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Jesús Loroño Arteaga

Biografía

Loroño Arteaga, Jesús. Caserío Goikolas, Larrabezúa (Vizcaya), 10.I.1925 – Bilbao (Vizcaya), 12.VIII.1998. Ciclista.

Hijo de Rufino Loroño y Francisca Arteaga, Jesús Loroño fue el octavo hijo de una familia de nueve vástagos, dos de ellos chicas. Contaba trece años cuando su tío Gildo, marino de profesión, le regaló la que había de ser su primera bicicleta. Una máquina que abrió para él las puertas de un nuevo mundo, creándole una pasión consentida por su padre y reprobada por su madre.

El estallido de la Guerra Civil obligó a la familia Loroño a dejar su caserío, refugiándose en las montañosas Encartaciones, en un barrio de Sopuerta llamado Beci, en donde les acogió una familia amiga. Terminada la guerra, volvieron al caserío de Larrabezúa, que se mantenía en pie, aunque había sido saqueado. A la penuria de aquellos tiempos se añadió la tristeza por la muerte del padre, en 1941. Con tres de sus hermanos mayores presos en campos de trabajo, Jesús Loroño compaginó sus tareas en el caserío con la tala de pinos en el bosque, y todo ello con sus entrenamientos en bicicleta. Su primera carrera la corrió en Lemona (Vizcaya), en 1943, cuando contaba dieciocho años. Un debut cómico para el joven ciclista, puesto que su primer maillot estaba hecho con la tela de un colchón, y el culotte no era sino un calzoncillo blanco con dos franjas rojas a los lados, simulando los colores del Athletic de Bilbao, y que, no le libró de llegar a meta con treinta minutos de retraso con respecto al ganador. Siguieron luego una serie de carreras que le llevaron a tramitar su primera licencia federativa en 1944. Dos años después, tras ganar sorpresivamente la Subida a Aránzazu, en la que fue su primera gran prestación deportiva, acudió a cumplir el servicio militar en Santander, teniendo la fortuna de estar a las órdenes de un gran aficionado al ciclismo, el capitán José María Aldamiz. Éste se erigió en su valedor, dándole facilidades para entrenar y animándole para que compitiera frente a los grandes ases del momento (Bernardo Ruiz, Capó, Gual y Langarica) en la prestigiosa Subida al Naranco, prueba disputada en dos etapas. Tras hacer tercero en la primera de ellas, Loroño ganó la segunda, la clasificación general y el Premio de la Combatividad.

En 1948 corrió su primera gran carrera por etapas: la Vuelta a España, que terminó en vigésima posición.

Descubría así la competición de altos vuelos, que para él pasó a tener proyección internacional en 1953, cuando corrió Giro y Tour. De las dos, fue la carrera francesa la que más alto le encumbró, pues no sólo ganó una etapa, la Pau-Cauterets, sino que se proclamó Rey de la Montaña.

En 1954 corrió el Giro y ganó el Campeonato de España de Montaña disputado en Durango (Vizcaya).

Luego, acudió al Gran Premio San Juan, en Eibar, en donde tuvo la mala suerte de sufrir un grave accidente en el que estuvo a punto de matarse, ya que bajando Campazar chocó contra una moto que venía de frente, se fracturó el maxilar inferior, sufrió una fisura en el hombro izquierdo y se le laceró una pierna con la placa de la motocicleta. Cuando volvió a competir, ya en 1955, se impuso en seis carreras, faltándole poco para ganar la Vuelta a España, carrera en la que vistió el jersey de líder. Aquel mismo año, el día 20 de septiembre se casó con Begoña Goienetxte Zarandona, con quien tuvo dos hijos: Begoña y Josu.

La sempiterna Vuelta a España volvió a darle otro nuevo disgusto en 1956, puesto que entonces la perdió por tan sólo trece segundos ante Impanis, en un final no exento de polémica, pues el italiano fue remolcado en Sollube cuando subía prácticamente exhausto.

Sí ganó, en cambio, la Vuelta a España de 1957 pese a la manifiesta colisión de intereses que coexistían en el seno del equipo español, en donde Botella, Bahamontes y Loroño cultivaban una indisimulada rivalidad que Luis Puig, director del equipo, fue incapaz de frenar. Fue aquélla una Vuelta al rojo vivo merced al enfrentamiento Bahamontes-Loroño, exponente de una rivalidad que trascendía lo deportivo para alcanzar lo social, dividiendo a la España deportiva en dos bandos casi irreconciliables: loroñistas y bahamontistas.

Tras la Vuelta, Loroño hizo 5.º en un Tour que pudo haberle deparado una mejor clasificación, y terminó el año ganando la Vuelta a Cataluña. Rubricaba así una temporada de oro, confirmada por su elección como Mejor Ciclista Español del año, elegido por votación de las distintas Federaciones regionales.

En 1958 fichó por el Faema italiano, percibiendo un sueldo astronómico para la época: 50.000 pesetas al año. Con el equipo transalpino ganó una etapa y la general de la Bicicleta Eibarresa, y la jornada contra el reloj disputada en Castro Urdiales durante la Vuelta a España, carrera que acabó en 8.ª posición. Vino luego el Giro, en donde fue 7.º, declinando disputar el Tour por encontrarse muy fatigado.

Marzo de 1959 le trajo una nueva desilusión, ya que se rompió la clavícula durante la Vuelta a Levante. Recuperado de la lesión, corrió una Vuelta a España en la que lógicamente no pudo brillar, y fechas más adelante le llegó uno de los momentos más amargos de su vida deportiva: su exclusión del equipo nacional que iba a correr el Tour, por no querer plegarse a trabajar de gregario para Bahamontes. Después de aquella fecha, Loroño ya no fue el mismo. En las tres temporadas siguientes no consiguió victorias importantes, si bien continuó dando muestras de su clase. Finalmente, el 12 de octubre de 1962, disputó la que fue su última carrera como profesional, la Bayona-Bilbao, prueba en la que se clasificó vigésimo primero. De allí en adelante, Jesús Loroño se dedicó a la gestión de su negocio de hostelería, aunque sin romper su vinculación con el ciclismo, bien como contertulio en diversas retransmisiones radiofónicas, bien como ocasional colaborador de prensa. Al tiempo siguió montando casi a diario en bicicleta hasta que la enfermedad se lo impidió, falleciendo en Bilbao el 12 de agosto de 1998.

En sus dieciocho temporadas en la máxima categoría, logró un total de sesenta y cinco victorias, destacando como gran escalador, así como por haber ganado la etapa reina y el Gran Premio de la Montaña en el Tour de 1953, el Campeonato de España de Montaña en 1954 y de la Vuelta a España de 1957.

 

Bibl.: “Loroño, un escalador fantástico”, en Colección Ídolos del Deporte, Madrid, Unión Distribuidora de Ediciones, 1 de mayo de 1959; J. A. Díaz Sáez, “Con ayuda podría haber ganado el Tour”, en El Ciclista (Valencia), 19 de noviembre de 1985, pág. 10; F. Chico Pérez (coord.) La Vuelta ciclista a España, 1935-1985, Madrid, Caja Postal, 1986, págs. 115- 141 y 147-163; A. Viribay, “España ha dado al Tour quince reyes de la montaña”, en Ciclismo a Fondo (Bilbao), n.º 75 (julio de 1991), págs.70-82; C. L. Zuloaga, “Jesús Lorono [sic]: de la race des grimpeurs”, en Coups de Pédales (Bruselas, Bélgica), n.º 39 (1993), págs. 35-37; J. Garai (coord.), Ciclismo del Norte. Fábrica de líderes, Madrid, Marca, 1994, págs. 27-30 y 91; J. Sebastián (coord.), Txirrindularitza. Eibar 1910-1993, Éibar (Guipúcoa), Club Ciclista Eibarrés, 1994, págs. 180-186, 196-200, 205, 213-218, 222-224, 229 y 239; J. Ramos (coord.), Historia del ciclismo español, Madrid, Época, 1995, págs. 98-102 y 125; J. Osés (coord.), La historia del ciclismo en Navarra, Pamplona, Diario de Noticias-Zeroa Multimedia, 1996, págs. 47, 80, 83-84, 88, 93, 96-98 y 115- 118; J. A. Díaz Sáez, Loroño, símbolo del ciclismo vasco, Bilbao, BBK-Colección Temas Vizcaínos, 1998; J. Dorronsoro y J. Bodegas (coord.), Historia del ciclismo en el País Vasco peninsular, Bilbao, Javier Bodegas, 1999, págs. 237-238; J. A. Díaz Sáez, La gran historia del ciclismo vizcaíno 1844-1999, Bilbao, Fundación BBK, 2000, págs. 221, 246 y 255; J. Osés (pseud. OST), Jesús Loroño. El favorito de monsieur Goddet, Pamplona, C.D.P. Ediciones, 2002; C. Arribas (coord.), Locos por el Tour, Barcelona, RBA, 2003, págs. 140-148.

 

José Antonio Díaz Sáez

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