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Pedro Cifuentes Díaz

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Biografía

Cifuentes Díaz, Pedro. Torrijos (Toledo), 28.VI.1880 – Madrid, 11.IV.1960. Médico, urólogo.

Tras realizar sus estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros y con una definida vocación por la Medicina, cursó esta carrera en el Hospital de San Carlos de la Facultad de Madrid. Alumno distinguido, interno en varias cátedras, aficionado al dibujo y la caricatura, mostró ya en esos años una clara predilección por la Cirugía. En 1902 ganó el Premio Extraordinario de licenciatura, y en 1906 obtuvo el grado de doctor tras la lectura y defensa de la tesis Consideraciones sobre la nefroptosis y su tratamiento, consiguiendo nuevamente la máxima calificación. En ella realizaba un exhaustivo estudió sobre las indicaciones y las posibilidades quirúrgicas de las nefroptosis y, sobre todo, exponía los buenos resultados que obraban en su mano. Decantado definitivamente por la Medicina hospitalaria, en 1903 obtuvo, por oposición, una plaza de médico de la Beneficencia Provincial de Madrid y fue destinado al Servicio de Cirugía General. Su formación inicial en esta especialidad la realizó al lado de los profesores José Goyanes Capdevilla y, fundamentalmente, con quien siempre consideró su auténtico maestro, José Ribera y Sans, uno de los más grandes cirujanos generales de su época. Muy dedicado este último al estudio y tratamiento de las enfermedades urológicas, influyó grandemente sobre Cifuentes para que considerase la posibilidad de dedicarse a esta especialidad, muy atrasada por entonces en España. A partir de ese momento Pedro Cifuentes se interesó profundamente por los problemas urológicos y tomó la decisión de dedicarse a ellos.

La urología española puede decirse que estaba por entonces empezando a despegar. Si bien la tradición en nuestro país en esta materia era importante por la figura de Francisco Díaz, autor del primer libro sobre ésta titulado Tratado de las enfermedades de la vejiga, riñón y urina y de las carnosidades de la verga (1580), durante mucho tiempo había permanecido muy abandonada por los cirujanos y era conceptuada dentro de la Cirugía general; pocos médicos le prestaban una especial atención. Cirujanos excepcionales de la segunda mitad de siglo XIX comenzaron a interesarse específicamente por esta materia, creando un ambiente favorable a su delimitación como especialidad independiente de la Cirugía general. Entre ellos merece la pena destacar a Enrique Suender Rodríguez, Alejandro Settier, Luis del Río Lara, Rafael Mollá y Rodrigo, Alfredo Rodríguez Viforcos, José Ribera Sanz y, sobre todo, a Joaquín Albarrán que, aunque nacido en Cuba, se nacionalizó en Francia y desarrolló toda su carrera en París. Genio sin duda de la Urología del momento y reconocido internacionalmente, fue maestro y referencia de un considerable número de urólogos españoles.

Cifuentes, por tanto, era muy consciente de las limitaciones de esa especialidad en España y tenía muy claro que si quería desarrollar una nueva Urología, con rango internacional, debía marcharse fuera de España.

En 1908, comisionado por el Ministerio de la Gobernación, se desplazó a París para trabajar con los grandes maestros de la Urología francesa, los profesores Joaquín Albarrán, Félix Legueu y Georges Marion, en los hospitales Necker, Tenon y Lariboisière.

Allí amplió estudios y aprendió y perfeccionó las más novedosas técnicas quirúrgicas. De vuelta en Madrid, en 1910 ganó, por oposición una plaza en el Hospital de la Princesa, donde fue encargado de la consulta de Urología, pero poco tiempo después se le encomendó la jefatura del Servicio de Urología, al frente del cual permaneció toda su vida. En ese hospital creó y desarrolló un magnífico servicio al que incorporó todas las técnicas nuevas y sobre todo, siguiendo a sus maestros, desarrolló un nuevo concepto de lo que debía ser la Urología en esos momentos. Sin duda se trataba del servicio de la especialidad más importante que por entonces había en España y fue tomado como modelo por otros muchos hospitales del país.

En 1916 obtuvo por oposición una plaza, primero como cirujano general y luego como urólogo en el Hospital de San Francisco de Paula, que compaginó trabajo con el que desarrollaba en el de la Princesa.

Infatigable trabajador, con enorme habilidad técnica y practicando una Medicina científica, creó a su alrededor un ambiente de trabajo basado en la constatación científica y en la seriedad de los planteamientos operatorios. Su influencia en el desarrollo de la Urología española fue enorme, lo que atrajo a un gran número de médicos que buscaban formarse a su lado.

Así creó una importante escuela en la que se formaron diversas generaciones y a la que dieron continuidad sus discípulos, entre los que destacó principalmente su hijo Luis Cifuentes Delatte, pero también otros muchos, tanto españoles como iberoamericanos: Alfonso Casas, Victoriano Molina, Guillermo Ontañón, Carlos Younger, Tomás Naranjo, Jacinto Navas, Andrés Sánchez Salvador, José Luis Campoamor...

Su talante científico y su depurada técnica le convirtieron prontamente en una referencia tanto a nivel nacional como internacional. Siendo considerado no sólo uno de los mejores especialistas de nuestro país, sino también a nivel europeo.

En Cifuentes se daba la circunstancia de que, además de ser urólogo, había practicado durante muchos años la Cirugía general al lado de uno de los mejores maestros que se podían tener, como fue Ribera Sans. Esto hizo que conociera profundamente las virtudes, pero también las limitaciones, de la Cirugía, convirtiéndose en uno de los cirujanos que sentaban la más correcta de las indicaciones quirúrgicas, obraban con mayor justeza y tenían menos complicaciones. Frente a otros que preconizaban una Cirugía radical en determinadas enfermedades, Cifuentes representaba siempre la seguridad al establecer las indicaciones justas y no poner en riesgo la integridad del paciente en aras de una Cirugía radical. Su sólido criterio clínico y su gran pericia técnico-quirúrgica fueron motivo de admiración para sus compañeros. En este sentido fue un defensor de la ética del cirujano, empeñado en evitar el riesgo sin necesidad. Sus opiniones eran requeridas tanto por sus compañeros como por los pacientes, siendo uno de los médicos que más enfermos veía y operaba tanto a nivel particular como en su servicio hospitalario.

Fue uno de los primeros en aplicar en España determinadas técnicas, como la cistoscopia y el cateterismo de los uréteres. Desarrolló varias técnicas e introdujo diversos instrumentos quirúrgicos originales, contribuyendo eficazmente a la clarificación y delimitación de las indicaciones en Cirugía urológica. Su enorme capacidad y prestigio le convirtieron en un personaje clave en la Urología nacional, siendo uno de los pioneros en el desarrollo científico de la especialidad en España tanto en el aspecto docente, investigador como de técnica quirúrgica. Su labor divulgativa de la necesidad de introducir las nuevas técnicas que se desarrollaban en España fue de gran calado y reconocimiento.

Su contribución al desarrollo de la Urología en España alcanzó gran magnitud. Ya en 1910 fue, junto a Leonardo de la Peña, Luis González-Bravo Serrano y Carlos Negrete, uno de los fundadores de la Asociación Española de Urología, de la cual durante muchos años secretario general y accedió más tarde a la presidencia. En 1918 fue elegido miembro de la Sociedad Internacional de Urología, y en 1924 ponente en el Congreso Internacional de Roma. En 1932 presidió el Congreso Hispano-Portugués de Urología de Coimbra y en 1946 organizó y presidió el V Congreso de la especialidad celebrado en Madrid.

El doctor Pedro Cifuentes y Díaz fue considerado como uno de los máximos representantes de la Urología española del siglo XX. Fue un reconocido publicista y sus múltiples trabajos vieron la luz tanto en revistas nacionales como internacionales, destacando sus trabajos sobre cirugía nefro-ureteral, vesical, prostática, litiasis urinaria, tumores urológicos, malformaciones congénitas, etc. También presentó un gran número de comunicaciones en congresos y reuniones fue un reputado conferenciante.

La referencia continua a sus publicaciones queda recogida en el Handbuch der Urologie, de A. Von Lichtenberg, F. Voelcher y H. Wildbolz (Berlin, 1927).

Además de su labor como urólogo, una de las labores más serias y meritorias de Cifuentes fue la de su dedicación como organizador en el Hospital de la Princesa. Fue decano-director de la Beneficencia General de Estado y del citado hospital durante varias décadas, hasta su jubilación, desarrollando una eficaz labor de dirección y reorganización del mismo.

Destacó por una visión muy moderna de la Medicina hospitalaria, dando un nuevo estilo y actualizando diversos servicios además de crear otros nuevos, tanto de carácter clínico como quirúrgico. Este trabajo organizativo culminó en la construcción del nuevo Gran Hospital de la Princesa, ubicado en la actualidad en la madrileña calle de Diego de León. Dicha labor, que fue desarrollada con enorme sacrificio, restando tiempo de sus actividades privadas, fue reconocida tanto por las autoridades gubernativas como por sus compañeros, y a su jubilación se le nombró decano honorario. Recibió multitud de distinciones y honores, entre los cuales destaca la presidencia de la Academia Médico-Quirúrgica Española, así como numerosas condecoraciones: la Gran Cruz de la Orden de Sanidad, la del Mérito Naval, la de la Beneficencia, comendador de la Orden de Isabel la Católica, y Cruz de Santiago da Espada, de Portugal. Fue miembro correspondiente de diversas sociedades urológicas, tales como la francesa, la alemana, la belga, la portuguesa, la brasileña, la rumana y la italiana, entre otras.

Muy comprometido con todos los aspectos de la Medicina y con sus compañeros, aceptó ser contador de la Junta Directiva del Colegio de Médicos de Madrid (1915) en la Junta que presidió Antonio García Tapia, y, posteriormente, vocal primero en la Junta elegida en 1918 y que presidió Luis Ortega Morejón.

En 1925 fue elegido académico correspondiente de la Real Academia de Medicina, y en 1929 ingresó en ella como académico de número con el discurso Las modernas orientaciones en la patología y cirugía del uréter, ocupando el Sillón que dejó vacante el ilustre cirujano Enrique Isla y Bolomburu.

 

Obras de ~: Consideraciones sobre la nefroptosis y su tratamiento, tesis, Madrid, José Perales y Martínez, 1906; Un caso de extirpación total de la vejiga urinaria por cauce, Madrid, Imprenta Hijos de Nicolás Moya, 1915; con N. Martín Escobar, Exploración de la función renal con fenosulfonaltaleína: exposición del método y resultados obtenidos con el mismo, Madrid, Hijos de Nicolás Moya, 1915; con E. Sainz de Aja, Prácticas de Urología y Sifiliografía, Madrid, J. Morata, 1915; Cistitis crónica con retención tratada con inyecciones de vapores de iodo, Madrid, Enrique Teodoro, 1917; El prostatismo sin próstata hipertrofiada: (con motivo de dos casos de pequeños adenomas y uno de esclerosis prostática), Madrid, Gabriel López del Horno, 1917; Uronefrosis calculosa: (Tratada por pielotomía y operación plástica conservadora), Madrid, Nicolás Moya, 1917; Voluminoso cálculo renal: Extracción y nefrectomía, Madrid, A. Marzo, 1917; Pionefrosis calculosa en un niño: Imposibilidad de cateterismo uretral-Exploración renal cruenta-Nefrectomía- Curación, Madrid, Antonio Marzo, 1918; Influencia de la próstata en las infecciones vesicales, Madrid, Sucesor de Enrique Teodoro, 1919; Prostatectomía y cálculos secundarios, Madrid, Julio Lozano, 1919; Trastornos consecutivos a la refrectomía por tuberculosis: Su origen y tratamiento, Madrid, A. Marzo, 1921; Consideraciones clínicas sobre la litiasis renal bilateral, Madrid, Sucesor de Enrique Teodoro, 1923; con Z. Martín Luque, Las inyecciones intravenosas de urotropina en las infecciones del aparato urinario, Madrid, Antonio Marzo, 1924; Las modernas orientaciones en la Patología y Cirugía del uréter, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1929; “Sobre la uretero-pielografía retrógrada”, en Anales de la Real Academia de Medicina (ARAM), 52 (1932), págs. 271-287; La litiasis reno-ureteral bilateral: estudio clínico e indicaciones en su tratamiento, Madrid, Bolaños y Aguilar, 1935; Litiasis urinaria, Madrid, Salvat, 1940; “Tratamiento moderno del cáncer de próstata con estilbenos”, en ARAM, 61 (1944), págs. 267-281; Bosquejo histórico de la Urología en España anterior al siglo xix, Madrid, Real Academia de Medicina, 1945; “Tratamiento de la extrofia vesical”, en ARAM, 63 (1946), 174-193; “La intervención quirúrgica en los cálculos del uréter”, Anales de la Real Academia de Medicina, 65 (1948), págs. 310-401.

 

Bibl.: G. Urgoiti, “Don Pedro Cifuentes”, en Revista Ibys, 18 (1960), págs. 174-175; S. Albasanz y Echevarría, “Necrológica en Memoria del Excmo. Sr. D. Pedro Cifuentes y Díaz”, en Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, 77 (1962), págs. 391-412; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo xx, Madrid, You & Us, 2000; E. Maganto Pavón, Historia Biográfica y Bibliográfica de la Urología Española, Madrid, Edicomplet, 2000.

 

Manuel Díaz-Rubio García