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Adelardo López de Ayala y Herrera

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Biografía

López de Ayala y Herrera, Adelardo. Guadalcanal (Sevilla), 1.V.1829 – Madrid, 30.XII.1879. Escritor y político.

De familia noble de origen extremeño, pasa su infancia en su localidad natal —donde ya escribió y representó alguna pieza teatral— y a los catorce años marchó a Sevilla, ciudad en la que se tituló de bachiller e inició los estudios de Derecho, que no llegó a concluir. Allí conoció al autor Antonio García Gutiérrez, que le animó a convertirse en escritor dramático. Encabezó una rebelión contra la prohibición del sombrero calañés y la capa corta entre los estudiantes de Sevilla, que había decretado el Claustro de la Universidad, y regresó a Guadalcanal. De esta época son sus comedias Salga por donde saliere, Me voy de Sevilla, La corona y el puñal, todas ellas con personajes sólo masculinos por la dificultad de encontrar actrices en su localidad. También La primera dama, que hizo representar a su hermana. De ese mismo período son La primita y El tutor, todas ellas perdidas. Sí se conservan la obra teatral Los dos Guzmanes, la leyenda Amores y desventuras y la poesía Los dos artistas.

Regresó a Sevilla, donde escribió su primera obra dramática representada para el público, Un hombre de Estado. En el otoño de 1849, con veinte años, se trasladó a Madrid para reunirse con su amigo Manuel Ortiz de Pinedo. Dio a conocer su obra a los críticos José Fernández-Espino y Antonio Gil y Zárate, que se pronunciaron de manera desigual sobre ella. En 1850 inició su carrera periodística y comenzó a relacionarse con quien se convertiría en su íntimo amigo, el compositor Emilio Arrieta, y con los políticos Cristino Martos y Antonio Cánovas del Castillo.

A finales del mes de agosto de 1850, dirigió una carta al antiguo periodista y ministro de la Gobernación, Luis José Sartorius, conde de San Luis, cuyo texto se conserva. En ella solicitaba la lectura de su drama por él mismo o por alguien próximo y su apoyo para su estreno. Lo leyó finalmente Manuel Cañete, secretario particular del ministro y hombre de letras. Tras introducir algunas correcciones sugeridas por Cañete, la pieza se representó por primera vez el 21 de enero de 1851 en el teatro Español por un elenco de actores de los más conocidos en aquel momento. Entre ellos, figuraba Teodora Lamadrid, con la que mantuvo una relación de la que dio cuenta Ayala en su Epistolario, publicado póstumamente en 1912. La primera incursión teatral de Ayala cosechó una crítica negativa en general, mostrándose moderadamente a su favor El Heraldo, que era el periódico de Sartorius, y en contra El clamor público. A raíz del estreno obtuvo una plaza en el Ministerio dotada con 12.000 reales.

Comenzó para Ayala una etapa de estrenos continuos, pero que no consiguieron el favor general del público: en 1851, la comedia Los dos Guzmanes, escrita a los diecisiete años; más adelante, las zarzuelas La Estrella de Madrid (1853), Los comuneros (1855), Guerra a muerte (1855) y El Conde de Castralla (1856), todas con música de Arrieta, excepto la última, que se debe a Cristóbal Oudrid y fue prohibida por la censura por lo que se suponían alusiones al duque de la Victoria, presidente del Gabinete. Haydé o el secreto (1855) es una traducción que no llegó a desarrollar para la escena. En 1853 publicó la novela de Cervantes El curioso impertinente en forma de drama y en colaboración con Antonio Hurtado. Gustavo, una novela inacabada escrita en esa época y prohibida por la censura en 1852, se publicó de forma póstuma en 1908.

Su consagración como dramaturgo vino de la mano de la obra Rioja, estrenada en el teatro Español el 26 de enero de 1854 con un reparto en el que figuraba Teodora Lamadrid. Se trata de una obra dedicada al que entonces se suponía autor de la Epístola moral a Fabio, Francisco de Rioja —sólo en 1875 el erudito gaditano Adolfo de Castro estableció de forma definitiva que no lo era— y que ponderaba la renuncia a los honores cortesanos y las glorias humanas.

Ese mismo año 1854 dimitió el Gobierno del conde de San Luis y se formó un nuevo ministerio presidido, tras distintas alternativas, por el general Espartero con Leopoldo O’Donnell de ministro de la Guerra. Este Gobierno convocó Cortes Constituyentes unicamerales, que comenzaron sus trabajos en noviembre. Los moderados quedaron fuera de la Cámara y se refugiaron en la prensa crítica y satírica de la que fue muestra importante El Padre Cobos, periódico del que, al parecer, fue Ayala colaborador, aunque de forma anónima, como era norma. Sí participó en un juicio con jurado en la defensa de unos versos denunciados que desacreditaban a las Cortes y de los que se le suponía autor. Fue su primera intervención pública como orador —en la que se proclamó monárquico y católico— y muy celebrada.

En 1856 pasó una larga temporada en Guadalcanal, desde donde dirigió una epístola en octavas a su amigo Emilio Arrieta. Este mismo año publicó la comedia El tejado de vidrio. Fue elegido diputado a Cortes por primera vez el 25 de marzo de 1857 por el distrito de Mérida, siendo Narváez presidente del Consejo. Miembro de la Comisión de Estilo del Congreso de los Diputados, participó en los debates de la ley de imprenta impulsada por Nocedal, manifestándose en contra. Estas Cortes terminaron el 16 de julio.

No resultó elegido en la primera legislatura de 1858 y se retiró de nuevo a Guadalcanal. Allí escribió su refundición de El Alcalde de Zalamea de Calderón de la Barca, luego muy representada.

En octubre de 1858 fue elegido diputado por el distrito de Castuera (Badajoz) ya en las filas de la Unión Liberal. Miembro de la Comisión que debatía la nueva ley de imprenta, no se pronunció sobre su contenido. Se abstuvo igualmente en la votación de una proposición para abolir la pena de muerte por delitos políticos. Se manifestó a favor de la guerra en Marruecos. En la última legislatura correspondiente al Congreso elegido en 1858 obtuvo setenta y dos votos para una vicepresidencia, aunque no llegó a alcanzarla. Tras las elecciones de 1863 ocupó de nuevo escaño por Badajoz. Pero a lo largo de todo este período, su participación en la actividad parlamentaria fue en general escasa.

No ocurrió lo mismo con su carrera como dramaturgo, que se consolidó en estos años. En 1857 se estrenó El tejado de vidrio, dedicada a su amigo Arrieta, y en 1861, en el teatro del Príncipe, El tanto por ciento, una obra contra el materialismo imperante en aquel momento y que dedicó a su también amigo Cristino Martos, ambas interpretadas por Teodora Lamadrid y la segunda, además, en su beneficio. A raíz de este último estreno, se formó una comisión para tributarle un homenaje. Martínez de la Rosa, presidente del Congreso, le entregó una corona de oro y un álbum con poesías de sus amigos y admiradores.

En febrero de 1862 estrenó en el teatro Lírico la zarzuela El agente de matrimonios y en 1863, en el teatro Circo, la comedia El nuevo don Juan. Con estas dos obras se cierra el ciclo más importante de su producción literaria. Aparte de numerosos esbozos de comedias y alguna obra narrativa, en este ámbito sólo le quedaba por estrenar su obra Consuelo (1878). Inició una etapa de intensa actividad política al tiempo que se produjeron cambios importantes en el escenario nacional (Revolución del 68, Cortes Constituyentes, Primera República, Restauración) en los que tomó parte muy activa.

El 1 de diciembre de 1865 fue elegido de nuevo diputado por Badajoz y se incorporó a la Comisión de Corrección de Estilo. El marqués de la Vega de Armijo lo nombró director del Conservatorio de Música y Declamación, pero el Congreso lo declaró incompatible y renunció al cargo. A lo largo de la legislatura de 1866, se sucedieron las sublevaciones: a comienzos de año, se alzó Prim, pero el golpe no cuajó y se refugió en Portugal; en junio se levantaron los sargentos del cuartel de San Gil y fueron fusilados setenta y ocho individuos. El 10 de julio dimitió O’Donnell como presidente del Gabinete. Fue sustituido por Narváez. El Congreso elegido en 1865 no volvió a reunirse. O’Donnell falleció en 1867 y Narváez en 1868.

Ayala se unió a los conspiradores militares de la mano del general Dulce y con el consentimiento y amparo del duque de Montpensier. A comienzos de 1867, se refugió en Lisboa, pero en mayo regresó a Guadalcanal y luego pasó a Sevilla. El 7 de julio el Gobierno detuvo y deportó a Canarias a los generales Serrano —duque de la Torre— Dulce, Zabala, Córdova, Echagüe, Serrano Bedoya y Caballero de Rodas e hizo salir del país a los duques de Montpensier. Prim estaba exiliado en Londres.

Ayala se embarcó en Cádiz el 8 de septiembre en el vapor Buenaventura, que el republicano capitán Lagier había conseguido fletar con dinero de Montpensier. Se dirigieron a Canarias para traer a la Península a los generales desterrados. Entre tanto Prim había llegado a Gibraltar desde Londres con Sagasta y Ruiz Zorrilla y se puso en contacto con el almirante Topete y el brigadier Malcampo. El 18 de septiembre se alzaron contra la reina Isabel II en Cádiz. El 19 por la mañana desembarcaron y por la tarde arribó al puerto el Buenaventura con los generales que estaban en Canarias. Esa misma tarde, se reunieron todos y encargaron a Ayala la redacción, a partir de las ideas expresadas, de un manifiesto que iban a dirigir a la nación. El manifiesto —titulado España con honra— era una proclama llamando a la rebelión pero no ofrecía un programa concreto ni se pronunciaba sobre la Monarquía, limitándose a proponer la formación de un gobierno provisional.

Ayala partió con las tropas del duque de la Torre hacia Madrid y en Alcolea se encontraron con el ejército isabelino mandado por el marqués de Novaliches. Redactó y llevó una carta a éste instándole a unirse a los rebeldes, pero la propuesta fue rechazada. Tras la batalla de Alcolea (28 de septiembre de 1868) y la partida de la reina Isabel II al exilio, las formaciones de ambos ejércitos marcharon unidas hasta Madrid y se nombró un gobierno provisional, presidido por el duque de la Torre, en el que Ayala ocupó la cartera de Ultramar. Se manifestó contrario a la emancipación de los esclavos en tanto durase la insurrección cubana. El 15 de enero de 1869 Ayala fue elegido diputado por Badajoz (distrito de Castuera) y Málaga (distrito de Antequera) y optó por este último. Presentó a las Constituyentes una memoria de su actividad en el Ministerio, que incluía reformas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas y el establecimiento de la estación naval de Fernando Poo. Mantuvo la cartera de Ultramar.

Ayala representaba a los monárquicos que estaban inicialmente a favor de la instauración de la infanta-duquesa de Montpensier o del mismo duque en el trono, mientras otros miembros del Gabinete, como Prim, ministro de la Guerra, se manifestaban partidarios de una Monarquía electiva. El Gobierno del que formó parte hubo de enfrentarse a la sublevación independentista iniciada con el “grito de Yará” en la isla de Cuba. El 1 de mayo contestó a una pregunta del diputado cubano Fernández Vallín sobre la eventual supresión del ministerio. En el debate constitucional, el 20 de mayo, se manifestó resueltamente a favor de la Monarquía (Diario de Sesiones de las Cortes Constituyentes, n.º 78, págs. 2140-2145) y negó cualquier componente republicano a la sublevación que condujo a la Gloriosa, afirmación que desmintió Topete, ministro de Marina. En esa misma sesión fue aprobado, por doscientos catorce votos a favor y setenta y uno en contra y con su voto afirmativo, el artículo 33 de la Constitución de 1869 que establecía que “la forma de gobierno de la Nación española es la monarquía”.

El duque de la Torre, ya presidente del llamado poder ejecutivo, aceptó al día siguiente, el 21 de mayo, la renuncia de Ayala al ministerio. El 22, en una calurosa intervención parlamentaria reconoció los méritos del cesante. Éste declaró a continuación que no deseaba causar “ningún inconveniente” al Gobierno por sus manifestaciones anteriores y que se había mantenido en el cargo pese a su maltrecha salud (padecía bronquitis crónica y le habían sido extirpadas las amígdalas recientemente). El 25 de marzo de 1870 ingresó en la Real Academia Española. Pronunció su discurso de recepción sobre Calderón de la Barca.

El 16 de noviembre del mismo año votó a favor de la elección de Amadeo de Saboya como rey de España y, en diciembre, tras el asesinato de Prim, regresó al Ministerio de Ultramar en el primer Gobierno amadeísta, presidido de nuevo por Serrano. El 8 de marzo de 1871 fue elegido diputado por Badajoz (distrito de Fregenal de la Sierra). El 3 de abril se reunieron las Cortes por primera vez y el 5 del mismo mes contestó a una pregunta del diputado tradicionalista Vildósola sobre la supuesta venta de la isla de Cuba. Además de numerosas preguntas, hubo de responder a una proposición del diputado Labra sobre los “ataques que sufría en Cuba el principio de autoridad y la inobservancia de las disposiciones dadas para llevar a Ultramar el espíritu de la revolución de Septiembre”.

El 24 de junio cayó el gabinete y se formó uno nuevo presidido por Ruiz Zorrilla, que duró unos meses y fue sustituido primero por uno de Malcampo y, más tarde, por otro de Sagasta. Éste disolvió las Cortes el 24 de enero de 1872. Ayala resultó elegido diputado de nuevo por Fregenal en las elecciones de 3 de abril. Las Cortes se reunieron el 24 de ese mes y el Gobierno Sagasta cayó el 22 de mayo. Fue sucedido por un gabinete presidido por el general Serrano en el que Ayala ocupó de nuevo la cartera de Ultramar. Sin embargo, su duración fue muy breve, al negarse el Rey a suspender las garantías constitucionales, según le solicitaba el Gobierno. En junio de 1872 se convocaron nuevas Cortes. Las elecciones tuvieron lugar los días 24 de agosto y siguientes, con una abstención próxima al 54 por ciento. Ayala no resultó elegido, como tampoco lo fueron Sagasta, Cánovas, Serrano, Topete o Romero Robledo. El 11 de febrero de 1873 renunció formalmente a la Corona el rey Amadeo de Saboya. Las Cortes votaron la República como forma de Estado y el 11 de marzo se convocaron Cortes Constituyentes de la República Española. Éstas aprobaron la abolición de la esclavitud en la isla de Puerto Rico el 22 de marzo. El 17 de julio se presentó el proyecto de Constitución. El 3 de enero de 1874 tuvo lugar el golpe del general Pavía. El 29 de diciembre se produjo el pronunciamiento de Sagunto a favor del regreso del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, al trono.

Ocupó de nuevo la cartera de Ultramar en el primer gabinete de la Restauración, presidido por Cánovas y formado en diciembre de 1874. En las elecciones de 20 de enero de 1876 fue elegido diputado por Madrid y mantuvo la cartera. En noviembre de ese mismo año dimitió por problemas de salud y fue sustituido primero interinamente y luego definitivamente por Cristóbal Martín de Herrera. Durante su mandato tuvo lugar la expedición de Malcampo a Joló, en Filipinas. También en este período redactó el discurso que dirigió el rey Alfonso XII al ejército del Norte en Somorrostro el 3 de marzo con motivo de la derrota definitiva del carlismo y el fin de los fueros vascos. No participó en el debate constitucional.

Las Cortes fueron convocadas el 10 de enero de 1878 para deliberar acerca del matrimonio del Rey con la infanta Mercedes de Orleans y, una vez concedida la autorización, se clausuraron el 28. El nuevo período de sesiones se inició el 15 de febrero y Ayala fue elegido presidente de la Cámara. Obtuvo ciento setenta y siete votos, frente a ochenta y uno de Sagasta y veintinueve en blanco.

Armando Palacio Valdés retrató así en sus Semblanzas literarias (1908) su ejercicio presidencial: “Así que llega a persuadirse de que ni sus efusivos bostezos ni las miradas distraídas que pasea por el ámbito de la sala logran enternecer a la empedernida sesión, el señor Ayala adopta, como es natural, las medidas que la prudencia y su alta representación aconsejan. Se echa hacia atrás y, apoyado el codo en el brazo del sillón, deja reposar blandamente la mejilla sobre la mano. Sus ojos permanecen abiertos, muy abiertos, pero su abundante cabellera empieza a descender con lentitud por el suave declive de la frente y en breve tiempo logra invadir la mayor parte de aquel rostro literario más que político. Al poco rato, sobre la silla presidencial no se ven más que cabellos. El Congreso está presidido por una melena”.

El 30 de marzo de 1878 se estrenó en el teatro Español su última comedia, Consuelo, protagonizada por la actriz Elisa Mendoza Tenorio, con la que se dijo que iba a contraer matrimonio. El Rey asistió a la representación. El 26 de junio, siendo presidente del Congreso, pronunció la oración fúnebre en honor de la reina Mercedes, fallecida ese mismo día.

El 20 de abril de 1879 fue elegido de nuevo diputado. El 2 de junio, presidente interino y el 24, presidente definitivo del Congreso de los Diputados. Saludó desde su sitial a los parlamentarios cubanos, que acudieron a la Cámara por primera vez. Se comentó que el Rey le ha encargado la formación del ministerio, pero Ayala declinó a favor de Cánovas, que presentó su nuevo gabinete en el Congreso el 10 de diciembre. Quedaron suspendidas las sesiones de las Cortes. El 30 del mismo mes murió Ayala, víctima de sus dolencias pulmonares en su casa de la calle San Quintín de Madrid, auxiliado por su hermana Josefa. El 1 de enero de 1880 quedó su cuerpo embalsamado expuesto en el salón de conferencias del palacio del Congreso. A las doce horas del día 2 de enero salió el cortejo fúnebre. Portaban las cintas del féretro Castelar, Sagasta, Martos, Tamayo, Posada Herrera, Álvarez, el marqués de Cabra y Núñez de Arce. A su paso por el teatro Español fue descubierta la estatua de Calderón de la Barca en la plaza de Santa Ana. A las cinco de la tarde, recibió tierra en el cementerio de San Pastor y San Justo. En la primera sesión de la nueva legislatura le rindieron tributo Cisneros, Moreno Nieto y Cánovas.

Dos hermanos de Adelardo, Baltasar y José María, fueron también diputados. La apariencia de Ayala era, según su contemporáneo Cañamaque, “frente ancha, tersa, espaciosa; ojos negros, serenos, grandes; bigote poblado, enorme, retorcido; pera larga, espesa, cuidada; melena artística, aceitosa, poética; rostro ovalado, lleno, severo; cabeza imponente, bella, escultural [...] el león más hermoso del Congreso”. Cañamaque no dudó, sin embargo, en reprochar a Ayala que, habiendo sido el ariete contra la ley de imprenta de Nocedal en 1857, fuera luego miembro de un ministerio que “suprimió de un arranque todos los periódicos democráticos de España” en 1874 y de otro que aceptó la ley de imprenta de Cánovas y Romero Robledo en 1878. Como parlamentario, no fue un orador abundante, sino “duro, tardo, premioso”.

 

Obras de ~: Los dos Guzmanes, Madrid, C. González, 1851; Un hombre de Estado, Madrid, S. Omaña, 1851; La estrella de Madrid, Madrid, C. González, 1853; con A. Hurtado, El curioso impertinente (novela de Cervantes reducida a drama en cuatro actos y en verso, con la colaboración de Antonio Hurtado), Madrid, C. González, 1853; Rioja, Madrid, C. González, 1854; Los comuneros, Madrid, C. González, 1855; Guerra a muerte, Madrid, José Rodríguez, 1855; Haydé o El secreto, Madrid, C. González, 1855; El conde de Castrilla, Madrid, Manuel Álvarez, 1856; El tejado de vidrio, Madrid, Compañía General de Impresores y Libreros, 1856; El tanto por ciento, Madrid, José Rodríguez, 1861; El agente de matrimonios, Madrid, José Rodríguez, 1862; El nuevo don Juan, Madrid, T. Fortanet, 1863; El alcalde de Zalamea (de don Pedro Calderón de la Barca, refundida por don ~), Madrid, José Rodríguez, 1864; Memoria presentada a las Cortes Constituyentes por el Ministro de Ultramar don Adelardo López de Ayala en 22 de febrero de 1869, Madrid, Imprenta de la Biblioteca Universal Económica, 1869; Discursos leídos ante la Academia Española en la recepción pública de don ~, el día 25 de marzo de 1870, Madrid, José Rodríguez, 1870; Consuelo, Madrid, M. Tello, 1878; Obras, Madrid, A. Pérez Dubrull, 1881-1885; “Gustavo (novela inéd.)”, en Revue Hispanique, XIX (1908), pág. 300; Obras completas, ed. y est. prelim. de J. M.ª Castro y Calvo, Madrid, Atlas, 1965.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie de documentación electoral, 39 n.º 6, 42 n.º 6, 53 n.º 7, 46 n.º 6, 61 n.º 11, 62 n.º 8, 67 n.º 1, 77 n.º 6, n.º 8, 82 n.º 1 y 85 n.º 1.

Galería universal de biografías y retratos de los personajes más distinguidos en política [...] desde 1848 hasta nuestros días, Madrid, Elizalde y Cía., 1867-1869; Á. Fernández de los Ríos (dir.), La Asamblea Constituyente de 1869, Madrid, Tomás Rey, 1869; M. Ibo Alfaro, Fisonomía de las Constituyentes, Madrid, Santos Larxé, 1869; A. Linares Rivas, La primera Cámara de la Restauración: retratos y semblanzas, Madrid, J. C. Conde, 1878; “Elección como Presidente del Congreso de los Diputados desde el 16 de febrero de 1878 hasta el 30 de diciembre de 1878”, en Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados (DSCD), n.º 2, 16 de febrero de 1878, págs. 14-26; “Elección como Presidente interino del Congreso de los Diputados de 2 de junio de 1879”, en DSCD, n.º 2, 2 de junio de 1879, págs. 25-26; “Elección como Presidente del Congreso de los Diputados de 25 de junio de 1879 hasta el 30 de diciembre de 1879”, en DSCD, n.º 20, 24 de junio de 1879, págs. 218-222; F. Cañamaque, Los oradores de 1869, Madrid, Simón y Osler, 1879; P. E de Tébar y J. de Olmedo, Las segundas Cortes de la Restauración. Semblanzas parlamentarias. Congreso de los Diputados, Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, 1879; C. Solsona y Baselga, Ayala, estudio político, Madrid, Hijos de J. A. García, 1891; J. O. Picón, Ayala, estudio biográfico, Madrid, La España Moderna, 1892; A. Pérez Calamarte y A. Bonilla y Sanmartín, “López de Ayala (Adelardo), Epistolario inédito”, en Revue Hispanique, XXVIII (1912), pág. 499; M. Artigas, “Carta inédita de López de Ayala a propósito de ‘Un hombre de Estado’”, en Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo (Santander) (1919); L. de Oteyza, López de Ayala o el figurón político-literario, Madrid, Espasa Calpe, 1932; G. Torres Nebrera, Antonio Hurtado Valhondo y Adelardo López de Ayala: entre literatura y política, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1988; P. Pascual (ed.), El compromiso intelectual del político: ministros escritores en la Restauración canovista, Madrid, Ediciones de la Torre, 1999; A. Zamora Vicente, Historia de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe, 1999; J. R. Urquijo Goitia, Gobiernos y ministros españoles (1808-2000), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001.

 

Mateo Maciá

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