López de Gómara, Francisco. Gómara (Soria), 2.II.1511 – c. 1564. Sacerdote e historiador español.
Hasta el año 1887, estuvo comúnmente aceptada la tesis de Enrique de Vedia sobre que Francisco López de Gómara había nacido en Sevilla. Sin embargo, en ese año, Marcos Jiménez de la Espada aseguraba que tal idea no era cierta y afirmó que López de Gómara no había nacido en Sevilla sino en un pueblo de Soria, llamado Gómara, el día 2 de febrero de 1511, como el propio autor afirma en los Anales: “que fue día de la purificación de Nuestra Señora, que llaman Candelaria”. Pero éste no es el único dato confuso sobre este personaje. No se conoce el nombre de sus padres, puesto que los datos que podrían aclarar este aspecto, los registros de bautismo de la parroquia y la lápida de la tumba de sus padres, han desaparecido. El libro de registros de bautizos, defunciones y casamientos más antiguo de la parroquia de Gómara que se conserva data del año 1541 y las lápidas originales de la iglesia fueron levantadas en un momento determinado. Los pocos datos familiares que se conocen sobre él se han extraído de la lectura de su testamento. De éste se desprende que sus padres fueron enterrados en la iglesia de San Juan Bautista de Gómara y que era el único hijo varón del matrimonio, conclusión obtenida después de comprobar que sólo menciona como parientes más cercanos a dos hermanas, Mari y Brígida. Su familia no era la más notable de la villa, pero tampoco era desconocida, como lo demuestra el hecho de que varios varones ocuparon el cargo de párroco del pueblo. También se sabe que era sobrino del párroco Antón García, de quien heredó no sólo el cargo, sino también una capellanía fundada por éste que fue acrecentando con la cesión de otras propiedades, aunque nunca antes de 1544, pues en esa fecha su tío aún estaba vivo. El sobrino de Gómara, Pedro Ruiz, ocupó el mismo cargo de párroco más tarde. Cumpliendo la obligación de ser gramático y cantor para poder obtener las órdenes sacerdotales, cursó sus estudios de Gramática o Lengua Latina en el colegio eclesiástico de San Pedro de Soria, siendo su maestro el bachiller Pedro de Rúa, que enseñaba esa disciplina desde 1522.
De la lectura de sus obras pueden sacarse algunos datos sobre su vida. Según algunos pasajes de los Anales, en 1531, cuando contaba con veinte años, se encontraba en Roma adonde fue acompañando al confesor del Emperador y obispo de Osma, fray García de Loaisa, que había pasado en 1529 a la ciudad para asistir a la coronación de Carlos V en Bolonia. Cuando Carlos V abandonó Italia después de su coronación, el obispo Loaisa, que había sido elevado al rango de cardenal, quedó allí para tratar con el Papa los asuntos eclesiásticos. Hay que señalar que tanto Soria como Gómara dependían eclesiásticamente del Obispado de Osma, por lo cual no resulta extraño que López de Gómara fuera a Roma como parte del séquito del cardenal. Es posible que lo hiciera por recomendación de algún personaje del Obispado de Osma, un apoyo que posteriormente se plasmaría en otras concesiones. La estancia en Roma permitió a Gómara comenzar a rodearse del ambiente cortesano, aunque nunca tuviera un lugar privilegiado en el séquito de Loaisa.
El apoyo anteriormente mencionado que el cronista obtuvo de algunas autoridades del Obispado se plasmó en una recomendación para la Capellanía del Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles de Bolonia, firmada por Antonio de Basurto, vicario general del obispo Pedro González, sucesor de Loaisa. La carta de recomendación, que afirmaba que Gómara ya había recibido las órdenes sacerdotales y reconocía su pasión por el estudio, provocó la concesión de dicho cargo el 17 de mayo de 1536. Su estancia en Bolonia no le aportó ningún grado, pero sí ciertos conocimientos en Leyes y Teología y los contactos con reconocidos humanistas de la época, como fueron el último obispo católico de Upsala (Suecia), Olao Godo, Ginés de Sepúlveda (futuro capellán y cronista del emperador Carlos) y Antonio Agustín, que se convirtió en fiador de Gómara.
El 31 de octubre de 1537, Gómara abandonó Bolonia para trasladarse a España, con el objetivo de acompañar a los colegiales que debían someterse a las pruebas de limpieza de sangre que se les exigían. Dada la delicadeza de dichas pruebas, el colegio sólo encomendaba esta tarea a alumnos fieles a la institución y sólo una vez al capellán. Gómara fue el segundo capellán del colegio en recibir esta distinción. El viaje por tierras españolas tuvo una duración de trece meses y diecinueve días, durante los cuales recorrieron Zaragoza, Úbeda, Jaén, Córdoba, Granada, Málaga, Marbella, Sevilla, Azuaya (Extremadura), Lisboa, Salamanca, León, San Vicente de la Barquera (Cantabria) y Moya (Cuenca).
Poco después de su regreso a Bolonia, que tuvo lugar el 14 de diciembre de 1538, marchó nuevamente a Roma acompañando a Antonio de Barahona, rector del Colegio de San Clemente cuando Gómara ingresó, y luego a Venecia. Allí, recomendado por el padre Antonio Agustín (al que Gómara conoció en el Colegio de Bolonia), el soriano entró en contacto con el círculo de Diego Hurtado de Mendoza, embajador en dicha ciudad desde 1539, cuya casa se convirtió en punto de reunión de estudiosos y artistas. De estas reuniones y de la lectura de diversas obras comenzó su preocupación por el conflicto turco, que derivó en la redacción de su obra Guerras de Mar de nuestro tiempo, recientemente descubierto como manuscrito en la Biblioteca Nacional de España con el título de Compendio de lo que trata Francisco López en el libro que hizo de las Guerras de Mar. En este conflicto, Gómara obviamente optó por el bando cristiano, especialmente en la cuestión de los cautivos que debían elegir entre vivir como esclavos o renegar de su fe. El autor pensaba que la solución estaba en manos del emperador Carlos V, ensalzando los valores del Monarca, y aspirando al mismo tiempo a ser nombrado cronista real.
Por varias menciones que hace en la Historia de la Conquista de México, se sabe que López se enroló en las campañas de Argel. Algunos autores, como Roger B. Merriman, afirman que lo hizo en compañía de Hernán Cortés, entrando después a su servicio. Pero otros, como Nora Jiménez, dicen que posiblemente lo hiciera acompañando al propio Emperador cuando éste pasó por Venecia camino de la guerra. Durante la expedición, Gómara se mostró como un excelente observador, guardando en su memoria detalles de la misma que dieron un gran realismo a sus descripciones. Aunque es cierto que en Argel tomó contacto con Hernán Cortés, pues en sus obras cuenta con gran minuciosidad algunos acontecimientos que tuvieron a Cortés como protagonista.
Los datos existentes hacen suponer que tras regresar de Argel, Gómara se mantuvo vinculado a la casa de Cortés. Por la dedicatoria de su obra De los hechos de los Barbarrojas al marqués de Astorga, consuegro de Hernán Cortés, se sabe que en 1545 se encontraba en Valladolid, donde estaba terminando de redactarla en latín. Por aquellos años también estaba componiendo la historia de Cortés. Sin embargo hay algunos detalles que hacen dudar de la verdadera naturaleza de la relación entre Cortés y Gómara. Sólo fray Bartolomé de Las Casas afirma que Gómara fue capellán del conquistador de Nueva España, pero no otros contemporáneos, ni siquiera aquellos que habían tenido estrecha relación con él, como Andrés de Tapia, Bernal Díaz del Castillo o Francisco Cervantes de Salazar. Por otro lado, los documentos del marqués del Valle que han quedado en México, y su testamento, no hacen ninguna referencia al soriano. Tampoco Gómara estuvo presente en las exequias de Cortés y en los libros de cuentas de la casa no hay ningún pago a favor de Francisco López de Gómara, cronista o capellán, cargo que sí ostentan Jorge de Guzmán y Miguel de Arriaga.
Sin embargo, a pesar de la existencia de estos documentos, en indudable que sí hubo relación entre ambos personajes, como se evidencia de una cédula del segundo marqués del Valle extendida en 1553 a López de Gómara poco tiempo después de terminada la impresión de la Historia de las Indias, por la cual se estipulaba el pago de 500 ducados por haber escrito la crónica de la conquista de México. Sin embargo, esta cédula no está firmada por Hernán Cortés, sino por su heredero, y no hace referencia alguna a ningún posible cargo de capellán. Pero parece que esta relación de Gómara y la familia Cortés data de la época de su hijo Martín, no del conquistador. Al segundo marqués hizo Gómara dedicatoria de la Historia.
A raíz de su relación con Martín Cortés, Gómara entró en el círculo de la Corte, llegando a ocupar el cargo de capellán en la misma. Esta afirmación se deduce no sólo de los asertos del Inca Gracilaso, sino también de unos documentos que Gómara tramitó en Madrid en 1553, en los que se le menciona como clérigo, residente en la Corte. En 1554, Gómara pasó a Flandes para estar con la Corte, que se había trasladado allí algunos años antes, con el objetivo de conseguir finalmente el nombramiento de cronista, aunque éste nunca llegó. En estos años, Gómara pasó penurias económicas provocadas, entre otras cosas, por un percance relatado por Marcos Jiménez de la Espada: Gómara poseía una cédula para cobrar 100 escudos que tuvo que cambiar por azafrán por falta de efectivo, pero cuando fue a cambiarlo de nuevo se vio que era cecina deshilada y fue a parar a la cárcel hasta que se resolvió el malentendido. Además el soriano tuvo una enfermedad (un tumor en la cabeza) que probablemente fuera la que le costara la vida algunos años después y solicitó permiso para regresar a Castilla.
Cuando obtuvo dicho permiso, marchó a España, llegando a Valladolid en octubre de 1559 como parte del séquito de Felipe II, y se retiró a Soria. No se conoce tampoco la fecha exacta de su muerte, pero sí que otorgó testamento en Soria el 2 de diciembre de 1559 y que pidió ser sepultado en la iglesia de San Juan Bautista, en la tumba de sus padres.
La obra más importante de Francisco López de Gómara fue la Historia General de las Indias y conquista de México, redactada con datos suministrados por terceras personas, ya que él nunca estuvo en América. La primera parte está dedicada al descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, excepto México, hasta 1552. La segunda parte trata de la conquista de México, que es presentada como una hazaña personal de Hernán Cortés. Este hecho le ocasionó grandes enfrentamientos con otros de los grandes cronistas de la época: Bernal Díaz del Castillo llegó a decir que “le untaron las manos” para que escribiera la historia centrándose en Cortés, y Bartolomé de Las Casas dijo de él que era el “criado de Cortés”. La crónica fue impresa por primera vez en 1552 en Zaragoza, y fue reimpresa el 20 de agosto de 1553 en Medina del Campo. Fue en ese mismo año cuando comenzó la prohibición de la obra por contener críticas hacia algunas decisiones de Carlos V. Así, el 13 de octubre de 1553, se dictó una Real Cédula dirigida a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla para que no dejaran pasar ningún ejemplar de la crónica a América y en noviembre del mismo año, Felipe II ordenó recoger todos los ejemplares que de la obra circulaban por España, pues “no conviene que el libro se venda ni lea ni impriman más libros sino que los que están impresos se recojan y traigan al Consejo [...] so pena que el que lo imprimiere o vendiere incurra en pena de 200.000 maravedís”. Incluso en 1572, se ordenó al corregidor de Soria que enviara una persona de confianza a la villa de Gómara para que recogiera y llevara al Consejo de Indias todos los papeles, libros y escritos sobre la Historia de las Indias que estaban en poder de los herederos del autor. Pero, a pesar de las prohibiciones, no pocas fueron las ediciones que se hicieron de la obra, pues la persecución de la edición castellana hizo proliferar otra serie de ediciones: Amberes en 1554; Roma en 1556; Venecia en 1557, 1560 y 1576; París en 1568 y otras once ediciones hasta 1606; Londres en 1578 y 1596. Sin embargo, después de estas ediciones tempranas la obra cayó en el olvido hasta que en el siglo xviii González Barcia la rescató en su colección de historiadores primitivos de las Indias.
Obras de ~: Historia general de las Indias y conquista de México, Zaragoza, Agustín Millán, 1552 (Madrid, Andrés González Barcia, 1749); “De los hechos de los Barbarrojas”, en Memorial Histórico Español, t. IV, Madrid, 1853, págs. 327- 439; R. B. Merriman (ed.), Anales de Carlos V, Oxford, Crítica, 1912; Guerras de Mar del Emperador Carlos V (Compendio de lo que trata Francisco López en el libro que hizo de las guerras de mar de sus tiempos), ed., intr. y notas de M. Á. de Bunes y N. Jiménez, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000.
Bibl.: M. Jiménez de la Espada, De un curioso percance que tuvo en Anveres el presbítero López de Gómara, Madrid, Imprenta de Fortanet, s. f.; E. de Vedia, “Estudio preliminar” y “Noticia de la vida y escritos de Francisco López de Gómara”, en Historiadores Primitivos de Indias, Madrid, Ediciones Atlas, 1946; R. E. Lewis, “El testamento de Francisco López de Gómara y otros documentos tocantes a su vida”, en Revista de Indias, n.º 173 (1984), págs. 61-73; N. E. Jiménez, Francisco López de Gómara: escribir historias en tiempos de Carlos V, Zamora (Michoacán), El Colegio de Michoacán, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001; J. Miralles Ostos, “Gómara, ¿Capellán de Cortés?”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (Madrid), t. CCVVI, cuad. II (mayo-agosto de 2009), págs. 165-175.
María Salud Elvás Iniesta