López Martín, Tancredo. Don Tancredo. Valencia, 1862 – 12.X.1923. Artista taurino.
Una muestra más de las muchas transferencias entre el lenguaje taurino y el habla coloquial se encuentra en el término “tancredismo”, “dontancredismo”, o “hacer el Tancredo”, que deriva del trabajo del artista Tancredo López y que viene a significar, aplicado a los políticos o a cualquier otra persona, hacer oídos sordos o permanecer impasible ante los problemas que se le vienen encima. Y en eso consistía el trabajo de don Tancredo: vestido completamente de blanco, se subía a un pedestal y, de esa guisa, esperaba la salida de los toros al ruedo, con los brazos cruzados y el cuerpo inmóvil, como una figura de piedra. El hombre se convertía en estatua, y en la inmensa mayoría de las ocasiones los animales se desentendían de su figura, lo que creaba el asombro en los espectadores. Sin sombrero de capirote, sin traje blanco y sin llevar la cara pintada de ese mismo color, las personas que “hacen la estatua” ante los problemas, sin inmutarse ni mover un solo músculo, se dice que están haciendo “el Tancredo” o “el don Tancredo”.
Natural de Valencia y zapatero de antiguo oficio, además de aspirante a torero serio, Tancredo López le demostró al escritor José López Pinillos Pármeno, con la fe de bautismo en la mano, que Tancredo era nombre, y no apodo, como aseguraban “los envidiosos”, al que seguían los de León Pedro Blas y Juan.
En La Habana (Cuba) se inspiró, según narró el propio Tancredo López, en la figura del Comendador, de una mojiganga sobre Don Juan Tenorio, para componer su espectáculo. No obstante, el escritor mexicano Roque Solares Tacubac publicó en 1947 un artículo en la revista La Lidia, de su país, en el que explica otro posible origen del desplante: “La otra suerte, también de origen mexicano, fue transportada a España y tuvo allá segundo bautizo y nuevo nombre. En los redondeles mexicanos la llamaban el esqueleto taurino y en la Madre Patria la nombraron don Tancredo aludiendo al banderillero [sic] español don Tancredo López, que la dio por suya, escamoteándosela al espada mexicano don José María Vázquez, que fue el verdadero creador y quien la enseñó a varios banderilleros mexicanos, entre ellos a Antonio González, el Orizabeño. Y en la ciudad de Orizaba fue donde por primera vez vieron los aficionados el esqueleto taurino”.
Tancredo López la estrenó en Valencia el 19 de noviembre de 1899, amarrado de pies y manos, con gran éxito. En Madrid actuó los días 30 de diciembre de 1900, 1 y 13 de enero de 1901 y 13 de junio de ese mismo año 1901, que fue el mejor de su carrera. Este último día resultó herido grave, por lo que el ministro de Gobernación prohibió las exhibiciones de don Tancredo. En la entrevista citada asegura que dio más de cien funciones y que ganó 1.000 pesetas por tarde. Aunque, según parece, no fue el único beneficiado económicamente de su trabajo.
Tras los números del pedestal, que le costaron dos cornadas y numerosos revolcones, se hizo fabricante de gorras y tabernero, y, como le fue mal en ambos negocios, acabó trabajando de torero cómico. Otras aportaciones del llamado “sugestionador” de toros o “el rey del valor” fueron el toreo sobre zancos y el rejoneo en bicicleta, aunque ninguna le dio la fama (ni el dinero) del don Tancredo, esa invención que, como dice Cossío, “no se trataba en ella de provocar la risa y regocijo del público, sino de estremecerle y conmoverle con la más dramática representación de la torería”.
Bibl.: Pármeno [seud. de J. López Pinillos], “El hombre del pedestal. Las dos cornadas de Don Tancredo”, en Lo que confiesan los toreros, Pesetas, palmadas, cogidas y palos, Madrid, Editorial Renacimiento, 1917 (Madrid, Turner, 1987, págs. 81- 88); J. M.ª Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. I, Madrid, Espasa Calpe, 1943, págs. 704-746; A. Amorós, Lenguaje taurino y sociedad, Madrid, Espasa Calpe, 1990; C. Abella, ¡Derecho al toro! El lenguaje de los toros y su influencia en lo cotidiano, Madrid, Anaya & Mario Muchnik, 1996; L. Nieto Manjón, Diccionario de términos taurinos, Madrid, Espasa Calpe, 1996, pág. 415; J. Soler Carnicer, Valencia pintoresca y tradicional. Vol. 1: personajes, hechos y dichos populares, Valencia, Carena, 1997, págs. 93-95; C. Baeza, “Don Tancredo y Llapisera”, en Cómicos. La otra tauromaquia, Valencia, Diputación, 2004, págs. 22-55; J. L. Ramón, “El toreo cómico”, en Lances y figuras del toreo, Barcelona, Altaya, 2004, págs. 641- 647; J. M. Cossío, “Inventario biográfico”, en Cossío. Los Toros, vol. XV, Madrid, Espasa, 2007, pág. 673.
José Luis Ramón Carrión