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Pedro de Mena y Medrano

Biografía

Mena y Medrano, Pedro de. Granada, 20.VIII.1628 baut. – Málaga, 13.X.1688. Escultor.

Pedro de Mena y Medrano era hijo de Alonso de Mena y Juana de Medrano y Cabrera. Fue bautizado el 20 de agosto en la parroquia de Santiago de Granada. Junto a su padre Alonso aprendió el oficio de escultor y, tras la muerte de éste en 1646, se hizo cargo del taller familiar, el más importante en la Granada del momento. Un año más tarde contrajo matrimonio con Catalina de Vitoria y Urquijo con quien tuvo numerosos descendientes, de los cuales cinco ingresaron en órdenes religiosas.

La gran cantidad de encargos que recibía su taller hizo necesaria la incorporación de un nuevo escultor, Bernardo de Mora (1614-1684), con quien Mena colaboró y siguió perfeccionando su formación escultórica.

Sin embargo el impulso definitivo a la creación de su estilo propio lo dio con Alonso Cano (1601- 1667). Tras el regreso de éste a Granada, en 1652, comenzó una etapa de colaboración entre ambos artistas.

Mena asumió al lado de Cano nuevas técnicas, procedimientos de trabajo más elaborados y nuevos conceptos estéticos y formales. Sin embargo no dejó de lado su tendencia al realismo en las expresiones por el enfoque idealizante y culto que propugnaba Cano.

Durante unos años su producción fue intensa. Su creciente fama y prestigio no se apagó con la presencia de Cano, sino que se acrecentó. Su nuevo maestro y colaborador dejaba en sus manos gran parte de los encargos que recibía y no podía desarrollar debido a sus otras ocupaciones.

En 1656, Mena adquirió una casa propiedad de Alonso Cano, pero poco tiempo pudo disfrutar de ella, ya que el 23 de julio de 1658 recibió el encargo de concluir la sillería de coro de la Catedral de Málaga. Para ésta debía ejecutar cuarenta santos por los que se acordó que percibiría la cantidad de 40.000 reales. Con motivo de esta importante obra Mena trasladó su residencia a Málaga. Los trabajos en la sillería debieron de finalizarse en torno a 1662 ya que en esa fecha se concluyó el pago y se dice que el escultor “cumplió lo pactado”.

El éxito y relevancia que obtuvieron las esculturas realizadas por Mena en Málaga propiciaron que se le llamara desde la Corte. En torno a 1662 viajó a Madrid por orden de Juan de Austria, quien, según Ceán, “le hizo venir a Madrid para que executase una Virgen del Pilar con Santiago a los pies, que regaló a la reyna madre”. La obra se encontraba terminada en Málaga en 1679, según consta en el testamento del escultor. En la villa recibió diversos encargos, según lo escrito por Palomino y Ceán. Entre otros, hacen referencia a que el príncipe Doria le encomendó confeccionar un Crucijo que fue alabado incluso en Italia.

Tras su paso por Madrid, fue a Toledo, en donde el Cabildo de la catedral le encomendó la realización de una figura de San Francisco. Su buen hacer, según afirma Ceán, le llevó a obtener el nombramiento de escultor del Cabildo el 7 de mayo de 1663.

En 1664 se sabe que se encontraba de nuevo en Málaga, ciudad desde la que realizó todos sus encargos y que sólo abandonó puntualmente, según Ricardo de Orueta. Fue en esa ciudad donde firmó la peana de la Magdalena Penitente (Madrid, Museo Nacional del Prado, MNP) para la Casa Profesa de la Compañía de Jesús de Madrid. La obra, aunque ejecutada en Málaga, debió de ser encargada durante su estancia en la corte. En ésta, al igual que en el San Francisco de Toledo, queda patente la influencia de la escultura castellana en su arte.

Tras la muerte de Alonso Cano en 1667 Mena quedaba como el mejor escultor de la Península. La alta estimación alcanzada por su arte hizo que el precio de sus obras fuera más alto que el de la mayoría de los escultores de su época. A partir de ese momento el número de comisiones artísticas que recibía creció exponencialmente y se vio obligado a apoyarse cada vez más en el trabajo de su taller. Esto fue en detrimento de la calidad de muchas de las esculturas que se ejecutaron a partir de ese momento.

En la década de 1670 Mena hizo gala de un acusado espíritu mercantil. Además de firmar numerosos contratos de su oficio, se dedicó a otras operaciones, como la venta de esclavos, arrendamiento y compraventa de casas, e incluso comerció con sedas.

Esta faceta empresarial le llevó a prestar al Cabildo de la Catedral de Granada otros servicios distintos a los de su profesión. Así pues, Mena era quien facilitaba la adquisición de mercancías que llegaban al puerto de Málaga, como la indispensable cera. Las buenas relaciones con el Cabildo de Granada pudieron propiciar que se le adjudicara a él y no al granadino José de Mora (1642-1724), en esos momentos ya nombrado escultor del Rey y plenamente consagrado en su arte, la realización en la catedral de las estatuas orantes de los Reyes Católicos. La obra fue contratada en 3000 ducados el 10 de agosto de 1675 y posiblemente estuvo terminada en enero de 1677, momento en que se sabe que Mena se encontraba en Granada.

En 1678 fue nombrado familiar del Santo Oficio de Granada. Sin embargo un año más tarde, en 1679, vio frustrada su pretensión de ser designado escultor del Rey ad honorem. A finales de ese mismo año el artista cayó gravemente enfermo, tanto es así que otorgó testamento el 7 de diciembre de ese año en Málaga ante el notario Pedro Ballesteros. El historiador Ricardo de Orueta apunta la posibilidad de que el mal padecido por Mena fuese la peste bubónica, ya que entre 1678 y 1680 se desarrolló una terrible epidemia de esta enfermedad en la ciudad de Málaga. Afortunadamente el escultor recobró la salud y, en agradecimiento por los cuidados recibidos por los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios, talló una imagen del santo. Ésta fue terminada y entregada al hospital el 15 de febrero de 1682.

Mena nunca llegó a recuperarse del todo, por lo que la presencia de su taller se hizo más intensa. En mayo de 1688 sintiéndose gravemente enfermo otorgó poder para testar a favor de su esposa. El escultor falleció unos meses más tarde, el 13 de octubre de 1688, en Málaga, rodeado de su mujer, su sobrina y tres esclavas. Sus restos mortales fueron enterrados en el Convento del Císter, muy próximos a la casa donde vivió y murió.

Dentro de la obra de Mena se pueden distinguir diferentes momentos o etapas, fruto de su temperamento artístico y de las vicisitudes de su vida. La primera comprende desde la muerte de su padre en 1646 hasta la llegada de Alonso Cano a Granada en 1652.

Esta primera etapa está caracterizada por la continuación del estilo realista aprendido de su progenitor. Sin embargo, en su arte comenzaban a atisbarse rasgos de mayor desenfado y viveza expresiva en las figuras, y una talla en la que empezaban a aparecer sus característicos pliegues largos y tensos. Obras que ejemplifican esta primera época son las esculturas de Santa Ana, San Joaquín, San Francisco y San Matías, realizadas para la iglesia de San Matías en Granada, o el San Juanito de la iglesia de San Antón.

La segunda etapa de su obra está determinada por la influencia que Alonso Cano ejerció en su arte. Puede datarse entre 1652, fecha de la llegada de Cano a Granada, y 1658, momento en el que Mena se trasladó a Málaga con motivo del encargo de la sillería de coro de la catedral. Las expresiones de sus figuras se subliman y los pliegues de los ropajes pasan de ser largos y tensos a menudos y entrecortados. El influjo canesco es sobre todo patente en la asimilación de ciertos modelos, sobre todo el de las Inmaculadas. La realizada para la iglesia parroquial de Alhendín fue la primera que Mena ejecutó siguiendo las enseñanzas de Cano y, según Palomino, fue “tan a satisfacción de su maestro, que no tuvo cosa que corregirle”. Junto a ésta, también pueden encuadrarse dentro de las obras que repiten los tipos tradicionales compositivos canescos, la serie de esculturas realizadas para el Convento del Ángel Custodio y las de la iglesia de San Justo y Pastor de Granada.

Un tercer momento de su arte está marcado por su llegada a Málaga en 1658 y su estancia en la corte entre 1662 y 1663. Todavía durante sus primeros años en Málaga se aprecian las influencias de Cano en su escultura.

En la Sillería de Coro de la catedral desarrolló una variada iconografía de figuras casi exentas en las que se repiten algunos tipos canescos. Sin embargo, pronto consiguió reelaborar las enseñanzas recibidas y creó un arte personal. Su estancia en Madrid y posteriormente en Toledo, entre 1662 y 1663, hizo que sus esculturas adquirieran un profundo realismo e intensidad expresiva, como queda patente en el San Francisco de la Catedral de Toledo. Es a partir de este momento cuando se puede decir que Mena alcanza la madurez de su estilo.

Una cuarta etapa es la de plena madurez del artista, que comprende desde su regreso a Málaga, en torno a 1664 hasta finales de la década de 1660. Mena alcanzó su mayor éxito y reconocimiento. Tras su viaje a la corte se percibe un cambio en su obra. Sus esculturas ganaron en hondura de sentimientos y sobriedad, consiguiendo despojarlas de todo lo superfluo. Las figuras se alargan y se hacen más espirituales. En palabras de Orueta, “el artista no quiere otra cosa que hacer sentir la devoción religiosa”. La obra que ejemplifica perfectamente este momento dentro de la trayectoria de Mena es la Magdalena Penitente (Museo del Prado). La originalidad de esta obra, iconográficamente popular en Castilla pero no en Andalucía, ha hecho pensar a algunos autores, como María Elena Gómez Moreno, que ésta pudiera ser fruto de la influencia que la obra del escultor Gregorio Fernández ejerció sobre Mena.

Sin embargo se ignora si Pedro de Mena pudo conocer alguna de las representaciones de este artista.

Su popularidad hizo que los encargos le llovieran desde todos los rincones de la Península. Desde Málaga ejecutó obras para Córdoba, Murcia, Madrid...

De las realizadas para Córdoba destaca el San Pedro de Alcántara realizado en 1673 para la iglesia de San Francisco; y entre 1674 y 1676 están fechados el San José y la Inmaculada Concepción para iglesia de San Nicolás de Murcia. En estas obras empieza a hacerse perceptible la presencia del taller de Mena, mostrando una factura más seca, de formas estereotipadas, simplificadas y rígidas. Sin embargo, el toque final del maestro siguió originando obras de excepcional calidad como el Ecce Homo y la Dolorosa, fechadas en 1673, para el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.

La mayor parte de la producción de este período y sus obras más emblemáticas fueron para Granada, su ciudad natal, y Málaga, su ciudad de residencia.

En la Catedral de Granada se encuentra uno de los hitos de su carrera, las estatuas orantes de los Reyes Católicos. Contratadas en 1675, éstas fueron emparejadas con los bustos de Adán y Eva realizados por Alonso Cano, poniendo al mismo nivel a discípulo y maestro. Otra de sus obras más importantes fue la realizada para la iglesia de Santo Domingo de Málaga.

Para ésta Mena ejecutó el Cristo de la Buena Muerte, destruido en 1931, y único crucificado de tamaño natural que se sabe realizado por el escultor. Esta figura se conoce gracias a las reproducciones fotográficas y a que se conserva la pierna izquierda dentro de la Congregación. La escultura presentaba un sobrio modelado, blando, de anatomía poco marcada. En el rostro estaba impreso el sello de la muerte, pero sin exageraciones patéticas. El rasgo más marcado de la figura eran sus brazos, ostensiblemente cortos para la proporción del cuerpo. Este efecto fue buscado por Mena, que la creó para que fuera contemplada de rodillas al mismo pie de la imagen.

Un último momento, que se podría denominar de decadencia o amaneramiento en su arte, comenzó a partir de su grave enfermedad de 1679 y concluyó con la muerte del artista en 1688. La mayor parte de las obras de este período debieron de salir de su taller, ya que no hay datos seguros que hablen de una vuelta del escultor a la actividad creadora. En ellas es visible un modelado seco y amanerado, y las expresiones de las figuras resultan poco naturales y espontáneas. El éxito alcanzado por algunos de los modelos creados por el artista propició su repetición. Así pues, su taller generó incontables figuras que reproducían Dolorosas, Vírgenes de Belén o Ecce Homos, las esculturas del granadino que mayor fama alcanzaron. Éstas fueron repartidas tanto por la Península como por Ultramar gracias a las recomendaciones conventuales, los encargos episcopales e incluso se contó con la colaboración de representantes comerciales. Muestra de la sequedad de formas de esta postrera etapa de su arte es la figura de San Juan de Dios que Mena realizó para la Orden Hospitalaria en agradecimiento de su curación. De esta escultura tan sólo se conserva la cabeza ya que el resto fue destruido en el incendio de la iglesia de Santiago.

El material que principalmente Mena utilizó en sus obras fue la madera. Ésta era trabajada delicadamente con la gubia y la escofina. Los velos de finísimos bordes, enmarcando los rostros de las vírgenes, son característicos de su maestría a la hora de realizar los detalles.

Otro de los materiales en los que trabajó Mena fue el mármol, aunque muy infrecuentemente. Ejemplo de esto son las ya citadas figuras orantes de los Reyes Católicos en la Catedral de Granada.

Su policromía característica es sumamente sencilla. Los colores de las vestimentas son casi planos, predominando los tonos rojizos, pardos y azules. En los detalles del vestuario utiliza ribetes y galones adornados con pequeñas hojas y flores. Estos detalles están realizados en oro en polvo dado a punta de pincel, quedando en mate sobre un fondo barnizado. Esto es visible sobre todo en los mantos y corpiños de las Vírgenes. Sin embargo lo que más destaca de Mena son sus carnaciones, en las que el artista pone todo el cuidado y primor.

Éstas son casi siempre mates y manejan con sutileza la riqueza y suavidad de las medias tintas, haciendo destacar la finura del modelado o la fuerza de las expresiones.

Para dar mayor realismo a sus figuras Mena no dudaba en añadirles postizos, como coronas de espinas, sogas, ojos de cristal o pestañas de pelo natural.

De las personas que trabajaron con Mena en su taller, Miguel Zayas, natural de Úbeda y que trabajó principalmente para las diócesis de Granada y Jaén, es el único al que se puede denominar como su discípulo.

Se ha sugerido que artistas como Jerónimo Gómez Hermosillo o Sánchez Cordobés fueron ayudantes de Mena, pero no hay datos suficientes que avalen esa hipótesis. No obstante su obra caló hondo y creó escuela. En la Málaga y Granada de los siglos xviii y xix escultores como José Risueño (1665-1732) o Fernando Ortiz (1717-1771), siguieron el camino abierto por Pedro de Mena y transmitieron en sus obras el mismo espíritu, técnica y hasta policromía utilizadas por el escultor granadino.

 

Obras de ~: San Francisco Solano, iglesia parroquial de Santiago, Montilla (Córdoba), 1647; San Juanito, iglesia de San Antón, Granada, c. 1650; San Pedro Apóstol, iglesia de San Antón, Granada, 1650; San Pablo, iglesia de San Antón, Granada, 1650; Santa Ana, iglesia de San Matías, Granada, 1650; San Joaquín, iglesia de San Matías, Granada, 1650; San Francisco de Asís, iglesia de San Matías, Granada, 1650; San Matías, iglesia de San Matías, Granada, 1650; San José con el Niño Jesús, realizada para el Convento del Ángel Custodio, Granada, 1650; Virgen de Belén, Museo de la catedral, Granada, 1651; San José con el Niño Jesús, catedral, Córdoba, c. 1651; San Francisco de Asís, colección Payá, Toledo, c. 1651-1675; San Francisco de Asís, Museo Municipal de Antequera (Málaga), c. 1651-1675; Inmaculada Concepción, Convento de las Benitas, Toledo, c. 1651-1675; San Juan Evangelista, iglesia de los Santos Justos y Pastor, Granada, c. 1651-1675; San Lucas, Iglesia de Santos Justos y Pastor, Granada, c. 1651-1675; San Marcos, iglesia de los Santos Justos y Pastor, Granada, c. 1651-1675; San Mateo, iglesia de los Santos Justos y Pastor, Granada, c. 1651-1675; con A. Cano, San Antonio de Padua, Museo de Bellas Artes, Granada, c. 1653-1657; con A. Cano, San Diego de Alcalá, Museo de Bellas Artes, Granada, c. 1653-1657; con A. Cano, San José con el Niño, Museo de Bellas Artes, Granada, c. 1653-1657; con A. Cano, San Antonio, Museo de Bellas Artes, Granada, c. 1653- 1657; San Pedro de Alcántara, Museo de Bellas Artes, Granada, c. 1655-1657; Inmaculada Concepción, iglesia parroquial, Alhendín (Granada), 1656; Inmaculada Concepción, oratorio del arzobispo emérito José Méndez Asensio en el Convento de siervas del Evangelio, realizada para el Convento del Santo Ángel Custodio, Granada, 1658; Santa Clara, Convento del Santo Ángel Custodio, Granada, 1658; Sillería de Coro, catedral, Málaga, 1658; Inmaculada Concepción, iglesia parroquial, Villaverde de Medina (Valladolid), c. 1660 (atrib.); San Francisco de Asís, catedral, Toledo, 1662; San Pedro de Alcántara, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, c. 1663; Cristo de la Buena Muerte, iglesia de Santo Domingo, Málaga, c. 1663-1664 (desapar.); Magdalena penitente, Museo Nacional del Prado, Madrid, 1664; Inmaculada Concepción, iglesia parroquial, Longares (Zaragoza), c. 1665- 1670; Inmaculada Concepción, Museo del Convento de San José, Ávila, c. 1670; María Santísima de la Esperanza, iglesia de San José, Fuengirola (Málaga), 1670; Dolorosa, Museo de Bellas Artes, Granada, c. 1670-1680; San Francisco muerto, iglesia de San Martín, Segovia, c. 1670-1680; Dolorosa, Salamanca, Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción, Salamanca, c. 1670-1680; Ecce Homo, Museo de Artes Decorativas, Madrid, c. 1670-1680; Cristo atado a la columna, colección particular, Málaga, c. 1670- 1688; San Pedro de Alcántara, iglesia de San Francisco, Córdoba, 1673; Dolorosa, Descalzas Reales, Madrid, 1673; Ecce Homo, Descalzas Reales, Madrid, c. 1673; Dolorosa, Descalzas Reales, Madrid, c. 1673; Dolorosa, Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, Valladolid, c. 1673; Ecce Homo, Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid, 1673-1679; Dolorosa, Museo Diocesano y Catedralicio, Valladolid, 1673-1679; Dolorosa, iglesia parroquial de Budia (Guadalajara), 1674; Ecce Homo, iglesia parroquial de Budia (Guadalajara), 1674; Inmaculada Concepción, colección particular, 1674; San Juan Bautista, Museo de Bellas Artes, Sevilla, 1674; Virgen de Belén, iglesia de Purchil (Granada), c. 1674; Inmaculada Concepción, colección particular, Madrid, c. 1675; San Francisco, Convento de San Antón, Granada, 1675; San Juan Evangelista, Convento de San Antón, Granada, 1675; San José, iglesia de San Nicolás, Murcia, 1675; San José, tesoro de la catedral, Málaga, 1675; Fernando el Católico, capilla de la Virgen de los Reyes, catedral, Granada, 1675; Isabel la Católica, capilla de la Virgen de los Reyes, catedral Granada, 1675; Retratos de los Reyes Católicos Isabel y Fernando, capilla mayor de la catedral, Granada, 1675-1676; Aparición de la Virgen a San Antonio de Padua, Museo de Bellas Artes, Málaga, 1675-1676; Ecce Homo, convento de las madres concepcionistas, Zamora, c. 1676-1685; Dolorosa, convento de las madres concepcionistas, Zamora, c. 1676-1685; Inmaculada Concepción, iglesia parroquial de Moros, Zaragoza, 1676; Inmaculada Concepción, parroquia de San Nicolás, Murcia, 1676; San Francisco de Asís, colección particular, Madrid, 1677; Inmaculada Concepción, catedral, Córdoba, 1679; Santa Ana, catedral, Córdoba, 1679; San Joaquín, catedral, Córdoba, 1679; San Pedro de Alcántara, convento de las trinitarias, Madrid, 1679; San José con el Niño Jesús, catedral, Córdoba, 1680; Dolorosa, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, c. 1680 (atrib.); Cabeza de san Juan de Dios, Museo Provincial de Bellas Artes, Málaga, 1682; Virgen de Belén, catedral, Cuenca, 1683; La Virgen adorando al Niño, colección particular, Madrid, 1684; Inmaculada Concepción, Museo de la iglesia de San Antolín en Tordesillas (Valladolid), c. 1686; Inmaculada Concepción, carmelitas descalzas, Madrid, 1686; San José con el Niño Jesús, carmelitas descalzas, Madrid, 1686; Niño Jesús de pasión, dormido, Patrimonio Nacional, Madrid, s. m. s. xvii; Ecce Homo, Museo Nacional de Escultura, Valladolid, ú. t. s. xvii; Calvario, Patrimonio Nacional, Madrid, s. m. s. xvii; San Francisco de Asís, Patrimonio Nacional, Madrid, s. m. s. xvii; Virgen de Belén, iglesia de Purchil (Granada); San Antonio de Padua, colección particular, Madrid; San Antonio de Padua, convento de las capuchinas, Granada; San Antonio de Padua, colección particular, Málaga; Jesús de la Misericordia, iglesia del Carmen, Málaga (atrib.); Dolorosa, iglesia del Císter, Málaga; Dolorosa, Convento de la Anunciación en Alba de Tormes (Salamanca); Nuestra Señora de la Luz en su Soledad, iglesia de San Juan de Dios, Murcia (atrib.); Santa Ana, iglesia de San Juan Bautista en Cabra (Córdoba) (atrib.); San Joaquín, iglesia de San Juan Bautista en Cabra (Córdoba) (atrib.); San Pedro mártir, iglesia de San Juan Bautista en Cabra (Córdoba) (atrib.); San Buenaventura, iglesia del Convento de Santa Clara en Montilla (Córdoba) (atrib.); Santa Clara, iglesia del Convento de Santa Clara en Montilla (Córdoba) (atrib.); Santa Clara, retablo de Santa Clara en el Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid; Magdalena penitente, Museo Federico Marès, Barcelona (atrib.); Crucifixión, Museo de Bellas Artes, Sevilla; Dolorosa, catedral, Málaga; Dolorosa, catedral, Cuenca; Dolorosa, iglesia de la Victoria, Málaga; Dolorosa, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid; Dolorosa, Museo de Bellas Artes, Sevilla; Dolorosa, iglesia de los escolapios, Getafe (Madrid); Ecce Homo, Museo de Bellas Artes, Granada; San Elías, catedral, Granada; San Francisco, Museo Nacional de Escultura (Valladolid); San Francisco, Museo Victoria y Alberto, Londres; Inmaculada Concepción, iglesia de San Juan Bautista en Marchena (Sevilla); Inmaculada Concepción, iglesia de la Magdalena, Granada (atrib.); San Pedro de Alcántara, iglesia de San Antonio Abad (Granada); San Pedro de Alcántara, colección particular, Barcelona; San Pedro de Alcántara, iglesia parroquial de Santiago en Montilla (Córdoba) (atrib.); San Pedro de Alcántara, iglesia del Convento de Santa Clara en Montilla (Córdoba) (atrib.); San Pedro Apóstol, iglesia del convento de las capuchinas, Granada; Santo Tomás de Villanueva, convento de las madres agustinas, Cabra (Córdoba); Virgen con el Niño, iglesia parroquial, Purchil (Granada).

 

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Gloria Martínez Leiva