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Beato Lucio Eradio Martínez Mancebo

Biografía

Martínez Mancebo, Lucio Eradio. Vegas del Condado (León), 28.VII.1902 – Calanda (Teruel), 29.VII.1936. Religioso de la Orden de Predicadores (OP), sacerdote, mártir, beato.

Ingresó en el seminario de San Froilán de León en 1912 e hizo el noviciado en Solsona (Lérida). Emitió su profesión temporal en Valencia en 1920 y la solemne en 1923. Tras los estudios teológicos, fue ordenado presbítero en 1925. Durante un año residió en la casa natalicia de san Vicente Ferrer, mientras preparaba el examen de lector en Teología. Enseñó en el Estudio General de Valencia y 1929 lo nombraron maestro de novicios y estudiantes. En mayo de 1931, a consecuencia del asalto a los conventos, se retiró a Calanda (Teruel) con los novicios y parte de los estudiantes, estableciéndose allí el noviciado y los cursos de Filosofía. En el desempeño de estos oficios y, además con la responsabilidad de superior, le sorprendió el asalto al convento.

El día 27 de julio de 1936 dispuso el desalojo y la dispersión de los frailes. Algunos aceptaron la hospitalidad de familias, pero, para no comprometer a nadie, abandonaron sus refugios y se encontraron en plena calle a merced de los perseguidores. A él y al hermano Lamberto de Navascués los apresaron el día 28 y los llevaron a la cárcel, donde se encontraron con los padres Felicísimo Díez, Saturio Rey y Antonio López Couceiro y el hermano Gumersindo Soto. Al día siguiente, se les juntaron el padre Tirso Manrique y el sacerdote Manuel Albert. Todos se mantuvieron serenos durante los interrogatorios del comité y los malos tratos que les infligieron. Al anochecer del 29 de julio de 1936 los sacaron de la cárcel y les hicieron subir a un camión. El padre Lucio comenzó a rezar el rosario en alta voz y los compañeros se le asociaron; fue inútil el intento de hacerlos blasfemar y de imponerles silencio. En el kilómetro seis de la población de Calanda en dirección a Alcañiz, en el lugar conocido como “Nueve Masadas”, les obligaron a bajar. Puestos en fila, enfocaron hacia ellos los faros del camión y les dispararon. El padre Lucio acababa de cumplir treinta y cuatro años de edad. Sus restos mortales y los de sus compañeros se hallan en una capilla contigua a la iglesia del colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza.

Con él murieron en Calanda (Teruel), el 29 de julio de 1936, los siguientes religiosos dominicos: Lamberto de Navascúes y de Juan —Zaragoza, 18.V.1911—. Hizo sus primeros estudios en los colegios de jesuitas y maristas y la carrera de Derecho en la Universidad de Zaragoza. Cuando le faltaba tan sólo un examen para convertirse en abogado y dejando a su novia, pidió el ingreso en la vida religiosa como hermano cooperador, asegurando que no se creía digno del sacerdocio. Tomó el hábito en mayo de 1936. Libremente optó por quedarse al lado de los religiosos que permanecieron en Calanda en la tarde del 27 de julio de 1936. Murió a los veinticinco años de edad y dos meses de noviciado.

Felicísimo Díez González —Devesa de Curueño (León), 26.XI.1907—. En 1920 ingresó en la escuela apostólica de Solsona (Lleida). Se aplicó con gran diligencia y aprovechamiento al estudio de las Humanidades, vistió el hábito en 1922 e hizo su profesión temporal en 1923. Permaneció un curso en Solsona y se trasladó a Valencia donde estudió Filosofía y Teología.

Emitió los votos solemnes en 1928. Fue ordenado sacerdote en 1930 y marchó a Calanda (Teruel) en 1930, permaneciendo en esta comunidad el resto de su vida. En 1932 era director de la escuela apostólica y enseñó Latín, Matemáticas e Historia de España.

Ya por entonces tenía el título de lector en Teología; enseñó también Hebreo y Materias Filosóficas y fue director de algunas cofradías. Muy inteligente, estaba dotado de una memoria extraordinaria y destacaba por la bondad. El 27 de julio de 1936, con el padre Saturio Rey, se refugió en casa de unos amigos del convento, pero, ante las amenazas de muerte que lanzaban contra quienes les alojaban, salieron a la calle y fueron objeto de persecución; los capturaron y llevaron a la plaza del pueblo; los hicieron subir a un camión que se dirigió hacia Alcañiz (Teruel); contemplaron cómo asesinaron a tres de los compañeros de viaje. Al fin el conductor del vehículo logró devolverlos a Calanda (Teruel) y los metieron en la cárcel con algunos de sus hermanos de comunidad. En el momento de su muerte tenía veintiocho años.

Saturio Rey Robles —Devesa de Curueño (León), 21.XII.1907—. Fue amigo inseparable desde la infancia del padre Felicísimo Díez, con el que sufrió la prisión y con el que fue asesinado. En 1922 ingresó en la escuela apostólica de Solsona (Lérida) y tomó el hábito en 1924. Profesó temporalmente en 1925. En 1927 fue a Valencia, donde emitió la profesión solemne en 1928. Fue ordenado sacerdote en Barcelona en 1931.

Completó el estudio de la Teología en Valencia y en 1932 estaba en Calanda (Teruel) como profesor de la escuela apostólica. El 27 de julio de 1936, para no comprometer a una familia que le dio acogida, en compañía del padre Felicísimo Díez salió a la calle; los apresaron y llevaron a la plaza. Los hicieron subir en un camión lleno de gente, entre los que se encontraba también el padre Gumersindo Soto; los transportaron hacia Alcañiz y escuchaban repetidamente gritos de muerte; al fin los devolvieron a la cárcel de Calanda.

Permaneció en ella con algunos de sus hermanos de convento desde las últimas horas del 27 hasta el 29 en que murió a los veintiocho años de edad.

Antonio López Couceiro —Ferrol (La Coruña), 15.XI.1869—. Pasó su primera infancia en Betanzos (La Coruña), trabajó en una farmacia y aprovechó para estudiar Latín ayudado por el boticario. En 1884 ingresó en el seminario de Orense y en 1887 se trasladó al de Santiago de Compostela. Pidió el ingreso en la vida dominicana en Padrón (La Coruña); vistió el hábito en 1889 y profesó al año siguiente.

Cursó Filosofía en Corias (Asturias). En 1892 lo enviaron a Salamanca a estudiar Teología y en 1893 recibió el presbiterado. Fue profesor en el colegio de Vergara (Guipúzcoa) y maestro de novicios en Padrón (La Coruña). Escribió numerosos artículos en El Santísimo Rosario y en otras revistas de la Orden.

En 1912 pasó a restaurar la provincia de Aragón; estuvo en Valencia en 1913, en Manacor (Mallorca) en 1914-1915, en Valencia en 1916, en Solsona de 1918 a 1921, como profesor de Teología y Filosofía.

En 1922 se trasladó a Barcelona y sacó el título de lector en Teología. Estuvo de nuevo en Solsona (Lérida) en 1924 como profesor de Teología, otra vez en Manacor (1927-1929), Barcelona (1930-1931), Zaragoza (1932-1934) y Calanda (1935-1936), en calidad de submaestro de novicios y estudiantes y profesor.

Gozaba fama de santo. Fue apresado en Calanda el 27 de julio de 1936 y lo llevaron a la cárcel, donde se mostró verdadero apóstol del perdón. Conducido, con el padre Lucio y otros compañeros, tenía sesenta y seis años de edad cuando murió a manos de sus captores.

Gumersindo Soto Barros —Amil (Pontevedra), 21.X.1869—. Recibida la instrucción elemental, ejercitó el oficio de herrero. Contaba veinticinco años de edad cuando tomó el hábito en Padrón (La Coruña); profesó como hermano cooperador en 1899 e hizo la profesión solemne en 1903. Estuvo en los conventos de Padrón, La Coruña, Corias (Asturias) y Salamanca, dando muestras de gran destreza en el desempeño de los oficios que le encomendaron. En 1908 lo destinaron al convento de Manacor (Baleares), y allí estaba cuando se restauró en 1912 la provincia de Aragón, y permaneció hasta 1914. De 1915 a 1919 formó parte de la comunidad de Valencia; pasó nuevamente a Manacor y continuó allí de 1920 a 1922. En 1923 fue a Solsona (Lérida); de 1924 a 1931 estuvo en Barcelona; en 1932 se hallaba en Calanda (Teruel) y en este convento continuó hasta el final de la vida. El 27 de julio de 1936, después de desistir de la huida por sus limitaciones físicas, se refugió en una casa de la población con los padres Felicísimo Díez y Saturio Rey, aunque tuvieron que abandonarla pronto por el peligro que corría la familia hospitalaria. Los arrestaron aquella misma tarde y los metieron en la cárcel con el padre Lucio Martínez y otros compañeros, hasta ser fusilados. Tenía sesenta y seis años de edad.

Tirso Manrique Melero —Alfaro (La Rioja), 26.I.1877—. Ingresó en el seminario de Tarazona (Zaragoza) en 1893 y realizó los estudios de Filosofía y Teología hasta 1901. Realizados los estudios y tras un intento de permanencia en la Compañía de Jesús, recibió el presbiterado en 1911. Pasó al seminario diocesano de Tarazona como profesor de Latín, misión que desempeñó por largos años con provecho de los jóvenes alumnos. Deseoso de consagrarse a Dios en el estado religioso pidió el ingreso en la Orden de Predicadores y vistió el hábito en 1928. Profesó al año siguiente. En 1930 estaba en Valencia y daba clase de Física, Química, Historia Natural y Lengua Griega; era, además, bibliotecario. En 1930 pasó a Calanda (Teruel) como profesor de Latín y director espiritual de la escuela apostólica. De 1931 a 1934 fue secretario de estudios y profesor de Latín, Griego y Preceptiva Literaria. En 1933 editó una gramática latina que ha servido de libro de texto a varias generaciones de seminaristas dominicos. En 1934 lo destinaron a Requena (Valencia). En marzo de 1936, con el resto de la comunidad, tuvo que abandonar el convento, que quedó en manos del Frente Popular. Pasó entonces a Calanda (Teruel). El 27 de julio se refugió en una casa, pero, a causa de los registros, hubo de abandonarla el 29 al atardecer y quedó en plena calle; lo apresaron en la plaza y lo metieron en la cárcel con los demás religiosos; poco después lo condujeron con el padre Lucio Martínez y sus compañeros al lugar donde fueron fusilados.

Tenía cincuenta y nueve años de edad.

Manuel Albert Ginés —Calanda (Teruel), 3.X.1867—. Estudió Latín y Humanidades en la preceptoría de Andorra (Teruel) y en el seminario de Belchite, y Filosofía y Teología en el seminario de Zaragoza.

En 1891 recibió en Zaragoza la ordenación de presbítero. Durante toda su vida sacerdotal desempeñó una capellanía en su villa natal de Calanda y ejerció las funciones de coadjutor. Amante del recogimiento y la oración, celebraba la santa misa y ejercía las funciones sacerdotales con mucha unción y edificación de los fieles. El 27 de julio fue asaltada su casa.

Fue detenido y encerrado en la cárcel de Calanda, donde pidió estar con el padre Lucio Martínez y sus compañeros dominicos. Con el padre Antonio López Couceiro se distinguió por el temple que manifestó.

Murió a los sesenta y ocho años de edad.

Estos religiosos dominicos y el sacerdote diocesano, fueron beatificados en Roma por el papa Juan Pablo II, el 11 de marzo de 2001.

 

Bibl.: M. García Miralles, Los dominicos de la provincia de Aragón en la persecución religiosa de 1936, Valencia, Ediciones Feda, 1962; V. Forcada Comíns, “Testigos fieles”, 18 mártires dominicos en España, 1936 y 2 sacerdotes aragoneses, Valencia, 1997; V. Forcada Comíns, Los 18 beatos mártires dominicos de la provincia de Aragón (col. “Celebraciones vivas de santos y santas dominicos”, n.º 33), Caleruega, Burgos, 2001; L. Galmés, Imagen y semblanza de veinte testigos de la fe, Valencia, 2001; A. García Lozano, “Beatificación del P. Jacinto Serrano López y 17 compañeros dominicos de la provincia de Aragón”, en Teología Espiritual, 45 (2001), págs. 245-250; J. A. Martínez Puche (coord.), Mártires Dominicos españoles. 1936. 92 religiosos, religiosas y seglares de la Familia Dominicana martirizados en la persecución religiosa de 1936, Madrid, Edibesa, 2007; M.ª E. González Rodríguez, Los primeros 479 santos y beatos mártires del siglo XX en España. Quiénes son y de dónde vienen, Madrid, Editorial Edice, 2008, págs. 467-474 y 481-482.

 

María Encarnación González Rodríguez

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