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Joanot Martorell

Biografía

Martorell, Joanot. Valencia, 1410 – ?, II-III.1465. Caballero y escritor.

Joanot Martorell nació en la ciudad de Valencia, donde se había trasladado desde Gandía su abuelo Guillem (II) Martorell al ingresar al servicio de la Casa Real inmediatamente después de las fiestas de la coronación regia en Zaragoza de Martín I (13 de abril de 1399) y de María de Luna (23 de abril de 1399). Descendía de una familia que debió de afincarse en Gandía desde los primeros tiempos de la conquista por Jaime I de aquellas tierras. En 1323 el rey Jaime II convirtió la ciudad en señorío y la concedió a su hijo, el infante Pedro, quien la legó a su primogénito Alfonso de Gandía y de Foix, llamado el Viejo, duque de Gandía, marqués de Villena, conde de Ribagorza y Denia y condestable de Castilla. Alfonso el Viejo convirtió la villa de Gandía en centro administrativo de sus posesiones y estableció en ella su Corte y residencia oficial. Fue entonces cuando el bisabuelo Guillem (I) consolidó la familia Martorell entre las más influyentes de la villa y entró al servicio de la Corte de Alfonso el Viejo. Las relaciones más antiguas que se conocen de los Martorell con la Corte de Gandía se remontan a 1362, al poco tiempo de tomar el relevo Alfonso el Viejo al frente del señorío. Cuatro años antes su padre, el infante Pedro, después de la muerte de su esposa, había abdicado en él sus señoríos y dominios y se había retirado al convento de San Francisco de Barcelona. El bisabuelo y el abuelo de Joanot, ambos de nombre Guillem, un hermano de su abuelo llamado Pere y su padre, Francesc, sirvieron en la Corte de Gandía, coincidiendo con la etapa de mayor esplendor de ésta. En 1399 Guillem y Francesc finalizaron su labor en la casa de Alfonso el Viejo y pasaron a regir nuevos oficios y funciones en la Casa Real. También fue el bisabuelo Guillem quien obtuvo el privilegio de generosidad y el nombramiento de caballero el 1 de octubre de 1374 del infante Juan. A partir de entonces los Martorell figuraron entre las filas del brazo militar y fueron convocados personalmente después a las Cortes.

El abuelo Guillem mejoró aún más la situación económica y social de la familia, y en sus años los Martorell emparentaron con destacadas familias valencianas, como eran los Abelló, los Mercader y los Montpalau.

El 14 de febrero de 1397 contrajeron matrimonio en Gandía Francesc Martorell y Damiata Abelló, padres de Joanot. Tuvieron nueve hijos: Galceran, Lluís, Guillem, Isabel, Aldonça, Joanot, Jaume, Jofré y Damiata.

Fue también el abuelo Guillem quien adquirió en los primeros años del siglo XV el señorío territorial de Murla para la familia Martorell. Al cabo de pocos años lo intercambiaron por el señorío contiguo del valle de Xaló, más extenso y más rico que el de Murla, ambos situados en la actual comarca de la Marina Alta. El padre, Francesc, tuvo las titulaciones de cocinero mayor, camarero real y ujier de armas en tiempos de Martín I, y consejero real y promotor de los negocios de la Corte con Alfonso V el Magnánimo. En estos mismos años aparece otro Francesc Martorell, canónigo de Valencia, promotor de los negocios de la Corte y al servicio del Rey. Consta muerto en septiembre de 1429 y debe de tratarse de un tío o primo del padre de Joanot. Francesc Martorell y su primogénito, Galceran, tomaron parte en la primera campaña italiana (1420-1423) de Alfonso el Magnánimo, y después de que el Rey levantara el sitio de Bonifacio (2 de febrero de 1421) y licenciara a todos aquellos que no quisieron seguirlo y prefirieron volver a casa, Francesc y Galceran lo siguieron a Sicilia y a Nápoles.

Francesc Martorell y sus hijos Galceran y Joanot participaron también en la segunda campaña italiana.

Si bien no estuvieron con el Rey en marzo de 1432, se embarcaron y siguieron en junio de 1434 al rey de Navarra Juan de Aragón hacia Sicilia en apoyo de su hermano Alfonso en la conquista del reino de Nápoles, la cual debía comenzar con la toma de Gaeta. Este primer intento acabó con la batalla y el desastre de Ponza (5 de agosto de 1435). El Francesc Martorell que consta preso en Ponza no puede tratarse del padre de Joanot, sino del que será secretario de Alfonso el Magnánimo en Nápoles, y que debía de ser primo segundo de Joanot. Consta que este Francesc era sobrino del susodicho Francesc Martorell, canónigo de Valencia y promotor de los negocios de la Corte, muerto en septiembre de 1429, el cual era hermano de un Joan Martorell. Los Martorell de los que aquí se trata debieron ser de los pocos que no cayeron prisioneros de los genoveses y lograron recalar en la isla de Cerdeña, donde Francesc Martorell dictó su segundo y último testamento (14 de agosto de 1435), en el que desposeyó a Galceran por desavenencias e instituyó heredero universal a Joanot, y de allí volvieron a Valencia. Murió antes de acabar el año.

Con veinticinco años de edad Joanot Martorell se convirtió en cabeza de familia. Se encontró con una herencia cargada de deudas, una familia numerosa y tres hermanas por dotar y casar. A diferencia de su padre, su abuelo y otros familiares, no tenía oficios en la Corte que le permitieran mejorar su economía familiar. Parece que el padre habría destinado a sus hijos Galceran y Joanot a la carrera militar, pero murió justo cuando el Rey emprendía la conquista del reino de Nápoles, y una carrera militar era muy costosa.

Las deudas fueron ahogando a la familia, que acabó perdiendo las posesiones y los señoríos que había adquirido a lo largo de su ascensión social, y se hallaba pleiteando, recurriendo al honor y a las armas, e incluso envuelto en episodios de saqueo y bandolerismo escondidos bajo la capa de la guerra entre Aragón y Castilla. En 1437 cruzó “letras de batalla” con Joan de Montpalau, a quien acusó de haber roto la palabra de matrimonio dada a Damiata Martorell, hermana de Joanot. Éste debía de perseguir un ventajoso matrimonio para su hermana Damiata que afianzara su porvenir, pero Joan de Montpalau no debía de ver claro ni el pago de la dote ni las buenas promesas.

La abuela materna de Joanot, Agnès Mercader, y la abuela paterna de Joan de Montpalau, Francesca Mercader, eran hermanas. El epistolario entre los dos primos duró ocho meses y está escrito, dentro de los cánones jurídicos y militares de este género epistolar, con acertados rasgos de ironía y de sarcasmo, que revelan, en ambos adversarios, un ingenio agudo y un cierto dominio de la prosa. Llegados a la conclusión de que sus diferencias sólo se podían resolver mediante una batalla a ultranza, o sea, un combate individual a muerte, Martorell tuvo que buscar un juez imparcial de la contienda que les proporcionara lugar para la lucha y les asignara la fecha. Viajó a Londres y logró que el rey Enrique VI de Inglaterra aceptara ser juez de campo. La intervención, desde Valencia, de la reina María de Castilla, esposa de Alfonso el Magnánimo, del mismo Rey desde Italia y del hermano de éste, el infante Enrique de Aragón, hizo que la batalla entre Martorell y Montpalau no se llevara a cabo y que el conflicto se liquidara, años después, mediante una cierta cantidad de florines, que Joan de Montpalau se vio obligado a pagar a Damiata. Martorell vivió, pues, cerca de un año en Inglaterra (entre marzo de 1438 y febrero de 1439), estancia confirmada también por la documentación inglesa. Conoció la suntuosa vida de la Corte, el ceremonial de la Orden de la Jarretera, estuvo en relación con caballeros de toda Europa, que acudían allí en búsqueda de aventuras, y tuvo tiempo para conocer y leer libros que más adelante dejaron mella en sus obras literarias, como el roman anglonormando Guy de Warwick o, más problablemente, su posterior prosificación francesa. Al poco de encaminarse a Inglaterra, sus familiares habían arrendado los señoríos de Murta y Benibraïm en el valle del Xaló, e incluso antes de su vuelta, en 1439, fueron puestos en pública subasta. De los demás lugares tuvo que desprenderse ese mismo año para pagar la dote de su hermana Isabel, que debía contraer matrimonio con el caballero y poeta Ausiàs March.

Hasta 1444, cuando se produjo la venta de todas sus posesiones e intereses en el valle de Xaló, vivió en un estado permanente de agitación e inestabilidad a causa de los problemas judiciales y de la falta de liquidez.

Este año vendió a Gonçalbo de Híxar, comendador de Montalbán, los lugares de Murta y Benibraïm, transacción que acarreó graves consecuencias, entre las cuales hay que contar la detención de Galceran Martorell, hermano de Joanot, carteles de desafío y letras de batalla contra el comendador, firmadas por Joanot y su hermano Jofré, e intentos de concordia impuestos por Juan de Aragón, rey de Navarra y lugarteniente en Valencia de su hermano el rey de Aragón.

En marzo de 1450 Joanot Martorell llegó a enviar desde Alcira una letra de batalla a toda ultranza a Gonçalbo de Híxar. Éste respondió con una demanda judicial al gobernador de Valencia, reclamando que se impusiera silencio perpetuo a Joanot Martorell y que fuese notificado y publicado en Barcelona, donde Joanot se encontraba en aquel momento. El caso es que la justicia no lo encontró tampoco en Barcelona, y la Corte de Valencia ordenó colgar las cédulas de provisión contra Joanot Martorell en la puerta de la casa de su hermano Jaume y en la puerta de la casa de su hermana Damiata, donde solía residir Joanot cuando estaba en Valencia. Los desafíos y los duelos eran asuntos serios y la Monarquía usaba todo su poder para impedirlos. No tiene que sorprender, pues, que después del desafío Joanot Martorell desapareciese de la ciudad y del reino de Valencia. Era un procedimiento frecuente para evitar que la justicia quisiera detenerlo para impedir el duelo. Pero, a su manera, Joanot Martorell ya había logrado lo que quería: deshonrar en la caballería a su enemigo más aborrecido. El odio y el resentimiento por Gonçalbo de Híxar, comendador de Montalbán, habían arraigado en el ánimo de Joanot Martorell, hasta el punto de tomar venganza ante toda la posteridad en las páginas de su gran novela Tirant lo Blanc (1460-1464). Aquí Martorell lo ridiculizó en el personaje de Kirieleison de Montalbà, “home de molt gran estatura, molt fort e animós més que tot altre”, que, sin haber luchado, morirá de un ataque de ira causado por el gran dolor y el gran enfado que sentirá ante la tumba de su señor el rey de Frisa. Lo sustituirá su hermano Tomàs de Montalbà, que, después de haber bravuconeado con enorme soberbia, caerá bajo el poder de Tirant (caps. 74-82).

Estos dos personajes quedarán grabados en la memoria de Cervantes entre los episodios de más humor del Tirant. Joanot Martorell vertió notas biográficas, antipatías y simpatías en la novela y volcó toda la hiel acumulada contra el comendador en su novela. Los mismos documentos dan a conocer otra circunstancia muy importante: Joanot Martorell no tenía casa propia en Valencia y, cuando se hallaba en esta ciudad, residía en casa de su hermana Damiata y en casa de su hermano Jaume. No tenía casa en la ciudad ni propiedades en el reino, y ya sólo lo ataban a Valencia las obligaciones de cabeza de familia a las que tenía que responder como heredero universal de su padre.

A finales de este mismo año de 1450 y a partir del año siguiente, se sucedieron los documentos extendidos desde la cancillería de Nápoles referentes a los pleitos de la familia Martorell.

Desde Barcelona se dirigió a Nápoles y entró al servicio de Alfonso el Magnánimo, el cual se sirvió de sus oficios y se refiere a él con el título de “cambrer nostre”. En la Corte de Nápoles contaba con la influencia de su primo Francesc Martorell, secretario real. El padre había servido en oficios y en las armas al Rey, y la documentación real hace saber que los Martorell nunca fueron unos desconocidos ante su persona. Finalmente, tuvo la oportunidad de ejercer un oficio al servicio de la Casa Real y de mejorar su situación personal. A la muerte de Alfonso el Magnánimo (27 de junio de 1458), la mayoría de cortesanos no napolitanos fueron marchándose. Francesc Martorell se retiró a Sicilia, de donde era maestro portulano.

Algunos siguieron a Carlos de Aragón, príncipe de Viana, el cual en enero de 1457 había llegado a Nápoles en busca de la ayuda de su tío para que intercediese en el conflicto que lo enfrentaba a su padre Juan de Aragón, rey de Navarra. El príncipe de Viana, con muchos nobles aragoneses, catalanes y sicilianos, entre los cuales estaba Joanot Martorell, marchó a Sicilia.

Aquí, Carlos de Aragón empezó a actuar como primogénito y gobernador de Aragón y organizó su cancillería y Corte. Entre los documentos expedidos desde este lugar, aparece constantemente Joanot Martorell en la condición de escribano de ración y de trinchante en misiones relacionadas con su cargo. Desde Sicilia, el príncipe de Viana lo envió a Francia para asuntos relacionados con Navarra y con la concordia con su padre y para rescatar ciertas joyas que el príncipe había empeñado en su viaje de 1456. En septiembre de 1459 ya se había reunido de nuevo con el príncipe, entonces en Mallorca. Y formó parte de la casa de Carlos de Aragón hasta la muerte de éste (Barcelona, 23 de septiembre de 1461).

Siguió residiendo en Barcelona y, al estallar la revuelta de la Generalitat de Cataluña contra Juan II de Aragón en el verano de 1462, se le documenta al servicio de la Generalitat de Cataluña y de la ciudad de Barcelona en misiones ante la Corte de Enrique IV de Castilla, ante el conde Juan V de Armagnac y ante Luis XI de Francia. Su última misión que se conoce es de primeros de noviembre de 1463, cuando la Generalitat de Cataluña lo volvió a enviar ante el conde de Armagnac. Se conocían personalmente, pues Juan V de Armagnac era, por parte de su madre, Isabel de Navarra, primo hermano de Carlos de Aragón, y el príncipe le había acogido en Barcelona en el verano de 1460. Por otro lado, el Tirant estaba acabado al poco tiempo de llegar los portugueses a Cataluña, pues fue al infante Fernando de Portugal, hermano de Alfonso V de Portugal, a quien dedicó su novela dándole el tratamiento de príncipe, o sea, heredero de la Corona. Fernando de Portugal aparece documentado en la Corte catalana de Pedro de Portugal, proclamado Rey por una parte de los catalanes, desde agosto de 1464 a marzo de 1465, y era su pariente más próximo en Cataluña. Y se sabe que en abril de 1465 hacía poco que había muerto Joanot Martorell.

Por lo tanto, la dedicatoria tuvo que haber sido escrita a finales del verano o en otoño de 1464. En la misma el autor afirmaba que empezó a escribir el Tirant el día 2 de enero de 1460. Sobre su muerte, sólo se sabe que murió abintestato y que su copia del Tirant había sido empeñada y estaba en poder de Martí Joan de Gualba. Galceran Martorell, hermano de Joanot, lo sabía y la reclamó a finales de abril de 1465. Se supone que Joanot Martorell, antes de morir, había dado como garantía de crédito algunas joyas y su biblioteca para obtener liquidez y financiación para alguna misión. Al morir sin haber satisfecho el crédito, Martí Joan de Gualba se quedó con la garantía y con el Tirant. Se desconoce cómo y cuándo la copia del Tirant viajó de Barcelona a Valencia, como tampoco se sabe dónde ni exactamente cuándo murió Joanot Martorell.

El Tirant —la única obra literaria de Joanot Martorell de atribución segura que ha llegado hasta hoy— es un relato inconcluso, mezcla de novela de caballerías y de tratado teórico sobre la Caballería, al cual se ha dado modernamente el título de Guillem de Varoic, que es el nombre del protagonista. Parece escrito antes de la caída de Constantinopla (29 de mayo de 1453). Este relato contiene resumidamente y con redacción y detalles varios, la materia que constituye los treinta y nueve primeros capítulos del Tirant. Existe un fragmento de un prólogo de un libro en catalán que lleva el título de Flor de cavalleria. En el inventario de los libros de Martí Joan de Gualba figura un libro titulado precisamente Flor de cavalleria. Y Flor de Cavalleria es el nombre que lleva un rey de armas que en el Tirant hace de mensajero llevando las cartas que se intercambian el protagonista y Kirieleison de Montalbà. El fragmento que queda es tan breve que no permite muchas consideraciones literarias, pero la anotación del susodicho inventario deja constancia de que la novela Flor de cavalleria llegó a tener el suficiente cuerpo para que un notario tomara nota de ella. Podría tratarse de otra obra del caballero Joanot Martorell.

El Tirant va precedido de una dedicatoria dirigida al infante Fernando de Portugal, hijo del rey Duarte y de Leonor de Aragón, infante que residió en Barcelona en 1464 y 1465, en el séquito de su primo el escritor Pedro el Condestable de Portugal, proclamado rey de los catalanes en oposición a Juan II. Martorell afirma que primeramente tradujo el libro del inglés al portugués y luego del portugués a la lengua “vulgar valenciana”, en lo que evidentemente sólo puede haber una sombra de verdad, que podría afectar únicamente a sus treinta y nueve primeros capítulos, cuando refunde el Guillem de Varoich y narra acontecimientos ocurridos en Inglaterra. Se cuenta aquí que el joven bretón Tirant lo Blanc de Roca Salada, acompañado de varios gentileshombres, va a Inglaterra para asistir a unas solemnes fiestas que han de celebrarse con motivo de unas bodas reales. En Londres es armado caballero y se hace famoso por sus constantes victorias sobre otros caballeros, entre ellos el fanfarrón Kirieleison de Montalbán, y es proclamado el mejor justador de cuantos han intervenido en las fiestas.

En estos capítulos el ambiente inglés está reproducido con fidelidad y detallismo, incluso en lo que afecta a nombres geográficos y personales, y se da por vez primera la conocida leyenda de la liga origen de la fundación de la Orden de la Garter o Jarretière. Tirant responde a una medida humana: es fuerte y valiente, pero nunca lucha contra más de un adversario, y, si siempre sale victorioso, ello se debe, como tiene empeño en resaltar Martorell, a que posee la virtud de retener el aliento mejor que los demás, lo que es una explicación fisiológica encaminada a escribir la novela según los principios de la verosimilitud. Al regreso de Londres, al enterarse de que la isla de Rodas está estrechamente sitiada por los turcos y a punto de caer en su poder, Tirante arma un barco de socorro, en el que va el infante Felipe, hijo del rey de Francia. Hacen estancia en Sicilia, donde se narran los divertidos amores de la infanta Ricomana y Felipe, hombre de cortos alcances, apocado y tacaño, defectos que encubre Tirant. Luego la expedición naval parte para Rodas, y, gracias a audaces e inteligentes estratagemas militares, Tirant salva a los sanjuanistas cercados y pone en fuga a los turcos sitiadores. El protagonista de la novela ha pasado de caballero andante, vencedor en justas suntuosas y cortesanas, a auténtico estratega y eficaz almirante. Los episodios bélicos de Rodas son un claro reflejo del histórico sitio de la isla en 1444, en el que la defendieron muchos caballeros aragoneses y catalanes, entre ellos el corsario Jaume de Vilaragut, del que consta que era amigo de Martorell. Y lo reelaboró con estratagemas y circunstancias procedentes del sitio de Bonifacio en la isla de Córcega en 1420 por el rey de Aragón Alfonso el Magnánimo, en el que habían participado el padre y el hermano mayor del novelista. Tenía Martorell buenas y directas fuentes sobre la acción guerrera de Rodas en 1444 y sobre la de Bonifacio en 1420, que le permitieron describir la acción con total verismo y con buenos trazos novelescos. En los episodios sicilianos entran en juego las divertidas ironías y caricaturas de Martorell, que sólo han apuntado discretamente en los capítulos ingleses. Ahora la Corte de Palermo, sin dejar de ser suntuosa, es teatro de escenas picantes, alegres y de buen humor. Desde Sicilia, Tirant zarpa a Constantinopla a ayudar al viejo Emperador sitiado por los turcos.

Martorell se puso a escribir su obra seis años y medio después de la toma de aquella ciudad por los turcos (29 de mayo de 1453), cuando toda la cristiandad aún lloraba la desaparición del Imperio de Oriente y Alfonso el Magnánimo había muerto sin conseguir armar una nueva cruzada que libertara a los griegos de los infieles. En fuerte contraste con la amarga realidad de aquel momento, el protagonista de la novela vencerá a los poderosos turcos y limpiará totalmente de enemigos las tierras del Imperio bizantino.

Tirant y su ejército son recibidos en Constantinopla como unos salvadores, y en cuanto él y Carmesina, la hija del Emperador, se conocen, nace entre los dos jóvenes un profundo y arrebatado amor, que durará hasta la muerte de ambos. La novela desarrolla ahora dos tramas perfectamente enlazadas entre sí y expuestas paralelamente: las campañas militares y las vicisitudes amorosas. La acción militar, con sus altibajos, victorias, derrotas, traiciones y hábiles estratagemas, está narrada con admirable perfección técnica, con logradas descripciones y un consciente sentido de que la guerra es un juego inteligente en el que vale más el ingenio que la fuerza. La historia amorosa de Tirante y Carmesina, con inolvidables escenas de galanteo libre, alegre, y de joven y desbordada pasión, se ve nublada por las intrigas de la Viuda Reposada, también enamorada de Tirant. Simultáneamente se desarrollan los amores juveniles de Estefanía de Macedonia y de Diafebus, y los seniles de la Emperatriz y el escudero Hipólito. La Corte de Constantinopla, en la que se celebran fastuosas fiestas palaciegas y caballerescas, con rica y elegante simbología y solemne empaque, también aparece vodevilescamente sensual, llena de argucias de enamorados impacientes, de intrigas de mujerzuelas, de bajas pasiones y de notas que chocan con el concepto de severidad de la Corte imperial de Bizancio, cuyo Emperador aparece cómicamente en camisa blandiendo una espada para matar un importuno ratón o escuchando detrás de las puertas de las cámaras de las parejas. Cuando Tirant y Carmesina se han casado con la fórmula entonces normal del matrimonio secreto, la Viuda Reposada hace creer al caballero que la princesa le es infiel con un jardinero negro; y cuando la calumnia está a punto de hacerse patente, la galera en que se encuentra Tirant es arrebatada por una tempestad que lo lleva a las costas de Túnez, con Plaerdemavida, la inteligente, simpática y graciosa doncella de la princesa. Se inicia ahora la larga sección africana del Tirant, que da a la novela un nuevo sesgo y un ambiente diferente. Tirant, primero cautivo, enseguida logra imponerse gracias a su apostura, su ingenio y su dominio del arte militar, y por ello es utilizado por reyes africanos en sus guerras. Acaba teniendo en sus manos la suerte de los reinos norteafricanos al crearse una especie de ejército propio y al ejercer, simultáneamente, una intensa actividad misionera, que lleva al bautismo a millares de infieles, mientras, por razones de matrimonio y de conquista, Plaerdemavida se convierte en reina de Fez y Bugía, reinos ahora cristianos. Pero Constantinopla sigue bajo las amenazas de los ejércitos y escuadras turcos, y Tirant anhela volver a lado de Carmesina, que ha pasado todos estos años de separación de su caballero recluida en un convento. Con sus aliados los reyes africanos, ahora cristianos, y una escuadra enviada por Felipe de Francia, que ya es rey de Sicilia, acude Tirant en socorro del viejo emperador de Constantinopla, derrota totalmente a los turcos y emprende una gran campaña para reconquistar las tierras del Imperio. En un rápido viaje a Constantinopla consuma su matrimonio con Carmesina, el Emperador lo acepta como yerno, lo nombra su heredero y le otorga el título de César del Imperio, dignidad no inventada sino real, y que el siglo anterior había ostentado Roger de Flor. Vuelve a la campaña de reconquista, pero una noche, en Adrianópolis, se enfría al pasearse cerca del río y contrae una pulmonía, de la que muere poco después, tras haber hecho testamento y dictado una carta de despedida para Carmesina.

Llega a Constantinopla la noticia de la muerte de Tirant, y el Emperador hace una larga, dolorosa y retórica lamentación sobre su cadáver; y luego Carmesina, transida de dolor, profiere un estremecedor llanto, mientras su padre, el Emperador, muere. La princesa hace confesión pública de sus pecados, se hace colocar en un lecho entre los cadáveres de Tirant y de su padre, y poco después expira. La Emperatriz, que, mientras tienen lugar estas dolorosas y fúnebres escenas, se ha entregado una vez más al joven Hipólito, queda heredera del Imperio, e inmediatamente se casa con su amante, que se convierte en emperador de Constantinopla. Como Alejandro Magno, Tirant ha derrotado grandes ejércitos y ha conquistado el mayor de los imperios, y, como aquél, muere en plena gloria de una vulgar enfermedad. Los parientes y amigos disfrutarán sus conquistas.

Martorell procura explicar con claridad cada detalle y acción narrados y dar razón de cada uno de ellos, ya que su novela se caracteriza por la estética de la verosimilitud.

Tirant es simplemente un hombre fuerte y valiente, pero que muchas veces debe ser asistido por médicos porque ha recibido graves heridas combatiendo, o simplemente se ha caído al acudir a una cita amorosa, y que tiene que soportar largas convalecencias.

Más allá de esta normalidad, la novela se distingue por la ironía y el humorismo, y por una rica vena cómica en los capítulos donde narra los amoríos de la Corte de Constantinopla. El autor escribe muy seriamente, con perfecta conciencia de lo que está haciendo, y, como caballero que era, cree en la dignidad de la Caballería, pero ello no obsta a que de vez en cuando tenga detalles grotescos y divertidos, que sepa ridiculizar de un plumazo y construir diálogos con pícara ingeniosidad, especialmente con el personaje de Plaerdemavida. Tirant lo Blanc refleja la vida caballeresca del autor, juega en la ficción con la historia de su tiempo y se nutre de las numerosas lecturas del gran literato que fue Joanot Martorell. En sus páginas se encuentra un catálogo bastante completo y variado de la cultura de un caballero con letras: de la materia de Bretaña y los textos doctrinales (como el Llibre de l’orde de cavalleria de Ramón Llull), pasando por la historiografía, hasta la retórica de Joan Roís de Corella y otras adaptaciones de textos clásicos. El lector medieval, sin embargo, no pudo leer la obra hasta que Martí Joan de Gualba la dio a la imprenta en 1490, probablemente bajo un prisma muy distinto, más próximo al interés por las fabulosas novelas de caballerías que a los juegos literarios del autor. En este marco aparece la temprana traducción al castellano (Valladolid, 1511), y por ahí el Tirant se presentó a la avispada mirada de Cervantes (Quijote, cap. vi). A ella se debe buena parte de la atención prestada a la obra en tiempos modernos. El espíritu de Martorell, tan dado a la comedia, se filtró también hasta el genial enredo de Much About Nothing de William Shakespeare.

 

Obras de ~: Tirant lo Blanch [1460-1464] (Tirant lo Blanch, Valencia, Nicolás Spindeler Impresor, 1490; Tirant lo Blanch, Barcelona, Pere Miquel Librero y Diego de Gumiel Impresor, 1497; Libre del valerós e strenu cavaller Tirant lo Blanch, ed. de M. Aguiló, Barcelona, Llibreria d’Àlvar Verdaguer, 1873-1905, 4 vols.; Tirant lo Blanch, NewYork, Hispanic Society of America, 1904, y New York, Kraus Reprint, 1967 (ambas reprod. facs. del ejemplar de la misma institución de la primera edición de Valencia de 1490); Libre del valerós e strenu cavaller Tirant lo Blanch, ed. J. Givanel Mas, Sant Feliu de Guíxols, Imprenta de Octavi Viader, 1920-1921, 2 vols.; Tirant lo Blanc, ed. de J. M. Capdevila, Barcelona, Barcino, 1928-1929, 5 vols.; Tirant lo Blanc, ed. de M. de Riquer, Barcelona, Editorial Selecta, 1947; Tirant lo Blanc, ed. de M. de Riquer, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1969, 2 vols. (reimpr., 1970); Tirante el Blanco, ed. de M. de Riquer, Madrid, Espasa Calpe, 1974, 5 vols.; Tirant lo Blanc i altres escrits de Joanot Martorell, ed. de M. de Riquer, Barcelona, Editorial Ariel, 1979 (y sucesivas reimprs.); Tirant lo Blanch, ed. de Albert G. Hauf y Vicent J. Escartí, Valencia, Generalitat Valenciana, 1990 (2.ª ed., 1992); Tirant lo Blanch (València, 1490), ed. de Albert G. Hauf, & Tirante el Blanco (Valladolid, 1511), ed. de V. J. Escartí, concordances lematitzades, índexs i revisió global del text a cura d’A. I. Peirats, Valencia, Editorial Tirant lo Blanch, 2004, 2 vols. y CD.

 

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Jaume Torró Torrent