Claramunt Creus, Teresa. Barbastro (Huesca), V.1862 – Barcelona, 11.IV.1931. Destacada dirigente anarcosindicalista y tejedora.
Su padre fue un republicano federal —para unos, montador de hilaturas y para otros un pequeño fabricante de Barbastro— y su madre, según escribió Max Nettlau, una mujer de gran temperamento. A la edad de dieciocho años marchó en busca de trabajo a Sabadell —en compañía de su hermano José, seis años menor que ella— y allí comenzó su trabajo como tejedora.
Dotada de un gran talento natural, superó su falta de escolarización de forma autodidacta.
Su inclinación hacia el anarquismo vino decidida por su asistencia a conferencias pedagógicas y doctrinales impartidas por el ingeniero ácrata Fernando Tárrida del Mármol y también por las prédicas de vehementes oradores anarquistas barceloneses como Jaime Torrents Ros y Francisco Abayà Garriga. Con esta base ideológica, se inició como activista revolucionaria y su primera gira de propaganda la realizó a Játiva y Alcoy con Francisco Abayà. En 1883 participó activamente —al lado de otros anarcosindicalistas sabadellenses, entre los que destacó José López Montenegro— en “la huelga de las siete semanas”, declarada en Sabadell en el mes de julio para exigir el aumento de salarios y unas mejores condiciones de trabajo. A finales del mismo año 1883, también junto a López Montenegro y a José Miquel y Antonio Gurri Bergés, organizó en Sabadell el grupo subversivo clandestino llamado Liga Anticlerical Monti Tognetti. Con dos de estos compañeros compartió su vida: primero con Antonio Gurri Bergés, con quien casó el 12 de enero de 1884, y después con José López Montenegro, quien, treinta años mayor que ella, fue su compañero desde los primeros años del siglo xx.
En octubre de 1884 participó en la constitución de la Sección Varia de Trabajadores Anarcocolectivistas de Sabadell —nombre tras el que se escondía la Sección Anarcosindicalista femenina— integrada en la Federación Española de Trabajadores. Su objetivo era el de “coadyuvar a la emancipación de los seres de ambos sexos y luchar enérgicamente en pro del cuarto estado”, como subrayaba el acta de su constitución.
En esta reunión resultó elegida secretaria de la sección, cuya presidencia ocupó Federación López Montenegro y Tomás. Su principal preocupación fue la de potenciar la instrucción de las mujeres y para ello comenzó con las de la nueva sección. Soledad Gustavo recogió la intervención de Teresa Claramunt en la segunda sesión del recién creado grupo, en la que resumía un plan basado en las enseñanzas mutuas y que podía ser llevado a la práctica de forma inmediata: “Por turno y en las primeras cuatro horas de la mañana de cada día pasen las compañeras de cada calle a la casa de la que, estando más instruida, enseñe a las demás, tanto en labores como en administración casera, lectura, escritura, cuentas, etcétera”. Y a partir de entonces, sin abandonar su interés por el feminismo y la labor pedagógica, participó activamente en tareas organizativas y de propaganda de la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE).
Entre 1888 y 1889 estuvo refugiada en Portugal con su marido Antonio Gurri, huyendo de las más que probables persecuciones, ya que estuvo relacionada con la escalada de violencia que tuvo lugar en Sabadell. Fue el inicio de una larga trayectoria de huidas, destierros y prisiones que ayudaron a convertirla en uno de los grandes mitos del movimiento libertario.
Relacionada habitualmente por las autoridades con la oleada de atentados habidos en Barcelona durante la década de los noventa del siglo xix, fue detenida con otros compañeros en 1893, cuando salía de un mitin celebrado en el teatro de la Gran Vía de Barcelona. También en aquel año, con motivo del atentado cometido en el Teatro del Liceo de la Ciudad Condal, fue nuevamente detenida aunque por poco tiempo. Implicada con otros anarquistas en el atentado cometido durante la procesión de Corpus de 1896 en la barcelonesa calle de Cambios Nuevos, fue llevada a prisión, que cumplió en el castillo de Montjuic hasta que se celebró el juicio en el que el fiscal pidió para ella la cadena perpetua. Finalmente su condena fue el destierro. Se instaló con su compañero en Londres y luego ambos se trasladaron a Rubaix, en Francia, donde trabajaron como tejedores.
Más tarde recalaron en París, donde residieron en la calle de Angulème, hasta que en 1898 pudieron retornar a España.
Durante los dos últimos años del siglo, aprovechó la apertura de las libertades individuales originadas por la crisis, para seguir haciendo propaganda en favor de los condenados de Montjuic y, ya en 1901, impulsó la creación de El Productor, periódico libertario del que fue director —hasta 1906— el anarquista barcelonés Juan Bautista Esteve, conocido por Leopoldo Bonafulla. En el mes de mayo de aquel mismo 1901, con motivo de la huelga de tranvías que tuvo lugar en Barcelona, fue internada, junto con otros activistas, en las bodegas del crucero Pelayo, anclado en el puerto de Barcelona.
Puesta en libertad, la arrestaron de nuevo en febrero de 1902 por su participación en mítines que incitaban a la resistencia, a raíz de la huelga general que se produjo en Barcelona y de la que fue uno de los inductores más activos Leopoldo Bonafulla, con quien Claramunt había trabado en esos años una estrecha relación. A finales de aquel 1902, acompañada de Bonafulla, realizó un viaje de propaganda por la Andalucía baja y organizó una “cooperativa intelectual” para afrontar los gastos que ocasionaba El Productor. En Ronda fue detenida por la Guardia Civil y conducida a Málaga, donde recibió la orden de expulsión de la provincia.
En 1909, a raíz de los hechos de la Semana Trágica se la deportó a Zaragoza, donde continuó su actividad revolucionaria. Participó en la preparación y el desarrollo de la huelga general de 1911 y, como consecuencia, fue detenida, juzgada por un tribunal militar y condenada a prisión. Cercana al grupo de Los Solidarios, algunas fuentes la consideran como la principal instigadora del asesinato del arzobispo de Zaragoza, cardenal Soldevila. Al terminar la condena, ya enferma, residió algún tiempo en Sevilla en casa del anarcosindicalista Antonio Ojeda, con la idea de que una vida tranquila y un clima benigno mejorarían su salud. Sin embargo, no permaneció inactiva, ya que siguió desarrollando propaganda revolucionaria en la capital hispalense hasta que regresó a Barcelona en 1924. Desde entonces, salvo contadas excepciones, como en un mitin de 1929, la parálisis que sufría le impidió su actividad revolucionaria. Murió pocos días antes de las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 y fue enterrada el 12 de aquel decisivo mes.
Teresa Claramunt representa casi cincuenta años de agitación revolucionaria y, durante su juventud, fue la anarcosindicalista más destacada de España. Supo utilizar su condición de mujer para la causa libertaria; ejemplo de ello fue su participación en un mitin en 1902 en el que, embarazada y dándose golpes en el vientre, pretendió vencer la resistencia de los obreros que no querían ir a la huelga, increpándolos con frases como: “¡Este hijo mío no será un cobarde como vosotros!” Mujer corpulenta y honrada, dejó tras de sí el recuerdo de “amena y vibrante oradora”, de persona entusiasta y enérgica. Se la consideró la “Louise Michel española”.
Colaboró asiduamente en varios periódicos anarquistas, entre los que destacaron Los Desheredados (Sabadell, 1882-1885), La Revista Blanca (Madrid, 1898-1905), El Porvenir del Obrero (Mahón, 1899- 1914), El Productor (1901-1906), así como en Bandera Social, El Productor Literario o en la revista británica Freedom. Escribió también una obra dramática: El mundo que muere y el mundo que nace, representada en el Teatro Circo Barcelonés en 1896.
Obras de ~: La mujer. Consideraciones generales sobre su estado ante las prerrogativas del hombre, Mahón, El Porvenir del Obrero, 1905; Y Dios ¿qué es?, La Coruña, 1905.
Bibl.: R. Sempau, Los victimarios, Barcelona, García Manet Editores, 1900; F. Montseny, “La mujer en la causa de la humanidad”, en Almanaque de la Novela Ideal, 1927, Barcelona, Publicaciones de La Revista Blanca, 1926; S. Gustavo, “Teresa Claramunt”, en La Revista Blanca, 1 de mayo de 1931; M. Nettlau, La Première International en Espagne (1868- 1888), Dordrecht, D. Reidel Publishing Company, 1969; L. Iturbe, La mujer en la lucha social y en la guerra civil de España, México, D. F., Editores Mexicanos Unidos, 1974; A. Castells, Sabadell, informe de la oposición, Sabadell, Editorial Riutort, 1975-1977; S. Tavera García, “Claramunt Creus, Teresa”, en M. T. Martínez de Sas y P. Pagès Blanch (coords.), Diccionari biogràfic del moviment obrer als Països Catalans”, Barcelona, Edicions Universitat de Barcelona y Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2000.
María Teresa Martínez de Sas