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Francisco de Milla y de la Peña Suazo Maraver

Biografía

Milla y de la Peña Suazo Maraver, Francisco. Málaga, c. 1720 – ¿Málaga?, 1796 ant. Regidor, corregidor, jurista.

Perteneciente a una familia de hidalgos de sangre, distinguida por sus méritos militares, y originaria de Málaga, su padre, el coronel Salvador de la Milla Suazo, caballero de la Orden de Santiago, luchó en las plazas de Orán y Mazalquivir durante veintiocho años. Posteriormente fue destinado otros veinte años a Málaga, y a América, en donde fue nombrado teniente general de la Caballería de Callao de la ciudad de Lima, hasta que a causa de su enfermedad se retiró a Málaga donde murió. Su madre, Sevastiana Faviana de la Peña Baptista, era hija del capitán de Infantería Alonso de la Peña Maraver. Asimismo, Francisco fue descendiente del alférez Martín de Milla y sobrino de Martín de Milla y Suazo, de la Orden de Santiago.

Francisco Milla siguió cinco años de estudios de Filosofía y dos de Teología en la ciudad de Málaga y se graduó en la Facultad de Leyes de la Universidad de Toledo.

Mientras estudiaba en la Universidad de Salamanca fue elegido rector en 1740, cargo que en esa época tenía un carácter estrictamente académico, contaba con consejos asesores y duraba un año en sus funciones, no pudiendo ser reelegido en los dos años siguientes. Estos jóvenes rectores que no podían ser salmantinos y debían estar matriculados un año antes de la elección, no podían graduarse de licenciados durante su gobierno “para que quando los hombres nobles de esta Universidad tomaren el grado de licenciado, sea con el honor que se debe a sus letras, sin atribuirse a otras causas”. El 5 de enero de 1746 obtuvo los grados de licenciado y doctor en la Facultad de Leyes salmantina.

Milla y de la Peña trabajó como abogado hasta que obtuvo el cargo de regidor de la Villa de Madrid el 24 de noviembre de 1747, cuando tenía apenas veintisiete años. Así consta en la Real Cédula de “diligencias o ynformación” en la que se indica que el candidato es “hijodalgo de sangre” y “concurren en él las otras calidades que para servir el dicho oficio se requieren”.

El 29 de marzo de 1748 fue admitido como académico honorario de la Real Academia de la Historia y tomó posesión el 5 de abril de 1748. El 28 de febrero de 1755 pasó a ser académico supernumerario. Durante su permanencia en la Real Academia, Francisco presentó dos manuscritos que merecen ser destacados por su importancia: Sobre el enlace de los antiguos Reyes de Oviedo con los Godos (1751) y Disertación sobre la espada encontrada en Peñafiel y el origen y usos de la espada en todas las Naciones (1753).

Entre 1750 y 1754 se formaron comisiones para reconocer y examinar los archivos del reino, tanto los reales como los de las catedrales, colegiatas, conventos, colegios y ayuntamientos con el fin de recoger datos y copiar documentos. Así, se registraron y reconocieron en el tiempo de cuatro años los archivos de Barcelona, Córdoba, Coria, Madrid, Cuenca, Murcia, Simancas y el del Real Colegio de España en Bolonia, entre otros.

Las comisiones estaban a cargo del ministro de Estado José de Carvajal y Lancaster, quien nombró comisario del archivo de Madrid a Francisco de Milla. El 29 de marzo de 1753 elaboró una instrucción para el Ayuntamiento de Madrid, donde se establecieron las funciones del archivero de la villa con el fin de preservar toda la documentación municipal, clasificarla, transcribirla y controlar la salida de documentos, lo que ha servido de antecedente para la elaboración del Reglamento del 1 de marzo de 1867 del Archivo de la Villa.

En 1755, escribió un informe que fue enviado a Ricardo Wall, secretario de Estado, en el que enumeraba las facultades del Ayuntamiento, oficios de regidores, abastos, cuarteles, contribuciones y arbitrios, maestros de obras, limpieza, empedrado y otros análogos.

Este informe cobró importancia porque fue tenido en cuenta cuando se llevó a cabo la reorganización de los ayuntamientos de ciudades de Hispanoamérica.

Francisco fue elegido corregidor de Medina del Campo (Valladolid) el 23 de junio de 1758 y ejerció como tal hasta 1761. En esta ciudad, se enfrentó al problema de los vagos que se daba en la España del siglo XVIII, una parte de la población que ya tenía cierta edad, que no era inútil para trabajar y, por lo tanto, no eran admitidos ni en los hospicios ni en Casas de Misericordia. Se concibieron distintos planes para dedicar a estos vagos al trabajo; en Medina del Campo, en 1759, los vagos se emplearon para abrir una zanja, pero, cuando se acabaron los fondos disponibles para este fin, ya no se encontró en qué emplearlos. Francisco Milla mantuvo correspondencia con Ricardo Wall, secretario de Estado y se mandó que se les pusiera en libertad “con apercibimiento” en diciembre de 1759. El 16 de diciembre de 1761, se desplazó a Cáceres como corregidor, cargo que ocupó hasta 1765. Posteriormente, fue nombrado corregidor de Antequera el 14 de septiembre de 1766, donde permaneció hasta 1770. Mientras ocupaba este cargo, en España surgía una minoría social abierta a las innovaciones del siglo.

La explosión demográfica que se había producido durante el siglo XVIII produjo un aumento de la demanda de productos alimenticios que provocó el alza de los precios de los productos agrarios.

El 22 de marzo de 1770, fue designado corregidor de Córdoba. Allí se encontró con diversos problemas a resolver; uno de ellos era el excesivo número de escribanos públicos. Para provocar una disminución debían dejar de cubrirse las vacantes que se produjeran hasta que el número de escribanos públicos quedara en la mitad de los existentes. A pesar de sus esfuerzos, no consiguió la reducción del número de escribanías públicas de la ciudad durante su mandato. Se ocupó activamente de la reconstrucción del puente romano en la carretera de Madrid a Cádiz y dictó una serie de normas a observar en las obras teatrales que, por su repercusión y su celo en hacerlas cumplir, fue llamada posteriormente La inviolabilidad de la cazuela por Narciso Díaz de Escovar, periodista, escritor y abogado malagueño del siglo XIX.

En octubre de 1773, volvió a Antequera como corregidor.

Allí realizó la reforma integral y ampliación del edificio del Pósito (actual sede del Archivo Histórico de Antequera). La actividad tradicional de los pósitos se centraba en la acumulación de granos en tiempo de abundancia que se prestaban a los agricultores a un interés bajo en el momento en que los necesitaran. La creación de los pósitos fue un aspecto importante de la comercialización agrícola.

Francisco Milla se interesó por la creación de rutas comerciales, elaboró un informe con el gobernador de Málaga, el teniente general Varón de Lés, en el que exponían las repercusiones positivas que traería una ruta comercial entre ambas ciudades.

Cuando fue elegido corregidor de Granada en 1777 también hizo gestiones para la construcción de los “caminos que ponían en comunicación de carruaje a Granada”.

En 1789, pudo ver terminado el nuevo camino de rueda entre Málaga y Antequera, que, al ser acabado constaba de “64.000 varas lineales, 26 alcantarillas y 16 puentes”, y que facilitó las comunicaciones entre ambas ciudades.

Según aparece reflejado en las fuentes de la época, tenía además intereses científicos y literarios, en su Historia de Granada (1980); Manuel Garzón Pareja afirma que el corregidor era también poeta, y Antonio Hernández Morejón lo cita en su libro Historia bibliográfica de la Medicina Española por haber solicitado y obtenido la protección del rey Carlos III por medio del sabio conde de Floridablanca para la impresión de la obra “Observaciones sobre el pulso”, obra póstuma de Francisco Solano de Luque (El pulsista).

Se desconoce la fecha exacta de su muerte, pero la última noticia se encuentra en el listado de académicos fallecidos antes de 1796, en las Memorias de la Real Academia de la Historia.

 

Obras de ~: Sobre el enlace de los antiguos Reyes de Oviedo con los Godos, 1751 [Real Academia de la Historia (RAH)]; Disertación sobre la espada encontrada en Peñafiel y el origen y usos de la espada en todas las Naciones, 1753 (RAH).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Consejos, leg. 4.173; Real Academia de la Historia, Exp. Personal; Archivo de la Villa de Madrid, Exps. Personales, leg. 2-289-8; Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca, Exps. Rectores; Archivo del Ayuntamiento de Córdoba, Actas Capitulares y listado de corregidoresSistema de Bases de Datos ACTOZ (Actores Ozanam), Centre National de la Recherche Scientifique y Universidad Complutense de Madrid.

F. Solano Luque, Observaciones sobre el pulso: obra póstuma, Madrid, Imprenta Real, 1787; Memorias de la Real Academia de la Historia, t. I, Madrid, Imprenta de Sancha, 1796, pág. XXXII; M. Salvá y P. Sainz de Baranda, Colección de Documentos inéditos para la Historia de España, t. XIII, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1848; A. Hernández Morejón, Historia bibliográfica de la Medicina Española, obra póstuma, t. VI, Madrid, Imprenta Celestino G. Álvarez, 1850, pág. 430; M. Lafuente, Historia General de España, t. X, Madrid, Tipografía Francisco de P. Mellado, 1862; L. Sainz Gutiérrez, “Datos históricos acerca de la construcción de puente (romano) llamado de Córdoba en la carretera de primer orden de Madrid a Cádiz”, en Revista de Obras Públicas (1894); M. Gómez Imaz, Los periódicos durante la guerra de la independencia (1808-1814), Madrid, Tipografía Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1910; R. Ramírez de Arellano, El teatro en Córdoba, Córdoba, Tipografía del Hospicio Provincial, 1912; Ensayo de un catálogo biográfico de escritores de la Provincia y Diócesis de Córdoba, Córdoba, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1921-1923; G. Anes y Álvarez de Castrillón, Las Crisis agrarias en la España Moderna, Madrid, Taurus Ediciones, 1970; Boletín del centro de investigaciones históricas y estéticas, Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, 1975; R. M. Pérez Estévez, El problema de los vagos en la España del s. XVII, Madrid, Confederación Española de Cajas de Ahorro, 1976, pág. 271; G. Guarda, Historia urbana del Reino de Chile, Santiago (Chile), Publicaciones Andrés Bello, 1978, pág. 454; M. Rodríguez Cruz, Acta Salmanticensia, Salamanca, Editorial Universidad, 1979; M. Garzón Pareja, Historia de Granada, Granada, Diputación Provincial, 1980; M. C. Cayetano Martín, “El Archivero de Villa, 1719-1983”, en Biblioteca Anabad, XXXV (1985); M. Hernández, A la sombra de la Corona: Poder local y oligarquía urbana, Madrid, Siglo veintiuno, 1995, pág. 180; G. Anes, La ley Agraria, Madrid, Alianza Universidad, 1995; J. M. de Bernardo Arés, El poder municipal y la organización política de la sociedad, Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1998; M. S. Santos Arrebola, La Proyección de un ministro ilustrado en Málaga: José de Gálvez, Málaga, Universidad, 1999, pág. 261; G. Anes y Álvarez de Castrillón, Cultivos, cosechas y pastoreo en la España moderna, Madrid, Real Academia de la Historia, 1999, pág. 292; A. Canto et al., Monedas visigodas, Catálogo del gabinete de Antigüedades, Madrid, Real Academia de la Historia, 2002; M. Salamanca López, “El nombramiento de regidores en Madrid (1700-1759): procedimiento y documentación”, en Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV (2004), págs. 293-324; E. Giménez López, “Vista de Córdoba hacia 1783”, en VV. AA., X Reunión de la Fundación Española de Historia Moderna, 2008.

 

Mónica Alonso Ramos