Ayuda

Diego Ruiz Ortiz

Biografía

Ruiz Ortiz, Diego. Getafe (Madrid), 24.VII.1532 – Vilcabamba (Perú), 1571. Protomártir del Perú, misionero agustino (OSA) en Perú.

A los doce años partió para Sevilla con dos de sus familiares pero sin sus padres, pues los había perdido.

Ingresó en la Orden de San Agustín a los quince años y profesó a los dieciséis. Salió el año de 1547 con una misión franciscana presidida por el padre Francisco de Vitoria. El padre llegó a Perú principios de 1548.

En el capítulo agustino de 1563 fue destinado como doctrinante a Yanacache cerca de La Paz. Fue con diez religiosos sacerdotes y dentro de ellos estaba el provincial del Perú Juan de San Pedro. Aprendió con esmero el quechua y el aymara. Actúa como misionero hasta en Puná. En 1566 fue enviado a evangelizar a los indios de Capiñora.

El padre Marcos García —su compañero inseparable—, natural de Oteruelo (León), profesó en el Convento de Lima en 1557 y fue enviado a Vilcabamba.

Allá edificó una iglesia a dos jornadas de Vilcabamba.

Logró bautizar al inca Cusi Tito Quispe quien recibió el nombre de Felipe. Fray Marcos ganó la confianza del Inca, pero al denunciar sus vicios, se ganó la animadversión del neófito que le desterró y llegó ahogarle cuando iba a ver a sus misioneros de Chuquisaca.

Al morir Huayna Cápac, le sucedió Huáscar. Su hermano Atahualpa le venció y le tomó prisionero y lo mató. Aparece Pizarro y vence al Inca. Asume el mando Manco Inca. El virrey Núñez de Vela envía a Gómez Pérez quien causa la muerte de Manco Inca, asume el poder Tito Cusi Yupanqui al tiempo que entre nuestro protagonista en Vilcabamba con el padre Marcos García. Tito Cusi recibió bien al misionero.

Diego aprovechó la oportunidad y, tras pedir permiso al Inca, edifica una iglesia y predica el Evangelio y sana a los enfermos en un pequeño hospital que había levantado, enseñaba a los niños.

Su vida de oración, austeridad, caridad y gran penitencia ganó la confianza de los indios. Sin embargo, un día como otro Juan Bautista predicó contra el adulterio de Tito Cusi quien se había separado de su esposa Evangelina por unirse con Angelina Polanqilaco.

Este mal hábito se daba entre sus militares y capitanes.

Cuando el padre Marcos estaba con orden de destierro, fray Diego vino desde Huarancaya a Puquiruna donde estaba el Inca; para recoger las cosas de la iglesia, al tiempo que pedía al Inca su amigo que le dejase predicar. Diego Ortiz va a luchar contra las idolatrías, especialmente en el pueblo Chuquipalpa, donde adoraban a un ídolo principal, “Punchao”, donde estaba una estatua del sol y una piedra blanca, sobre un manantial de agua. El misionero comenzó a levantar cruces en los montes y lugares que dedicaban a adorar al demonio. Organizó colegios, construyó iglesias. Lo mismo hará en el pueblo de Puquira donde dicen que exorcizó al demonio mediante un fuego en la piedra donde decían que se hacía visible y salió huyendo. Ello provocó la aceptación de la fe y el bautizo de muchos, pero, por otra parte, los hechiceros vieron mermados su poder, irritándose contra el padre. Según Juana Guerrero, esposa de Martín Pando, secretario del Inca, procuran rebajar su influencia para lo que unas indias se vestirían con hábitos agustinos y arruinarían la castidad del padre.

Un día, el Inca invitó al misionero a un banquete. Él no fue por estar en misa y porque sabía que terminaría en borrachera. Así sucedió con el propio Tito Cusi que, aparte embriagarse, sufrió una terrible apoplejía.

Fray Diego llegó a la misma casa y pidió al Inca se arrepintiese de sus pecados sin que le hiciese ningún caso.

La coya Angelina Polanquilaco llamó a los capitanes y al secretario Pando para que matasen al religioso. Al llegar a su casa lo encontraron rezando. Los capitanes comenzaron a insultarlo y golpearlo, le sacaron al campo y le molieron a palos, le quitaron la ropa, ataron sus manos con sogas que cortaban la piel como cuchillo y lo dejaron a la intemperie desnudo y casi muerto de frío. Los indios pidieron que resucitase al inca tal como él les predicaba sobre la resurrección. Él les contestó que pediría a Dios por ello pero que era un pecador que sólo podía pedir a Dios. A continuación sigue el martirio; le atan los brazos atrás al punto de descoyuntarle los huesos, le quiebran el pecho y rompen varias costillas; a media noche, le echaron agua en las ataduras para que se ajustasen y fuesen más dolorosas.

Al amanecer, de nuevo le pidieron resucitase al Inca; él pidió celebrar Misa por tal intención, le desataron pero no podía mover los brazos. Martín Pando le golpeó los brazos y los volvió a su sitio. Acabada la misa y visto que no resucitaba el Inca lo ataron en una cruz y lo azotaron. Se le acercó Juan Quispe quien le dio una bofetada dejando paralizada su mano hasta la muerte. Le hicieron un hoyo debajo de la barba donde se la introdujeron y lo arrastraron a la casa de la coya Angelina, lo llevaron luego a pie tres o cuatro jornadas hasta el pueblo de Mancaray donde el inca Túpac Amaru se estaba coronando. Y ordenó le llevasen a la horca del inca donde ajusticiaba a los malhechores.

Como no moría el padre Diego los incas clavaron en sus uñas de los pies y manos espinas. Juan Tupa con su machete le golpeó en la cabeza hacia abajo, pues decían que paraba mirando al cielo. Corría el año 1571.

Cuando murió tenía unos treinta y nueve años. Al conquistar la región y fundarse la Nueva Vilcabamba o San Francisco de la Victoria se ubicó en nuevo lugar, se levantó una iglesia y se enterró dignamente su cuerpo donde permaneció de 1572 a 1595, de donde será llevado en secreto al Convento de Cuzco. El 28 de agosto de 1598 el obispo Antonio de la Raya los colocó solemnemente en la iglesia del mismo convento, cerca del altar mayor. Allá recibió culto hasta 1826 desde cuando se ha perdido la pista de tan preciadas reliquias. Después de varios siglos se ha retomado la causa del proceso de beatificación, siendo su vicepostulador el académico padre Benigno Uyarra Cámara.

 

Bibl.: A. de la Calancha, Crónica moralizada de la orden de San Agustín en el Perú, VI, Barcelona, Pedro Lacavallería, 1639; N. Suárez Vida y martirio del venerable Fray Diego Ortiz, Lima, 1659; T. Aparicio López, Fray Diego Ortiz: Misionero y Mártir del Perú. Un Proceso Original del siglo XVI, Valladolid, Estudio Agustiniano, 1989; B. Uyarra Cámara, Fray Diego Ortiz, OSA. Misionero, testigo de la resurrección, Protomártir del Perú, Lima, Valdesad, 1992; R. Sánchez-Concha Barrios, Santos y Santidad en el Perú Virreinal, Lima, Vida y Espiritualidad, 2003.

 

José Antonio Benito Rodríguez

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares