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Irene López Heredia

Biografía

López Heredia, Irene. Mazarrón (Murcia), 1894 – Madrid, 10.X.1962. Actriz.

Su padre era ingeniero de caminos y se opuso rotundamente a que se dedicara al teatro. Pero pudo más ella, quien se estableció en Madrid, entrando de dama joven en la compañía de María Guerrero, con quien debutó en una obra de Jacinto Benavente, Por las nubes, cobrando un salario de 15 pesetas diarias, cantidad relativamente aceptable para una chica que empezaba su carrera. Luego pasó a la compañía de José Tallaví.

El tiempo que permaneció en la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza fue el más feliz de su juventud. Estrenó La malquerida benaventiana, en la que representaba el papel de Fidela, que era breve, pero recorrió España entera con aquella compañía, aprendiendo el oficio. Luego hizo una gira por la América hispana, muy satisfactoria también. A su regreso a Madrid interpretó, junto a Mariano Asquerino, obras de Oscar Wilde (caso de El fantasma de Canterville), Bernard Shaw (Cándida), Linares Rivas y muchas otras, sobre todo de Jacinto Benavente, con quien tuvo mucha amistad y del que estrenó bastantes piezas. El teatro que representó se llamó en su tiempo “de alta comedia”. Fueron papeles que representaba con soltura, mostrando una elegancia natural, nada sofisticada. Con Ernesto Vilches formó una popular pareja, en la vida artística y en la sentimental. Durante las temporadas que estuvieron juntos, lograron frecuentes éxitos de taquilla. Uno de los más singulares estrenos de Irene en esa época fue en el madrileño teatro Príncipe Alfonso, El eterno don Juan, donde cantaba un aria de Mozart.

En tiempos de la Segunda República Española estrenó una comedia que le proporcionó mucha notoriedad: La Papirusa, de Leandro Navarro y Adolfo Torrado. Al estallar la Guerra Civil, se marchó a Italia, comprobando con estupor a su regreso, ya concluida la contienda, que había perdido gran parte de sus ahorros y joyas que tenía depositadas en el Banco de España. Tuvo que rehacer su vida a partir de entonces, para recuperar poco a poco aquel patrimonio, que había conseguido en sus años de esplendor.

Reanudó en la posguerra su carrera de primera actriz con Seis personajes en busca de autor, Así es, si así os parece, Campo de armiño, La princesa Bebé, Rosas de otoño, La escuela de las princesas y La noche del sábado. Diose la circunstancia de que el autor de esas últimas obras, el premio Nobel Jacinto Benavente, disputó con Irene López Heredia por cierto asunto familiar, y a partir de 1943 discutieron hasta el punto de que él le prohibió representar más obras suyas. Eso ocurría en 1943, ella recurrió entonces a estrenar en el madrileño teatro Infanta Beatriz La sombra, de Darío Nicodemi, donde interpretaba a una paralítica, lo que le obligaba a manifestarse en escena con poderosos gestos y bien estudiadas miradas. Obtuvo uno de sus más sonados triunfos. En la temporada siguiente estrenó Hedda Gabler, de Ibsen.

Con Benavente terminaría haciendo las paces y en los últimos años del autor ella lo cuidaba a menudo con verdadero mimo y ternura. En la década de 1950 representó magistralmente La Celestina, El regreso de la vieja dama, Los intereses creados y Don Juan Tenorio, siendo doña Brígida el último personaje de su vida. En el cine tuvo escasas intervenciones, que merecen recordarse como destacadas las que hizo en Míster Arkadín, de Orson Welles (1954) y en De espaldas a la puerta, de José María Forqué (1959).

 

Obras de ~: Así son todas, 1925; Gigí; Los pájatos encantados; Corazonada; La dama del antifaz; Doncellas de hoy; La última vuelta; Entre gente bien; Fin de semana.

 

Bibl.: M. Román, Los cómicos, vol. I, Barcelona, Royal Books, 1995, págs. 65-68; M. Gómez García, Diccionario del teatro, Madrid, Ediciones Akal, 1997, pág. 486; J. L. Borau, Diccionario del cine español, Madrid, Alianza Editorial, 1998, págs. 516-517.

 

Manuel Román Fernández