Chirino López, Martín. Las Palmas de Gran Canaria, 1.III.1925 – Madrid, 11.III.2019. Escultor.
Nació en el seno de una familia de clase media. Su padre, jefe de talleres de un astillero, era también armador de buques.
Vivió su infancia en la playa de las Canteras de su ciudad natal, punto de encuentro de un relevante grupo de intelectuales canarios de la segunda mitad del siglo XX, entre los cuales destacaron Martín Chirino, Manolo Millares y Manuel Padorno. Esporádicamente, en los primeros años de juventud, trabajó con su padre en el mundo de los barcos, realizando por este motivo diversos viajes a distintos países de la costa africana, que dejaron una profunda huella en su posterior trabajo escultórico.
En 1944 inició sus estudios artísticos en la academia del escultor Manuel Ramos, en su ciudad natal.
En 1948 viajó por primera vez a Madrid y se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras, con el fin de cursar estudios de Filología inglesa. Pronto abandonó estos estudios para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Entre sus maestros recordará más tarde a Moisés Huerta, Milaviada y Enrique Lafuente Ferrari. En 1951, coincidiendo con la Primera Bienal Hispanoamericana de Arte en Madrid, tomó contacto con la vanguardia artística española, frecuentando las galerías Clan y Buchholz, principales lugares para el arte moderno de la capital. En 1952 finaliza sus estudios de Bellas Artes con el título de profesor e inicia una serie de decisivos viajes a París, Londres, Italia y otros lugares que le permitirán apreciar y estudiar a fondo la escultura clásica y las obras de los grandes maestros de la escultura moderna, entre ellos Julio González, Henry Moore, Arp, Brancusi y Barbara Hepworth.
Terminada su etapa de formación, en 1953 regresó a Las Palmas de Gran Canaria, donde instaló su primer taller escultórico, Allí, con su amigo Manolo Millares, comienza un intenso período de trabajo en que ambos intentarán aunar su vocación europeísta y su afán de vanguardia con las raíces de la cultura aborigen de su tierra canaria. En este período puede decirse que se inicia la producción escultórica de Martín Chirino con un estilo característico, con la serie de piezas conocidas como Reinas Negras, donde ya se percibe una cierta abstracción dentro del quehacer aún figurativo y surreal de estas obras creadas a base de materiales de hierro forjado, piedras, madera o plomo. En este año participa en la que será su primera exposición colectiva, que con el título Cuatro Artistas Españoles, se presenta en el Museo Canario de las Palmas de Gran Canaria.
En 1955 Martín Chirino, con su grupo de amigos canarios, Manolo Millares, Elvireta Escobio, Manuel Padorno y Alejandro Reino, deciden instalarse definitivamente en Madrid. Será un período duro en el que Martín Chirino podrá dedicarse a la escultura gracias a los ingresos que recibe al ejercer como profesor de inglés y, más tarde, también como profesor de Dibujo en el madrileño colegio de Nuestra Señora Santa María de Madrid. En estos años conoce a Ángel Ferrant, maestro que sirvió de nexo de unión entre la vanguardia previa a la Guerra Civil española y los jóvenes artistas de la generación de Martín Chirino.
Foróa parte del grupo El Paso junto a Antonio Saura, Manolo Millares, Manuel Rivera, Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Viola, Antonio Suárez, Pablo Serrano, Juana Francés y los críticos José Ayllón y Manuel Conde. El grupo se disolverá, una vez cumplidos los postulados propuestos (según sus fundadores), en mayo de 1958.
En ese mismo año realizó su primera exposición individual, titulada Los Hierros de Chirino, en el Ateneo de Madrid, en la que mostró por primera vez sus Composiciones y sus Herramientas Poéticas e Inútiles, obras totalmente abstractas, de hierro forjado, definidas como dibujos en el espacio y que aún se advertían muy apegadas al oficio del herrero y la tierra que les dio origen. En estas fechas redactó Chirino un texto importante, en el que definía las características de su propia obra, con el título “La reja y el arado” en el número extraordinario que la revista Papeles de Son Armadans, 37, abril de 1958 le dedica al mencionado grupo El Paso.
En 1959 nueve esculturas fueron expuestas, en una sala especial, dentro del Pabellón Español de la Bienal de São Paulo. En 1960, el Museo de Arte Moderno de Nueva York organizó una importante exposición colectiva de artistas españoles titulada New Spanish Painting and Sculpture, en la que participó Martín Chirino con cuatro de sus recientes esculturas. En esta época aparecerá una de sus primeras espirales, obras en hierro forjado, que con el título de Vientos constituirán el tema recurrente de toda su trayectoria artística. También de este momento son sus primeras Raíces y Paisajes, piezas que se giran y expanden en un desarrollo horizontal.
A principios de los años sesenta instaló definitivamente su vivienda y taller en las afueras de Madrid, en una singular casa proyectada por Antonio Fernández Alba, arquitecto muy próximo ideológicamente al grupo El Paso.
A lo largo de 1961, por motivos de salud, abandona su dedicación a la escultura durante un tiempo. Al año siguiente, en 1962, realiza su primera exposición individual en la Galería Grace Borgenich de Nueva York, donde expondrá un conjunto de piezas, de inflexión figurativa, que se conocerá como la serie de los Inquisidores, consecuencia de la etapa de alejamiento del taller y que le induce a reflejar una soterrada visión de la dureza del momento político que le toca vivir.
Tras una decisiva estancia en Grecia, a partir de 1964, inició una nueva línea en su trabajo, muy inspirada en el mundo clásico. Estas piezas difieren bastante en la técnica de las realizadas hasta entonces, aunque sigue utilizando el hierro, no emplea barras que se retuercen, sino planchas de acero que suelda, para crear formas y volúmenes. Muchas de estas piezas, que recibirán el título de Mediterráneas, serán posteriormente pintadas al duco en colores vivos, y constituirán también un elemento diferenciador y muy aceptado dentro del conjunto de la obra de Martín Chirino. Esta línea de su trabajo continuará también en el desarrollo de las Ladies.
El Museo de Arte Abstracto de Cuenca se inauguró en 1966 con una obra de Martín Chirino en su colección fundacional.
En 1967 realizó su primer viaje a Nueva York, en compañía del cineasta Carlos Saura, de Antonio Fernández Alba y del médico Alberto Portera (gran amigo de los artistas e intelectuales del momento), con motivo de la presentación de la película La Caza, de Carlos Saura, en el Festival de Cine del Lincoln Center. Este viaje será decisivo para Martín Chirino, que establecerá fuertes lazos de amistad en los Estados Unidos de América. En 1972, la galerista Grace Borgenich, muy interesada por la obra del escultor desde su participación en la exposición del Museo de Arte Moderno de Nueva York, realizada en 1960, le ofreció un prolongado contrato para trabajar en su galería. Desde entonces, y hasta avanzados los años noventa, Martín Chirino residirá durante largos períodos de tiempo en Soutwood, Germantown (Nueva York) y expondrá regularmente en Nueva York y otras ciudades de Norteamérica.
En 1973 expuso sus primeros Aeróvoros, piezas de nuevo en hierro forjado en la fragua que, partiendo de la génesis de la espiral, se desarrollan ingrávidas en horizontal. Estas formas estarán a partir de ahora muy presentes en todo su trabajo posterior.
En 1976 participó en la redacción del Manifiesto del Hierro, documento firmado por el propio Martín Chirino, que refleja el hondo interés que la “africanidad” despierta en el entorno cultural canario. De este momento son sus primeros Afrocanes, esculturas macizas y enigmáticas que evocan directamente las máscaras africanas y ahondan en las raíces de la cultura aborigen de las Islas Canarias. La exhibición de este conjunto de obras en la madrileña Galería Juana Mordó propició la redacción de un nuevo documento, Afrocán, suscrito por un importante número de intelectuales canarios que revindicaban la identidad diferenciadora de su cultura en la relación con el continente africano y buscaban en la cultura guanche sus señas de identidad. El documento fue firmado por una serie de intelectuales y artistas canarios, entre otros Martín Chirino y Manuel Padorno.
En 1978 recibió el Primer Premio de la Bienal Internacional de Escultura de Budapest. Al año siguiente su exposición Afrocán, en la Galeria Grace Borgenich de Nueva York, supuso el gran reconocimiento internacional a su labor escultórica, recibiendo elogiosas críticas de autores de gran prestigio, como Dore Ashton, Milton Kramer y John Ashbery.
En 1981, y hasta 1992, comprometido con la situación política y sociocultural que se vivía en la España de aquellos años, aceptó presidir el Círculo de Bellas Artes de Madrid, encabezando la Junta directiva que recuperó la mencionada institución tras la época franquista.
Durante este período continuó su intenso trabajo escultórico con la creación de un nuevo grupo de obras que, denominadas Cabezas. Crónica del siglo XX, constituirán un homenaje y reconocimiento a los grandes maestros Julio González, Pablo Picasso, Pablo Gargallo y Brancusi. Estas obras revelan una etapa madura y reflexiva que se recrea en la calidad y acabado de los materiales. En esta etapa produjo también otras piezas singulares, de gran formato, que no se corresponden con ninguna de las tipologías anteriores: las Atlánticas, las bóvedas en espiral que denominó Mi patria es una roca, el Homenaje a Malevich, y potenció una interesante faceta de su obra, el diseño y la producción de importantes obras monumentales, que empezarán a ser muy solicitadas y se irán instalando en emblemáticos espacios públicos a lo largo de los años siguientes.
En el año 1991 se inauguró el Centro Atlántico de Arte Moderno en Las Palmas de Gran Canaria, museo de arte contemporáneo concebido y creado por Martín Chirino, del que será director desde su fundación hasta el año 2003.
Desde 1992 vivió y trabajó en Morata de Tajuña (Madrid). De su nuevo taller son los conjuntos de obras titulados Alfaguaras, Homenajes a Marinetti, Árboles y Sabinas.
Expuso de manera regular en las principales capitales culturales del mundo. Su obra está presente en las más importantes colecciones públicas y privadas.
Realizó su última obra con 94 años, y falleció en Madrid, el 11 de marzo de 2019.
Recibió los siguientes premios y galardones: Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Budapest (1989), Premio Nacional de Artes Plásticas (1980), hijo predilecto de la Ciudad de las Palmas de Gran Canaria (1981), Medalla de Oro a las Bellas Artes (1985), Premio Canarias de las Artes Plásticas (1986), Premio Nacional de Escultura de la CEOE, Medalla de Honor del Círculo de Bellas Artes de Madrid (1991), Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid (2000) y Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2003). Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias (2008). Premio de la Fundación Cristóbal Gabarrón de las Artes Plásticas (2008). Doctor Honoris Causa por la Universidad Nebrija de Madrid (2011). Académico Honorífico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid (2014)
En 2006 la Fundación Azcona, en colaboración con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, publicó Martín Chirino. Esculturas: catálogo razonado, primer volumen del Catálogo Razonado sobre su obra, que se completará en 2019.
En 2015 se inauguró la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino en el Castillo de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria.
Obras de ~: Herramienta poética e inútil, 1956-1957; El viento. Cuenca, 1963; Lady Tenerife, 1970-1971; Aeróvoro, 1972-1973; Afrocán, 1975; Paisaje, 1975; El viento. Mi patria es una roca I, 1986-1987; Atlántica IV, 1987-1988; Homenaje. Serie marinetti IV, 1997; Alfaguara, 1997; Cabeza. Crónica del siglo XX. La morateña I, 1997.
Escritos: “La reja y el arado”, en Papeles de Son Armadans (Madrid-Palma de Mallorca), n.º 37 (1958); Martín Chirino Chirino the Afrocán, Grace Borgenicht Gallery, New York, 1979; Memoria, en “Martín Chirino en Silos. Memoria” (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, Madrid) (2003).
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María Luisa Martín de Argila