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Juan de Córdoba

Biografía

Córdoba, Juan de. Señor de Rute. Baena (Córdoba), f. s. xv − Córdoba, 29.VIII.1565. Deán de Córdoba, señor y abad de Rute.

Hijo del tercer conde de Cabra, Diego Fernández de Córdoba, y de su segunda esposa, Francisca de Zúñiga y de la Cerda, nació en Baena, villa de señorío de su padre. Tras la muerte de dos de sus tres hermanos mayores, quedó segundón de la familia y su destino marcado hacia la carrera eclesiástica, en que habría de seguir los pasos de su tío, Francisco de Mendoza, por entonces canónigo doctoral y maestrescuela de Córdoba. El 1 de febrero de 1517 su padre lograba la bula de confirmación pontificia de la magna capellanía o abadía que había fundado en Rute, siendo él nombrado primer abad de la misma. Durante estos años cursó sus estudios en Derecho en Salamanca, doctorándose. El 26 noviembre de 1523, de regreso en Córdoba, tomó posesión del obispado en nombre de fray Juan de Toledo, partiendo después hacia Italia.

A su vuelta desde Roma en 1524, su barco naufragó cerca de Ibiza, siendo él uno de los escasos supervivientes.

Tras la muerte de su padre al año siguiente, recibió el señorío de las villas de Rute y de Zambra por partición testamentaria. En 1530 sucedió a su tío en el canonicato doctoral de Córdoba y, entre febrero y abril de ese mismo año, tomó parte en la Congregación de las Iglesias en Madrid como representante del cabildo catedralicio de la ciudad. Poco más tarde fue nombrado maestrescuela y, el 12 de agosto de 1531, presentó las bulas para suceder en el deanato que acababa de quedar vacante. El 15 de noviembre de 1538 renunció la abadía de Rute en su sobrino, Diego de Córdoba y Aragón, en quien pensaba renunciar igualmente el deanato y su canonjía. No obstante, hubo de retomarla por la repentina muerte del muchacho.

En años sucesivos, irá consiguiendo otras prebendas para sí (caso del beneficio de Cabra o del de Iznájar), pero también para parientes, amigos y criados suyos.

Nunca logró, sin embargo, ser nombrado obispo, desempeñando para la Corona simplemente empleos de visitador (a la Universidad de Salamanca en 1538 o a la Chancillería de Granada en 1539). Finalmente, le sucedió en el cabildo catedralicio otro de sus sobrinos, Francisco Pacheco de Córdoba, más adelante obispo de Málaga y luego de Córdoba.

Fruto de sus relaciones con Beatriz Mejía nació el que sería primogénito de sus varios hijos naturales, Juan Fernández de Córdoba, futuro caballero de Santiago y comendador de Oliva, en quien fundó mayorazgo y a quien casó con Antonia de Bernuy Barba, hija de Diego de Bernuy, señor de Benamejí. Otros hijos suyos fueron Gabriel de Mendoza, que profesó como dominico en el convento de San Pablo de Córdoba; Luis de la Cerda, apodado “el Bayo”, que llegó a arcediano y canónigo en la catedral de Sigüenza; Leonor de Córdoba, a la que casó con su pariente Martín Fernández Venegas, heredero del mayorazgo de la rama segundona de los señores de Luque; Juana de la Cerda, Bárbara de Córdoba y Juana de Córdoba, estas tres últimas monjas en el convento cordobés de Santa Inés.

Su actuación señorial fue muy destacada, especialmente en Rute, donde, merced a su gran labor refundadora y repobladora, se le considera padre de la localidad actual. Además, fue notable la labor caritativa y asistencial que llevó a cabo, muy especialmente con los niños huérfanos y expósitos, a los que recogía en casas de su propiedad, educaba y buscaba estado, pagándoles el aprendizaje de un oficio o la dote para casarse o entrar en un convento.

Por otro lado, a él se debe la fundación del Colegio de Santa Catalina de la Compañía de Jesús, gracias a la generosa donación que hizo de su palacio, de buena parte de su biblioteca, de rentas, muebles y ornamentos litúrgicos el 24 de enero de 1554, a lo que asistió por parte de la Orden san Francisco de Borja. A partir de entonces se erigió en protector incondicional de los jesuitas.

Juan de Córdoba fue sin duda una de las figuras más poderosas, carismáticas e influyentes de la Córdoba del siglo xvi. Es por ello que mantuvo destacadas enemistades, como la del obispo Leopoldo de Austria, frente al que defendió las prerrogativas del cabildo, pero también la amistad de personajes como san Juan de Ávila o Juan Ginés de Sepúlveda. Hombre cultivado de gustos renacentistas, su biblioteca se componía de varios cientos de volúmenes, entre los que se hallaban obras de Paolo Giovio, al que quiso imitar con una galería de retratos de cordobeses ilustres en su palacio de Córdoba. En él falleció, ya anciano, el miércoles 29 de agosto de 1565, habiendo mandado ser enterrado en la iglesia del colegio que había erigido.

 

Bibl.: Archivo de la Catedral de Córdoba, Actas Capitulares, t. 9, fols. 137r.-v., t. 10, fols. 131v.-132v., 135r.; Archivo Histórico Provincial de Córdoba, legs. 12853-P, fols. 613r.-667r.; 16797-P, fols. 1413r.-1435v.; 16802-P, fols. 12r.-63v.; 16804-P, fols. 1360r.-1373v.; Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, caja 32, doc. 15.

J. Gómez Bravo, Catálogo de los obispos de Córdoba y breve noticia histórica de su iglesia catedral y obispado, Córdoba, Oficina de D. Juan Rodríguez, 1778, t. I, págs. 430-432, 436 y 442-443; t. II, págs. 445-447, 461-462, 467 y 472-474; F. Fernández de Córdoba, Historia y descripción de la antigüedad y descendencia de la Casa de Córdoba, Córdoba, Real Academia de Córdoba de Ciencia, Bellas Letras y Nobles Artes, 1954, págs. 380-381; L. M.ª Ramírez de las Casas- Deza, Indicador cordobés: manual histórico topográfico de la ciudad de Córdoba, Madrid, Everest, 1976, págs. 268-269; B. García Jiménez, “La abadía de Rute. Su origen y proceso de secularización”, en Axerquía, Revista de estudios cordobeses, 1 (1980), pág. 163; T. Ramírez de Arellano y Gutiérrez, Paseos por Córdoba, Córdoba, Diario Córdoba, 2001, págs. 131- 132, 139-141 y 353; Casos notables de la ciudad de Córdoba, Córdoba, Tipografía Católica, 2003, págs. 38, 159-171; F. Fernández de Béthencourt, Historia genealógica y heráldica de la monarquía española, Casa Real y grandes de España, t. VII, Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2003, págs. 75-76; W. Soto Artuñedo, “Fuentes para el estudio de los colegios jesuitas andaluces en la Edad Moderna”, en Actas del III Congreso de Historia de Andalucía. Historia Moderna, t. IV, Córdoba, Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur, 2003, pág. 461; R. Molina Recio, La nobleza en la España Moderna: los Fernández de Córdoba. Familia, riqueza, poder y cultura (tesis doctoral inédita), Córdoba, Universidad, 2004, págs. 207 y 603; M. de Roa, Historia de la Provincia de Andalucía de la Compañía de Jesús (1553-1662), Écija, Asociación de Amigos de Écija, 2005, págs. 88-92; J. G. de Sepúlveda, Obras completas. Epistolario, Madrid, Ayuntamiento de Pozoblanco, 2007, t. VIII, págs. XCIV-XCV y CXC-CXCI y t. IX, vol. 2, págs. 345 y 358; A. Urquízar Herrera, Coleccionismo y nobleza. Signos de distinción social en la Andalucía del Renacimiento, Madrid, Marcial Pons Historia, 2007, págs. 67-68; A. J. Díaz Rodríguez, “De vasallos a señores. El servicio al señor como clave de acceso al cabildo catedralicio cordobés”, en F. Andújar Castillo y J. P. Díaz López (coords.), Los señoríos en la Andalucía Moderna. El Marquesado de los Vélez, Almería, Instituto de Estudios Almerienses, 2007, págs. 657-658.

 

Antonio José Díaz Rodríguez

 

 

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