Inquisición. Miguel López de Legazpi inició la conquista de Filipinas (5 de noviembre de 1565), que se terminaría en 1572. Felipe II ordenó a Margarita de Parma, gobernadora de los Países Bajos, establecer la Inquisición y los decretos de Trento.

En mitad del Atlántico, la flota fue sorprendida por un temporal que la dispersó. La capitana, el San Pelayo, y un patax consiguieron alcanzar Puerto Rico, aunque en muy precarias condiciones. Días después, llegarían a la isla otros cinco buques en parecido estado. Allí, Menéndez embarcó más hombres y diverso material, dirigiéndose sin más escalas a La Florida y alcanzando sus costas el 28 de agosto de 1565.

Una mañana avistó indios en la costa, que por señas le indicaron que los hugonotes estaban veinte leguas al norte. Descubrió a ocho leguas un puerto natural, con buena ribera, al que dio el nombre de San Agustín, santo del día que avistaron Florida. Siguiendo la dirección indicada, avistaron cuatro grandes galeones franceses fondeados (4 de septiembre) a la entrada del río San Juan. A unos cientos de metros de allí, río arriba, estaba Fort Caroline. A medianoche, los barcos españoles entraron en el río, pero los franceses, al iniciar el abordaje, huyeron a mar abierto. No pudo darles alcance, por lo que regresó a San Agustín. El día 8 tomó posesión de la tierra en nombre del Rey de España, bajo la curiosa mirada de numerosos indígenas.

Despachó dos de los barcos de mayor calado, uno a España y el otro a Santo Domingo para que esperase al resto de la Armada. A las pocas horas de haber salido los dos barcos, llegaron a la vista de San Agustín cuatro galeones y dos pinazas franceses con seiscientos hombres a bordo y fuerte artillería, pero se desencadenó una tormenta, obligándoles a buscar refugio.

Sospechando que la flotilla pirata no podría regresar a Fort Caroline por culpa del temporal, Menéndez pensó atacarlo por tierra. El día 16 se puso en marcha al frente de quinientos soldados. Después de cuatro días de fatigosa marcha, al amanecer, sorprendió a los centinelas y penetró en el recinto, tomándolo. El alcalde de la fortaleza, René Laudonnière, y otros sesenta hugonotes, en la confusión, escaparon a la selva.

Los demás, unos 142, fueron degollados, salvándose únicamente las mujeres, los niños y los que se declararon católicos, unos setenta en total. El fuerte conquistado fue rebautizado como San Mateo. Temiendo que en su ausencia el grueso de la fuerza pirata atacase San Agustín, Menéndez emprendió el regreso. Días después de su llegada supo por los nativos que habían naufragado al sur. Salió con sus tropas (28 de septiembre) a comprobarlo, los halló, los apresó y, recordando las tropelías que éstos habían cometido contra ciudades, barcos y pasajeros, ordenó degollarlos. Sólo se salvaron veinticuatro, que confesaron ser católicos y 150 que escaparon a la selva y fueron muertos por los indios. Este lugar se conocería en el futuro como la ensenada de Matanzas. Los métodos empleados por el avilesino, tachados de crueles por muchos, hay que enjuiciarlos dentro de la época. En la segunda mitad del siglo XVI, la intolerancia y las guerras de religión eran un hecho cotidiano. Los piratas y corsarios franceses, ingleses y holandeses atacaban y asesinaban sin piedad a cuanto español pillaban y muchas veces con la complicidad de sus respectivos gobiernos. Por otro lado, el jefe de los expedicionarios españoles sabía, por los prisioneros franceses, que Ribault pensaba acabar con todos los compatriotas que estaban en Florida. Por último, a Menéndez le preocupaba la seguridad de sus hombres y la manutención de los numerosos prisioneros, el poco alimento que le quedaba no llegaba ni para ellos. Estas circunstancias, junto al fanatismo religioso del momento y el odio hacia los piratas, pudieron hacer que tomara medidas tan drásticas. Como la falta de provisiones apremiaba, decidió ir a Cuba a buscar víveres, pero el gobernador García Osorio le negó la ayuda que pedía. Estando Menéndez en La Habana, llegó un emisario real para comunicar que Francia preparaba conquistar La Florida e islas del Caribe y que Felipe II le enviaba una flota. Menéndez retornó a La Florida (10 de febrero de 1566), fondeando cerca de un pueblo de los indios calusas. Según sus informes, en esta zona había varios náufragos españoles, prisioneros de los nativos.

El cacique del lugar, Carlos, le acogió pacíficamente y liberó a los retenidos, pero ninguno de ellos era su hijo Juan. Tras esta decepción, el inquieto avilesino, con tres barcos y 150 hombres, exploró las costas de Georgia y la zona meridional de Carolina del Sur. Antes de regresar, los expedicionarios edificaron en Santa Elena un fuerte de madera, el San Felipe.

Al llegar a San Agustín, Menéndez se volvió a encontrar con el panorama de la falta de abastecimiento de víveres. Luego de edificar en mejor sitio el fuerte de San Agustín se trasladó a Cuba en busca de auxilio, pero, de nuevo, las autoridades le negaron ayuda. Como último recurso vendió sus joyas, comprando maíz y cazabe —harina de mandioca— que llevó en tres navíos a la Florida. Al llegar se encontró con la armada de Sancho de Arciniega —diecisiete barcos, 1500 hombres y abundante comida—. El general portaba, además, unos despachos reales en los que Felipe II encargaba que fortificase las principales islas del Caribe para repeler el posible ataque francés. La situación crítica en que se hallaba la colonia —falta de víveres, malestar de la tropa por el retraso en abonar sus salarios, etc.— decidió al adelantado a ir a la Península para solicitar ayuda real, cosa que obtuvo, así como también el nombramiento de gobernador de Cuba, subsanando sus problemas de aprovisionamiento, y se le llenó de honores: un retrato de corte de Tiziano, miembro de la Orden de Santiago, llevar el codiciado “don”, las rentas del señorío de Santa Cruz de la Zarza, el derecho de imponer su testamento y una patente para un instrumento de medida de la longitud. El 29 de junio de 1568 se hallaba de nuevo en San Agustín con refuerzos, sorprendiéndole la terrible noticia de que en su ausencia el corsario francés Dominique de Gourgues, al frente de 280 facinerosos y varios centenares de guerreros indios, había atacado por sorpresa el fuerte de San Mateo ahorcando a la mayoría de la guarnición española. La Florida, mientras tanto, mal gobernada por los lugartenientes e invadida por los corsarios, el hambre, el fuego, las inundaciones, las enfermedades, los motines y las deserciones estaba cerca de claudicar. Los indios habían presionado en todos los asentamientos hasta reducirlos a dos, San Agustín y Santa Elena. Incapaces de hacer cualquier progreso, los jesuitas abandonaron. Después de su propia experiencia de varar en territorio indígena, el adelantado volvió a la Península y solicitó autoridad para hacer la guerra contra las naciones traidoras de la Florida y vender los apresados como esclavos. El Rey ofreció en su lugar una fuerza permanente de trescientos soldados y misioneros, en ese momento franciscanos. Animado por el voto real de confianza, Menéndez hizo planes para trasladar su casa a Santa Elena, origen del marquesado que pretendía. En los siguientes cuatro años la actividad de Menéndez se multiplicó: fundó en Cuba un seminario para instruir a los indígenas de la Florida, se trasladó a Axacan, misión situada en la bahía de Santa María (actual Chesapeake, Virginia) para castigar a los nativos que asesinaron a los misioneros jesuitas establecidos, exploró gran parte de las costas de los actuales estados de Florida, Georgia, Carolina del Sur y del canal de Bahamas, limpió de corsarios las costas americanas, levantó la primera carta geográfica de las Bahamas y de las costas de Cuba y Florida.

El Rey se casó por cuarta vez, ahora con Ana de Austria (14 de noviembre de 1570) y se produjo la victoria en Lepanto contra los turcos (7 de octubre de 1571). Al año siguiente, María Estuardo fue detenida por Isabel I de Inglaterra, acusada de traición. El embajador español fue expulsado de Inglaterra so pretexto de participar en la conspiración de María.

Pero el Rey no permitió que su servidor se retirara a un marquesado americano y le hizo volver a la Península nombrándole capitán general de la poderosa armada que preparaba en secreto (10 de enero de 1574) para ayudar a Requesens a sofocar la rebelión del príncipe de Orange en Flandes. Nunca volvió Menéndez a ver La Florida. Dejó a su yerno natural Velasco en su lugar y se posesionó en Santander (8 de septiembre de 1574) de la flota compuesta de trescientas velas y veinte mil hombres, pero ese mismo día enfermó gravemente (víctima de un tabardillo maligno) y falleció el día 17. Pocos días antes de su muerte, dejó dispuesto en su testamento que le enterrasen en la villa de Avilés, en la iglesia de San Nicolás, donde reposaban los restos de sus antepasados. Para cumplir su mandato, poco después de su fallecimiento, fue embarcado el cadáver, pero una galerna obligó al barco a entrar en Llanes. Los restos del adelantado fueron depositados en la iglesia de esa villa, celebrándose en ella las exequias. El 8 de agosto de 1924 se produjo el traslado definitivo a la antigua iglesia de San Nicolás de Bari, en un solemne acto con presencia de autoridades americanas y españolas.

Menéndez revolucionó la construcción naval diseñando navíos que acortaron la navegación al Nuevo Mundo. Ideó unas embarcaciones en las que se alargaba la quilla en relación con la manga, a las que se les dio el nombre de galeoncetes, resultando muy veleras. Algunas de las ideas del avilesino eran: la formación de poderosos grupos de escolta para la navegación procedente de las Antillas, la creación de una base fuerte avanzada en las islas Scilly para atacar a los piratas ingleses en su propio cubil y el genial proyecto de creación de una verdadera Home Fleet.

El título de adelantado de la Florida continuó en los condes de Revillagigedo. La colonia que Pedro Menéndez de Avilés fundó sobrevivió más de 250 años, hasta que fue vendida a los Estados Unidos en 1821.

 

Obras de ~: Cartas sobre la Florida (1555-1574), ed., intr. y notas de J. C. Mercado, Madrid y Frankfurt, Iberoamericana y Vervuert, 2002.

 

Bibl.: G. Solís de Merás, Memorial de todas las jornadas y sucesos del Adelantado Pedro Menéndez de Avilés y de la conquista de la Florida y justicia que hizo en Jean Ribault y otros franceses, 1565 (ed. Pedro Menéndez de Avilés, adelantado, governor and captain-general of Florida, Deland, Florida, State Historical Society, 1923; Pedro Menéndez de Avilés; memorial, trad. al inglés de J. Thurber Connor, ed. facs. con intr. de Lyle N. Mc Alister, Gainesville, University of Florida Press, 1964); J. Pezuela, Diccionario Geográfico, estadístico, histórico de la isla de Cuba, t. I, Madrid, Imprenta Est. de Mellado, 1863-1866; C. M. Vigil, Noticias biográficas genealógicas de Pedro Menéndez de Avilés, primer adelantado y conquistador de la Florida, continuadas con las de otros asturianos que figuraron en el descubrimiento y colonización de las Américas, Avilés, Imprenta La Unión, 1892; E. Ruidíaz y Caravia, La Florida, su conquista y colonización por Pedro Menéndez de Avilés, t. I, Madrid, Imprenta de los Hijos de J. A. García, 1893; A. Carrasco Sayz, Iconobiografía del Generalato español, Madrid, Imprenta del Cuerpo de Artillería, 1901; C. Bayle, Pedro Menéndez de Avilés, Madrid, Razón y Fe (Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús), 1928 (Col. Grandezas de España); N. Gómez, Calendario efemérico del Ejército y de la Armada, t. II, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina, 1931; J. B. Cabell, The first American gentleman: a comedy of conquest, Florida, University, 1942; Instituto Histórico de la Marina, Colección de diarios y relaciones para la historia de los viajes y descubrimientos, t. II, textos revisados, confrontados e interpretados gráficamente por L. Cebreiro Blanco, Madrid, Imprenta Escelicer, 1943; A. Camín, El Adelantado de la Florida, Pedro Menéndez de Avilés, México, Revista Norte, 1944; C. Martínez-Valverde, “Biografía de Pedro Menéndez de Avilés”, en J. M.ª Martínez-Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, t. V, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957; M. Kenny, The romance of the Floridas; the finding and the founding, North Florida, University, 1970; C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, t. II, Madrid, Museo Naval, 1972; V. Rivas Andrés, Breve homenaje a Pedro Menéndez de Avilés, en su cuarto centenario, lección inaugural del curso 1974-1975 en la Universidad Laboral José Antonio Girón de Gijón, Gijón (Oviedo), Imprenta Flores, 1974; E. Lyon, The enterprise of Florida, Pedro Menéndez de Avilés and the Spanish conquest of 1565-1568, Gainesville, University of Florida, 1974; J. M. Gómez-Tabanera, Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574), al margen de un centenario, leyenda negra y razón de estado en la Florida hispana, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, Imprenta La Cruz, 1975; P. E. Hoffman, The Spanish Crown and the Defense of the Caribbean, 1535-1585: Precedent, Patrimonialism, and Royal Parsimony, 1980; M. Lobo Cabrera, El Adelantado de la Florida, Pedro Menéndez de Avilés, y su estancia en Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, El Museo Canario (separata vol. 42, págs. 57-63), 1982; C. M. Vigil, Pedro Menéndez de Avilés, Gijón, Auseva, 1987 (reproducción de la edición de Avilés, Imprenta La Unión, 1892, col. Biblioteca de Autores Asturianos); P. E. Hoffman, A new Andalucía and a way to the Orient: The American Southeast during Sixteenth Century, Baton Rouge, Louisiana State University Press, 1990; K. Thompson y C. Shaw, Pedro Menéndez de Avilés, Milwaukee, Raintree Publishers, 1990; A. Turner Bushnell, The Spanish Frontier in North America, 1990; V. Rivas Andrés, La aventura española en América: Pedro Menéndez de Avilés, la Compañía de Jesús en América, Gijón, Apel, 1992; A. C. Munacy, Menéndez: Pedro Menéndez de Avilés, Captain General of the Ocean Sea, Florida, University, 1992; M. A. Sainz Sastre, La Florida, siglo XVI. Descubrimiento y conquista, Madrid, Editorial, 1992; B. Barrientos, Vida y hechos de Pedro Menéndez de Avilés, ms. original de J. López de Lerena y transcripción de E. Martínez, Gijón, Auseva, 1993; E. Lyon, Pedro Menéndez de Avilés, ed. con intr. de E. Lyon, New York, Garland Pub., 1995 (col. Spanish borderlands sourcebooks, t. XXV); B. Lyon, Pedro Menéndez de Avilés, Garland Publishing, 1995; M. Fernández Navarrete, Biblioteca Marítima, t. II, Barcelona, Editorial Palau & Dulcet, 1995; C. Fernández Duro, Disquisiciones náuticas, t. V, Madrid, Imprenta C. G. Armada, 1996; F. Mellén Blanco, Espadas atribuidas a Pedro Menéndez de Avilés y sus descendientes, Madrid, F. Mellén, 1998; J. A. Crespo-Francés y Valero, Don Pedro Menéndez de Avilés: deuda histórica con un soldado ignorado de Felipe II, Madrid, Ibersaf Industrial, 2000; “Menéndez de Avilés, Pedro (1519-1574)”, en Enciclopedia Universal Multimedia Micrones, 1995-2002; Pedro Menéndez de Avilés, Jean Ribault y Saint Augustine, en Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2004, Microsoft Corporation, 1993-2003.

 

José María Madueño Galán 

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