González de Mendoza, Pedro. Mondéjar (Guadalajara), c. 1555 – Madrid, 1616. Aristócrata y militar.
Oriundo de la villa alcarreña de Mondéjar, Pedro González de Mendoza era el último hijo varón de Íñigo López de Mendoza, III marqués de Mondéjar, y de María de Mendoza y Aragón, de la casa ducal del Infantado. En su juventud pasó a Nápoles junto a su padre, virrey de aquel reino, donde consiguió batir a los bandidos de Calabria. Vuelto a España, Felipe II le encargó, como maestre de campo, que participara en la jornada de Portugal con sus “once vanderas de infantería española del Reyno de Nápoles” (1580).
Para entonces habría obtenido un hábito de la Orden de San Juan y accedió al priorato de Hibernia. Hacia 1590, quedó encargado de la administración de sus encomiendas de El Viso y Valdeolmos y en asuntos particulares de la casa de Mondéjar. Poco después pasó a Malta, donde el gran maestre frey Martín Garcés, le encargó diversos oficios diplomáticos en los estados italianos y la capitanía general “delle nostre galere” (c. 1595-1600).
Como poseedor de tal dignidad, quedó encomendado para proteger con cinco galeras de la Orden de San Juan, y otras tantas pontificias y del gran ducado de Toscana, a la nueva reina de Francia, María de Médicis (1600). Tras desembarcar a la Soberana en el puerto de Marsella estalló un conflicto “de honores” sobre la disposición de las galeras entre el infante toscano Giovanni de Médicis y el capitán general Mendoza; esto hizo intervenir al enviado extraordinario de la Orden, el francés Saint Aubin, y al propio Enrique IV de Francia. La resolución del conflicto se debió, a tenor del citado cronista italiano, a la entrega francesa de ricos presentes y regalos a los capitanes sanjuanistas y al general de las galeras, Pedro González de Mendoza, quien ordenó la marcha hacia sus bases en Malta, pese a la oposición armada toscana.
Los grandes servicios realizados por el capitán general González de Mendoza a favor de su Orden se vieron recompensados durante el gran maestrazgo del francés frey Alof de Wignacourt, quien le encargó una serie de asuntos diplomáticos ante la Corte de Madrid (1602) y le entregó diversas mercedes y privilegios (como la encomienda de Porto Marino); mientras, su cercanía a la facción de Lerma le generó otras ayudas económicas en Sicilia. Tras unas breves estancias en Malta junto con García Sarmiento de Acuña, el prior pasó a residir en Castilla. Finalmente, el gran maestre Wignacourt le concedió, en 1610, el bailiazgo de Lora en la Corona de Castilla.
Al año siguiente, ya como bailío, Pedro González de Mendoza abandonaba la dignidad de prior de Hibernia a cambio de otras preeminencias en la Corte de Madrid.
El anciano González de Mendoza debió de fallecer a finales del reinado de Felipe III, al que había servido con toda lealtad y quien, incluso, requirió su parecer para muy diversos asuntos tocantes a las órdenes militares.
Poco después de su muerte se otorgó, como honra póstuma al bailío, un hábito de la Orden de Santiago a su hijo Luis de Mendoza y Aragón, habido con Isabel de Parla (1622).
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Santiago, exp. 5154.
A. de Herrera y Tordesillas, Cinco libros de Antonio de Herrera de la historia de Portugal y conquista de las Islas de los Açores en los años 1582 y 1583, Madrid, en casa de Pedro de Madrigal, 1591; B. dal Pozzo, Historia della Sacra Religione militare di S. Giovanni Gerosolimitano detta di Malta, parte prima, Verona, per Giovanni Berno, 1703; L. Cabrera de Córdoba, Relaciones de las cosas sucedidas en la Corte de España desde 1599 hasta 1614, Madrid, Imprenta de J. Martín Alegría, 1857; A. Feros, El Duque de Lerma. Realeza y privanza en la España de Felipe III, Madrid, Marcial Pons, 2002.
Roberto Quirós Rosado